El sol está escondiéndose, luego de sincerarme con mis padres mis hombros parecen haber perdido un gran peso. Siento que la ira se ha ido, pero aún permanece ese dolor de pérdida en mi corazón. Mamá y papá habían salido a caminar por la playa, yo preferí dibujar algo luego de estos meses, había heredado el don de mi abuela paterna, dibujar es algo que he perfeccionado con el tiempo, a JiSung le gustaban mis dibujos, en clase de arte soy una de las mejores.

La arena cubre mis pies, estoy sobre una manta con mi cuaderno apoyado en mis piernas dando los retoques faltantes a mi obra. Me siento tan tranquila que ahora noto lo mucho que extrañaba estar así.

—Es bonito—doy un respingo olvidando mi paz. Al levantar la mirada encuentro al chico del mercado detrás de mí con una pequeña sonrisa, su cabello también se revuelve por la brisa del atardecer— ¿Estás mejor?

—¿Qué?

—La última vez que te vi estabas muy pálida, parecías débil.

—Ah, sí, estoy bien, puedes irte.

—¿A quién dibujas?

Ruedo los ojos respirando profundo.

—Nadie. Vete.

—¿Por qué me odias?

—No te odio, pero lo haré si no te vas—cierro mi cuaderno. En su lugar, el chico se sienta a mi lado, mantengo distancia en el acto y él lo nota—Si no te vas gritaré.

—Hazlo—anima—La mayoría aquí me conoce lo suficiente para saber que jamás lastimaría a alguien—lo dice tan seguro que le creo—Llevas el collar—señala y sonríe más. Se ve ridículamente lindo—Reales o no, te queda bien.

—Sabía que no eran reales.

—Lo son—dice al instante. Lo miro incrédula y me ofrece su mano, casi ofendida veo lo que hace para luego regresar a sus ojos—Lee GeonHee.

Cuando pienso en rechazarlo imagino a mamá reprochándome por ser grosera. Tomo su mano y da un suave apretón.

—Jeon HaRim.

—Lindo nombre, HaRim.

—Gracias—recojo mi cabello en un moño alto—¿No deberías estar en el mercado?

—Estoy libre hoy—estira una de sus piernas—Estás de vacaciones con tu familia.

—¿Es una pregunta o lo estás afirmando? —guardo mis cosas en el bolso cruzado que traje. Estiro mis piernas apoyando mis manos de la manta.

—Es sencillo reconocer a los turistas. Tienes un acento... ¿De Busan?

—Ah, mi padre me ha contagiado algunas cosas, soy de Seúl.

—Seúl es muy ruidosa—frunce el ceño—Ahora entiendo porque eres gruñona.

—No soy gruñona—me defiendo—Estás acosándome y...

—No estoy acosándote—se defiende también.

—¿Eso suelen hacer los chicos de aquí?

—No, sólo secuestran, asesinan y esconden cuerpos—lo dice tan serio que por un momento le creo. Se echa a reír por mi expresión—Las personas aquí son amables.

—Las personas en la ciudad también lo son.

—Ajá, sí, bueno.

—Ya, si no quieres que te juzgue deja de juzgarme—advierto.

Por un momento reina el silencio, nos dedicamos a ver los niños que juegan, las personas que caminan por allí y los que simplemente disfrutan el aire salado. Cuando la mayor parte del sol se ha escondido, decido preguntarle:

—¿Eres pescador también?

—No, pero trabajo en una de las pescaderías del puerto—asiente. Sus ojos que se ven marrones por el atardecer se posan en mí—¿Trabajas, HaRim?

—No.

—Sólo estudias.

—Sí. ¿No estudias?

—Estoy de vacaciones como tú.

—¿En qué año estás?

—Curso el último año—mis ojos se abren como platos—¿Qué?

—¿Cuántos años tienes?, pensé que eras joven como yo...

—Ya, no soy viejo—reprocha—Ahora con eso si siento que estoy acosándote.

—Que gracioso.

—Tengo diecisiete.

"Bueno, dos años no es mucho"

—Yo quince.

—Pero que tierna, eres una pequeña bebé en este mundo cruel—pellizca mi mejilla. Golpeo su mano devolviéndole el gesto, un tonto juego inicia y termina cuando dos personas más aparecen.

—¿Qué están haciendo? —ambos miramos a mis padres. Papá espera una explicación y mamá disfruta de esto, mis manos sueltan las mejillas de GeonHee al igual que él suelta las mías. Nos levantamos y acto seguido hace una reverencia— ¿Quién eres?

—Es el chico del mercado—dice mamá reconociéndolo.

—Gusto volverla a ver, señora—sonríe.

—Su nombre es Lee GeonHee—intervengo—Él ya se iba.

—No debes irte porque llegamos, tranquilo—mi madre siempre es así de amable—Te vi en el puerto levantando esas cajas, ¿Trabajas desde hace mucho?

—Sólo estoy por las vacaciones de verano, señora.

—¿Qué edad tienes, muchacho?

—Papá.

—Diecisiete, señor.

—¿Eres aplicado en la escuela o eres un tonto?

—Ya—mamá lo reprocha golpeando su brazo—¿Quieres pasar y beber algo, GeonHee? —se acerca a él dejándonos atrás. Tomo mi bolso junto a la manta teniendo a papá al lado.

—¿Qué estaban haciendo ustedes dos antes de que llegáramos?

—Jugábamos—toco su hombro—Papá, no todos quieren lastimarme, ¿De acuerdo? —tomo su mano siguiendo a mamá con el chico.

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Foto arriba de GeonHee.