El tiempo aquí parecía pasar mucho más lento. En la mañana siguiente, después de que llegara a casa con compañía y mucho frío, no logramos ir a trabajar pues el suelo estaba embarrado y era muy peligroso por las pequeñas inundaciones que hubieron. Así que nos quedamos en casa, ya prontos a irnos de Francia.

— Después de esto, ¿Estás segura que quieres ir en el barco hasta el Caribe? — Mis dos amigos tenían planeado acompañarme hasta el final, pero con una sonrisa corta entendí que preferían seguir por su lado. Mi viaje podría durar unos buenos meses más, concluyendo en que pueda encontrarme con Gilbert en algún punto. No haría todo ese recorrido adicional por otra cosa.

— Si, trabajaré ahí en lo que necesiten, y seguiré hacia Trinidad, después volveré a Canadá.

— Nosotros lo estuvimos reflexionando mucho y... Pensamos que sería buena idea para ambos quedarnos más tiempo aquí en Francia. La idea de ir a Trinidad es divertida, pero la familia de Francis está solicitando que vaya a verlos, y como ahora soy su novia, nos vamos a presentar con ellos. — Lucille me sirvió un vaso con agua mientras hablaba, y se lo recibí con una sonrisa y una risa por culpa de su expresión. Se veía preocupada, en el sentido de conocer a los padres de Francis.

La familia de Francis tenía dinero. Mucho dinero. No estaban de acuerdo con que el chico usara su carrera de ingeniería arreglando cosas y viajando a pueblos, pero era lo que había elegido así que no tenían más remedio que apoyarlo. Si están disgustados por su modo de vida, ahora que conozcan a Lucille... Será una historia graciosa.

— Steve dejó un mensaje para ti hace rato. — Luego esa misma mañana, Lucille tomó un papel que había debajo de la lámpara y se lo entregó, ella y Francis alistándose para comprar algo de comer antes del viaje. — No puede venir a despedirse, así que me pidió que te entregara esto.

— Está bien, muchas gracias, Lucille.

La letra de esa carta era tan horrible que me dolieron los ojos. No sé si es por la forma de mi crianza, o porque mi madre solía castigarnos por nuestra caligrafía, pero esa letra era desafiante. Después de unos 10 minutos de descifrar dos oraciones totalmente, deje de lado la carta por un rato. Me sentía mal por él, pero prefería que se despidiera de mi la noche anterior a que dejara una carta llena de garabatos.

Me reí por un rato por eso, sola en la habitación. Al final decidí usar las gafas de Francis para ampliar un poco más cada letra y reescribir la carta en otro papel.

"Lamento mucho no poderla despedir en la bahía, pero me necesitan aqui mi familia urgente así que tuve que acudir. No me olvidaré de su nombre, señorita. Cuando haga mi viaje a Canadá, a su isla, espero que no se haya olvidado de mi. Que tenga un buen viaje, señorita Jenny"

No se como debería sentirme en estos instantes, pero supongo que bien. Aunque Steven parezca tener intenciones que van más allá de una amistad, las mias son mucho más sencillas y fáciles de alcanzar. Si es el caso de que viaje específicamente a la isla, no podré ignorar la situación si la vuelve más obvia incluso frente a Gilbert.

Mierda. ¿Qué tal si Gilbert llega a leer esto?

Mi propia preocupación me hizo reírme como histérica por quince minutos hasta que pensé en la forma más fácil de guardar esto: en mis libros de mecánica.

No es que quisiera esconder el mensaje de Gilbert, pero realmente no deseo averiguar su reacción al leer lo que Steven escribió. En otra situación, y sin conocer el contexto completo, ese mensaje puede tomarse de mil maneras peores de lo que pensé al leerlo.

Trate de calmar mi estupidez por unos segundos, y decidí comenzar a guardar todas y cada una de las cartas más organizadamente, porque en ese instantes estaban una tras de otra sin sitio fijo, tiradas dentro de la maleta. 

— ¿Vas a botar ese papel? — Lucille al fin había llegado de comprar cosas, y estaba apoyada en el marco de la puerta, observándome guardar todo con lentitud. — Deberías reciclarlo.

— Son unas cartas que escribí, quiero enviarlas todas cuando vuelva a Avonlea. — Ella asintió dos veces, recostándose en la cama y cerrando los ojos. — ¿Que sucede?

— Me asusta bastante tener que conocer a los padres de Francis. — Le dijo, suspirando. — Mi familia es pobre, Jenny. No tengo nada que ofrecerle a Francis además de curarle las heridas y de quererlo. Siendo realistas, vivir del dinero de sus padres hasta que terminemos nuestros estudios me molesta.

— Lucille, tienes tantas cualidades que es insensato para mi contarlas con los dedos porque me van a quedar muchos faltando.

Lanzó una risa corta a mi comentario, aunque su expresión de preocupación seguía sin cambiar.

— ¿No has pensado en que podría decir tu madre sobre Gilbert y tu?

— ¿Que? Según yo, Ella parecía ser la que más quería verme con él.

— Lo sé, pero recuerda algo: Tu familia también tiene dinero. No en Canadá, pero si aquí en Francia. En algún momento, James y tu tendrán que venir y hacerse cargo de eso. ¿Gilbert estaría dispuesto a dejar todos sus amigos en Avonlea por acompañarte aquí?

— La verdad, nunca lo había pensado de esa manera.

Parece que mi mente ha ido enterrando cosas desde que tome ese tren a Avonlea con mi familia. Había olvidado el hecho de que, como dice Lucille, mi hermano y yo tenemos dinero. Tenemos la herencia de nuestro padre, de la cual mi hermana mayor tiene su parte y la de Jordan. En estos momentos, es esa la que está usando para terminar sus estudios.

— No obligaría a Gilbert a hacer algo de lo que se puede arrepentir. Aún faltan unos años para que cumpla 18, para entonces tendré una solución a este problema.

— ¿En serio piensas ingresar a la universidad a los 18? Estoy segura de que Gilbert iniciará el próximo año, si no es que lo haga cuando vuelvan a Canadá.

Una de las cosas que había pedido mi padre antes de morir, era que mi hermano y yo estudiáramos en la universidad. En una de las mejores que hubieran, la más prestigiosa y donde lográramos desarrollarnos con un título que dejara que los demás reconocieran nuestro talento.

"Si no reconocen lo buena que eres por ser mujer, que lo hagan por la escuela donde te graduaste"

Parecía una estupidez pero en ese momento sonaba totalmente sensato, y mis hermanos habían aceptado. En el momento de que su hermano viajó todos esos kilómetros a la universidad de su sueños, completo uno de los deseos de papá con ella. Ahora era el deber de los demás completarlo. Jordan había hecho parte del camino, pero mi padre siempre había estado orgulloso de él.

Después de dejar de hablar de ese tema, aliste los platos para cada uno y nos serví la comida que compraron los chicos: un pollo asado que se veía jugoso a simple vista, puré de papás cremoso, salteado de verduras, y un arroz con maiz y tocineta. El arroz lo había traído una vecina, nativa de Estados Unidos y a la cual le encantaba ese tipo de arroz tan distinto al que solíamos comer.

Nuestro almuerzo pasó más lento de lo que mi mente podía soportar, el eco de cada gota cayendo al techo sacándome el enojo de ves en cuando.

Una vez más, el tiempo parecía transcurrir con tanta lentitud que se sentía viendo una película biográfica, el drama y la acción de la historia siendo un momento de tensión entre todos.

En poco tiempo nos vamos a separar, la vida de Francis y Lucille puede cambiar por completo, y mi propia felicidad parece ahora depender de encontrarme con Gilbert en la isla. Cada uno con preocupaciones distintas, sentimientos eufóricos y una constante ansiedad por tener que separarnos después de mucho tiempo de viaje.

Hola chicos, he vuelto con una Nuevo capítulo!  Lamento mucho haberlos hecho esperar de esta manera, pero me tomó mucho tiempo volver a inspirarme con la trama. Es por eso que he cambiado un poco más el rumbo de la historia a algo que me guste y me sienta más cómoda de escribir ahora, entonces cambiare muchas cositas que tenía planeadas desde antes, por otras que ahora pueden ayudar más al desarrollo y crear una historia más interesante para ustedes 💜