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Capítulo 6: La Carta Del Tío Fred


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Capítulo seis: La Carta del tío Fred

Después de haber entrado a la casa casi corriendo con mis muletas, me encontré a mi hermano sentado en la sala, y sosteniendo una carta en alto.

- ¿Qué es eso? - le pregunté en voz baja, cerrando la puerta detrás mío. Quería irme a dormir y olvidar todo por un rato.

- Es una carta, del tío Fred. - me respondió, palmeando su lado en el sofá para que tomara asiento. Lo hize, pero con mucha pesadez.

- ¿No puedo leerla mañana? - refunfuñe en voz baja, apoyando mi cabeza en su hombro. El chico negó con la cabeza, y me entregó la carta en la mano. La abrí sin decir más, y leí en voz alta su contenido:

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Charlottestown, Isla del Príncipe.
Puerto de Castilla

Queridos sobrinos,

Espero que se encuentren en buena salud, y no se hayan metido en problemas.

Ya van dos años desde que no nos vemos, y he de admitir que mi estadía en la ciudad parisina ha sido de lo más solitaria. Pero no les he escrito para contarles sobre mi vida.

Querida Jenny, desde pequeña has demostrado tener mano para las máquinas, al igual que tu padre y Jordan. Hace algunos meses, unos amigos y yo hemos abierto un centro en Londres, donde como una comunidad benéfica, nos enfocamos en la restauración del trabajo agrícola en los campos.

Desde hace tiempo estamos reclutando a mecánicos jóvenes para ayudarnos en las granjas a restaurar los motores de tractores y diferentes máquinas, para que la estabilidad económica pueda poder a balancearse.

Hemos recibido apoyo total del Gobierno como su última oportunidad de ayudar. En una de las reuniones, les comenté sobre ti, Jenny. Ellos ya habían visto posteriormente tu foto en el periódico, y la historia en Versalles. Te han dado una oportunidad de participar, querida.

Quisiera hablar esto contigo más a fondo, así que mañana pasaré por ti a la escuela. Quiero que escuches la historia completa antes de que tomes alguna decisión.

Con cariño, Frédéric McKyntire.

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Termine de leer, y dejé el papel sobre mis piernas.

- Esto significa que… - comenzó James, observando mis ojos con impaciencia.

- Significa que tengo una oportunidad, James. -

Incluso aunque esa noche estaba emocionada por la carta de mi tío, mi situación con Gilbert sólo me hacía pensar aún más. En un momento de la noche olvidé todo lo de mi tío, y aplaste mi rostro contra la almohada cuando mis lágrimas comenzaron a caer. Y en algún punto, me dormí profundamente.

Desperté casi a las 6 de la mañana, y escuché a mi madre haciendo el desayuno de nuevo. Si James no le había dicho lo de nuestro tío, de seguro tendré que regalarle la comida a las chicas para que no se pierda.

Me levanté de la cama y tomé una muleta para levantarme. La solté sobre la cama y di saltos por la habitación, sacando de mi armario un vestido gris azulado con bordado de flores.

Me cambié con rapidez, sin recibir ninguna visita de mi hermano. Note que el vestido ya me quedaba cada vez más apretado en la parte de arriba. Maldeci en mi mente, pero lo ignore.

Salí de mi habitación con las botas negras ya puestas, y un saco de lana que encontré buscando en mi armario.

James ya estaba tomando su desayuno cuando bajé las escaleras, y me senté de igual manera.

- El doctor a enviado una carta esta mañana. - me informa mamá, trayendo con ella un plato de huevos revueltos con tostadas y café - Dice que ya puedes dejar de andar con las muletas.

- ¡Excelente! - dije, aliviada. Le Agradecí a mi mamá por el desayuno, y lo comí con rapidez. Si mamá sabía lo del tío Fred, me había dejado controlarlo.

James y yo nos fuimos a la escuela unos minutos después, y note que mamá me había enviado menos comida de lo usual. Eso quería decir que si conocía lo del tío Fred.

Mi hermano y yo caminamos por el sendero de la escuela, hasta que llegamos al inicio del riachuelo. Ahí se encontraban las niñas colocando sus tarros de leche al agua fría para que se mantuvieran frescas.

Las saludamos mientras estábamos subiendo, y entramos por las puertas.

Ahí dentro estaban los chicos, y ellos nos llamaban a los dos.

Me extrañé mucho por eso, pero de igual manera dejamos nuestros sacos en el perchero, y las canastas de comida en el mismo lugar. Nos dirigimos hacia ellos, y los muchachos nos saludaron.

- Veo que ya puedes caminar sin esas cosas - me dijo Charlie Sloan en el momento que nos sentamos en los pupitres junto a ellos. Sentía la mirada de las niñas sobre mi por la ventana, pero decidí quedarme ahí con los chicos.

Le preguntaron un par de cosas a James, y observe a Gilbert entrar por la puerta.

No lo mire en toda la mañana, pero podía saber lo que estaba pensando. Casi antes del almuerzo, todos nos volvimos a la puerta cuando mi tío Fred entró a la escuela, dándose en el pie con el escalón.

Contuve mi risas, pero mi hermano lanzó una fuerte al aire.

- Bueno días, jóvenes - saludó a todos, aclarandose su garganta y levantándose rápido. Se dirigió hacia el profesor, y los dos comenzaron a hablar entre ellos.

Mi hermano se levantó de su asiento, y se acercó hacia mi por detrás.

- Ya vi el carro en el que vino - me susurró en el oído. - Ha venido con otros chicos.

- ¿Una reunión? - hize la conclusión, mientras mi tío se levantaba y me hacía una seña para que saliéramos de ahí. Saludó de un abrazo a James, y yo tomé mis cosas después de decir adiós a la chicas. Mi tío y yo cruzamos la puerta de la escuela, y yo me acomodaba mi gorro cuando escuche a alguien gritando mi nombre desde el carro.

Luzill se asomaba por la puerta, irradiando alegría al igual que siempre. Me reí por esto, y mi tío me abrió la puerta del carro.

Dentro estaba Luzill al lado de un chico castaño con ojos verdes. En el asiento del copiloto, estaba Benjamin, un viejo amigo de Jordan.

Subí al carro, y los saludé a todos.

El camino hacia el puerto fue de lo más divertido. Luzill me comentó sobre todo lo que había pasado en París hasta ahora, y me dijo que algunas personas al sur tuvieron que evacuar por un atentado que hubo en Versalles.

- ¿Todos están bien? - le pregunté, recordando a mis amigos de Francia. Ella asintió con energía, y después de esto seguimos hablando con el amigo de Jordan sobre lo que cada uno sabía de lo que tenía entre manos el tío Frédéric.

- ¡Todos abajo! - nos dijo Fred, y cada uno bajó del auto con rapidez. Los barcos estaban amarrados al muelle, y el aire tenía el típico olor a humedad y salado.

Entramos en una taberna bien presentable, y ahí en una mesa grande, había un hombre alto junto con una mujer, los dos tomados del brazo y llamando a Fred desde que pasamos el umbral de la puerta.

- ¡Fred, creí que nunca llegarías! - le saluda el hombre, levantándose y dándole un fuerte abrazo al tío. El hombre se presenta como Gerald, un miembro del sistema político de Londres. Su esposa, Beatriz, nos dice que ella no es de Londres como su esposo. Su lugar de origen era Nueva York.

- Te dije que vendría con los mejores, Gerald. - le contesta, y todos nos sentamos. A cada uno nos sirven un vaso de cerveza, y yo le doy pequeños sorbos a ella.

Luzill ni la toca.

- ¿Cuáles son sus nombres, jóvenes? - pregunta Gerald, poniendo atención a nosotros tres. Nos miramos entre nosotros, y el primero que se presenta es el amigo de Jordan.

- Francis Grace, señor. Terminé mis estudios de mecánica hace un mes - se presenta, sacudiendo la mano del hombre en el proceso. Luzill hace lo mismo, y está le comenta que está estudiando una carrera en la medicina.

- Yo soy Jenny McKyntire, señor. - Me presentó a él, y también a su esposa.

- Eres la sobrina de Fred, si. He escuchado mucho de ti, jovencita - me río levemente, y el hombre empieza a explicarnos un poco.

- La iniciativa que tenemos planeada es esta, chicos. Ya que Londres está sufriendo robos y peleas callejeras, el consejo ha declarado que los participantes sólo pasarán unos meses en el país. Se supone que todo debe durar más o menos un año. Estaremos divididos en diferentes partes del país. Algunos se irán a Versalles, otros a Londres, y algunos hacia la frontera.

- ¿De a cuántas personas van a llevar a cada lugar? - pregunta Francis, tomando más cerveza.

- Queremos que en el grupo haya al menos un estudiante de medicina y dos o tres mecánicos. Los mecánicos tendrán la tarea de restaurar los motores de las máquinas que están a su disposición, y ponerlas a trabajar. El médico ha sido pedido por el consejo para garantizar la salud de los miembros mientras estén ayudando. Les hemos pedido que vinieran para aclararles todas sus dudas, y puedan informarnos lo que piensan. -

- ¿Cuando se haría el viaje? - le pregunté, dejándole lo que quedaba de mi cerveza a Francis.

- En tres o cuatro meses - me contesta Fred. - Aún se está tratando la situación y se consiguen recursos. Nos iremos en un barco petrólero, y ahí viajaremos en tren lo que queda del camino. Ya que ustedes eran los que vivían más lejos de Inglaterra, hemos decidido venir por ustedes antes para hablarles y que tuvieran tiempo de pensar.

- Ya que París e Italia ha dado un aporte económico al país para que este proyecto se ponga en marcha, después de haber terminado con su trabajo, sus familias recibirán el dinero que se ganaron.

- Ya hablé con mis padres sobre esto - le respondió Francis, sonriendole. - Como ya he dejado la universidad, he decidido que participaré en esto.

- ¡Excelente! - exclama, con gesto de agradecimiento. Luzill también ya había hablado con sus padres hace unos días, y estos la dejaron participar de igual manera.

- Se que esto es lo que hubiera querido Jordan - dije, suspirando. - Lo haré.

Cuando volvimos a Avonlea, bajé en la estación de trenes, y ellos siguieron más adelante, hacia otro pueblo de la isla.

Me fui caminando desde ahí, y cuando llegué a la avenida, Observé la casa de los Blythe.

Decidí que debía decirle a Gilbert sobre lo del viaje, y el trabajo que iba a hacer en unos meses.

Pasé por la reja de flores, y escuché unos golpes de metal en la granja, así que me acerque a ella.

Efectivamente, Gilbert Blythe se encontraba haciendo un trabajo en la granja. Me acerque por su lado, y toque su hombro con suavidad. El chico se volvió hacia mi, me saludó y volvió a lo que estaba haciendo.

- En tres meses me iré a Inglaterra, Gilbert. - le dije, apoyándome en la base una pared de madera.

- ¿Por cuanto tiempo te vas a ir? - preguntó, deteniéndose un momento.

- Por lo menos un año, si es que antes.-

- ¿Porque me cuentas esto? - me dice, soltando sus herramientas de golpe. - ¿Para que me sienta mal?

- Pensé que deberías ser el primer en saberlo. - le contesté, incorporandome. - Veo que estaba equivocada - Me alejé de él, y escuche la voz de la amable señora que me había recibido el otro día.

Era el señor Blythe.

Corrí por el campo al escuchar las palabras de la mujer, y junto a Gilbert, entramos a la casa con Rapidez.

El señor Blythe estaba recostado en su cama, con las sábanas hasta arriba, y los ojos cerrados. Me acerque a el, y coloqué dos dedos en su cuello, tomándole el pulso.

- Aún tiene presión - le dije a Gilbert. Le quite las mantas que tenia encima, y el chico me ayudó a desabotonarle la camisa al señor Blythe. De repente, el pulso se hizo más lento, y no podía respirar. - ¡Esta teniendo un paro cardíaco!

Le dije a Gilbert que sostuviera su cabeza, y le abriera la boca para que el aire llegara. Comenze a realizar rcp en el pecho, pero sentía como el hombre comenzaba a respirar como si se ahogara.

- ¿Qué le está pasando? - pregunta Gilbert, soltando la cabeza del hombre. Me alejo un poco de él, y observó el pecho del señotr Blythe.

Tomó el respirador, y el tubo de aire pasa por su garganta. Hago que el aire pase seguido por unos segundos, pero se estaba ahogando de igual manera.

- Tiene aire en los pulmones. - susurro, buscando en la habitación algo que usar. Visualize una aguja de costura, y un pitillo en el vaso de agua.

Los tome, y con precisión introduje la agua en su torzo, para luego cambiarla por un pedazo del pitillo.

El aire comenzó a salir de la herida, pero ya era muy tarde.

El señor Blythe respiró una vez, y ya no lo volvió a hacer más.

Me alejé de la cama, con las manos ensangrentadas. Tomé una venda de la cama, y cubrí la marca de la aguja con ella.

- Llama al doctor - le dijo Gilbert a la mujer histérica. - Dile que papá ha muerto.

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Si ya se, solo 2000 palabras, pero el próximos será mejor xdxd.

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