Capítulo 5: Cena Con Los Blythes
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Capítulo 5: La Cena Con Los Blythes
Había pasado todo el fin de semana acostada en mi habitación, observando con parsimonia el tapiz floreado de mi habitación.
Ya era martes por la mañana, y me encontraba dando saltos sobre un pie por toda la habitación, mientras mi hermano entraba y salía, buscando sus cosas.
Decidí pasar mi mirada otra vez por el vestido que mi madre me había elegido, cuestionandolo.
Era muy bonito. Con un moño blanco en el tejido del cuello, estampado rojo con pequeñas flores negras en la cintura.
- ¿Debería usar esto hoy, James? - le pregunté rápidamente, mientras el chico entraba por sus libros. Todavía no se había puesto la camiseta, y tenía la corbata desordenada. James pasó la mirada por el vestido, y luego colocó sus libros sobre mi cama.
- Ese te queda bien - me responde, tomando la correa de cuero que usamos para cargar los libros. - ¿Has visto mi camisa en algún lado?
- Creo que mamá la lavó esta mañana - le respondí, saltando de nuevo sobre mi pie hacia donde estaban mis zapatos. - Tengo algunas de las mías en el armario de los vestidos.
- Jenny, soy casi 10 centímetros más alto que tu - comenta, quitándose la corbata de su cuello.
- ¡¿Quieres ir sin camiseta a la escuela, entonces?! -
Escucho su suspiro de derrota, y como se dirige hacia mi armario.
Tomo el par de botas negras, y me siento en la cama. Agarro el dobladillo del vestido, y me lo paso por sobre la cabeza mientras lo acomodo al par que comienza a bajar.
Me levanto de nuevo, y amarro el listón de la cintura hacia atrás en un moño.
- ¿Donde está mamá? - pregunto con esfuerzo, mientras trato de pasar la bota por el pie derecho. Solo faltaba terminar de subirla, y podría colocarme la otra.
- Está haciendo el desayuno. Y nuestra comida - Me detuve un momento, impresionada. Nuestra madre no hacía el desayuno desde que papá murió, y cuando seguíamos en París, eramos los cuatro hermanos quienes hacíamos el desayuno.
Calze mi pie izquierdo, y tomé las muletas que estaban al borde de mi cama. Las coloque bajo los axilas, y salí de mi habitación con los libros colgando de mi hombro.
Despues de que mi hermano había logrado vestirse con una de los camisas, todos estábamos desayunando en la mesa, nosotros dos comiendo como si no hubiera mañana.
- ¡Gracias mamá! - gritamos los dos hacia Verónica, mientras mi hermano me ayudaba a cargar la canasta de comida, en donde estaban mis libros también.
Salimos por el bosque en dirección a la escuela, sin encontrarnos con nadie por el camino. Casi siempre eramos los primeros en llegar, ya que nos despertabamos en el horario de Francia.
Caminamos por el paraje de las flores, y llegamos en menos de 5 minutos a la escuela.
Todos los chicos estaban ya en el lugar, pero ninguna de las niñas había llegado todavía.
Apenas entramos, James dejó mi canasta en uno de los percheros y se fue con sus amigos cuando estos lo llamaban.
Dejé un momento mis muletas contra la pared, y me saqué el chaleco para colgarlo igual. Me quité el lazo del cabello, dejándolo caer sobre mis hombros.
Volví a tomar las muletas, y me dirigí hacia un asiento del lado en donde se sientan las niñas.
Tomé asiento, y coloque las muletas en el suelo bajo mis pies. Observé a los chicos un momento, viéndolos reír por cualquier cosa. Estire sobre mis brazos, y recoste mi cabeza sobre ellos.
Seguí así un rato, hasta que las voces chillonas de las demás niñas me despertaron en mi ensimismamiento.
Las horas de clase pasaron con rapidez, y la hora del almuerzo fue igual. Prissy y sus amigas me acompañaron dentro del salón, ya que no podía salir a Sentarme sobre el césped por obvias razones.
Cuando la campana que indicaba nuestra vuelta a casa hizo aparición, un peso se volvió real en mi estómago.
Suspiro, ya resignada a ir con Gilbert.
Las niñas estaban saliendo del salón entre ellas, y Gilbert estaba esperando fuera de la iglesia, apoyado en el marco de la puerta.
Me levanto del asiento con las muletas, y me dirijo hacia los percheros, en donde estaba Billy Andrews.
- Te ves bien, Jenny - me dijo el chico mientras guardaba mis libros en la maleta. Voltee a verlo, y sonrei levemente.
- Gracias, Billy. Es lindo de tu parte decir eso. -
El chico asintió, algo nervioso. No puse atención, y me coloque el chaleco junto con el bolso. James se había llevado mi canasta antes de salir hacia la casa.
- Jenny... ¿Querrías venir a cenar con mi familia el próximo viernes? - pregunta Billy, apoyándose en la pared frente a mi. - Prissy está emocionada con la idea de que nuestros padres te conozcan.
- ¿Y porque no me lo comentó en el almuerzo, entonces? - le lanze la pregunta con una leve risa. Sentía la mirada de Gilbert sobre nosotros, pero no me importaba.
- Pensó que sería mejor si te lo decía yo - explico, colgándose la maleta al brazo derecho. Observé su rostro un momento, pensando.
- ¡Si, claro! - Terminé por contestar, tomando mis muletas. - ¿También mi hermano?
- Si, esa es la idea. Aunque no creo que quiera venir -
Me río con falsedad. Era un poco hipócrita por parte de Billy Andrews decir eso sobre mi hermano, pero lo ignore.
- Entonces estaré ahí el viernes -
Me despedí de Billy, y salí por la puerta al encuentro de Gilbert.
El chico me lanzó una sonrisa como saludo, y yo asentí hacia él. Los dos comenzamos a andar por el camino del bosque, y yo lo seguía a un lado, andando fácilmente con las muletas.
- ¿Ya las habías usado antes? - me pregunta el chico, refiriéndose a las patas de palo con las que caminaba.
- Si, cuando era pequeña. - le contesté simplemente, ya observando la reja de flores con la que me había topado la otra vez, en mi primer día por Avonlea. - ¿Me habías dicho que vivías aquí? -
- Si, el día que me abofeteaste en el rostro. - Gilbert se adelantó a mi, y me abrió la reja de flores, entrando al campo de pasto verde. El resto del corto camino hacia la puerta de entrada fue silencioso, pero sentía la mirada de Gilbert en mi espalda.
Llegamos a la casa, y el chico tiene el detalle de abrirme la puerta primero. Le agradezco, y escucho la ronca voz de Jhon Blythe desde la habitación principal, justo al lado de la entrada.
- ¡¿Quien ha llegado?! - pregunta, tosiendo un poco. Una mujer rubia y con delantal sonríe desde la cocina y nos observa.
- ¡Es Gilbert y su amiga! - le contesta, acercándose hacia nosotros. Pasa un brazo por los hombros de Gilbert como un saludo, y después me toma la mejilla observandome a los ojos. - Mi niña, ¿No has dormido en estos días? -
No puedo evitar reírme por su pregunta, y Gilbert entra a la habitación de su papá, para ayudarlo a salir.
- El estudio me tiene muy cansada, y ahora con mi tobillo, ¿que se puede decir? - le respondí sonriendo, y riéndome junto a ella. Me guió hasta el sofá de la sala, y acepté su invitación de sentarme ahí. Gilbert salió de la habitación con el señor Blythe, y este se ayudaba con un bastón y el brazo de su hijo.
Tenía ojeras bajo los ojos, pero mantenía un brillo más vivo en ellos. Ya no tenía la piel tan blanca, pero seguía aún débil. La recuperación le estaba llegando de maravilla, aunque todavía todos los resultados no han hecho aparición.
- ¿Como has estado, Jenny McKyntire? - me pregunta, cuando se sienta en la silla aterciopelada frente al sofá. Gilbert lo ayuda, y luego se sienta en la otra punta del sofá, cruzando sus manos sobre las rodillas.
- No tan bien como usted, señor Blythe. - le contesto, sonriendo con suspicacia. - Sólo con un poco de dolor en la pierna, era de esperarse.
- Gilbert me ha contado lo que hiciste en el incendio de la familia Gillis - comentó, cruzando sus manos al igual que Gilbert. Al parecer era un gesto que padre e hijo compartían. - Fue muy valiente lo que hiciste ahí arriba, niña. Pero si no tuvieras reflejos, habrías caído del tercer piso.
- Me hubiera sentido muy culpable si la pequeña Emma le hubiera sucedido algo - comenze, mientras escuchaba a la mujer que nos recibió en la entrada sacando ollas en la cocina. - Sus padres la habían dejado subir con nosotras, solo si mantenía un ojo sobre ella. - termine de explicar, y el señor Blythe asintió, dándome la razón. Hablamos un momento más sobre ese día, y como iba la reconstrucción de la casa. El señor Blythe observó por la ventana, y le habló a Gilbert, mientras señalaba la granja qje se veía desde ahí.
- Está mañana me pasé unos minutos por la granja, y he visto que el tractor no funciona. ¿Llamaste al mecánico? -
- Si, ayer en la mañana. Dijo que no tenía tiempo ahora, ya que la estación de bomberos sufrió un robo en los motores de varios camiones, y los está instalando. -
- Tal vez yo podría hacer algo con eso - comenté, aceptando el vaso con agua que me ofrecía la amable mujer.
- Me dijiste que estabas estudiando para... ¿La mecánica? -
- Si. De hecho, pienso ir a Bélgica cuando termine mis estudios básicos, a la Universidad en donde estaba mi hermano Jordan.
- ¡Excelente! - exclama, volviendo a toser. - Gilbert, vayan a la granja. Dejemos que la señorita McKyntire vea que puede hacer por él motor.
Sería muy de niñas decir que no quería ensuciar mi vestido, pero me propuse a no hacerlo cuando los dos arribamos en la granja.
- ¿Te paso un banquito? - se burló cuando me empine sobre el pie bueno para observar el motor. Rodee los ojos, y volví mi cabeza hacia el.
- No estaría nada mal, Gilbert Blythe - El chico cruzó la granja hasta donde estaban las pacas de heno amarillo, y volvió al tractor, mientras quitaba el polvo y heno de un banquillo de madera.
Lo coloco delante del tractor, y subí con mi pie bueno a él, alzando el otro de pues, y dejándolo apoyado con cuidado.
Observé ahora más de cerca el motor, y note que las tuercas estaban sueltas.
- Pasame por favor la caja de herramientas - Gil tomó la larga caja negra en donde se encontraban todas las herramientas que se usan para este tipo de cosas. Lo deja al lado de mi brazo, y yo abro la caja.
Aprieto las tuercas con cuidado, y el escape de aire se va. Dentro había un tarro con agua para el motor, así que al notar que estaba muy caliente, verti el agua dentro del tubo, y el motor se enfrió un poco más.
- Tiene un problema en el radiador - le informe, limpiando mis manos en un pedazo de tela. - Por esto se está recalentado mucho el motor. Ya las tuercas están algo oxidadas, y el aire caliente se está escapando. Deberían llenarlo de agua antes de usarlo cada vez, y siempre apretar las tuercas, porque el motor puede explotar.
- Interesante - sonríe Gilbert, ayudando a bajar del banquillo. - ¿Quieres sentarte?
- La verdad, si - acepté, ya que el pie me estaba doliendo bastante. Nos acomodamos entre las pacas de heno, y el chico se cruza de brazos.
- Papá no se está mejorando - me comenta, observando le suelo. - El doctor dice que está teniendo un ataque de nervios, y eso lo vuelve muy enérgico. -
- Lamento eso, Gilbert. - le dije, pasando un brazo por los hombros. Tenía la vista baja, y se notaba que no estaba de humor.
- Quisiera estar aquí con él. No quiero estar todo el día lejos, y si a el le llega a pasar algo, no me de cuenta hasta la tarde. -
- Gil - comenze, confortandolo. - Sin importar lo que le suceda al señor Blythe, jamás te sientas culpable por eso. - El chico volvió su cabeza hacia mi, y me miraba un poco confundido. - Desde que Jordan murió, me he sentido culpable por eso. Pero tu no tienes porque, Gilbert. Eres un buen hijo, y no estás abandonando a tu padre. Tienes un futuro, y debes trabajar en el.
- ¿Porque te sientes culpable por Jordan? - me pregunta, aún observando al suelo. Yo suspiro, y me arreglo la bota del pie derecho.
- Ese invierno había ido a visitarlo. Me encantans jugar en la nieve, y más en el frío. - le conté, sonriendo al recordar los paseos en la nieve. - Los amigos de Jordan me habían invitado a pasar el rato con un trineo en la montaña. Mi hermano no me iba a dejar ir, ya que estaba haciendo demasiado frío, incluso para mi. Nos peleamos un rato, y el accedió si el iba conmigo. El trineo fue muy divertido, pero días después, a Jordan se le pego una gripe.
- Por eso crees que fue tu culpa - razona, incorporándose. -
- Y por eso, no quiero que tu la sientas también - le dije, arrancando un pedazo de césped que estaba al lado de mi zapato.
- ¿Recuerdas nuestro primer día de clases? - pregunta, volviéndose hacia mi. Asiento con la cabeza, expectante. - Antes del almuerzo, le pregunté a tu hermano si recibirías la manzana que traía. El me dijo que eras demasiado fría como para recibirla, y ahora sé que era mentira. - note como se acercaba a mi, y yo me alejé un poco.
- Mi hermano no estaba equivocado - le dije, colocando una mano sobre su pecho, y apartandolo. - Se que te gusto, Gilbert. Lo has dejado en claro varias ocasiones.
Había salido de la granja después de esto, y pasé las horas restantes para la cena junto a la amable señora y Jhon Blythe.
Gilbert se había quedado en la granja, y la verdad no me interesa mucho lo que está haciendo.
Ya estaba oscureciendo cuando Gilbert entró a la casa, limpiando sus botas en el tapete de entrada. La señora ya se había ido desde hace un rato hacia su hogar, y había dejado nuestra cena servida en la mesa.
- ¡Gilbert, ven a comer! - lo llamó su padre, mientras yo lo ayudaba a levantarse del sillón. Pasamos por toda la sala hasta un asiento de la mesa, y el señor Blythe se acomodó en ella.
Gilbert arribó a la mesa unos minutos después, cuando yo estaba tomando asiento después de lavarme las manos.
El señor Blythe y yo conversamos toda la cena, y Gilbert acotaba alguna que otra palabra cuando su padre se dirigía a él. Estaba ensimismado en sus pensamientos, y con la mirada pérdida sobre su plato.
Si el señor Blythe se dio cuenta, en ningún momento de la cena lo hizo saber.
Cuando ya eran las 7 de la noche, supe que era hora de volver a mi hogar.
Agradecí al señor Blythe por su generosidad al invitarme, y de una vez lo ayude a llegar a su habitación. Gil había recogido los platos, y estaban en una pequeña pila cerca del fregadero.
El chico se volvió hacia mi en el momento que pasé por la cocina, y me sonrió levemente.
- ¿Podrías acompañarme a casa? - le pedí, tomando mi chaleco del perchero. - Quiero hablar contigo -
Gilbert no se negó, y tomó su chaleco al igual que yo. Salimos por la puerta, y comenzamos a caminar.
- A veces creo que juegas conmigo - comenta Gil de repente. Me detengo unos segundos, y alzo una ceja para que siga explicando a que se refiere. - Siempre eres tan atenta conmigo, y me das esperanzas. Pero hoy en el granero, actuaste como si toda esta situación fuera creación mía.
- En algún momento, llegué a pensar en nosotros - le respondí, cubriendome más con el abrigo y señalandonos a los dos. - Pero descubrí que no era lo mejor para ninguna de las partes, Gil.
- ¿Cómo vas a saber lo que es bueno para mi? ¡Solamente deja de pensar, y observa lo que está frente a ti! - exclamó, deteniéndose al igual que yo.
- Gil, no sabes nada de mi - le respondí, tratando de contener las ganas de contarle mis razones - Todos creen que soy algún tipo de heroína valiente, pero solo tenía miedo.
- Todos tenemos miedo, Jenny - contraataca, con desespero. Toma mi mejilla en su mano, y siento la piel fría sobre ella. - Te he visto atravesarlo todos los días, ¿Porque retrocedes ahora? -
- No sabes de que hablas - suspiro, apartandome al instante de su mano. Vuelvo mi cabeza hacia un lado, y observo desde ahí mi casa. - Ya está oscureciendo, Gilbert. Creo que deberías irte a casa, desde aquí puedo hacerlo sola.
- Sólo... - murmura, y lo vuelvo a mirar. Se agacha un poco hacia mi, y aparta el mechón de cabello que tenía volando sobre mi frente. Me observa a los ojos, y vuelvo a sentir el hueco en mi estómago.
Paso una mano por su hombro, y lo retiro un poco de mi. No es lo correcto. Siento que estoy traicionando a alguien. Sus labios se estaban acercando, así que coloque mi mano sobre su boca. Se quedó estupefacto durante unos segundos.
Aproveché la situación, y lo separé de mi, jalandolo de los hombros. Tenía los ojos abiertos de la impresión, y algo aturdida le dije:
- Te veo luego -
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