✦𝙎𝙃𝙀, 𝙔𝙊𝙐 & 𝙈𝙀✦
Advertencia: Si no sientes comodidad con contenido explícito de naturaleza sexual, con lenguaje fuerte y temática homosexual, te invito cordialmente a omitirlo y no prestarle atención. No es necesario perjudicar el esfuerzo de quien escribe, adapta o traduce con reportes que le puedan eliminar la cuenta. Ten en cuenta que esto es pura ficción y su objetivo es proporcionar entretenimiento.
◉Contenido +18.
◉Lenguaje explícito.
◉GxGxG.
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Siguió a Lisa hacia la sala de estar, donde se encontraba Jennie en iguales condiciones. La visión de ambas mujeres, desaliñadas y semi-desnudas, hizo que el corazón de Rosé latiera con más fuerza. Jennie llevaba una falda similar a la que había usado el otro día, y solo llevaba puesto un brasier. La tensión en el aire era palpable, cargada de anticipación y deseo. Rosé sabía que esta noche sería inolvidable, y estaba lista para sumergirse en el torbellino de pasión que le esperaba.
Lisa la guio para que se sentara en el sillón entre ella y Jennie. Rosé obedeció, sintiendo el peso de las miradas intensas que la rodeaban. Lisa se acomodó a su lado, con las piernas abiertas y una mirada intimidante que parecía penetrar hasta lo más profundo de su ser.
Rosé las miró a ambas, sintiéndose observada y evaluada en silencio. Antes de que Lisa pudiera hablar, Jennie tomó la iniciativa.
"Espero que estés bien, Rosé", dijo Jennie con dulzura, rompiendo el tenso silencio que se había instalado en la habitación.
La rubia le devolvió una sonrisa, tratando de ocultar los nervios que la invadían. "Estoy algo nerviosa, pero bien, sí", respondió sinceramente, aunque su voz temblaba ligeramente.
Entonces, Jennie se levantó del sillón y se dirigió a la cocina, dejando a Rosé a solas con Lisa. El silencio se volvió aún más pesado entre ellas, ninguna pronunció una sola palabra. Solo se quedaron mirándose fijamente, sus miradas hablando volúmenes mientras Rosé apretaba sus cosas con fuerza, sintiendo la tensión palpable en el aire que las rodeaba.
Segundos después, Jennie regresó al sillón con ellas, trayendo tres Four Loko destapados. Con un gesto amistoso, le pasó uno a Lisa, otro a Rosé y se sentó de nuevo entre ellas.
"Bien. Rosé, Lisa", comenzó Jennie con determinación. "Hemos acordado las tres reunirnos aquí para cumplir algunas fantasías que hemos tenido en mente estos días".
Antes de que Rosé pudiera responder, Lisa interrumpió con descaro: "Estamos aquí porque quieres cogerte a mi novia, Park", soltó, mirándola fijamente con una intensidad que hizo que Rosé contuviera la respiración.
Rosé respondió con una sonrisa traviesa. "Te quiero a ti también", dijo, con un toque de picardía en su tono. La expresión en el rostro de Lisa cambió rápidamente, pasando de la confianza a la molestia en un instante.
Sin previo aviso, Lisa se acercó a Rosé y le tomó la camiseta, halándola hacia ella con fuerza. Bajó la mirada hacia la prenda y se dio cuenta de que era suya, un gesto que no pasó desapercibido para Rosé. Luego, Lisa volvió su atención al rostro de Rosé y le colocó dos dedos en los labios con una orden directa: "Chúpalos".
Oh, ella quería jugar este juego, pensó Rosé con una sonrisa traviesa. Se llevó ambos dedos a la boca, los engulló con deseo, mientras agarraba la mano de Lisa y la miraba de manera lasciva, transmitiendo un mensaje claro con su mirada mientras chupaba con fervor. Supuso que esos dedos estuvieron dentro de Jennie antes de que ella llegara, lo que aumentó su excitación y la hizo chupar con más gusto, disfrutando cada momento y haciendo la expresión que sabía que a Lisa le encantaba cuando la ponía a chupar.
Después de unos segundos, Lisa la detuvo y retiró los dedos de su boca. "Suficiente, tenemos que hablar", anunció con seriedad.
Rosé miró a Jennie, quien le sonrió de manera cómplice, antes de componerse para la conversación que se avecinaba.
"Muy bien, Rosie", comenzó Lisa, aparentemente más calmada. "El otro día fui a confrontarte porque le coqueteaste a Jennie por Instagram, me besaste, le coqueteaste a ella cuando fue a confrontarte y ahora estás aquí en mi casa de nuevo".
"Aquí estoy", respondió Rosé simplemente, manteniendo una actitud despreocupada.
"¿Por qué estás aquí?", preguntó Lisa, con una mezcla de curiosidad y desconfianza en su tono.
"Estoy aquí porque quiero volver a estar contigo, revivir viejos tiempos y porque quiero follarme a tu novia", respondió Rosé sin rodeos, siendo franca y directa como siempre.
"¿Todavía me amas?", preguntó Lisa, buscando una respuesta sincera.
A Rosé se le revolvió el estómago ante la pregunta, pero no iba a echar para atrás su rebeldía. "Todavía te amo, Lisa", confesó sin titubear, dejando en claro sus sentimientos a pesar de la complejidad de la situación.
"Mírala, Jennie. Todavía me ama", dijo Lisa a su novia, buscando su aprobación y validación.
Jennie se limitó a asentir con una mirada comprensiva antes de que Lisa continuara expresando sus preocupaciones.
"¿No crees que esto sería doloroso para nosotras dos?", preguntó Lisa con sinceridad, buscando entender la situación desde todas las perspectivas.
Rosé mantuvo su postura desafiante. "Estoy dispuesta a correr el riesgo. Te has emparejado con una maldita diosa, no puedes culparme por querer follármela", respondió con franqueza, sin pretender ocultar sus deseos.
"No te culpo, para nada", afirmó Lisa, reconociendo la atracción evidente entre Rosé y Jennie.
"Entonces, ¿por qué dudas tanto de esto? Es solo sexo", insistió Rosé, tratando de minimizar la complejidad de la situación.
Lisa se acercó nuevamente a Rosé, esta vez con un temple calmado, buscando transmitir sus sentimientos con serenidad.
"El problema, Rosé", comenzó, tomando las manos de la rubia entre las suyas, "tampoco he podido olvidarme de ti".
El corazón de Rosé dio un vuelco al escuchar esas palabras. ¿Lisa todavía la amaba a pesar de estar con alguien más? ¿Estaban jugándole una broma? La confusión se apoderó de ella, y su mirada buscó a Jennie en busca de alguna señal de claridad.
Jennie se acercó a Rosé de inmediato, alzando su mandíbula con ternura y comenzando a lamer su cuello con una determinación seductora. Un escalofrío recorrió la espalda de Rosé mientras Jennie avanzaba, dejando sus labios a merced de sus caricias.
Desde el pulso de su cuello hasta sus labios, Jennie trazó un sendero con su lengua, provocando un deseo intenso en Rosé que no podía ignorar. Ambas se fundieron en un beso mojado, y mientras se entregaba al momento, Rosé no pudo evitar la confusión que emanaba de sus pensamientos. ¿Qué demonios estaba pasando?
Al separarse del beso, Jennie le dio un último pico en la mejilla, dejando una sensación de calor en la piel de Rosé.
"¿Me pueden explicar qué demonios está pasando aquí?", preguntó Rosé, tratando de desentrañar el enigma que se desarrollaba ante sus ojos.
Lisa rio con una chispa de complicidad. "Acuérdate, cuando estábamos juntas te complacía en todo lo que querías, Rosie", recordó con una voz suave pero firme.
Rosé se sintió confundida. ¿Qué tenía que ver su relación pasada con las decisiones que estaban tomando ahora?
"Decías que querías algo, lo pedías a gritos y al final siempre te lo daba", continuó Lisa, manteniendo la calma. "Aunque ya no estamos juntas y me hiciste enojar mucho, quiero complacerte dándote la oportunidad de comernos las tres".
Rosé frunció el ceño, intentando comprender la situación. "A ver, no entiendo. Sé que vine para tener un trío, pero, ¿qué tienen que ver nuestros sentimientos en esto?".
La forma en que se dirigían a ella era tan extraña, casi como si estuvieran orquestando un espectáculo meticulosamente planeado.
"Lo que pasa es que, en esta oportunidad, no solo te voy a complacer a ti, también voy a complacer a mi hermosa compañera de allá", señaló Lisa hacia Jennie, quien ya se había quitado el sostén, dejando al descubierto sus perfectos senos redondos.
Rosé perdió la mirada en ellos por un momento, cautivada por su belleza. "Mi hermosa gatita quiere tenerte, Rosie", agregó Lisa con un tono sugerente.
"¿T-tenerme?", tartamudeó Rosé, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía ante la idea.
"Ella quiere follarte, quiere que la folles, pero quiere algo más también", continuó Lisa, aumentando la tensión en el ambiente.
"¿Qué es eso?", preguntó Rosé, con la curiosidad picándole.
Entonces, Jennie se acercó a su oído y susurró con voz seductora: "Quiero que seas mía".
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Rosé, dejándola aún más confundida que antes.
"¿A qué te refieres con eso?", preguntó, buscando aclarar sus dudas.
Jennie le sonrió enigmáticamente una vez más. "Te lo diré cuando esto termine".
Rosé sintió un cosquilleo de excitación recorriendo su cuerpo mientras absorbía cada palabra y gesto de Lisa y Jennie. La tensión en el aire era palpable, y cada vez se volvía más difícil contener la anticipación que la envolvía.
"Entonces, ¿qué es lo que procede?", preguntó con impaciencia la rubia, deseando pasar de los juegos preliminares a la acción real. Sabía que estaba al borde de algo salvajemente placentero, y no podía esperar más.
Lisa tomó el control de la situación, marcando el ritmo con su voz seductora. "Primero que nada, que sepas que probaste a Jennie en mis dedos", anunció con una pizca de burla, recordándole su pequeño encuentro previo. Rosé asintió, con una sonrisa traviesa jugando en sus labios.
"Segundo, ya que solo quedan unos días para terminar definitivamente el semestre, celebremos", continuó Lisa, su tono cargado de promesas de placer.
Rosé estaba lista para pasar a la siguiente fase, pero Lisa la tomó de la camiseta y se acercó a su rostro, inyectando una dosis extra de intensidad en el momento. "Y tercero...", susurró con voz ronca, enviando un escalofrío de anticipación por la columna de Rosé, "vamos a meternos en la cama en la que te follé tantas veces y vamos a dejar la piel en ella, hasta que no podamos más".
Rosé desafiante, no perdió la oportunidad de jugar con Lisa. "¿Qué es lo que vamos a hacer? No te escuché", desafió, provocando una sonrisa juguetona en los labios de Lisa.
Lisa tensó su agarre y se inclinó aún más cerca, su aliento chocando contra los labios de Rosé. "Vamos a coger", declaró con determinación, su voz cargada de deseo y urgencia.
"¿A coger?", repitió Rosé con una sonrisa traviesa, disfrutando del juego de seducción que se estaba desarrollando entre ellas.
Lisa no pudo contenerse más y decidió pasar a la acción. Le lamió la boca a Rosé y luego le mordió el labio. "Vamos a mi cuarto, Rosie. Sé que estás lista para nosotras", instó.
Jennie, no queriendo quedarse atrás, se unió al juego y fue directo a lamerle el cuello a Rosé. "Vámonos de aquí, no puedo esperar más", dijo con ansiedad y anticipación, añadiendo combustible al fuego que ardía entre ellas.
La mirada intensa de Rosé reflejaba una mezcla de deseo y descaro, una determinación ardiente que no pasó desapercibida para Jennie. En lugar de sentir celos o molestia, la castaña anhelaba probar lo que la exnovia de Lisa tenía para ofrecer. Era una dinámica tan peculiar, tan audaz, tan sin restricciones.
Las tres mujeres avanzaron hacia el dormitorio donde habían compartido tantos momentos íntimos en el pasado. Lisa lideraba el camino, entrando primero y encendiendo la luz de la habitación. Rosé y Jennie la siguieron de cerca, ansiosas por lo que estaba por venir.
El cuarto estaba decorado como de costumbre, pero algo había cambiado. Una cama nueva, más grande y lujosa, ocupaba el centro del espacio, invitándolas a entregarse a sus deseos más profundos.
Estaban preparadas para sumergirse en un océano de intenciones oscuras, cinismo y un placer sin límites que potencialmente reconfiguraría el curso de sus relaciones, o quizás simplemente lo disfrutarían y luego lo dejarían en el olvido. Pero lo que realmente la impactó cuando entraron en la habitación fue la acción instantánea de Jennie, quien se tendió en la cama y se despojó de su falda, dejándose completamente desnuda. Sin bragas, sus pliegues rosados y brillantes provocaron una reacción instantánea en la rubia, cuya boca se hizo agua al contemplarlos.
Mientras tanto, Lisa se apresuraba a quitarse el top y buscar lo que parecía ser lubricante. Aunque en un principio parecía estar paralizada, con la ropa aún puesta, unos labios se abalanzaron sobre su cuello de repente. Jennie estaba detrás de ella, deslizando sus manos bajo la camiseta y ayudándola a quitársela. Era evidente que Jennie estaba más ansiosa, lo cual embriagaba a la rubia.
Jennie se deslizó desde su espalda hasta quedar frente a ella, ayudándola a quitarse el top. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, ardiente y desesperado, como si fuera una necesidad imperiosa.
Rosé no se había equivocado: Jennie era increíblemente ardiente, la más sensual de todas.
Mientras tanto, Lisa se unió a la diversión, intercambiando una rápida mirada con Jennie antes de que esta se dirigiese a la cama. Se recostó, observando lo que estaba por suceder.
De repente, Lisa tomó a Rosé por la cintura con firmeza desde atrás, haciendo que la rubia se estremeciera en sus brazos y arqueara la cabeza hacia atrás. Aprovechando la posición, Lisa susurró en su oído con una voz seductora: "¿Me extrañaste?", mientras Rosé intuía la presencia de un strap-on.
Ella iba a liderar el asunto. Sin titubear, le bajó el pantalón de un tirón y agarró el borde de la tanga que Rosé llevaba. "¿Te la pusiste por mí, cariño?", preguntó con una sonrisa traviesa.
"Vamos a la cama", jadeó Rosé, su voz cargada de deseo y anticipación.
Ambas se unieron a Jennie en la cama, formando un círculo de rodillas bajo la guía de Jennie. Se miraron las unas a las otras con deseo palpable. Primero, Lisa atacó la boca de Jennie, sus lenguas danzando con lujuria y pasión, mientras Rosé se unía en un beso con Jennie, repitiendo la intensidad del momento anterior. Se entregaban con una necesidad ardiente, saboreando cada beso, explorando sus bocas con ansias desenfrenadas.
Luego, Rosé saboreó los labios de Lisa, deleitándose con su experiencia y experticia, mientras Lisa, con manos expertas, le bajaba la tanga a Rosé, murmurando lo hermosa que era. Con destreza, Lisa sustituyó sus propias bragas por un arnés con un consolador, preparándose para satisfacerlas a ambas.
Después, Lisa besó el cuello de Jennie, seguido de sus labios, antes de recostarla suavemente en la cama. "Rosie", murmuró.
Rosé se acercó a ella y la besó nuevamente con fervor, pero esta vez descendió por su cuello hasta llegar a sus pechos, succionando un pezón y haciendo gemir a Jennie roncamente. Después de unos momentos, se separaron.
Rosé se dirigió directamente hacia Jennie, repitiendo el proceso en sus senos mientras amasajaba suavemente. Al despegarse por un segundo, miró a Lisa con determinación. "Voy a cogerme a tu novia".
Lisa asintió y se bajó de la cama. "Déjame comerte el coño mientras lo haces", propuso, con una mirada lujuriosa.
"Nada de eso", respondió con firmeza. "Vas a ver cómo me quedo con tu novia, algo que he deseado desde el principio", refutó con una sonrisa desafiante.
Y así fue, Jennie se acomodó, abriendo las piernas para Rosé, quien se colocó entre ellas, admirando la intimidad expuesta. Estaba notoriamente excitada, su humedad era evidente. Lisa se colocó al lado de Jennie, ansiosa por observar la reacción de Rosé.
Rosé comenzó a acariciar suavemente el abdomen de Jennie, ascendiendo hacia sus pechos, los cuales apretó y palmeó. "Eres tan sexy, Jennie. Estoy ansiosa por probarte", murmuró con lujuria.
Jennie respondió con deseo: "Entonces hazlo. He esperado mucho tiempo por esto". Rosé la ayudó a abrir aún más las piernas, deseosa de explorar cada rincón. Al tener una vista completa de la intimidad de Jennie, Rosé se relamió los labios y lanzó una mirada a Lisa antes de comenzar a besarla apasionadamente en los muslos, el monte de venus y finalmente en su coño, que estaba húmedo y ansioso por ser tocado.
"Lili", llamó a la chica con gracia en su cara. "Asegúrate de ver bien como me la como y la hago mía", dijo con un brillo travieso en los ojos, disfrutando cada instante de su papel seductor. Lisa se lamió los labios, deleitándose con la anticipación del placer por venir. Le encantaba cuando esa mujer se comportaba como una perra cínica, desatando su lado más salvaje y excitante. Lisa puso un brazo alrededor de los hombros de Jennie y se pegó a ella, compartiendo el calor y la intimidad del momento.
Con determinación, Rosé comenzó con su trabajo. Inhaló profundamente el aroma embriagador de la entrepierna de Jennie, su sexo caliente y tentador. Primero, dio un lametazo lento y deliberado por toda la zona, saboreándola con avidez, confirmando lo delicioso que era su sabor. Era como si cada gota de su esencia se convirtiera en un néctar irresistible para su paladar, y ella deseaba beber de él sin restricciones.
Con un gemido ahogado, Rosé hundió su boca en la intimidad de Jennie, decidida a saborear cada centímetro de su ser con pasión. Su lengua caliente se deslizaba por los angostos pliegues de la vulva de Jennie, explorando cada recoveco con maestría y devoción. Los suaves gemidos y suspiros de Jennie resonaban en la habitación, llenando el aire con una sinfonía de placer y deseo. Se entregaba por completo a su tarea, deseosa de hacer que cada momento fuera inolvidable para ambas, mientras su lengua hacía maravillas en el coñito de Jennie, llevándola al borde del éxtasis con cada caricia.
Succionaba como si le pagaran por ello, aplicando una presión firme y constante que hacía que Jennie se retorciera. Cada succión era un acto de devoción, una forma de expresar su deseo y su ansia por complacer a esa chica. Lisa, consciente de los fuertes gemidos que amenazaban con escaparse de los labios de Jennie, calló sus quejidos con un beso apasionado, ahogando el sonido de entre sus labios.
Rosé se esforzaba al máximo en darle placer a Jennie, moviendo su lengua con destreza mientras mantenía una mirada intensa y penetrante en los ojos de Lisa. Tal vez fuera un reflejo de su propia excitación, pero Lisa no pudo resistir la tentación de acariciar la polla de goma que descansaba entre sus piernas. Rosé la vio de reojo y el pensamiento de tenerla dentro más adelante hizo que se le hiciera agua la boca, anticipando lo que aún estaba por venir.
Centrándose nuevamente en la tarea de dar placer a Jennie, Rosé se dejó llevar por los gemidos sensuales que inundaban la habitación, indicando que su amante estaba disfrutando cada momento de la atención que recibía. Mientras Lisa la besaba apasionadamente, Rosé continuaba estimulando el clítoris de Jennie con movimientos expertos, alimentando su deseo con cada caricia.
El placer aumentó cuando Jennie sintió cómo la ex de su novia introducía dos dedos en el interior, llevándola al borde. Quería superarse a sí misma, impulsada por una mezcla de ego y avaricia, decidida a regalarle a Jennie el mejor orgasmo de su vida como una demostración de su habilidad y deseo desenfrenado.
Y lo logró.
Minutos después, Jennie estaba revolcándose en la cama, entregada mientras Rosé mantenía su ritmo implacable en su coño. Cada movimiento de los dedos de la rubia parecía llevarla más cerca del precipicio. Mientras tanto, Lisa se había abalanzado sobre sus pechos, devorándolos con ansia mientras escuchaba cómo los gemidos de Jennie iban en aumento, señal inequívoca de que estaba al borde del orgasmo.
Finalmente, Jennie alcanzó el clímax con un estallido, su cuerpo se arqueó y sus gemidos llenaron la habitación mientras Rosé continuaba estimulándola y Lisa se aferraba a sus pezones con avidez. La barbilla de la rubia quedó impregnada de los fluidos de Jennie mientras intentaba saborear cada gota, consciente del regalo de placer que acababa de brindarle.
Fue el primero de muchos orgasmos que estaban por venir, una muestra del placer intenso y desenfrenado que las esperaba en aquella noche de pasión desenfrenada. Con la respiración agitada, Jennie yacía en el brazo de Lisa, sintiendo aún los estremecimientos que la habían consumido por completo.
"Joder, eso fue...", murmuró Jennie, sin aliento y aún embriagada por la intensidad del momento.
Lisa le dedicó una sonrisa radiante y le ofreció otro beso, sellando así el inicio de una noche que prometía ser inolvidable.
Rosé subió por el abdomen de Jennie, dejando una estela de besos ardientes en su piel hasta llegar a sus labios, donde se entregó a un beso apasionado. Luego, su atención se desvió hacia Lisa, quien la esperaba con una mirada cargada de deseo. La pelinegra no perdió el tiempo y le lamió los labios con fervor, saboreando el rastro de Jennie en su amante.
"¿Te gusta el sabor de ella en mí?", preguntó Rosé de manera provocativa, desafiando a Lisa con una sonrisa juguetona.
"Me encanta", respondió Lisa con una lamida más. "Sabe aún mejor en ti".
Sin embargo, el momento de juego pronto se tornó en un deseo más intenso cuando Lisa tomó el control de la situación. "Ahora quiero que te pongas en cuatro para mí", ordenó con voz firme, indicando sus deseos.
Rosé miró a Jennie, quien aprovechó el momento para besarla con hambre. "Será demasiado caliente verlas a ustedes dos juntas", comentó Jennie, admirando la escena con una sonrisa traviesa.
"¿No te dan celos?", preguntó Rosé, sorprendida por la actitud despreocupada de Jennie.
"Debería, pero no puedo negar lo caliente que eres", respondió Jennie, devolviéndole el beso con fervor.
Rosé frunció el ceño, confundida. "¿Entonces? ¿Me explican lo de hace rato?".
"¿Qué debemos explicarte?", respondió Lisa, manteniendo su tono desafiante.
"¿Qué es eso de tenerme? ¿No se supone que soy yo la entrometida aquí?", preguntó Rosé, buscando respuestas claras.
"Te dijimos que lo sabrías al final de esto", intervino Jennie esta vez.
"¿Ustedes me están tomando el pelo o algo?", inquirió Rosé, sintiéndose cada vez más confundida por la situación.
"En realidad, debería estar tomando el control detrás de ti como vaquera, cariño", Jennie le lanzó un golpe juguetón en el hombro a Lisa como si fuera una reprimenda cómplice.
"No te estamos tomando el pelo en absoluto, ambas queremos follar contigo, mucho", agregó Lisa con una mirada llena de deseo.
"Vamos a ello, como te dije, Rosie", instó Lisa mientras se ponía de pie y tomaba la botella de lubricante, esparciendo un poco sobre el falo de goma. Rosé obedeció, poniéndose en posición de cuatro con Lisa detrás de ella.
Ella no podía ver lo que estaba sucediendo detrás, no podía ver a Jennie, pero se imaginaba que también estaba allí detrás de ella.
Lisa comenzó tocando su trasero como de costumbre, apretándolo y acariciándolo con devoción. En un momento, lo abrió para admirar sus pliegues, rosados, bonitos y mojados hasta recorrer sus muslos. La excitación era palpable en los ojos de Lisa.
"Jodidamente mojada, justo como me gusta", exclamó mientras le daba una tremenda nalgada que hizo que Rosé se estremeciera. "¿Estás lista?".
"Oh sí", jadeó Rosé, anticipando lo que vendría.
Lo primero que sintió fue un dedo, supuso que era de Lisa, que la estaba preparando para lo que vendría. Luego, otro dedo se unió, ensanchándola más y empapándole los dedos en su interior. Finalmente, un tercer dedo se unió a la fiesta, llenándola de deliciosos gemidos mientras Lisa la penetraba incesantemente, produciendo un sonido lascivo y pecaminoso con cada movimiento de sus dedos.
Después de los tres dedos, vino algo que no había estado esperando. En lugar del Strap-On de Lisa, un vibrador comenzó a entrar y salir de su coño con movimientos rápidos y tortuosos, creando una mezcla intensa de gozo y tormento.
Era una experiencia abrumadora. El vibrador se movía dentro de ella con una velocidad vertiginosa, haciéndola gemir fuerte y arquear su espalda en respuesta a las sensaciones que la recorrían.
Luego, el vibrador fue sacado de golpe, dejando a Rosé boca abajo en la cama, gimiendo y temblando por la intensidad del momento. "Muy intenso, joder", murmuró la rubia en aprobación mientras Lisa pasaba sus dedos por su entrada empapada, ahora aún más mojada que antes, chorreando de excitación.
"Me encanta lo mojada que te pones", añadió Lisa, sumergiendo el dildo en su cintura y dirigiéndolo hacia el coñito de Rosé, hundiéndolo de golpe y arrancando un gemido aún más alto de los labios de la rubia.
Fue entonces cuando Rosé se dio cuenta de lo que había estado haciendo Jennie. Se colocó frente a ella, con las tetas en su cara, mientras Lisa comenzaba con las embestidas desde atrás. Jennie tenía un collar negro atado alrededor del cuello, con un tirante que pendía de él.
Su cuerpo se balanceaba con el vaivén de las embestidas de Lisa, y Jennie aprovechaba para acercar sus pechos a la boca de Rosé, permitiéndole lamerlos y chuparlos con cada movimiento delicioso que mantenía la pelinegra desde atrás.
Lisa mantenía un agarre mortal en su cintura mientras la embestía con fuerza. Cada embestida era firme y decidida, tanto con el vibrador como con el dildo. Su pelvis chocaba contra su culo con un sonido obsceno, pero, delicioso, mientras Rosé se perdía en la vorágine de placer.
Era un ritmo rápido, tan vertiginoso que Rosé sentía que estaba perdiendo la cabeza de lo increíblemente placentero que era. Ser follada por Lisa siempre era un placer indescriptible, delicioso y apasionado, y en ese momento no había lugar para dudas.
Los senos de Jennie iban y venían ante sus ojos, tentándola con su deliciosa proximidad. Rosé mantenía la boca abierta, esperando ansiosa atrapar un pezón con los labios y chuparlo para arrancar gemidos de Jennie.
"Te ves increíble mientras te follan", susurró Jennie, embriagada por el espectáculo erótico frente a sus ojos.
"Oh mierda, Lisa, más", gimió Rosé, implorando por más.
Y Lisa no dudó en darle exactamente eso. Aumentó la intensidad de sus embestidas, haciendo que Rosé se retorciera bajo su férreo agarre. Cada movimiento era una descarga eléctrica de éxtasis.
Lisa tensó aún más su agarre, desde el culo de Rosé hasta su cintura, controlando cada movimiento con maestría. En un momento de éxtasis, retiró el dildo y en su lugar introdujo sus dedos hábiles en el ardiente interior de Rosé. La penetración fue profunda y enloquecedora, haciendo que Rosé gimiera con más fuerza.
Cuando finalmente retiró los dedos, estos estaban empapados de los jugos de Rosé, lo que excitó aún más a Lisa. Sin poder resistirse, llevó los dedos a su boca y los saboreó con deleite, cerrando los ojos mientras disfrutaba del sabor embriagador.
Lisa reanudó las embestidas con una intensidad renovada, su torso presionando contra el de Rosé en un contacto ardiente y visceral. Colocó su barbilla en el hombro de la rubia, sus labios rozando su oído, como si quisiera susurrarle secretos prohibidos.
Con cada embestida, Lisa martillaba el cuerpo de Rosé con un deseo insaciable. Esta vez, los gemidos de Rosé eran ahogados por los labios de Jennie, quien compartía su aliento en un beso apasionado. Mientras tanto, Lisa continuaba con su ritmo frenético, susurrando en el oído de Rosé con una voz seductora y dominante: "Eres mía".
Rosé se sintió totalmente atrapada, rendida ante la experiencia abrumadora. Se acercaba el clímax, cada embestida de Lisa la llevaba más cerca del borde, con el juguete dentro de ella, los labios de Jennie en los suyos y las palabras de Lisa resonando en su mente. Estaba a punto de explotar en un éxtasis delicioso y completo.
La fuerza de Lisa era como un torbellino, arrollando todo a su paso. Sus embestidas salvajes eran como una tormenta, y Rosé se sintió completamente arrastrada por ella. Con cada embestida, sintió el éxtasis, construyéndose en su interior, hasta que finalmente estalló en un orgasmo devastador.
Fue un orgasmo tan intenso que Rosé pensó que se desmayaría. Su cuerpo temblaba con las convulsiones mientras gritaba en la boca de Jennie, quien devoraba sus labios con ansias. Los gemidos de "sí" salían de su boca en una cascada de satisfacción mientras expulsaba todos sus jugos.
El sudor cubría su piel, mezclándose con el de Lisa mientras esta seguía empujando, llevándola más allá de los límites del placer. Cuando finalmente logró recuperar un poco el aliento, escuchó el susurro de "mía" de parte de Lisa en su oído, y una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.
Había logrado lo que quería, había alcanzado el clímax más sublime, entregándose por completo a la delicia más imprudente, descarado y lascivo. Cada gemido, cada suspiro, cada movimiento descontrolado de su cuerpo era una rendición total de los deseos de pertenecer a los brazos correctos sin importar lo que se pusiera como obstáculo moral.
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La razón principal por la que Lisa y Rosé se habían separado era tan frágil como significativa. Rosé siempre tuvo necesidades afectuosas que en ese momento parecían imposibles de cubrir para Lisa. No veía a Lisa en días, apenas le hablaba o hasta ignoraba sus llamadas. Esa ausencia, esa falta de cariño por parte de quien es su pilar amoroso, la hacía sentir bastante miserable. No era posible aguantar que Lisa se apareciera cuando le daba la gana. La brecha emocional entre ellas se ensanchaba día a día, convirtiendo la relación en una maraña de desencuentros y desilusiones. A pesar de los esfuerzos de Rosé por comunicarse y resolver las cosas, Lisa parecía estar cada vez más distante, sumiéndola en una profunda sensación de soledad dentro de su propia relación.
Aunque tenía que admitir que esa actitud de Lisa surgió al final de su relación, porque al principio era muy atenta y cariñosa. Recordaba los días en que Lisa la abrazaba con ternura, susurrando palabras de amor y apoyo en su oído. Había momentos en los que Lisa le dedicaba largas miradas llenas de complicidad y afecto, y esos pequeños gestos la llenaban de calidez y felicidad.
Por otro lado, Lisa sentía que Rosé la asfixiaba. Ella quería poder salir, divertirse un rato, salir con amigos. La rubia la llamaba, incesantemente, todo el tiempo, cosa que la agobiaba muchísimo. Lisa anhelaba un espacio personal, momentos de libertad para explorar su propia individualidad y disfrutar de sus pasiones sin sentirse constantemente vigilada o atada a una relación. A medida que las llamadas y mensajes de Rosé se volvían más frecuentes y exigentes, Lisa se sentía cada vez más atrapada, como si sus propias necesidades y deseos estuvieran siendo aplastados bajo el peso de las expectativas de su pareja. La sensación de agobio y falta de libertad contribuía a distanciar aún más a Lisa de Rosé, creando una brecha emocional que parecía cada vez más difícil de superar.
Ambas en ese momento tenían intereses diferentes, y estos intereses fueron la raíz de sus discusiones, peleas y distanciamientos, desencadenando finalmente su ruptura. Sin embargo, a pesar de todo, joder, todavía se querían después de su ruptura. Se veían de vez en cuando, tanto en la casa de Lisa como en el departamento de Rosé, por no mencionar otros lugares raros donde tuvieron sexo. Mantuvieron una relación meramente sexual, pero que preservaba todo el amor que alguna vez compartieron.
Y de un momento a otro se dejaron de ver. Lisa empezó a salir con nuevas personas hasta que llegó a Jennie, una hermosa chica que estudiaba mercadotecnia y a quien conoció gracias a unos amigos en común. Para entonces, Lisa ya había cambiado. Le daba toda su atención a su preciosa novia, llenándola de bonitos mensajes, buenos desayunos y tiempo de calidad. Era obvio, ella sentía culpa de que nunca pudo ser así de pegajosa con Rosé. Este cambio reflejaba su deseo de aprender de sus errores pasados y comprometerse plenamente con su nueva relación.
Pero las cosas ahora eran tan diferentes. ¿Cómo demonios estaba durmiendo en la misma cama con ambas? Jennie estaba a un ladito, acurrucada contra ella. Rosé estaba del otro lado con su cabeza pegada en su cuello. La situación era extraña y sin duda planteaba algunos desafíos emocionales. Estaba muy segura de que no se salvaban de algún que otro momento incómodo, pero hasta ese momento todo había fluido con bastante cordialidad, incluso algo más. A pesar de las complejidades de la situación, había una especie de armonía en el aire, como si estuvieran tejiendo juntas un nuevo tipo de relación, una en la que el pasado y el presente se entrelazaban de una manera intrigante.
Se levantó con mucho cuidado de no despertarlas, se duchó y preparó el desayuno. Mientras estaba volteando los panqueques, sintió no uno, sino dos labios cubriendo su cuello con besos, seguidos de dos pares de brazos tocando su torso. Era una sensación surrealista pero reconfortante al mismo tiempo. Ambas, su novia y ex, estaban dándole los buenos días, juntas. Era un momento único, cargado de emociones encontradas, pero también de una extraña sensación de plenitud.
"Buenos días", había sido Jennie quien habló primero. Volteó a verla, llevaba solo bragas con la camiseta que traía Rosé la noche anterior, cuando volteó a ver a Rosé, esta traía otra de sus camisetas.
"Buenos días, lindas", saludó con una sonrisa.
"¿Podemos hablar de qué carajo ha pasado aquí?", murmuró Rosé en un bostezo.
"Después de ducharnos sería lo ideal, apestamos", agregó Jennie con picardía. "¿Lo hacemos juntas? Parece que alguien ya se nos adelantó", dijo mirando a Lisa.
"Trato, te veo allí", acordó, y se dirigió hacia el baño, seguida de la pequeña castaña.
"Pero, ¿qué demonios?", susurró Lisa, volviendo su vista a la sartén. La situación era demasiado extraña para procesarla sin una buena dosis de conversación franca.
La ducha entre la castaña y la rubia fue una mezcla de caricias y risas, junto con un poco de ducha de verdad. Se besaron intensamente, dejando que el agua corriera sobre sus cuerpos mientras se llenaban de jabón y acariciaban sus pezones, sintiendo la electricidad entre ellas.
Ya fuera de la ducha y vestidas, fueron directo con Lisa al comedor para poder desayunar a gusto. Prometieron hablar del tema cuando terminaran de comer, pero en la mente de Rosé seguía rondando una de las cosas que hicieron la noche anterior, sintiendo cómo la excitación crecía ante esos recuerdos.
Flashback
Después de la maravillosa comida de coño que le dieron a Lisa, donde sus lenguas traviesas exploraron cada pliegue, cada rincón de su intimidad, acariciando su abultado clítoris y llevándola al éxtasis, mientras estrellaban sus bocas en ella, haciéndola ver estrellas antes de correrse en ellas, era el turno de Jennie de sentir toda efusión de su novia sobre ella, de disfrutar de la misma entrega y dedicación que había recibido.
Con un movimiento decidido, Lisa deslizó el dildo dentro del apretado y húmedo coño de Jennie, haciendo que la castaña gimiera. Rosé observaba con ojos llenos de deseo mientras acariciaba el cuerpo de la chica con devoción, disfrutando del espectáculo frente a ella. Los gemidos de Jennie llenaron la habitación mientras Lisa la penetraba con habilidad y determinación, entregándole exactamente lo que ella deseaba. Rosé se unió a la intensidad del momento, besando a ambas mujeres y disfrutando del cuerpo de la castaña.
Entonces, Lisa tomó la iniciativa y realizó el movimiento que enloquecía a Jennie. Mientras estaba acostada boca arriba, Lisa tiró de la correa con un impulso firme, moviéndose dentro y fuera de ella con determinación.
Mientras Lisa tomaba el control, Rosé se acercó a Jennie y le habló con voz sensual: "¿Te gusta cómo te folla, Jennie?" Sin esperar respuesta, se fundieron en un beso ardiente mientras continuaban con su juego erótico.
Jennie, completamente abrumada por el placer, asintió frenéticamente, incapaz de articular palabras ante la intensidad del momento. Su cuerpo respondía con cada embestida, entregándose por completo a las dos mujeres que eran dueñas de su cuerpo en ese momento.
Lisa tiraba con fuerza de la correa, intensificando cada embestida de sus caderas mientras penetraba a Jennie con una pasión desenfrenada. Mientras tanto, Rosé se deleitaba en los pechos de Jennie, su boca experta chupaba sus pezones con habilidad mientras una de sus manos descendía hacia su clítoris, acariciándolo con maestría y provocando oleadas de placer.
El mejor de los placeres se apoderó de Jennie, y con un gemido gutural, alcanzó el clímax. Su cuerpo se sacudió con convulsiones de placer mientras era llevada al borde del abismo del orgasmo por las hábiles manos y bocas de Rosé y Lisa, agregando el maravilloso Strap en su coño martillando.
Se sintió como una liberación, entregada por completo a la satisfacción abrumadora que la invadía. Se dejó llevar por las sensaciones, siendo tratada como una perrita sumisa con la correa en manos de estas dos mujeres que la habían llevado al punto máximo de excitación y éxtasis.
El momento era una sinfonía de gemidos, susurros y el sonido de cuerpos entrelazados. Jennie se sentía como en un sueño, rodeada de placer y entregada por completo al deleite que solo estas dos mujeres podían proporcionarle.
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Rosé se vio obligada a apartar esos pensamientos de su mente por un momento y concentrarse en lo que las novias tenían que decirle. Sus pensamientos tumultuosos y cargados de deseo se desvanecieron momentáneamente mientras se esforzaba por mantener la compostura y prestar atención a la situación en cuestión.
Después de terminar el desayuno, las tres se sintieron exhaustas. La falta de sueño y la intensa noche de pasión habían dejado sus cuerpos agotados. Se dirigieron al sofá, donde todo había comenzado, buscando un momento de relajación y tranquilidad.
"¿Y bien?", comentó Rosé, sintiendo un nudo de nervios en el estómago. No tenía idea de qué esperar, si esto continuaría o si llegaría a su fin justo en ese momento, como si todo hubiera sido solo un encuentro casual para Jennie.
Jennie tomó la palabra, comenzando con un tono amable pero cargado de seriedad. "Rosé, primero que nada, quiero que sepas que ha sido increíble tenerte aquí con nosotras. Has estado absolutamente fabulosa, tal como Lisa dijo", Rosé miró a Lisa, quien le guiñó un ojo con complicidad.
"Sé que esta situación puede parecer complicada y hasta un poco desvergonzada", continuó Jennie, dejando escapar una leve risa. Ambas parecían muy amigables ahora, incluso Lisa, quien al principio había sido hostil.
"Lisa y yo, desde antes de decidir invitarte, tuvimos algunas conversaciones", continuó Jennie, atrapando la atención de Rosé. "Al principio, tuvimos una pequeña pelea porque ella estaba celosa y no quería que te acercaras a mí", explicó con sinceridad. "Luego, tuvimos otra pelea porque ella me confesó que todavía tiene sentimientos hacia ti".
"Así es, Rosie. Quizás es algo injusto para Jennie, pero ya que ella también se siente atraída hacia ti, pensé que sería bueno que supieras que todavía te amo y sé que cometí errores y de alguna forma te lastimé al final de nuestra relación, pero creo que podemos intentarlo de nuevo".
Rosé sintió que su corazón se aceleraba en su pecho. "Oh, maldita sea", pensó para sí misma.
"Entonces", comenzó Jennie, tomando sus manos con ternura. "Quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que ha pasado aquí. Además, quiero que sepas que también creo que eres muy caliente".
Mientras Jennie hablaba, Lisa permanecía callada, pero con una sonrisa enigmática en su rostro.
"Gracias, Jennie, pero...", intentó responder Rosé, pero fue interrumpida por la castaña.
"Quiero que te nos unas", declaró Jennie con determinación.
"¿Qué?", Rosé quedó atónita ante la propuesta, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. ¿Estaba insinuando lo que creía que estaba insinuando?
"Sé que es un poco extraño e inesperado", continuó Jennie, tratando de explicarse. "Pero creo que podríamos hacer que funcione".
"¿Nosotras?", repitió Rosé, aun asimilando la idea.
"Pues sí, al menos ya sabemos que en el sexo tenemos buena química", intervino Lisa con una sonrisa juguetona.
"Cualquier lesbiana con un pezón en la boca tiene química, Lisa", bromeó Rosé, tratando de aliviar la tensión en el ambiente con un toque de humor. Sin embargo, la propuesta seguía flotando en el aire.
"Entonces, Rosé, ¿qué te parece si intentamos esto?", propuso Jennie, buscando una respuesta sincera.
"¿Intentar estar las tres juntas?", repitió Rosé, aun tratando de asimilar la propuesta.
"Al menos sería una oportunidad para conocernos tú y yo, y luego ver si podemos...", Jennie intentó explicar antes de ser interrumpida por Lisa.
"Claro, aunque su coño ya lo conoces muy bien", agregó Lisa con una sonrisa traviesa.
Jennie le dio un golpe juguetón en el hombro a Lisa. "Cállate, teñida", bromeó, mientras Lisa rodaba los ojos en respuesta.
"Entonces, podríamos tomarnos el tiempo para conocernos y luego ver qué pasa, ¿te parece bien?", preguntó Jennie, volviendo a dirigirse a Rosé con una mezcla de expectación y nerviosismo.
Rosé se encontraba en un mar de emociones. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Había compartido momentos íntimos con ambas, había coqueteado con ambas, y ahora, ¿iba a intentarlo con ambas en una relación poliamorosa?
Sus sentimientos de melancolía y dolor por la ruptura se habían desvanecido gradualmente, dejando espacio para la esperanza y la posibilidad de algo nuevo y emocionante. A pesar de la incertidumbre y el temor al cambio, Rosé comenzaba a vislumbrar la oportunidad de explorar un camino diferente, uno que podría llevarla a una nueva forma de amor y conexión con estas dos mujeres que habían llegado a significar tanto para ella.
Rosé se acurrucó más junto a Jennie y Lisa en el sofá, mirándolas a ambas con determinación. "Quiero que sepan que nunca tuve la intención de interferir en su relación de pareja, pero ahora que lo he hecho, estoy dispuesta a intentarlo, siempre y cuando nos comprometamos a comunicarnos y resolver las cosas juntas. No quiero que ninguna de nosotras salga lastimada, especialmente Jennie, que no tiene culpa ni responsabilidad por los problemas que tú y yo tuvimos en el pasado", dijo, mirando a Lisa con seriedad.
"Estoy de acuerdo, vamos a hablar y resolver las cosas", afirmó Lisa, seguida de Jennie.
"Así que...", Rosé comenzó a decir, pero fue interrumpida por Jennie.
"Deberíamos probar tener sexo en la cocina, ¿qué les parece?", sugirió Jennie con una sonrisa traviesa.
"¡Vaya, eso fue rápido!", exclamó Rosé, sorprendida por la sugerencia.
"Aunque no estaría mal estrenar el sofá con nuestra nueva compañera, ¿qué dices, Lili?", agregó Jennie con picardía, mirando a Lisa.
Lisa rio y luego miró a Rosé. "Tenías razón, Rosie. Jennie es jodidamente caliente", dijo con complicidad.
Las tres estallaron en risas y se sumergieron en un ambiente de complicidad y camaradería, sintiendo que juntas podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Con la promesa de una comunicación abierta y honesta, y el espíritu de aventura que las unía, estaban listas para embarcarse en esta nueva fase de su relación, llena de posibilidades y emociones intensas.
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