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II. La apuesta

Daniela aparcó su coche en el estacionamiento del instituto. Un Kia de un azul oscuro mate reluciente. Se notaba que era nuevo. Apagó el motor y se guardó las llaves del vehículo en el bolsillo más grande de su cartera. Se deshizo el moño que llevaba y se dejó el pelo suelto. Se cargó su mochila al hombro, y echando un vistazo rápido por la ventanilla, respiró e inspiró profundamente armándose de valor para hacer la primera aparición en su nuevo instituto.

Atravesó todo el aparcamiento, hasta que llegó a la amplia entrada de la escuela con unas escaleras que conducían hacia un hall enorme con nuevas escaleras.

Antes de ir hacia su clase, pasó por la secretaría para que la ayudaran con la administración de las asignaturas . Le indicaron que su primera clase, historia de la música, estaba en la primera planta.

Subió las escaleras y entró en el aula. Todavía no había llegado el profesor, y solo se encontraban en clase algunos compañeros, entre ellos, una chica rubia de pelo largo y un chico y una chica que se encontraban hablando con ella.

La morena decidió sentarse unas mesas más atrás que la chica y sus amigos, por alguna razón la presencia de la rubia le había provocado una sensación extraña, como una premonición.

Después de cinco minutos llegó una chica de pelo negro azabache largo, y unos profundos ojos azul aguamarina que Daniela jamás había visto en su vida. Desconocía, sin embargo, que esa muchacha tan imponente, y de deslumbrante belleza, cuya presencia impactaba se llamaba Jenna Jennings, y que todo el mundo en el instituto sabía por experiencia que lo mejor era mantenerse alejado de ella.

Tampoco se imaginaba que el que Jenna se acercara a ella para proponerle ser parte de una apuesta fuera a hacer que comenzaran sus problemas en aquel Mount Carmel High School.

La chica de pelo negro se sentó en el pupitre que había al lado de Daniela. Fue justo en ese momento cuando la chica rubia se giró hacia la mesa de Jenna y ahí su mirada se encontró con la de Daniela. Fue breve pero para cuando la chica había retirado su vista con las mejillas convertidas completamente en arreboles, y sintiéndose visiblemente avergonzada , ya la morena se había dado cuenta de que la rubia tenía los ojos más bonitos que había visto nunca. Los de Jenna podían ser azules pero los de esta chica eran tan intensos, de un marrón claro y dulce como la miel.

A Daniela le costó apartar la cabeza del vuelco que le había dado el corazón.

Lo que no sabía era que Jenna después de haber visto esa escena se había formado una idea maquiavélica en su cabeza.

La chica nueva debería conseguir enamorar a la mejor amiga de Emily, Caroline, y después romperle el corazón. ¿ Por qué? Porque quería darle a la chica a la que jamás podría conseguir en dónde más le doliese, y ahí entraba lastimar a su mejor amiga.

Jenna se había estado informando para que su plan saliera a la perfección.

Emily solo tenía dos mejores amigos, Matt y Caroline. Además, fuera por lo que fuera, la debilidad de su presa era su mejor amiga. Sin pensar en comentar con sus amigas el cambio de planes, ya que sabía que no iban a querer ayudarla, se decidió a hacerlo.

Jenna abordó a Daniela cuando la vio salir de la clase por los pasillos, con los auriculares puestos y muy concentrada en la canción o en sus pensamientos.

La llamó y la morena se quitó los auriculares.

-Hola – saludó Daniela. -¿Tú eres?

-Hola. Soy Jenna. Tú debes ser la chica nueva. Oye, no es por parecer indiscreta pero he visto como mirabas a Caroline, y yo necesito tu ayuda en una cosa relacionada con ella.

Daniela vio aquello extraño pero la dejó hablar.

-En conclusión, necesito que la enamores y luego le digas que todo fue una apuesta. –La morena la interrumpió.

-Perdona, ¿ me estás diciendo que le rompa el corazón si ella no me ha hecho nada?

Jenna sonrió cínicamente.

-Te aseguro que si no eres tú quien me ayude con la apuesta lo que le pase a esa pobre chica será mil veces peor. Así que tú decides.

Daniela intentó atisbar  en el rostro de Jenna algún indicativo de que le estuviera gastando una broma. Una extraña manera de presentarse a alguien nuevo pero en esta vida todo puede ser.

A pesar de sus esfuerzos no logró dar con nada que la tranquilizara, Jenna hablaba completamente en serio.

-Pero...es que no logro comprender qué te han hecho esas dos chicas para que te plantees hacerle una cosa así a una de ellas. – Jenna soltó una risa amarga y sus ojos se oscurecieron.

- Esa es una larga historia que no viene a cuento, querida. Pero te puedo asegurar que todo el mundo aquí me tiene miedo y que tú deberías hacer lo mismo. Deberían temblarte las rodillas, pero sin embargo, no lo hacen, por eso te necesito a ti, porque no tienes miedo. Pero bueno...tú decides si me ayudas o prepararte para asumir las consecuencias de no hacerlo.

La morena puso los ojos en blanco. No podía creer lo que oía.

-¿Es cierto lo que estoy oyendo, Jenna? ¿Me estás amenazando?

-Considéralo un pequeño consejo, querida.

Daniela apretó los músculos de la cara.

-Supongamos que acepto, Jenna. ¿ Qué ganaría yo con todo esto?

-Venir todos los días al instituto tranquila. Te prometo que si me ayudas jamás te tocaré un pelo a ti, ni a tus amigos.

Daniela no sabía qué pensar, si aceptar la inmunidad que le ofrecía Jenna a cambio de hacer algo no tan bueno. 

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