✧𝘐𝘯𝘴𝘰𝘭𝘦𝘯𝘵
Advertencia: Si no sientes comodidad con contenido explícito de naturaleza sexual, con lenguaje fuerte y temática homosexual, te invito cordialmente a omitirlo y no prestarle atención. No es necesario perjudicar el esfuerzo de quien escribe, adapta o traduce con reportes que le puedan eliminar la cuenta. Ten en cuenta que esto es pura ficción y su objetivo es proporcionar entretenimiento.
★Contenido +18★
★Lenguaje explicito★
★Lisa G!P★
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La verdad era que Chris Strongarm era un engreído malhablado, hipócrita y cínico. Aparentemente, el tipo de persona que siempre tenía un comentario sarcástico en la punta de la lengua y una sonrisa arrogante que podía desquiciar a cualquiera. Vamos, una pesadilla de compañero de trabajo, y peor aún, de alguien con quien siquiera se pudiera contemplar una relación personal.
En medio de la sala de reuniones, iluminada por la luz del sol que se filtraba a través de los ventanales, Chris no podía evitar lanzar sus habituales comentarios burlescos mientras Jennie intentaba mantener la compostura. Estaban presentes su padre, el de Jennie y un par de ejecutivos más, pero eso no impedía que él la mirara con ese descaro que tanto la irritaba. Como si tuviera algún derecho sobre ella.
El padre de Jennie, siempre tan respetuoso y poco dado a imponerle decisiones, observaba la situación con una ceja levantada, probablemente más divertido que molesto. Sin embargo, el padre de Chris parecía tener un guion completamente distinto en su mente. A menudo lanzaba insinuaciones veladas, mencionando cómo una alianza entre las familias, no solo en los negocios, sino también a nivel personal, podría ser "beneficiosa para todos". Una frase que hacía que Jennie sintiera un nudo en el estómago cada vez que la escuchaba.
La idea de una relación con Chris era para ella no solo absurda, sino francamente repugnante. ¿Cómo podría siquiera considerar estar con alguien que no respetaba límites, que siempre estaba buscando cómo incomodarla y que parecía disfrutarlo? Apretó los labios con fuerza, decidida a no permitir que ni su mirada ni sus palabras insinuantes la afectaran. Pero en el fondo, planeaba cómo terminar con esa ridícula idea de una vez por todas, incluso si eso significaba confrontar a ambos padres.
"Podríamos citar a los inversionistas para negociar nuevas sucursales dentro del mismo estado, ¿qué les parece?", proponía el padre de Chris, ajustándose los lentes mientras deslizaba una carpeta con proyecciones sobre la mesa. La sala estaba en completo silencio, al menos hasta que Chris decidió, como siempre, desviar el foco de atención hacia su impertinente personalidad.
"¿Y si usamos el helicóptero para algo más interesante? Podría llevarme a Jennie en una cita. Vamos, papá, solo sería una vuelta", dijo con una sonrisa confiada, mirando a Jennie como si de verdad creyera que ella estaría remotamente interesada en esa absurda idea.
El padre de Chris, con la paciencia propia de un santo o de alguien que ya estaba acostumbrado a lidiar con los desvaríos de su hijo, negó con la cabeza. "Ya te he dicho que no. Puedes llevar a la señorita Kim en tu auto sin problema. El helicóptero es para asuntos corporativos, no para tus caprichos personales".
Jennie, que hasta ese momento había mantenido un semblante profesional, no pudo evitar soltar una carcajada seca antes de responder con toda la ironía que podía reunir: "Prefiero ser devorada por un oso en medio de un bosque". Su comentario resonó en la sala como un balde de agua fría, dejando a todos momentáneamente atónitos.
Chris frunció el ceño, como si no entendiera cómo alguien podía resistirse a su "encanto". "Vamos, Jennie, no seas tan dramática. No te arrepentirías de pasar tiempo conmigo".
"Lo que no entiendo es cómo sigues creyendo que esto es una opción", respondió ella, cruzando los brazos y alzando una ceja. "Estoy aquí para trabajar, no para ser parte de tus fantasías infantiles".
El padre de Jennie reprimió una sonrisa mientras su hija dejaba las cosas claras, y el de Chris disimulaba un suspiro de exasperación. Por un momento, pareció que hasta el resto de los presentes estaban disfrutando del espectáculo más que de las propuestas de expansión.
Chris, siempre tan insistente, aprovechó un momento de relativa calma en la reunión para acercarse más a Jennie. Sus ojos brillaban con esa confianza desbordante que tanto la irritaba. "¿Sabes? Serías mucho más agradable si al menos te relajaras un poco. Una salida conmigo podría ayudarte con eso".
Jennie levantó la mirada de sus notas, su paciencia colgando de un hilo. "¿Te das cuenta de que no eres tan encantador como crees? No me interesa, Chris. Estoy aquí por negocios, no para entretener tus fantasías".
Pero Chris no se dio por vencido. Apoyó un brazo en el respaldo de su silla, inclinándose ligeramente hacia ella, como si quisiera susurrar un secreto. "¿Por qué tanto rechazo, Jennie? A lo mejor, debajo de toda esa fachada profesional, hay una chica que solo necesita un poco de diversión".
Jennie lo miró, completamente incrédula. "¿De verdad crees que estás logrando algo con esa actitud? Eres la personificación de todo lo que odio".
Chris sonrió, como si eso fuera un desafío más que una negativa. "Entonces, demuéstralo. Sal conmigo mañana en la noche. Una sola vez. Si es tan horrible como piensas, prometo no insistir más".
Ella entrecerró los ojos, analizándolo. La idea de salir con él era insoportable, pero algo en su mente empezó a formarse, un plan que podría devolverle el control y hacer que él entendiera que no era alguien con quien se pudiera jugar. "Está bien", dijo finalmente, con un tono casi casual. "Acepto".
Chris parpadeó, sorprendido por su repentina respuesta afirmativa. "¿En serio? No pensé que dirías que sí".
Jennie le dedicó una sonrisa que no llegó a sus ojos. "Una sola vez, como dijiste. Pero si esto resulta ser una pérdida de tiempo, no solo no volverás a insistir, sino que te vas a disculpar conmigo frente a todos por ser tan... tú".
Él se echó a reír, creyendo que había ganado. "Hecho. No te arrepentirás, Jennie".
Sin embargo, mientras él celebraba su aparente victoria, Jennie comenzaba a preparar mentalmente su estrategia. Había algo que Chris necesitaba aprender, y esta salida sería la oportunidad perfecta para demostrarle que no podía jugar con ella sin consecuencias. Al fin y al cabo, si alguien iba a salir ganando en esta situación, sería Jennie, y no él.
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Al día siguiente, Jennie llegó a la oficina con su habitual elegancia, pero con una chispa extra de determinación en sus ojos. Su plan, aunque sencillo, requería una ejecución impecable y un poco de teatro para asegurarse de que Chris recibiera el mensaje de una vez por todas. Con una sonrisa traviesa, subió por el ascensor, ajustando mentalmente cada detalle mientras las puertas se cerraban frente a ella.
Al llegar a su oficina, dejó su cartera sobre el escritorio con un gesto automático y se detuvo un momento frente al espejo que colgaba junto a la puerta. Alisó su falda lápiz negra, una elección estratégica para la ocasión, y repasó mentalmente su papel en el espectáculo que estaba a punto de iniciar. Con todo en su lugar, tomó el teléfono y marcó el número de su cómplice.
"Hola, hermosa", contestó Lisa del otro lado de la línea, con su voz despreocupada y segura. Lisa era la definición de confianza, una mujer que sabía lo que quería y cómo conseguirlo. Habían estado saliendo en secreto durante algunos meses, un detalle que Jennie mantenía con discreción, sobre todo porque su padre no era del todo fanático de la relación, aunque tampoco la desaprobaba abiertamente.
"Lista para arruinarle el día al imbécil de Strongarm?" Jennie preguntó, recostándose contra el escritorio mientras jugaba con un bolígrafo entre los dedos.
"Siempre", respondió Lisa con una risa ligera que tenía el poder de relajar cualquier tensión. "Dime dónde y cómo. Tú mandas, preciosa".
Jennie, apoyada contra el escritorio, dejó que una sonrisa traviesa se dibujara en sus labios al escuchar el tono despreocupado de Lisa. Era justo la clase de energía que necesitaba para llevar a cabo su plan y, por qué no, divertirse un poco en el proceso. "Ven a mi oficina lo antes posible", dijo con un tono que era mitad orden, mitad sugerencia.
"Perfecto. Me pondré en camino de inmediato. Adiós, preciosa", respondió Lisa sin pensarlo dos veces.
Justo antes de colgar, Jennie decidió añadir un toque de picardía que sabía que encendería el fuego al otro lado de la línea. Con un tono suave pero cargado de intención, dejó caer: "Ah, y ven preparada. No tengo ropa interior puesta".
Hubo un breve silencio al otro lado de la llamada, seguido de una carcajada baja y grave que le envió un escalofrío a Jennie. "Eres un peligro, Jennie Kim. Dame veinte minutos".
Jennie colgó, mordiéndose el labio inferior mientras se acomodaba en su silla, sintiendo la anticipación burbujeando en su interior. Si Chris creía que tenía el control, pronto descubriría que estaba jugando un juego en el que Jennie siempre sería la reina. Y si Lisa llegaba con la actitud arrolladora que siempre traía consigo, esta "cita" sería más memorable de lo que nadie esperaba.
No habían pasado más de quince minutos cuando Lisa irrumpió en la oficina, con el cabello ligeramente despeinado y la respiración aún agitada por la prisa. A pesar de su entrada apresurada, mantenía esa actitud relajada que la hacía tan irresistible. Sus ojos se clavaron de inmediato en Jennie, quien estaba sentada sobre el escritorio con las piernas cruzadas, la espalda ligeramente arqueada y una sonrisa juguetona en el rostro. La blusa de Jennie, estratégicamente desabotonada hasta justo donde comenzaba la tentación, completaba la escena que parecía sacada de un sueño provocador.
Lisa se quedó inmóvil por unos segundos, sus ojos recorriendo a su novia con descaro y admiración. "¿Planeabas matarme antes siquiera de llegar?", bromeó, aunque el tono bajo de su voz traicionaba lo afectada que estaba.
Jennie inclinó la cabeza, dejando que su cabello cayera por un lado mientras se mordía ligeramente el labio inferior. "Ven aquí, Lisa-yah", ordenó con un tono pícaro, alzando una mano para invitarla.
Lisa no necesitó más. En tres pasos largos ya estaba frente a Jennie, sus manos firmes encontrando la cintura de su chica mientras tiraba de ella con decisión. El choque de sus labios fue instantáneo, una mezcla de urgencia y deseo que encendió la habitación. Jennie entrelazó sus brazos alrededor del cuello de Lisa, acercándola aún más mientras el calor entre ambas crecía rápidamente.
Lisa deslizó una mano hacia el muslo de Jennie, deteniéndose justo en el borde de la falda ajustada, explorando sin pudor. Jennie se inclinó hacia atrás ligeramente, apoyándose en el escritorio mientras sus labios se separaban apenas lo suficiente para susurrar: "Ten cuidado, alguien podría entrar".
Lisa sonrió contra sus labios, dejando un mordisco ligero en el inferior antes de responder: "Entonces será mejor que me apure, ¿no crees?". Y con eso, comenzó a recorrer el cuello de Jennie con besos lentos y profundos, haciendo que la tensión en el ambiente se volviera casi insoportable.
Jennie, entre risas suaves y jadeos apenas contenidos, sabía que ese pequeño interludio era justo lo que necesitaba antes de enfrentarse a Chris y darle una lección inolvidable.
Los labios de Lisa siempre tenían ese efecto adictivo en Jennie, y en ese momento, con la mezcla perfecta de urgencia y pasión, eran simplemente irresistibles. Sus besos parecían incendiar cada centímetro de su piel, como si el aire en la oficina se volviera más denso con cada segundo. Jennie, atrapada entre las manos firmes de Lisa y la intensidad del momento, no pudo evitar ceder completamente al deseo.
Con movimientos deliberados, sus manos comenzaron a desabotonar lentamente la blusa que había elegido estratégicamente esa mañana, dejando al descubierto su piel suave y tentadora. Lisa observó cada detalle con ojos encendidos, sus labios separándose apenas para trazar un camino de besos desde el cuello de Jennie hasta sus clavículas. La manera en que Lisa la adoraba con cada caricia y beso solo aumentaba el fuego que ardía entre ambas.
Jennie dejó escapar un leve suspiro cuando las manos de Lisa, firmes pero delicadas, deslizaron la blusa hacia un lado, liberando sus pechos con un movimiento ágil. Sin perder tiempo, Lisa bajó la cabeza, dejando que sus labios rozaran la piel expuesta antes de atrapar uno de sus pezones entre ellos. El contraste entre la calidez de sus labios y el frescor del aire en la oficina hizo que Jennie se arqueara ligeramente hacia adelante, buscando más contacto.
"Siempre sabes cómo hacerme perder la cabeza", susurró Jennie, entrelazando los dedos en el cabello de Lisa mientras la guiaba con suavidad.
Lisa levantó la mirada, con una sonrisa juguetona en sus labios húmedos. "Es mi trabajo, preciosa. Y soy muy buena en lo que hago". Sus palabras fueron seguidas por un mordisco suave que envió una oleada de placer por el cuerpo de Jennie, haciéndola jadear.
El momento se llenó de besos profundos y caricias ardientes, con Jennie aferrándose al borde del escritorio mientras Lisa trazaba un mapa de pasión por su piel. La urgencia de los minutos pasaba a un segundo plano; en ese momento, solo existían ellas dos, envueltas en una intensidad que no necesitaba palabras para expresarse.
Cuando la paciencia finalmente se agotó, Lisa tomó el control con una determinación inquebrantable. Sus manos, firmes pero cargadas de deseo, se deslizaron por la cintura de sus pantalones, desabrochándolos con un movimiento fluido antes de dejarlos caer al suelo. Bajó su bóxer lo suficiente para liberar su polla, que se alzó con una firmeza que dejó a Jennie incapaz de apartar la mirada.
Jennie mordió su labio inferior mientras observaba el espectáculo, sus mejillas teñidas de un rubor que traicionaba lo mucho que la excitaba la imagen frente a ella. Lisa, siempre práctica pero nunca perdiendo el toque sensual, sacó un condón del bolsillo trasero de su pantalón y lo rasgó con los dientes, su mirada fija en Jennie, quien la miraba con los ojos entreabiertos y el pecho subiendo y bajando con rapidez.
"Eficiente como siempre", comentó Jennie con una sonrisa pícara, aunque su voz temblaba ligeramente por la anticipación.
Lisa le guiñó un ojo mientras desenrollaba el condón con destreza, colocándolo en su lugar con movimientos seguros y fluidos. "Para ti, siempre estoy preparada", respondió con una sonrisa que mezclaba confianza y deseo.
Cuando estuvo lista, Lisa se acercó a Jennie, quien seguía sentada en el borde del escritorio con las piernas ligeramente abiertas, invitándola sin decir una palabra. Jennie alzó una pierna, rodeando con ella la cadera de Lisa y acercándola aún más, sus ojos ardiendo con una mezcla de lujuria y desafío.
Lisa tomó a Jennie por la cintura, inclinándola ligeramente hacia atrás mientras sus labios buscaban los suyos en un beso profundo. Jennie respondió con la misma intensidad, sus manos deslizando por los brazos de Lisa hasta aferrarse a sus hombros, lista para lo que venía.
Realmente Lisa no iba a poder esperar mucho por aquello. Con sus traviesas manos se adentró entre las piernas de su chica, entre su corta falda para dar con sus mojados pliegues. Al tocarla de inmediato la sintió como la quería. Los pliegues resbalosos y mojada hasta los muslos. Obviamente no perdió la oportunidad de pasar su pulgar por su sensible clítoris haciéndola echar la cabeza hacia atrás.
Una vez más, sus labios encontraron la suavidad de su cuello, deslizándose lentamente hacia abajo mientras sus palabras se mezclaban con sus caricias. "Te deseo tanto", murmuró cerca de su piel, su voz un susurro que recorría cada fibra de su ser. Los besos continuaban, cálidos y apasionados, marcando cada rincón de su cuello con una necesidad creciente.
Lisa lo hizo, tratando de no ser brusca en el intento, pero buscando la rapidez. Alineó su erección con ese coño, con la respiración pesada y la determinación clara en su mente. Se metió de golpe, sintiendo el calor y la presión envolviéndola al instante.
Tanto ella como Jennie gimieron sonoramente en ese momento, dejando escapar un sonido cargado de deseo que resonó en el aire, como si el mundo alrededor desapareciera. Sus cuerpos se arquearon al unísono, reflejo de un placer tan intenso que les robaba el aliento y les hacía perderse en la sensación. Sus manos se buscaban con desesperación, sus dedos entrelazándose mientras sus pieles ardían bajo el toque mutuo.
"Joder", gruñó Lisa, su voz ronca y teñida de asombro, sin apartar la mirada de donde sus cuerpos se unían de manera perfecta. Sus manos se aferraban con fuerza a las caderas que se movían al ritmo de su deseo, guiándolas con firmeza. "Este coño me traga tan bien", añadió, su tono cargado de una mezcla de incredulidad y satisfacción, como si ese momento la sobrepasara en todos los sentidos. Sus movimientos se intensificaron, impulsados por la voracidad que crecía entre ambas, mientras sus respiraciones se entremezclaban en un caos delicioso de gemidos y jadeos.
Ellas no iban a perder ni un segundo en experimentar el placer que las consumía, dejando que la intensidad del momento las guiara. Lisa comenzó a mover sus caderas en un vaivén firme y sensual, marcando un ritmo que hacía eco en cada respiración entrecortada. Las manos de su compañera se aferraban al borde del escritorio, que empezaba a rechinar levemente bajo el peso y la pasión desbordada.
Los gemidos se mezclaban con el sonido rítmico del mueble moviéndose, un testigo inerte de la conexión que compartían. Cada movimiento era más profundo, cada jadeo más intenso, como si ambas estuvieran decididas a explorar hasta el último rincón de ese éxtasis que las envolvía. El tiempo parecía haberse detenido; en ese momento solo existían ellas, sus cuerpos y el deseo ardiente que se manifestaba en cada roce y cada caricia.
"Eres increíble, Lisa. La mejor de todas", gimió Jennie, sus palabras entrecortadas por el placer que recorría su cuerpo. Sus manos temblorosas se deslizaron por la espalda de Lisa, aferrándose a ella como si no quisiera dejarla escapar, como si necesitara grabar ese momento en cada fibra de su ser.
Lisa sonrió de lado, con un aire de triunfo que no podía ocultar, mientras intensificaba el ritmo de sus movimientos, deleitándose en cada reacción que provocaba en Jennie. "La mejor, ¿eh?", susurró con voz ronca, sus labios acercándose al oído de Jennie para morder suavemente el lóbulo. "Voy a hacer que no olvides ni un solo segundo de esto".
Los gemidos de Jennie se hicieron más altos, sus uñas marcaban suavemente la piel de Lisa, como si las palabras y las acciones de ella la llevasen más allá de cualquier límite conocido. Su cuerpo se entregaba por completo, completamente rendido al dominio y habilidad de Lisa, cada palabra y movimiento reafirmando lo que Jennie ya sabía: nadie podía hacerla sentir como lo hacía Lisa.
Sus tetas seguían rebotando al compás de los movimientos de Lisa, mientras las respiraciones agitadas de ambas llenaban la habitación, cada jadeo un testimonio de la pasión que las consumía. La piel brillaba con una fina capa de sudor, haciendo que la atmósfera resultara aún más electrizante.
De repente, Jennie esbozó una sonrisa maliciosa, una chispa de picardía encendiendo sus ojos. Con movimientos rápidos y precisos, presionó el botón del teléfono que conectaba con otras oficinas. Lisa, algo sorprendida, se detuvo al sentir la mano de Jennie en su pecho, pero la intensidad de la mirada de su compañera le dejó claro que algo se estaba tramando.
"Chris, ¿podrías venir a mi oficina? Necesito darte un regalo", dijo Jennie con una voz firme pero cargada de intenciones ocultas, su respiración aún entrecortada. Al cortar la llamada, los ojos de Lisa se encontraron con los suyos. La sorpresa inicial en su expresión se desvaneció, reemplazada por una mezcla de deseo y desafío que la llevó a besarla con fuerza. Sin perder un segundo, retomó sus embestidas, como si supiera que el tiempo para disfrutar de ese momento ahora era más limitado.
Jennie no perdió la compostura. Con un movimiento rápido, presionó el botón que bloqueaba la puerta de cristal de la oficina. La privacidad estaba garantizada, pero la transparencia del vidrio daba un toque de peligro al momento, como si en cualquier instante su secreto pudiera ser descubierto. Una risa traviesa escapó de sus labios mientras miraba a Lisa, quien la miró con complicidad antes de intensificar su ritmo, como si quisieran desafiar juntos al tiempo y la posibilidad de ser sorprendidas.
Las palabras eran innecesarias, su lugar lo ocupaban los jadeos, los gemidos y el sonido húmedo de sus cuerpos encontrándose una y otra vez. Dos minutos cargados de un frenesí incontrolable, en los que ni siquiera la anticipación de ser sorprendidas logró frenar el ritmo salvaje de Lisa, cuyas caderas continuaban marcando un vaivén que arrasaba con todo a su paso.
Chris, recién llegado, se quedó inmóvil frente a la puerta de cristal, sus ojos fijos en la escena que se desplegaba frente a él. La visión era hipnótica: Jennie, completamente entregada, con la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, sus pechos alzándose y cayendo con cada embestida, mientras Lisa, de espaldas a la puerta, movía su cuerpo con una intensidad que hablaba de pura determinación.
Los ojos de Jennie se abrieron justo para encontrar los de Chris. Su sonrisa fue un dardo cargado de soberbia y desprecio, como si le estuviera recordando que nunca podría igualar lo que Lisa le hacía sentir. Pero esa expresión de superioridad no duró mucho. Su cuerpo comenzó a tensarse, su respiración se volvió más errática y, finalmente, su rostro se transformó por completo en una máscara de puro éxtasis.
Su sonrisa desapareció, reemplazada por una mueca de placer absoluto, mientras un gemido prolongado y profundo escapaba de sus labios. El clímax la envolvió con fuerza, haciéndola temblar, sus manos aferrándose desesperadas al escritorio como si necesitara anclarse a algo mientras su cuerpo se rendía al orgasmo. Chris, todavía atónito, no apartó la mirada, su expresión una mezcla de incredulidad y rabia, mientras el sonido de los gemidos de Jennie resonaba en el ambiente, como una declaración de victoria.
Lisa, sintiendo el clímax acercándose, se inclinó sobre Jennie, sus cuerpos pegados y sudorosos, mientras susurraba en su oído, "No puedo más... me voy a correr..."
Jennie, con el cuerpo temblando y su mente nublada por el placer, susurró de vuelta, "Hazlo, lléname, amor..."
Parecían conejas, ninfómanas por la forma en que Lisa la estaba martillando. El sonido de piel contra piel resonaba en la habitación, creando una sinfonía de deseo y éxtasis que llenaba el aire.
Cuando Lisa finalmente llegó al clímax, su cuerpo se estremeció contra el de Jennie, y un gemido bajo y gutural escapó de sus labios mientras enterraba su rostro en el cuello de la otra. Las respiraciones de ambas eran desordenadas, entrelazadas, mientras los temblores del momento se disipaban lentamente. Jennie, todavía recostada sobre el escritorio, dejó escapar una risa suave, casi burlona, mientras Lisa comenzaba a cubrir su rostro y su cuello con besos lentos y cariñosos, como si buscara calmar la tormenta que acababan de desatar.
Jennie levantó la cabeza, su mirada buscando a Chris, que aún permanecía parado frente a la puerta, incapaz de apartar la vista. Su expresión era una mezcla de shock y una incomodidad mal disimulada, lo que arrancó otra sonrisa traviesa de Jennie. Con una actitud que destilaba arrogancia, levantó la mano lentamente y, sin decir una palabra, le dedicó un gesto descarado: el dedo del medio, como una declaración silenciosa de su victoria, su superioridad y su absoluta indiferencia hacia su presencia.
Lisa, al percatarse del gesto, dejó escapar una risa baja, su aliento todavía cálido contra la piel de Jennie. "Eres mala", murmuró contra sus labios antes de besarla con una mezcla de intensidad y ternura. Jennie simplemente respondió con una sonrisa satisfecha, su mirada aún fija en Chris, que no sabía si darse la vuelta o seguir siendo testigo de lo que claramente era un mensaje diseñado para aplastarlo.
Chris, incapaz de sostener por más tiempo la mirada desafiante de Jennie y la risa burlona de Lisa, finalmente se dio la vuelta con un movimiento brusco, sus hombros tensos reflejando la incomodidad y la furia que hervían dentro de él. Su mandíbula estaba apretada, y sus manos formaban puños a los costados, como si luchara por contener la mezcla de celos y humillación que lo consumía.
El sonido de sus pasos apresurados alejándose resonó por el pasillo, pero no antes de que Jennie soltara una carcajada baja y cargada de triunfo, disfrutando cada segundo de su pequeña victoria. Lisa, todavía inclinada sobre ella, la miró con una ceja arqueada, divertida por el espectáculo que acababan de ofrecer. "¿Siempre eres así de cruel?", preguntó en tono juguetón, mientras sus dedos jugueteaban con un mechón del cabello desordenado de Jennie.
Jennie se encogió de hombros, su sonrisa maliciosa iluminando su rostro. "Solo con los que se lo merecen", respondió, con un deje de satisfacción en su voz. Luego, sujetó a Lisa por la nuca y la atrajo hacia sí para un beso lento, prolongando el momento mientras el eco de la puerta cerrándose tras Chris les recordaba que, por ahora, el campo de batalla les pertenecía a ellas.
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