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✧𝘋𝘪𝘴𝘵𝘳𝘢𝘤𝘵𝘪𝘰𝘯

Advertencia: Si no sientes comodidad con contenido explícito de naturaleza sexual, con lenguaje fuerte y temática homosexual, te invito cordialmente a omitirlo y no prestarle atención. No es necesario perjudicar el esfuerzo de quien escribe, adapta o traduce con reportes que le puedan eliminar la cuenta. Ten en cuenta que esto es pura ficción y su objetivo es proporcionar entretenimiento.

★Contenido +18★

★Lenguaje explicito★

★Lisa G!P★ 


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Jennie estaba realmente ocupada en su escritorio ubicado en su habitación. La luz cálida de la lámpara bañaba los papeles y libros que tenía desperdigados, creando sombras que parecían competir por espacio en su pequeño lugar de estudio. Estudiar leyes no era nada fácil, y menos cuando la lista de pendientes parecía interminable. Con cada página que pasaba, sentía el peso del compromiso que había asumido al elegir esta carrera. A veces, se sorprendía al escuchar a alguien elegir derecho pensando que era más sencillo, solo para darse cuenta después de que implicaba leer miles y miles de páginas. Por suerte, Jennie sabía perfectamente a lo que se había enfrentado desde el principio y, aunque agotador, no podía evitar sentir una especie de satisfacción al ver su progreso.

En esta ocasión, tenía frente a ella un nuevo código de tarea que debía desmenuzar y sintetizar. Eran aproximadamente 400 páginas repletas de artículos, uno más intrincado que el otro, todos esenciales para su examen parcial. Había comenzado temprano en la mañana, armándose de café y determinación, y ahora, cuando el sol ya había caído, podía al menos consolarse sabiendo que había avanzado significativamente. Sin embargo, aún quedaba camino por recorrer. La pila de páginas que debía revisar seguía intimidándola, pero había aprendido a no dejarse llevar por el estrés, al menos no por completo.

Jennie suspiró y se permitió un momento para estirar los brazos. El cansancio se acumulaba en su espalda y en sus ojos, pero sabía que no podía detenerse. Tenía que seguir estudiando. Su meta estaba clara y, aunque los retos parecían gigantescos a veces, la idea de superar el examen y dominar ese contenido tan denso la motivaba a seguir adelante. Se sirvió otro café y volvió a su tarea, inmersa nuevamente en las palabras que llenaban cada página, cada línea un pequeño paso hacia su futuro soñado.

Y claro, siempre había un bache en el camino. Esta vez, ese bache tenía nombre: Lisa, la mujer más traviesa del mundo. Era algo inevitable; Jennie lo sabía. Su novia tenía un talento especial para irrumpir en los momentos más críticos, pero también lograba hacerlo de una forma que era tan irritante como encantadora.

Jennie y Lisa vivían juntas desde hacía un año, y aunque Jennie había aprendido a adaptarse al caos que Lisa solía generar, no podía negar que a veces le resultaba frustrante. Lisa era el polo opuesto a Jennie en muchos sentidos. Donde Jennie era organizada, meticulosa y centrada, Lisa era despreocupada, espontánea y, a menudo, peligrosamente encantadora. Tenía una actitud que gritaba que le importaba un carajo casi todo, y eso incluía el monumental esfuerzo que Jennie ponía en su carrera de derecho.

Eran ya las nueve de la noche. Lisa había preparado la cena para ambas un gesto que Jennie agradeció mentalmente, porque cocinar no estaba en su lista de prioridades ese día , pero luego desapareció durante un par de horas. Se había dedicado a mirar la televisión y a perderse en sus propios intereses, mientras Jennie seguía enfrascada en sus estudios. Sin embargo, cuando Jennie empezaba a sentirse un poco más tranquila, convencida de que Lisa no la molestaría, las cosas cambiaron.

Lisa irrumpió en la habitación con esa confianza despreocupada que la caracterizaba. Sin decir una palabra, se dejó caer en el sofá cerca del escritorio de Jennie, su presencia tan imponente como si hubiera encendido un letrero luminoso en medio de la habitación. Vestía un pantalón de chándal gris y una camiseta blanca que se ajustaba lo justo para acentuar su figura. Se abrió de piernas con una actitud relajada, casi descarada, y dejó que su mirada se posara en Jennie, analizándola, provocándola sin necesidad de decir nada.

Jennie, que había estado subrayando un párrafo particularmente denso, se detuvo al sentir la intensidad de aquella mirada. Su concentración, ya tambaleante por las horas de estudio, terminó por romperse. Levantó la vista y se encontró con los ojos oscuros de Lisa, llenos de esa mezcla de desafío y diversión que tanto la desesperaba.

"¿Qué pasa?", preguntó Jennie con un suspiro, intentando mantener su tono neutral, aunque sabía perfectamente que Lisa estaba tramando algo.

"Nada", respondió Lisa, encogiéndose de hombros, pero sin apartar la mirada. "Solo que llevas horas pegada a esos libros. Me estoy aburriendo".

Jennie apretó los labios. Sabía que eso era solo el principio. Lisa no había entrado ahí para quedarse quieta; no era su estilo. Pero Jennie también sabía que enfrentarse a ella significaba entrar en un juego que, por lo general, Lisa ganaba.

Lo que hizo la descarada fue, sin previo aviso, quitarse la camiseta de un tirón y arrojarla al suelo con esa mezcla de arrogancia y desparpajo que la definía tan bien. Jennie, que intentaba concentrarse en una sentencia especialmente compleja, sintió el cambio de energía en la habitación antes incluso de levantar la vista. Era como si el aire se hubiera cargado de electricidad. Cuando finalmente miró hacia Lisa, la escena que se encontró la dejó sin palabras.

Lisa estaba reclinada en el sofá, apoyando un brazo en el respaldo mientras la otra mano se movía con absoluta naturalidad. Con la misma despreocupación de siempre, se palmoteó la entrepierna, llamando descaradamente la atención hacia la erección que marcaba su pantalón de chándal. La tela gris se tensaba, dejando poco a la imaginación, y la expresión en su rostro era una mezcla de desafío y picardía.

"¿De verdad, Lisa?", Jennie soltó con un suspiro exasperado, dejando caer el bolígrafo sobre el escritorio. Sus mejillas se encendieron en un rubor evidente, pero su mirada intentaba mantenerse firme, aunque la visión frente a ella no ayudaba en absoluto.

"¿Qué? Estoy cómoda", respondió Lisa con una sonrisa descarada, inclinando ligeramente la cabeza mientras sus ojos oscuros brillaban con diversión.

"Cóm.."., Jennie trató de formular una respuesta coherente, pero las palabras se le atascaban en la garganta. Sabía que Lisa estaba haciendo esto a propósito, sabía que estaba probando los límites de su paciencia, y lo peor de todo era que siempre sabía cómo desarmarla.

Lisa no se movió de su lugar, pero sus dedos trazaron un recorrido lento y deliberado sobre la curva de su erección, como si estuviera completamente absorta en su propia comodidad, ignorando deliberadamente la lucha interna que sabía que estaba causando en Jennie.

"Has estado estudiando todo el día", dijo Lisa con un tono casi casual, pero su mirada seguía fija en Jennie. "Creo que necesitas un descanso".

Jennie apretó los labios y desvió la mirada, intentando volver a concentrarse en sus apuntes. Pero el calor en su rostro y el revoltijo en su estómago la traicionaban. Era inútil. Lisa era una distracción personificada, y cuando decidía ser traviesa, no había manera de ignorarla.

Lisa no tardó en llevar su provocación al siguiente nivel. Con una actitud tan descarada como siempre, se levantó del sofá y, sin apartar su mirada de Jennie, bajó lentamente el pantalón de su chándal junto con la ropa interior. Su erección quedó al descubierto, sobresaliendo con una confianza que parecía gritar su nombre. Lisa se la sacudió con un movimiento deliberadamente exagerado, como si su único objetivo fuera captar toda la atención de Jennie.

"¿No quieres probar, Nini?", preguntó con un tono bajo y provocador, usando ese apodo que solía reservar para los momentos en los que sabía que tenía ventaja.

Jennie abrió los ojos de par en par, sintiendo cómo su cara se encendía al instante. Un cúmulo de emociones la atravesó, desde la vergüenza hasta la indignación, pasando por algo más que no quería reconocer tan fácilmente. Lisa siempre sabía cómo descolocarla, pero esta vez había ido demasiado lejos.

"¡Lisa!", exclamó Jennie, claramente afectada, mientras cerraba el libro frente a ella de golpe. "¿Qué rayos estás haciendo?".

"Dándote una razón para tomarte un descanso", respondió Lisa con una sonrisa descarada, dando un paso hacia el escritorio, sus movimientos lentos y confiados.

Jennie trató de mantener su compostura, pero era difícil cuando la persona más caótica que conocía estaba justo frente a ella, haciendo algo tan ridículo y provocador. Intentó no mirarla directamente, pero sus ojos la traicionaron, y cada vez que desviaba la mirada, Lisa se movía lo suficiente como para recuperar su atención.

"Sabes que no voy a caer en tus tonterías, ¿verdad?", intentó Jennie, cruzándose de brazos, aunque su tono de voz carecía de firmeza.

"¿No?", Lisa arqueó una ceja, acercándose un poco más, hasta quedar justo a su lado. Su sonrisa se amplió mientras inclinaba la cabeza, sus ojos brillando con diversión. "Entonces mírame a los ojos y dímelo".

Jennie tragó saliva. Lisa tenía una habilidad infalible para hacer que todo se sintiera como un reto personal, y Jennie odiaba lo mucho que eso funcionaba con ella. Pero también sabía que ceder ahora significaría perder más que solo su concentración; significaría que Lisa había ganado, otra vez.

"Ven aquí a comerte esta polla, cariño", dijo Lisa, su tono lleno de esa mezcla de picardía y desafío que tanto la caracterizaba.

Jennie apretó los labios, intentando resistir, pero sus esfuerzos eran en vano. Sus ojos traicionaron su decisión, viajando de manera involuntaria hacia Lisa, y en un solo segundo se rindió, soltando un suspiro que era tanto de frustración como de aceptación.

"Está bien, ya ganaste", murmuró Jennie mientras se levantaba de la silla, tratando de no mirar directamente a Lisa y su actitud descarada. Sin embargo, el rubor en su rostro la delataba por completo.

Lisa esbozó una sonrisa triunfal. "Sabía que no te resistirías a mí, Nini", dijo mientras la esperaba con los brazos cruzados y una expresión que mezclaba burla y ternura.

De inmediato, Jennie se paró de su asiento con una rapidez que reflejaba tanto su frustración como la inevitable atracción hacia Lisa. A pesar de sus intentos por mantener la compostura, no pudo evitar lanzar una mirada matadora hacia Lisa, una mirada que intentaba comunicar todo lo que no podía decir con palabras. Su corazón latía con fuerza en su pecho, y el roce de sus manos al ponerse de pie pareció intensificar la tensión entre ellas.

Lisa, sin embargo, no se inmutó ante esa mirada fulminante. Sabía exactamente qué pasaba por la cabeza de Jennie, y más aún, disfrutaba de cada segundo de esa batalla silenciosa. Ella estaba acostumbrada a que Jennie fuera dura consigo misma, a que intentara resistirse a sus provocaciones.

Pero tan pronto como Jennie se puso de rodillas frente a ella, Lisa se inclinó hacia abajo, con una sonrisa sutil en sus labios, casi como si hubiera estado esperando ese momento. El roce de sus cuerpos, el calor cercano, aumentó la intensidad de la atmósfera. Jennie, aún con la mirada fija y el rostro rojo, no pudo evitar acercarse y, sin pensarlo demasiado, le dio un beso a Lisa, un beso breve pero lleno de esa mezcla de impotencia y deseo que siempre existía entre ellas.

El beso, aunque fugaz, fue suficiente para sacudir a Jennie. Cuando se separaron, el aire entre ellas parecía más denso, más cargado.

"¿Por qué te gusta provocarme tanto?", preguntó Jennie con voz traviesa, sus ojos brillando con malicia mientras observaba a Lisa desde lo alto de su cama.

Lisa sonrió, un destello de complicidad y cariño reflejado en su rostro. Se acercó con paso lento, como si cada movimiento estuviera cuidadosamente planeado para mantener la tensión en el aire. Se inclinó ligeramente hacia adelante, acariciando suavemente la mejilla de Jennie con la punta de sus dedos.

"Tienes que tomarte un descanso, mi Nini", dijo Lisa con voz suave, como un susurro cálido que recorría la piel de Jennie.

Jennie levantó una ceja, desafiando con su mirada el gesto cariñoso de Lisa. "¿Tomarme un descanso es hacerte una mamada?", replicó con tono juguetón, una sonrisa burlona curvando sus labios mientras se acomodaba en el piso, mostrando un atisbo de seducción en su postura.

Lisa era una total descarada con todas las letras en ello. Le lanzó una mirada inocente a su novia en señal de petición, un puro gesto de victimismo.

Jennie agarró su polla con un cuidado y una paciencia que dejaba ver que ella también podía jugar, ella también podía provocar y molestar cuando se lo proponía. Fue con sus dedos, los que pasó suavemente por el duro falo. Tenía las venas marcadas y ella amaba eso. Lisa suspiró ante el toque y se quejó al mismo tiempo. Tenía una mirada desesperada por ser atendida como se debe.

Jennie le sonrió y la envolvió esta vez con su puño, el cual no se cerraba, dejando a la vista de ambas una imagen más que deliciosa. Por un lado, podía apreciar su punta dura, lista y dispuesta, y por otro los labios carnosos de su dulce novia.

"Vamos, Nini", suplicó. "llévate esa polla a la boca"., suplicó, con el ceño fruncido y un puchero.

Jennie se rio suavemente, una risa ligera pero cargada de malicia. "¿Tan desesperada estás?", dijo en tono burlón, arqueando una ceja mientras observaba a Lisa con una mirada juguetona. La expresión de Lisa era la de un niño al que le niegan un dulce, y el puchero que formaba en sus labios solo intensificaba la imagen de su frustración.

"Sí", respondió Lisa, su tono ahora mucho más sincero, casi suplicante. Sus ojos brillando con una mezcla de deseo y diversión. "Lo quiero ahora, no puedo esperar más". El leve temblor en su voz hizo que Jennie sonriera con satisfacción, disfrutando del poder que tenía sobre ella. La tensión en el aire creció, y aunque el ambiente seguía siendo juguetón, algo más profundo comenzaba a insinuarse entre ellas.

Entonces simplemente decidió dejar de hacerla esperar más. Era cuestión de sustituir su mano por su boca comenzando por la rojiza punta. Le chupó con cuidado, succionando el glande con sus labios con su atención puesta en no meter demasiado sus dientes, además de agregarle a la experiencia el como sus manos bajaban y subían por el resto del miembro.

Lisa gimió suavemente, un sonido bajo y lleno de deseo, mientras sus dedos se enredaban en el cabello de Jennie de manera desordenada, como si necesitara algo para aferrarse. Sus ojos no podían apartarse de los movimientos de Jennie, observando con intensidad cada acción, cada toque, cada caricia que recorría su cuerpo. La cercanía de Jennie le provocaba una corriente eléctrica, como si el simple roce de su piel fuera suficiente para hacerla perder el control.

Cada vez que Jennie la tocaba, Lisa podía sentir cómo la presión crecía, cómo cada caricia avivaba las llamas de su deseo. Sus respiraciones se mezclaban, rápidas y entrecortadas, mientras Jennie la mantenía atrapada, cada gesto calculado, cada toque perfectamente medido para mantenerla al borde, sin dejarla caer completamente en la oscuridad del deseo.

Pero Jennie no se permitiría sutilezas por mucho tiempo. Poco a poco comenzó a descender. Poco a poco fue metiendo más y más de la polla de su novia en su garganta. Aunque le costaba un poco hacer espacio dentro de su boca y garganta para el grosor de la pelinegra, por ella lo intentaría y hasta más.

"Diablos, Nini. Tú siempre sabes cómo complacerme", jadeó Lisa, su respiración acelerada y su cuerpo temblando bajo el toque preciso de Jennie. La intensidad en sus palabras era clara, su voz rota por la necesidad que sentía. Cada uno de sus músculos se tensaba a medida que Jennie no dejaba de mover sus manos, jugando con ella de manera deliciosa.

Jennie, con una sonrisa satisfecha y el corazón latiendo al ritmo de la pasión, no necesitaba responder con palabras. En lugar de eso, apretó con más firmeza la base, sintiendo cómo la tensión aumentaba entre ellas, y lentamente descendió más. El suave roce de sus manos y su control total sobre la situación hacían que Lisa perdiera aún más el control de su propio cuerpo. La conexión entre ambas era tan intensa que el aire parecía arder con cada pequeño movimiento.

Lisa cerró los ojos, dejando que el placer se apoderara de ella, incapaz de mantener su concentración en nada más que en la sensación creciente de satisfacción. Jennie se inclinó hacia ella, acariciando su piel con una suavidad calculada antes de aumentar la presión, arrastrando a Lisa más cerca de la locura, sin mostrar ningún signo de rendirse.

Si su tarea era ordeñar esa verga, pues eso haría.

Gradualmente fue aumentando la intensidad de sus succiones. Con una mano tocaba los testículos, con la otra masturbaba el resto de la polla que no tenía en su boca y de todas formas, de vez en cuando conseguía llevársela toda a la garganta, sin ninguna arcada, sin asco y con muchas ganas.

Posiblemente esas ganas tan intensas provenían del efecto que todo lo que estaba sucediendo tenía en Lisa. Verla perder el control, completamente entregada, desbordada por el placer, era algo que Jennie no podía ignorar. Aunque normalmente era Lisa quien dominaba la situación, quien marcaba el ritmo, ahora todo había cambiado. Verla retorcerse en el asiento, sus ojos cerrados, su respiración entrecortada, y escuchar esos gemidos incontrolables de su nombre, era el perfecto combustible para el fuego que ardía dentro de Jennie. Cada reacción de Lisa la hacía más determinada, más ansiosa por seguir explorando, llevándola más allá de lo que imaginaba.

Jennie disfrutaba de cómo la inseguridad y la vulnerabilidad de Lisa comenzaban a asomarse, algo que rara vez veía en ella. Esa imagen, esa pérdida de control, no solo encendía su deseo, sino que reafirmaba su poder, el poder de hacerla perderse, de hacerla ceder de una manera que solo ella podía. La forma en que Lisa se aferraba a los bordes del asiento, como si necesitara algo para mantenerse, provocaba una respuesta casi animal en Jennie, quien no podía dejar de provocarla aún más.

Cada vez que salía de su boca, lo hacía repleta de su saliva, era una vista de maravilla, de museo. Sabía que tanto a ella como a Lisa le encantaba eso.

"Deliciosa", murmuró Jennie, su voz suave y cargada de deseo mientras sus ojos se cerraban por un momento, disfrutando del sabor y la sensación que le provocaba cada movimiento. Sus palabras fueron apenas un susurro, pero el tono en ellas transmitía una mezcla de admiración y ansia.

Antes de que Lisa pudiera responder, Jennie la atrapó de nuevo, llevándola a un ritmo que la hizo perder el aliento. Su cuerpo se movía con una precisión que dejaba a Lisa completamente a merced de sus caricias. Cada vez que Jennie la tomaba de esa manera, la sensación de control y placer se desbordaba. Lisa se retorcía, incapaz de resistirse, y sus gemidos solo alimentaban la creciente necesidad de Jennie de seguir llevándola más allá.

El sonido era magistral, lascivo e impresionante, cada movimiento de Jennie acompañado por el susurro húmedo y profundo que se deslizaba entre sus cuerpos. El eco de sus gemidos, el roce de la piel contra la piel, todo se combinaba en una sinfonía de placer. Lisa no podía contenerse, su cuerpo temblaba, cada toque provocando una reacción visceral. La intensidad de la sensación la hacía perder la noción de todo lo demás, y el sonido, esa música sensual que llenaba el aire, era la prueba de que Jennie había logrado algo que pocos podrían haber imaginado.

"Nini, me tienes al borde. Joder", gimió Lisa, su voz cargada de una necesidad desesperada.

Bastaron unas cuantas más, rápidas y frenéticas, para que las esbeltas piernas de Lisa se tensaran visiblemente, sus músculos se contrajeron con una fuerza que casi la derrumbó. La presión que sentía en su interior se convirtió en una ola imparable, y su respiración se aceleró hasta convertirse en jadeos entrecortados, intensos. Cada respiración era un grito ahogado de deseo, su cuerpo completamente al borde del clímax, sin poder escapar de la tormenta que Jennie había desatado en ella.

Los gemidos de Lisa se hicieron más altos, más fuertes, y perdieron el control, llenando el aire con la evidencia de su entrega total. Los sonidos salían de su boca sin que pudiera detenerlos, como un testimonio de lo lejos que la había llevado Jennie, de cuán profundamente se había entregado al momento.

Fue un montón de semen el que llenó la garganta de la castaña. Era ridículo lo mucho que se corría Lisa, era una maravilla. Hileras gruesas de semen llenaban su boca y eso la hacía muy, muy feliz. Parecía una de las mejores escenas eróticas y Jennie estaba disfrutando cada gota como si de un manjar se tratase.

Aumentó la intensidad de sus movimientos, llevando a Lisa al límite, casi a punto de romperla, de hacerla caer de una vez por todas. La mirada de Jennie, fija en el rostro de Lisa, se llenó de satisfacción al ver cómo su compañera perdía la razón, cómo su cuerpo reaccionaba de manera tan intensa y sin restricción. Cada gemido de Lisa, cada estremecimiento, alimentaba aún más el fuego de Jennie, y nada la detenía.

Cuando finalmente tragó todo lo que tenía que tragar, Jennie se retiró lentamente, y, con un gesto lleno de suficiencia, miró a Lisa a los ojos. El brillo en su mirada era claro: estaba completamente satisfecha, pero sabía que Lisa no podía decir lo mismo.

"¿Todo bien, Lili?", preguntó Jennie, su voz suave pero cargada de diversión, casi burlona, mientras sus ojos recorrían la figura exhausta de Lisa, que apenas podía mantener los ojos abiertos, su respiración aún errática. La pregunta sonaba inocente, pero las intenciones detrás de ella eran todo lo contrario.

Lisa, todavía temblando por la intensidad de lo que acababa de experimentar, apenas pudo formular una respuesta coherente. "¿Bien? Acabas de acabar conmigo", murmuró, su voz entrecortada por los últimos vestigios del placer que había explotado en su cuerpo. No podía evitar sonreír, aunque estaba completamente derrotada. No había otra palabra para describir lo que acababa de pasar.

Jennie, con una sonrisa traviesa y llena de autosuficiencia, se encogió de hombros como si fuera lo más natural del mundo. "Tú lo pediste", respondió, sin una pizca de remordimiento. Su tono de voz no dejaba lugar a dudas: ella había disfrutado cada segundo de esa interacción. Y sabía que, aunque Lisa estuviera exhausta, en el fondo deseaba más, siempre más.


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