✦𝐒𝐨𝐟𝐭 𝐚𝐧𝐝 𝐐𝐮𝐢𝐞𝐭
Advertencia: Si no sientes comodidad con contenido explícito de naturaleza sexual, con lenguaje fuerte y temática homosexual, te invito cordialmente a omitirlo y no prestarle atención. No es necesario perjudicar el esfuerzo de quien escribe, adapta o traduce con reportes que le puedan eliminar la cuenta. Ten en cuenta que esto es pura ficción y su objetivo es proporcionar entretenimiento.
★Contenido +18★
★Lenguaje explícito★
★Lisa G!P★
►Mis historias son detalladamente narradas, por lo que suelen ser extensas. Si prefieres historias breves o con un estilo más conciso, te invito a no leerlas.◀
Jennie era una mujer extremadamente extrovertida y alegre, capaz de hacer amigos en todas partes y manejar situaciones a su antojo. Su energía era contagiosa, y su habilidad para entablar conversaciones con cualquier persona la convertía en el alma de las fiestas. Siempre tenía una sonrisa en el rostro y una historia divertida que contar. Su naturaleza carismática hacía que todos se sintieran cómodos a su alrededor, y a menudo organizaba reuniones espontáneas, llenando las habitaciones con risas y alegría.
Por otro lado, Lisa era bastante retraída y tímida. Prefería la tranquilidad de su hogar a las bulliciosas reuniones sociales. Aunque tenía un pequeño grupo de amigos cercanos, rara vez se aventuraba a conocer gente nueva. Lisa encontraba consuelo en la lectura y el arte, disfrutando de tardes tranquilas con una buena novela o pintando en su estudio. A pesar de su naturaleza reservada, era una observadora perspicaz, notando detalles que otros pasaban por alto y ofreciendo consejos sabios cuando alguien acudía a ella.
El contraste entre Jennie y Lisa era evidente en su relación como novias. Jennie, con su personalidad dominante, solía tomar el mando de las situaciones, decidiendo las actividades que harían juntas y organizando sus salidas. Sin embargo, a pesar de su timidez, Lisa tenía un agudo sentido del humor y no dudaba en devolver las bromas de Jennie con ingeniosas acciones.
Los domingos, Jennie se permitía disfrutar de todas las delicias que se negaba entre semana. Uno de sus placeres favoritos era compartir un buen Rib-Eye con papas asadas junto a su adorada novia. La carne, perfectamente cocida, se acompañaba con una salsa exquisita que realzaba aún más su sabor. Las sodas tampoco podían faltar, completando así la experiencia gastronómica.
Este ritual dominical iba más allá de la comida; representaba momentos de suavidad y tranquilidad en pareja, disfrutados en la comodidad de su hogar. Cada bocado y cada sorbo eran parte de una tradición que ambas esperaban con ansias. El domingo se convertía en un oasis de relajación y disfrute, donde el amor y la conexión se fortalecían a través de pequeños placeres compartidos.
Y efectivamente, era un domingo más. Lisa ya había comido y se encontraba sentada viendo la televisión. Jennie, por su parte, todavía estaba sentada comiendo en paz cuando el timbre de la casa sonó. Una vez, luego sonó una segunda y una tercera.
Jennie se levantó de la mesa algo molesta. Al llegar a la sala, confrontó a Lisa, quien había estado ignorando el sonido todo ese tiempo. "Por favor, ve y abre, cariño", dijo Jennie con un tono de leve frustración.
Lisa suspiró, derrotada, y se levantó del sofá, dirigiéndose directamente a la puerta. Al abrirla, vio a un simple repartidor que llevaba consigo una caja. "Buenas tardes. ¿Es usted Jennie Kim?", preguntó el repartidor con una sonrisa profesional.
"Jennie está ocupada", dijo apenas.
El hombre tomó un bolígrafo que tenía en su pantalón y lo pasó. "¿Puede firmar por ella?".
Solo asintió con pocas ganas. Firmó el papel con cuidado mientras el hombre revisaba su teléfono. Al terminar, le pasó el bolígrafo y él le entregó el paquete.
Se despidió con un simple "Gracias".
Lisa cerró la puerta de mala gana, y al llegar a la sala tiró el paquete a su lado y se sentó de nuevo a ver su programa.
Momentos después, Jennie se acercó a ella, notando el paquete a su lado.
"¿Qué es esto?", preguntó Jennie, recogiendo el paquete y examinándolo.
Lisa, sin apartar la vista de la televisión, respondió con indiferencia, "Un paquete para ti. Firmé por ti porque estabas ocupada".
Jennie relojeó el paquete unos segundos; era el secador que había ordenado en Amazon días atrás. Lo puso a un lado y centró su mirada en Lisa. La chica tenía cara de pocos amigos, aun centrada en la televisión.
"Lili", la llamó Jennie suavemente.
Lisa la miró, sin responder.
"¿Te pasa algo?", preguntó Jennie con preocupación.
"No", contestó Lisa, volviendo su mirada a la tele de nuevo.
Jennie chasqueó los dedos frente a la cara de Lisa para captar su atención de nuevo. "¿Quieres que veamos una película?", sugirió con una sonrisa esperanzada.
Lisa asintió lentamente, aún sin mucho entusiasmo.
Jennie suspiró, resignada a que algo la estaba molestando a Lisa, pero decidida a mejorar el ambiente. "Iré a hacer palomitas, elige la película", pidió dejando el lugar.
Mientras Jennie se dirigía a la cocina, Lisa se quedó mirando la pantalla, pero su mente estaba en otra parte. Sabía que su actitud no era la mejor, pero había tenido una semana difícil y estaba dejando que eso afectara su tiempo con Jennie.
Jennie, por su parte, preparó las palomitas pensando en cómo hacer que Lisa se sintiera mejor. No quería que un mal día arruinara su tradicional domingo juntas. Cuando las palomitas estuvieron listas, volvió a la sala con un tazón grande y dos refrescos.
Lisa había puesto una película, una comedia ligera que sabía que a ambas les gustaba. Jennie se sentó a su lado y le ofreció el tazón de palomitas.
"Gracias", murmuró Lisa, tomando algunas palomitas y finalmente apartando la vista de la televisión para mirar a Jennie.
Jennie sonrió y le dio un beso en la mejilla. "Vamos a disfrutar esta tarde, ¿sí?", dijo con ternura.
Lisa, sintiéndose un poco mejor, asintió y se acurrucó junto a Jennie en el sofá. Pasaron la tarde en ello, viendo su película. Felices. Pero no realmente.
Lisa no estaba feliz, Lisa estaba notablemente molesta. De hecho, muy molesta. La cosa estaba en que Jennie le había estado molestando todo el día desde que despertaron.
Por la mañana, Lisa había despertado con una enorme erección, algo que para ella era bastante incómodo y vergonzoso. Jennie, sin embargo, lo había tomado con humor y no había dejado de hacer comentarios sarcásticos y reírse de la situación.
"Mira quién se ha levantado con ánimo hoy", había dicho Jennie mientras preparaba el desayuno en la cocina. Lisa, todavía adormilada y sintiéndose vulnerable, había pedido a Jennie que dejara de burlarse. "Cariño, por favor, esto no es gracioso", le había dicho con un tono de súplica.
Pero Jennie, ocupada con los huevos y el café, solo había respondido con más bromas y risas. "Lo siento, Lili, pero es que es demasiado gracioso". Durante el día, cada vez que Lisa intentaba acercarse a Jennie, buscando un poco de consuelo o intimidad, Jennie encontraba una manera de hacer otra broma o comentario sobre la erección matutina.
Incluso cuando Lisa se había vestido y tratado de seguir con su día, Jennie seguía lanzando indirectas y sonrisas burlonas. El punto culminante fue cuando Jennie, yendo de la cocina al cuarto, se encontró con Lisa en su estado más vulnerable, y soltó una carcajada. "¡Oh, Lili, deberías haberme dicho antes que necesitabas ayuda!".
Una muy frustrada Lisa soltó un suspiro e intentó esconder su erección en los pantalones de pijama, su rostro enrojeciendo por la incomodidad. Sentía que su privacidad había sido invadida, y cada comentario de Jennie parecía intensificar su vergüenza.
Jennie, aún divertida, continuó con sus bromas, sin darse cuenta de cuánto afectaban a Lisa. "¿Debería preocuparme que encuentres a la cafetera más atractiva que a mí?", dijo con una sonrisa, haciendo referencia a la máquina de café que estaba usando en la cocina. comentado que así de dura había estado Lisa en la mañana.
No fue la única broma que hizo, pero el peor error de Jennie en ese momento realmente fue molestar un poquito más a Lisa, con algo más real y palpable...
Lisa se sentó en el borde de la cama, tratando de calmarse y dejar pasar el momento, pero las risas de Jennie seguían resonando en su mente. "Jennie, en serio, no es gracioso", dijo Lisa finalmente, con un tono más serio, esperando que Jennie captara lo incómoda que se sentía.
Cuando la tarde de películas estaba por culminar, a Jennie se le ocurrió molestar un poco más a Lisa. Alguien en la película que estaban viendo se había golpeado en la cabeza con un poste de metal, y Jennie no pudo resistir la tentación de hacer un comentario.
"Creo que tu polla está igual o más dura que ese poste", dijo Jennie, soltando una risita y mirando de reojo a Lisa para ver su reacción.
Lisa, que había estado empezando a relajarse y disfrutar de la película, sintió que su paciencia se agotaba nuevamente. Cerró los ojos y respiró hondo, intentando mantener la calma.
"Jennie", dijo Lisa con voz firme, aunque sin dejar de lado el cariño, "de verdad, pensé que habíamos superado esto. No necesito más bromas hoy".
No era el hecho de que su novia se había sentado encima de ella. No era el hecho de que quizás se estaba moviendo mucho encima de ella, buscando provocarla. El problema para Lisa era que Jennie no dejaba las burlas.
"Lo puedo sentir despertando", comentaba Jennie con una sonrisa juguetona mientras se movía ligeramente sobre el regazo de Lisa.
"Te pones caliente muy rápido", añadía, riendo suavemente mientras inclinaba su cabeza para besarla. Jennie metía la lengua mucho cuando se daban besos, intensificando el contacto y buscando despertar una reacción en Lisa.
Lisa, atrapada entre el deseo y la frustración, intentaba mantenerse tranquila, pero la situación se volvía cada vez más difícil de manejar. Jennie sabía exactamente cómo provocarla, no solo con sus palabras, sino también con cada movimiento calculado y beso intenso.
La forma en que Jennie se movía, susurros en el oído de Lisa, cada toque y roce se sentían como una mezcla de cariño y desafío. Lisa sentía su autocontrol desvanecerse poco a poco, mientras Jennie seguía jugando con sus límites.
"Jennie, por favor", murmuró Lisa finalmente, su voz reflejando una mezcla de anhelo y frustración. "No estoy de humor para bromas. Es difícil controlarme cuando haces eso".
En vez de parar y darle fin a las múltiples burlas, Jennie bajó su mano a la entrepierna de Lisa, palpando su polla con delicadeza sin dejar de ver la televisión. Estaba haciéndose la inocente, como si nada estuviera sucediendo.
Lisa tomó otro respiro profundo, que realmente no le servía de nada. La rabia dentro de ella crecía y se incrementaba cada vez que Jennie se movía o hacía un comentario insinuante. La mezcla de deseo y frustración se hacía más intensa, y Lisa sentía que estaba llegando a su límite.
En una oportunidad, Lisa volteó a ver a Jennie, sus ojos llenos de una mezcla de advertencia y súplica. Intentaba realmente no tocarla, porque eso significaría mucho, tanto para ella como para Jennie. Sabía que cruzar esa línea llevaría las cosas a un lugar que quizás no estaban listas para enfrentar en ese momento.
Pero Jennie, aparentemente ajena a las señales de advertencia, continuaba provocándola. Su mano seguía explorando suavemente, susurrando palabras juguetonas y aparentemente inofensivas que avivaban el fuego dentro de Lisa.
"No estoy haciendo nada, Lisa", dijo Jennie con una sonrisa traviesa, fingiendo inocencia mientras su mano continuaba jugueteando suavemente.
"Jennie", continuó Lisa advirtiendo, su paciencia colgando de un hilo.
"Sentir tu pene duro me moja mucho, ¿quieres sentirlo?", susurró Jennie, acercándose para besarla suavemente en el cuello.
Para eso, Lisa ya no aguantó mucho más. Su polla estaba dura como una roca, no solo por no haberse atendido en la mañana y solo haberse dado una ducha, sino también por la acumulación de las provocaciones de Jennie a lo largo del día.
Había advertido a Jennie más de una vez, pero ella había seguido con sus juegos. Lisa sentía que era hora de cobrar venganza, no iba a quedarse así. Su corazón latía con fuerza, y la mezcla de frustración y deseo se transformó en una determinación ardiente.
Con la sangre casi hirviendo, Lisa le tomó el cuello a Jennie con una de sus manos y apretó suavemente, acercándola más hacia ella. Jennie dejó escapar un pequeño jadeo de sorpresa, sus ojos abriéndose por la repentina intensidad de la acción.
Lisa la miró fijamente, sus ojos llenos de una intensidad que hacía que el aire entre ellas chisporroteara de tensión. "Te he estado advirtiendo todo el día", dijo Lisa con voz ronca, "y ahora vas a ver lo que pasa cuando sigues empujándome al límite".
Jennie ni siquiera se inmutó al cambio de Lisa. Sabía lo que había desatado, y sabía que ella lo quería igual de mal. Para eso había trabajado; había molestado tanto para conseguir lo que quería.
Dentro de su corazón, Jennie sentía una mezcla de excitación y satisfacción. Había estado probando los límites de Lisa con cada broma y cada provocación, y ahora había alcanzado el clímax de su juego. Su respiración se aceleró mientras Lisa mantenía su mirada firme, su mano aún firme en su cuello.
"Sabes que esto es lo que quería", dijo Jennie con una sonrisa desafiante, sus ojos brillando con deseo y desafío.
Lisa, reconociendo el juego que Jennie había estado jugando todo el día, sintió una chispa de satisfacción al comprender que Jennie quería precisamente esa reacción. Había sido un tira y afloja constante, y ahora estaban en el punto de no retorno, donde las palabras ya no eran suficientes para expresar lo que sentían.
"Ahora vas a tener lo que quieres", murmuró Lisa, inclinándose para besarla profundamente, uniendo la intensidad de sus sentimientos con el calor de sus labios.
Lisa hizo que ambas se pararan del sofá, su mirada fija en Jennie mientras la tensión seguía palpable en el aire. Pronto Jennie empezaría a sentir cada cosa que Lisa estaría dispuesta a darle. Sobra decir que la iba a poner en su lugar, la iba a dominar como ella lo merecía.
Lisa comenzó a quitarle la ropa a Jennie con poco cuidado, moviéndose con determinación y precisión. Su pantalón corto lo quitó en cuestión de segundos, y su blusa no duró mucho en su cuerpo. El brasier de Jennie conoció el piso muy rápido, una prenda tras otra cayendo a medida que Lisa desnudaba a Jennie tanto física como emocionalmente.
Mientras hacía eso, no desaprovechaba la oportunidad de tocar su cuerpo, sus dedos deslizándose por la piel expuesta de Jennie con una mezcla de fervor y propósito. Sus manos se movían con confianza, acariciando y presionando, cada toque diseñado para despertar sensaciones y dejar claro que Lisa estaba al mando.
La más joven murmuraba incoherencias en voz baja, una corriente de palabras que eran más un reflejo de la rabia acumulada que un intento de comunicación clara. "Esto es lo que querías, ¿verdad?" susurraba, sus ojos ardientes mientras su boca encontraba el cuello de Jennie.
"Joder", suspiraba Jennie, la mayor, con el toque de Lisa enviando escalofríos por su piel. Su cuerpo reaccionaba instintivamente a cada caricia y contacto, intensificando el deseo que había estado creciendo a lo largo del día.
Las bragas de Jennie, ya mojadas, no tardaron nada en ser quitadas, para nada. Lisa se las bajó como un animal, con un arrebato de pasión que reflejaba su propia frustración y deseo. No le importaba lo más mínimo si estaba siendo suave; lo que importaba era la conexión intensa y cruda que compartían en ese momento.
Al cabo de unos segundos, cuando Jennie estaba desnuda y lista para ella, Lisa la giró con firmeza, haciendo que Jennie quedara de espaldas a ella, y la tiró al sofá con rabia contenida. Se le pegó por atrás, restregando su erección en el culo de Jennie mientras la agarraba del cabello, tirando suavemente, pero con determinación.
"¿Te complace tenerme así? ¿Me sientes ahora?", decía Lisa mientras gruñía, su voz ronca y cargada de emoción. Cada palabra estaba impregnada de la mezcla de frustración y deseo que había estado acumulándose durante todo el día.
Se ponía más y más mientras se lo restregaba por su centro desnudo, el calor de sus cuerpos creando una tensión casi palpable. Lisa soltó el cabello de Jennie y, con su mano abierta, empujó la cabeza de su novia contra el sofá, dejando su culo alzado y listo para lo que vendría.
"Ahora sí vas a tener lo que tanto quieres, quédate quieta", dijo Lisa con un tono decidido. Dicho eso, le dio una fuerte nalgada, el sonido resonando en la habitación, y procedió con lo que ambas habían estado deseando.
Se bajó los pantalones, liberando su polla, gorda y larga, con la punta rojiza y ligeramente curvada hacia arriba. Era una visión que hacía que el corazón de Jennie latiera aún más rápido, su cuerpo expectante ante lo que estaba por suceder.
Lisa abrió las nalgas de su novia para verle el coño, húmedo y anhelante. Del golpe, metió dos dedos, haciéndola gemir de placer y sorpresa. Los sacó de inmediato y escupió allí, preparándola para lo que vendría.
"Será mejor que te portes bien", advirtió Lisa, su voz ronca de deseo y control. Sin vacilar, alineó la punta de su verga y, en un movimiento fluido, se metió de un golpe en el coño de su novia.
Jennie jadeó, su cuerpo arqueándose ante la invasión repentina y placentera. Sentía cada pulgada de Lisa llenándola, la sensación más increíble y abrumadora, pero exactamente lo que había estado provocando todo el día.
Ella realmente comenzó a darle con rabia, penetrándola duro y rápido. La fuerza y velocidad con la que Lisa se movía demostraban todo el deseo y la frustración acumulada a lo largo del día.
Jennie apenas podía emitir sonidos coherentes de su boca debido a la intensidad con la que Lisa la estaba tomando. Su respiración se mezclaba con gemidos entrecortados, cada uno un reflejo de la mezcla de placer y sorpresa que experimentaba.
Con una mano, Lisa se encargó de mantener la cabeza de Jennie pegada al sofá, asegurándose de que Jennie permaneciera en su lugar mientras Lisa marcaba el ritmo. Con la otra mano, la agarraba de la cintura, tirando de ella para chocar contra su cuerpo con más precisión, cada empuje enviando una ola de placer a través del cuerpo de Jennie.
Paró por un momento las embestidas duras y frenéticas, su respiración acelerada y el sudor perlado en su frente, disfrutando de la sensación de tener el control completo. Lisa se echó hacia atrás por un instante, creando un espacio casi tangible entre ellas, solo para estrellarse duro dentro de nuevo, el sonido resonante llenando la habitación.
Agarró a la chica por el pelo, jalando con suavidad, pero con suficiente fuerza para alzar la cabeza de Jennie, obligándola a mirarla. "¿Lo sientes ahora, hmmm?", murmuró Lisa, su voz cargada de una ligera arrogancia que provenía de saber lo bien que podía satisfacer a su novia.
Jennie era un desastre de gemidos y maldiciones, su cuerpo una mezcla de tensión y entrega total. Cada palabra que intentaba formar se desvanecía en una serie de sonidos incoherentes que solo Lisa podía entender, una melodía de deseo que resonaba con cada embestida.
Lis siempre sabía cómo llenarla tanto, cómo tocar cada fibra de su ser. Jennie se aferraba al sofá, sus uñas dejando marcas en el tejido mientras sus ojos se cerraban, perdida en la tormenta de sensaciones que la envolvía.
Jennie, conociendo bien a Lisa y disfrutando de la manera en que siempre lograba llevarla al límite, comenzó a molestarla de nuevo, apretándose alrededor de ella intencionadamente. Lo hacía con fuerza, sabiendo que este movimiento provocativo haría que Lisa alcanzara el clímax más rápido. Jennie lo sabía bien y lo usaba a su favor, un juego de poder que ambas disfrutaban.
Lisa, al darse cuenta de lo que Jennie estaba haciendo, decidió tomar el control de la situación. Bajó su mano, comenzando a tocar el clítoris de Jennie de forma rápida y precisa. Sus dedos se movían con una maestría que solo el conocimiento íntimo y el amor podían permitir, cada toque enviando olas de placer por el cuerpo de Jennie.
Jennie dejó escapar un gemido, su cuerpo reaccionando instantáneamente al toque experto de Lisa. Los movimientos de sus dedos eran como una sinfonía de placer, cada uno diseñado para llevar a Jennie más cerca del borde.
En medio de este crescendo de sensaciones, Lisa no dudó en aplicar algunos golpecitos y pequeñas bofetadas sobre el clítoris de Jennie, una combinación de firmeza y delicadeza que era casi imposible de resistir. Jennie, entre suspiros y gemidos, se sentía cada vez más cerca del clímax, su cuerpo reaccionando a cada toque y cada movimiento.
Eso realmente la afectó. Cuando Jennie sintió el golpe fuerte y preciso en su clítoris, su cuerpo se liberó por completo. Lo hizo gritando y temblando, una ola de placer intenso recorriéndola desde la cabeza hasta los pies.
Sus músculos se tensaron y luego se relajaron, su cuerpo actuando por instinto mientras su mente se perdía en la marea de sensaciones. Jennie no dejaba de apretar a Lisa, sus paredes internas convulsionándose alrededor de ella, un reflejo de la intensidad de su clímax.
Lisa sintió la presión casi abrumadora, se contuvo de correrse, controlando sus propias reacciones para permitir que la mayor experimentara plenamente su liberación. Mantuvo un ritmo constante y firme, sabiendo que Jennie necesitaba este momento para liberar toda la tensión acumulada.
Mientras su novia recuperaba el aliento, Lisa comenzó a acariciarle la espalda con cuidado, sus manos moviéndose suavemente sobre su piel preciosa. "Eres una buena chica", susurraba Lisa con voz suave y reconfortante, sus palabras llenas de cariño y orgullo.
Jennie tuvo la oportunidad de recuperarse unos segundos de aquello, porque Lisa tenía urgencia. Su respiración aún era pesada, y su corazón seguía latiendo con fuerza en su pecho. Sin embargo, el deseo en los ojos de Lisa era inconfundible, una necesidad que clamaba por atención.
Jennie estaba sentada en el sofá con la cabeza hacia atrás, disfrutando del resplandor posterior a su clímax. Lisa se acercó, su erección todavía presente, apenas contenida por los pantalones que había bajado solo lo suficiente para liberar su dureza. La urgencia de Lisa era palpable, su mirada fija en Jennie con una mezcla de necesidad y expectación.
Lisa se acercó más, tomando a Jennie suavemente por el cuello, guiándola hacia su polla. Jennie, todavía recuperándose, no se incorporó de inmediato. Pero cuando sintió la firmeza de la mano de Lisa en su cuello, entendió lo que su novia quería. Había una mezcla de sorpresa y emoción en su expresión al ser halada hacia adelante.
Lisa la obligó a que le chupara la polla, un gesto que Jennie encontró más excitante que intimidante. La sensación de ser guiada por Lisa, de ser parte de esa necesidad apremiante, encendió una chispa en su interior.
Jennie se sorprendió al principio por la intensidad de la situación, pero rápidamente se dejó llevar por el momento. A medida que sus labios se cerraron alrededor de la erección de Lisa, comenzó a disfrutar y encontrar placer en satisfacer a su novia.
Los sonidos de tragar y ahogarse con la verga de su novia comenzaron a llenar la habitación, una sinfonía que era música para los oídos de ambas. Jennie se movía con habilidad, alternando entre movimientos lentos y cuidadosos y momentos de profunda devoción, permitiendo que Lisa se sumergiera completamente en la experiencia.
Ella iba a ser una buena chica para Lisa. Determinada a complacer a su novia, Jennie respiró cuidadosamente, relajando su garganta para permitir que el pene de Lisa entrara profundamente. Era una sensación que conocía bien, una combinación de intimidad y entrega que siempre las unía aún más.
Lisa la observaba con una mezcla de lujuria y adoración, sus ojos oscurecidos por el deseo. "Eso es, traga. Qué rico me lo dejas", decía con una voz profunda y lujuriosa, cada palabra impregnada de la pasión que sentía al ver a Jennie en esa posición.
Jennie se concentraba en su tarea, sus movimientos precisos y deliberados mientras se esforzaba por complacer a Lisa. Le encantaba saber que podía provocar esas reacciones en ella, que podía hacerla sentir tan bien con solo el movimiento de sus labios y lengua.
Lisa amaba verla con los ojos llorosos mientras tragaba, esos sonidos de ahogamiento que escapaban de su garganta eran una música dulce para sus oídos. Había algo en esa imagen, en la devoción absoluta de Jennie, que la volvía loca de deseo.
La combinación de la textura, el calor y el sentimiento de control que Jennie le brindaba era casi abrumadora, una explosión de sensaciones que resonaban en todo su cuerpo. Lisa podía sentir cómo su propio clímax se acercaba, impulsado por la habilidad y el deseo de Jennie.
Además, jennie estaba experimentando su propio gusto, una capa extra de intimidad que aumentaba la emoción del momento. Eran conscientes de que este tipo de experiencias no sólo satisfacían sus necesidades físicas, sino que también fortalecieron la conexión emocional entre ellos.
A medida que Lisa se acercaba a su punto máximo, Jennie aceleró el paso, consciente del toque preciso que la empujaría al límite. Sus labios se movieron con confianza, su lengua maniobrando hábilmente alrededor de la erección de Lisa, acercándola cada vez más al borde de su asiento.
Fue cuando Jennie chupó más de lo necesario que Lisa comenzó a liberar un repentino e intenso chorro de semen, tomándolos a ambos con la guardia baja. Jennie, desconcertada por la intensidad del momento, intentó distanciarse de Lisa, sus manos rascaron ligeramente el muslo de Lisa para sacarla de su boca y fuera de su alcance. Sin embargo, Lisa, completamente absorta en la alegría del momento, sostuvo a Jennie firmemente en su lugar, con los dedos entrelazados en el cabello de Jennie, asegurándose de que no se alejara de ella.
Lisa la obligó a quedarse, a aceptar cada gota, y Jennie, aunque inicialmente sorprendida, se dejó llevar por la urgencia de su novia. El semen de Lisa era blanco, caliente y delicioso, una mezcla de sal y dulzura que llenaba la boca de Jennie.
A medida que Jennie tragaba, una mezcla de gemidos escapaba de su garganta, sus ojos cerrándose por la intensidad del momento. La sensación de estar tan unida a Lisa, de ser parte de ese clímax compartido, la llenaba de una satisfacción profunda.
Pedías leche, aquí la tienes", susurraba Lisa, sus palabras mezcladas con el compás de su respiración agitada. La voz de Lisa era una mezcla de autoridad y afecto, reflejando el profundo vínculo que compartían.
La mayor aún tragaba, saboreaba el espeso líquido y la sensación de satisfacción que provenían de complacer a Lisa de esta manera. Tenía conocimiento de que este tipo de interacciones de cuerpo a cuerpo eran muy intensas y llenaban mucho su orgullo.
Después de que Lisa finalmente soltó su agarre, Jennie se apartó con suavidad, sus labios brillando con el residuo del clímax de Lisa. Observó a Lisa con una combinación de desafío y ternura, sus ojos rebosantes de amor y satisfacción.
"Descansa por un instante, lo vas a necesitar", le expresó con la vista fija en ella.
Jennie simplemente se quedó sin palabras.
Rápidamente volvieron a su forma adecuada. Con la cara todavía roja y el pulso acelerado, Jennie miró a Lisa con una mezcla de desdén y anticipación. Sabía que Lisa aún no había terminado con ella. La pasión en los ojos de su amante era palpable, una señal de que había más por venir.
Lisa todavía tenía el control total, la urgente y obvia necesidad de obtener todo de Jennie todavía ardía dentro de ella. La forma en que Jennie cedió a sus deseos y aceptó todo lo que Lisa tenía para ofrecer encendió un fuego imparable en ella.
Su polla estaba dura nuevamente, mostrando su renovado deseo y deseo de seguir explorando los límites de su conexión. Lisa sintió un deseo dentro de ella, un deseo ardiente de ser satisfecha, de ser redimida nuevamente.
Miró de reojo, luego se acercó a ella para tomarla en brazos, con una firmeza y determinación que le eran naturales. La cargó con toda la fuerza que tenía, sintiendo el calor y la suavidad de su piel contra la suya, mientras se dirigía a la mesa. La misma mesa donde habían comido tiempo antes ahora se convertiría en el escenario de su deseo renovado.
La subió rápido y preciso sobre la superficie, sus movimientos llenos de confianza y urgencia. Jennie dejó escapar un suave jadeo al sentir la frialdad de la mesa contrastando con el calor de su piel, sus ojos fijos en Lisa con anticipación.
Como si se moviera impulsada por una obsesión irresistible, atacó sus hermosas tetas con devoción. Cada curva, cada contorno de sus pechos era un terreno familiar que nunca dejaba de fascinarla. La suavidad y el peso de ellos en sus manos eran una fuente constante de placer y adoración.
Mientras lamía y chupaba, lamió una que otra gota de su semen que quedó en la piel de Jennie. Lisa se inclinó, su boca encontrando primero un pezón, luego otro, alternando entre ellos con una atención casi reverente.
Eran hermosas, las tetas de Jennie, y Lisa estaba obsesionada con ellas. La manera en que se movían, en que respondían a su toque, la dejaba siempre con ganas de más. Murmuraba nada, palabras sin sentido, mientras chupaba y besaba, sus labios dejando un rastro de humedad y deseo.
Sus manos exploraban con igual fervor, agarrando un pecho mientras chupaba el otro, sus dedos trazando círculos perezosos alrededor de los pezones erectos, sintiendo cómo el cuerpo de Jennie respondía a cada toque, cada caricia.
No podía tampoco evitar sentirse tentada por el olor delicioso que desprendía su sexo, un aroma embriagador que prometía más placer por venir. La fragancia dulce y almizclada flotaba en el aire, intensificando el deseo de Lisa y atrayéndola como una polilla a la llama.
Cuando los besos subieron de sus tetas a su cuello, Lisa se detuvo un momento para verla a los ojos. Había algo increíblemente íntimo y vulnerable en el contacto visual, una conexión que iba más allá de lo físico. Jennie, jadeante, la miró de forma profunda, sus ojos oscuros, sus labios entreabiertos mientras intentaban regular su respiración.
"Métela de nuevo", comentó Jennie con un tono que era casi un susurro, una súplica entrecortada por el deseo. Su mirada se desvió hacia abajo, hacia la polla de Lisa que se tambaleaba entre ellas dos, y su expresión se volvió algo desenfocada, perdida en el calor del momento.
Lisa apretó los dientes, sintiendo la urgencia de su propio deseo mezclarse con el de Jennie. Sus ojos se fijaron en el coño de Jennie, completamente mojado, resbaloso y tentador. El contraste entre el suave rosado de su piel y el brillo húmedo del deseo era una visión que la hacía arder de anticipación.
Se imaginó lo caliente que estaba, lo apretado y acogedor que sería sentir a Jennie nuevamente a su alrededor. La imagen mental solo aumentó la intensidad de su deseo, y supo que no podía esperar más. El hambre que sentía por su novia era insaciable, y la necesidad de sentirse unida a ella una vez más era abrumadora.
Ella pidió, y ello lo obtuvo. Lisa no perdió tiempo en complacerla, alineando su erección con el coño de Jennie, con la respiración pesada y la determinación clara en su mente. Se metió de golpe, sintiendo el calor y la presión envolviéndola al instante.
"Joder", gruñó Lisa, su voz cargada de asombro y placer, sin despegar la vista de donde sus cuerpos estaban conectados. "Este coño me traga tan bien". El sentimiento de ser envuelta por Jennie era indescriptible, una mezcla de placer físico y conexión emocional que siempre la dejaba sin aliento.
Lisa miraba cómo su polla estaba enterrada hasta el final, sus testículos presionados contra Jennie, un símbolo tangible de su unión. La visión era suficiente para encender un fuego dentro de ella, alimentando su deseo de seguir adelante, de profundizar más en la intimidad compartida.
La sacó con cuidado, disfrutando de la sensación del roce y la expectativa creciente en el aire. Y luego, sin vacilar, se estrelló de nuevo, duro y seguro, su cuerpo moviéndose con una precisión instintiva que solo el amor y la pasión podían guiar.
Lisa la miró una vez más antes de comenzar a follarla de nuevo, sus ojos ardientes con una mezcla de rabia y amor. La intensidad en su mirada era suficiente para hacer que el corazón de Jennie latiera con fuerza, enviando oleadas de emoción a través de su cuerpo. Era indescriptible cómo Lisa la hacía sentir, una combinación de vulnerabilidad y fuerza que la envolvía por completo.
La coreana dejó caer su espalda sobre la mesa, sintiendo el frío de la superficie contra su piel caliente, porque se le iba a hacer imposible mantener el equilibrio. Su cuerpo se rendía a las sensaciones, permitiendo que Lisa tomara el control, dejándose llevar por la oleada de placer que cada movimiento traía consigo.
La más joven tomó sus piernas en sus brazos, levantándolas para tener un mejor ángulo, y de nuevo comenzó a penetrarla súper rápido.
Jennie no podía mantenerse quieta, todo su cuerpo se balanceaba de adelante hacia atrás, perdida en un frenesí de sensaciones que la consumían por completo.
"Sí, joder. ¡Más rápido!", pidió, su voz entrecortada por el deseo creciente y la necesidad de sentir más.
Lisa le acarició una de las tetas, sus dedos deslizándose sobre la piel suave, provocando oleadas de placer que reverberaban a través de Jennie. "Eso quieres, sé que lo quieres", dijo, su voz cargada de una mezcla de lujuria y ternura.
Era increíble. Increíble cómo Lisa no dejaba de comérsela con los ojos, devorándola con una intensidad que iba más allá de lo físico. Incluso cuando estaba en lo más profundo de ella, golpeando duro, hasta la mesa se balanceaba con ellas, un reflejo de la pasión que las envolvía.
Llegó a poner sus manos en el abdomen de Lisa, rozándola con la yema de los dedos cada vez que entraba, buscando cualquier forma de aumentar la conexión entre ellas. Cada toque era una declaración silenciosa de su deseo de estar más cerca, de sentir cada centímetro de su novia.
En un momento, Lisa se salió, y Jennie casi quiso llorar por la repentina pérdida. "Métela de nuevo", lloriqueó, la urgencia y el anhelo claros en su voz.
Lisa se rio de ella, una mezcla de diversión y satisfacción ante la desesperación evidente de Jennie. "¿Tan necesitada estás ahora?", preguntó, disfrutando de ver a Jennie perder el control.
La castaña no respondió con palabras; en lugar de eso, tomó la polla de Lisa y la guio dentro de nuevo, sintiendo la satisfacción inmediata de estar completa otra vez. "Así, adentro, dentro, la quiero dentro siempre, siempre", gemía, su voz llena de anhelo y placer. "Lléname, fóllame, lo quiero todo".
Lisa, alentada por las palabras de Jennie, intensificó su ritmo, cada embestida más profunda y urgente que la anterior. Estaban en perfecta sintonía, cada movimiento una confirmación de su amor y deseo compartido, llevándolas hacia un clímax que prometía ser tan intenso como el amor que sentían la una por la otra.
Pero su novia decidió jugar un poco más, vaya que lo hizo.
La sacó de nuevo, con su mano la entraba, rápido, pero no por completo, nunca la dejaba entrar por completo, incluso la arqueaba hacia arriba, le gustaba sentir como la chica se retorcía y temblaba.
Jennie lloriqueaba, su voz temblorosa mientras suplicaba. "Por favor, no juegues", decía, su desesperación evidente en cada palabra.
Sin mostrar piedad, la más joven sacó su polla por completo y miró a Jennie con una mezcla de desafío y diversión. "Ahora no quieres jugar, ¿eh?", dijo, disfrutando del contraste entre la urgencia de Jennie y su propio control.
La agarró del brazo, su mirada fija y suplicante. "Lili, métela. Por favor, por favor, lo quiero".
Lisa alzó una ceja, manteniendo una actitud desafiante. "¿Qué quieres?", preguntó, sabiendo bien lo que Jennie deseaba, pero disfrutando de la tortura.
"Que me folles", respondió Jennie, su voz llena de desesperación.
Lisa miró de reojo el coño de Jennie, aún húmedo y ansioso. Metió dos dedos sin moverse, dejando que la sensación de la presión y la calidez de Jennie se asentara. "No", dijo Lisa, con una sonrisa burlona. "¿Qué es lo que quieres?"
La chica apenas podía hablar de la impotencia. Su mano temblaba mientras agarraba la verga, la necesidad y el deseo evidentes en su toque. "Esto", dijo, susurrando con una mezcla de súplica y determinación.
Lisa sonrió, una expresión de satisfacción y malicia en su rostro. "Lástima que no la mereces", dijo, disfrutando del juego de poder que mantenía entre ellas.
Jennie insistió, su voz cargada de convicción mientras sus ojos imploraban a Lisa. "Sí la merezco", decía, intentando mantener la compostura, aunque su cuerpo ardiera de deseo por lo que Lisa le negaba.
"No la mereces, eres una chica mala", replicó Lisa, su tono era casi divertido mientras jugaba con Jennie.
"Lili, por favor", suplicó Jennie, sus palabras saliendo con urgencia mientras su deseo crecía.
Lisa decidió entonces torturarla un poco más. Le metió solo la punta, entrando apenas lo suficiente para provocar un gemido involuntario de Jennie. "Métela entera", exigió Jennie, sus palabras cargadas de necesidad.
"¿Te gustó burlarte de mí?" preguntó Lisa, su tono un poco burlón mientras mantenía a Jennie al borde.
"Solo fue una broma", dijo Jennie, su voz implorante mientras intentaba recuperar algo de control.
"Esto solo es una broma", se burló Lisa, pasándole la punta por todo su sexo, rozando su clítoris y provocando que Jennie soltara un pequeño jadeo, disfrutando del poder que tenía en ese momento.
Lisa mantuvo la intensidad en su mirada mientras jugaba, deslizándose con lentitud y precisión, asegurándose de que Jennie sintiera cada provocación, cada caricia. La tortura era deliciosa, tanto para la que la infligía como para la que la sufría.
Jennie volvió a agarrarle el brazo, su mirada intensa y llena de deseo. "Tu linda polla se siente tan bien dentro de mí, Lili", comenzó, sus palabras un susurro lleno de provocación. Lisa la escuchaba con detenimiento, acariciando su muslo mientras las palabras de Jennie se hundían en su mente. "Siento un vacío dentro de mí".
"No vas a conseguir nada con eso", respondió Lisa, aunque había un destello de duda en sus ojos.
"Solo imagina llenarme el coñito de tu semen, bebé. Oler a ti y preñarme con tus hijos", continuó Jennie, su voz un susurro seductor. Lisa le sonrió cínicamente, su expresión una mezcla de diversión y desafío.
"¿No te gusta cuando aprieto tu polla y se siente calientito, Lili?" preguntó Jennie, su voz suave y seductora, buscando debilitar la resistencia de Lisa.
"¿Tú crees que soy tonta?" respondió Lisa, aunque la intensidad en su mirada comenzaba a ceder.
"Creo que te quieres correr dentro y verlo salir de tu hogar", sugirió Jennie, sus palabras cargadas de una dulzura traviesa.
"¿Mi hogar?" repitió Lisa, sus ojos buscando los de Jennie, desafiantes pero curiosos.
"Dices que mi coño es tu hogar, Lili. Vuelve a casa", insistió Jennie, su voz baja y melosa, llena de una urgencia que hacía que cada palabra resonara en el aire.
Lisa la miró vacilante, sus ojos entrecerrados mientras evaluaban las palabras de Jennie. Había una chispa de deseo mezclada con vacilación en su mirada.
"Por favor", dijo Jennie, suavizando su tono, añadiendo un toque de súplica.
Lisa tomó su polla y la puso encima del monte de Venus de Jennie, todavía burlándose. "No lo sé, Nini. Te dije que no te burlaras de mí y aun así lo hiciste".
Jennie soltó un pequeño gemido frustrado. "Sé que quieres correrte dentro de mí", refutó, sus palabras cargadas de deseo.
"No me puedo correr dentro de una chica mala", respondió Lisa, aun manteniendo su aire de superioridad.
"Puedes hacerlo, puedes ponerme en cinta si quieres", sugirió Jennie, su voz un susurro tentador.
Lisa hizo un gesto exagerado como si estuviera pensándolo. "Mmmm".
"Métela solo a la mitad, entonces", rogó Jennie, intentando encontrar una grieta en la resistencia de Lisa.
"No lo sé, Nini", dijo Lisa, disfrutando de su papel.
"Voy a morir si no la metes, Lisa", lloriqueó Jennie, su voz cargada de desesperación teatral.
Lisa soltó una carcajada. "Nadie muere por falta de una buena polla, amor".
"Yo sí", insistió Jennie, su voz cargada de drama y deseo.
"¿Sí?" Lisa levantó una ceja, divertida.
"Tu verga es tan rica que no puedo vivir sin ella, la quiero toda, dentro, por dentro", dijo Jennie con voz de necesitada, sus ojos brillando de deseo.
Lisa la miró con una mezcla de diversión y ternura. "Estás muy necesitada, princesa", murmuró, inclinándose para besarla suavemente, prometiéndole que cumpliría con su deseo.
Jennie correspondió el beso con fervor, su cuerpo temblando ligeramente de anticipación.
"Puedes hacerme un bebé, amor. Dejarme tan llena que no me pueda levantar para que no se salga", Jennie murmuró, sus palabras un suave canto de deseo.
Lisa sonrió, todavía manteniendo su posición dominante. "No eres más que una perra, mi amor".
"Tuya, Lili", Jennie respondió con voz dulce, sus ojos brillando con devoción.
Lisa se compadeció de ella, más bien de ambas. No podía resistir más la conexión que ambas deseaban tan desesperadamente. Con un movimiento decidido, se enterró de nuevo dentro de ella, de una sola embestida.
Jennie gritó de placer y sorpresa, mientras Lisa gemía fuertemente, sintiendo la calidez envolvente que tanto ansiaba.
"Joder, te dije que se sentía tan bien", dijo Jennie, su voz temblorosa y llena de satisfacción.
"Este coño, mío", gruñó Lisa, perdiéndose en la sensación, cada palabra un eco de la pasión que ardía entre ellas.
Jennie viró los ojos cuando Lisa retomó las embestidas duras y rápidas, arqueando su polla hacia arriba para alcanzar su parte esponjosa, provocando una ola de placer que hizo que Jennie se arqueara hacia ella. Cada movimiento las acercaba más, enredándolas en una maraña de deseo y necesidad que parecía no tener fin.
"Sí, tan... Rico... Lili, más, dame más", gemía Jennie, sus palabras apenas audibles entre los jadeos. Sus manos se aferraban al borde de la mesa, los nudillos blancos por la tensión, mientras su cuerpo se movía al compás de Lisa, cada embestida enviando una nueva oleada de placer por su columna.
"Toda tuya, joder. Esta polla es tuya", gimió también Lisa, su voz ronca y cargada de deseo. Estaba completamente entregada al momento, sintiendo cómo la conexión entre ellas se hacía más intensa con cada segundo que pasaba.
El cuarto parecía vibrar con la energía que generaban, una mezcla de gemidos y respiraciones entrecortadas llenando el espacio. Jennie podía sentir cómo su cuerpo respondía a cada movimiento,
Lisa, sintiendo el clímax acercándose, se inclinó sobre Jennie, sus cuerpos pegados y sudorosos, mientras susurraba en su oído, "No puedo más... me voy a correr..."
Jennie, con el cuerpo temblando y su mente nublada por el placer, susurró de vuelta, "Hazlo, lléname, amor..."
Parecían conejas, ninfómanas por la forma en que Lisa la estaba martillando. El sonido de piel contra piel resonaba en la habitación, creando una sinfonía de deseo y éxtasis que llenaba el aire.
"Tan rico me llenas, qué rico se siente", decía Jennie, su voz entrecortada mientras sus manos recorrían su propio cuerpo, acariciando sus pechos con movimientos desesperados. Sus dedos jugaban con sus pezones, intensificando el placer que sentía.
"Te la voy a llenar de semen", gruñó Lisa, su voz profunda y cargada de promesas.
"Sí, lo quiero tanto", respondió Jennie, sus palabras salpicadas de gemidos, completamente perdida en la sensación de ser llevada al límite.
Dicho y hecho. Con un último embate, Lisa gimió fuertemente, su cuerpo convulsionando mientras se venía a chorros dentro de Jennie, llenándola completamente de su esencia. El calor se extendía por el cuerpo de Jennie, una ola de placer que la envolvía por completo.
Jennie la acompañó con un fuerte orgasmo, su cuerpo temblando sobre la mesa mientras el clímax la atravesaba, dejando una estela de éxtasis a su paso. Sus gemidos se unieron a los de Lisa, creando una melodía perfecta.
Maravilloso, sus fluidos se mezclaban, sus respiraciones se entrelazaban, y el sudor cubría sus cuerpos brillando a la tenue luz de la habitación. Había algo primitivo y salvaje en el ambiente, una conexión más allá de las palabras que sólo podía ser entendida por las dos.
Lisa se inclinó sobre Jennie, sus labios encontrando los de ella en un beso que era a la vez suave y lleno de promesas. Sus manos recorrían la piel de Jennie con una familiaridad tierna, explorando cada curva y contorno.
Jennie, aún con la respiración agitada, soltó un suave gemido cuando Lisa se enfocó en sus pechos, lamiendo y chupando cada pezón con una devoción que enviaba ondas de placer por todo su cuerpo. Se arqueó contra Lisa, deseando más, siempre más.
Lisa se apartó solo lo suficiente para susurrar contra sus labios, "Prepárate para la tercera ronda, te voy a aflojar ambos hoyos por jugar conmigo".
De nuevo tenía a Jennie sometida para el final de su aventura del día. Ya se hacía tarde y debían descansar, entonces Lisa procuró darle el mejor final de los finales a su sesión.
La habitación estaba envuelta en una penumbra suave, iluminada solo por la luz tenue de la lámpara de noche. La atmósfera estaba cargada de expectativa y deseo, una energía palpable que se cernía sobre ambas.
Jennie estaba preparada y dispuesta, colocada sobre la cama con una disposición que mostraba su entrega. Estaba boca abajo, su cuerpo alzado sobre las rodillas, con el trasero elevado y las manos atadas suavemente detrás de su espalda. Un pequeño vibrador zumbaba suavemente dentro de su trasero, intensificando las sensaciones y preparando el terreno para lo que vendría a continuación.
Lisa la observó con una mezcla de admiración y posesión. Había algo increíblemente satisfactorio en castigar a su chica de esta manera, sabiendo que, al final del día, ambas estaban disfrutando de cada momento.
Jennie había sembrado la idea de que quería ser preñada, y ahora esa idea se había convertido en un desafío que Lisa estaba más que dispuesta a aceptar. Sabía que esta noche iba a ser inolvidable, un final perfecto para una sesión de pasión y juego que había consumido el día entero.
"Voy a llenarte de nuevo, Nini", prometió Lisa, su voz baja y ronca, cargada de la certeza de lo que estaba por venir. "Voy a asegurarme de que sientas cada gota dentro de ti".
Jennie solo pudo gemir en respuesta, su cuerpo temblando en anticipación mientras el vibrador trabajaba para llevarla al borde una vez más.
Lisa se posicionó detrás de Jennie, su erección prominente y lista. Se inclinó hacia adelante, plantando un suave beso en la espalda de Jennie antes de alinearse con su entrada. Con un movimiento lento y deliberado, comenzó a entrar, sintiendo la cálida y acogedora sensación envolverla.
Esta vez sería un poco diferente para ambas. Lisa quería probar algo nuevo, un cambio que intensificaría aún más las sensaciones que ambas ya compartían.
Lisa alzó uno de sus pies y lo colocó suavemente sobre la cabeza de Jennie, asegurándose de no hacerle daño, pero estableciendo su dominio. Con una mano, agarró firmemente las muñecas de Jennie, manteniéndolas juntas y asegurándose de que no pudiera moverse mucho. Su otra mano se apoyó en el precioso culo de Jennie, dándole un apretón posesivo mientras se preparaba para continuar.
El vibrador seguía zumbando lentamente dentro de Jennie, proporcionando una estimulación constante que mantenía su cuerpo al borde del éxtasis. Lisa ajustó ligeramente el ritmo del vibrador, asegurándose de que no fuera demasiado intenso, pero lo suficiente como para mantener el placer presente en cada fibra del ser de su ser.
Comenzó a embestirla salvajemente de nuevo, esta vez con un ángulo y un propósito diferente, como si la estuviera montando. Cada empuje era poderoso y preciso, con la intención de alcanzar el máximo placer tanto para Jennie como para ella misma.
Jennie jadeó, sus gemidos entremezclados con el zumbido del vibrador y el sonido rítmico de sus cuerpos encontrándose una y otra vez. La nueva posición le ofrecía una sensación diferente, una mezcla de sumisión y libertad que la dejaba deseando más con cada movimiento de Lisa.
Lisa disfrutaba del control absoluto que tenía sobre la situación, su mirada fija en el cuerpo de Jennie que se retorcía de placer bajo su toque. Cada embestida era una declaración de poder y deseo, un recordatorio de lo bien que se conocían y lo perfectamente que encajaban.
"¿Te gusta así, Nini?" preguntó Lisa, su voz ronca y entrecortada por el esfuerzo.
Jennie apenas podía hablar, sus palabras saliendo en susurros ahogados. "Sí, Lili... es tan bueno... nunca quiero que se detenga", respondió, su cuerpo temblando con cada palabra.
"Tan apretado ese coño, carajo", decía Lisa con voz ronca mientras chocaba su pelvis duro y rápido contra el culo de Jennie. La intensidad de sus movimientos resonaba en toda la habitación, el sonido de su piel encontrándose eco de su pasión desenfrenada.
Cada embestida era precisa, fuerte y llena de una necesidad animal que ambas compartían. Jennie gritaba con cada entrada completa, sus vocalizaciones una mezcla de sorpresa, placer y la pura sensación de ser llevada al límite.
"Lo estás haciendo tan bien, Nini", murmuró Lisa entre respiraciones pesadas, sin dejar de mirar cómo el cuerpo de Jennie respondía a cada movimiento. "¿Te gusta sentirme tan profundo?"
Jennie apenas podía formar palabras, su cuerpo hablaba por ella, arqueándose hacia Lisa, buscando más de la conexión que ambas compartían. "Sí, sí, más, por favor", logró decir entre jadeos, sus manos aferrándose a las sábanas mientras su cuerpo se estremecía con el ritmo implacable de Lisa.
¿Quién era ella para no darle a su chica lo que quisiera? Lisa no podía negarle nada a Jennie, especialmente cuando su novia se lo pedía de esa manera tan dulce y vulnerable.
Lisa sonrió para sí misma y procedió a potenciar el vibrador dentro del culo de Jennie, dándole a un botón que incrementó la intensidad. El gemido que salió de los labios de Jennie fue tan fuerte y puro que resonó en el cuarto, un sonido de placer que hizo que el corazón de Lisa latiera más rápido.
Lisa se inclinó para besar la espalda de Jennie suavemente, sus labios rozando la piel cálida mientras la acariciaba con ternura. "Vamos a corrernos juntas de nuevo, linda", susurró Lisa.
Cada embestida de Lisa resonaba en el cuarto, el sonido de sus cuerpos chocando llenando el espacio con una cadencia que era casi hipnótica. Los testículos de Lisa golpeaban contra el culo de Jennie, un ritmo fuerte y constante que parecía empujar a ambas más cerca del borde.
Jennie estaba al borde de la locura, su cuerpo vibrando con cada movimiento mientras la verga de Lisa la llenaba por completo. El placer era tan intenso que sentía que podría desmoronarse en cualquier momento. "Lili, estoy tan cerca", jadeó, su voz entrecortada y urgente.
Lisa lo sabía, podía sentir cómo el cuerpo de Jennie respondía, apretándose a su alrededor de una manera que casi la desbordaba. "Este coño apretado me vuelve loca", murmuró Lisa, sus palabras llenas de admiración y deseo.
El momento llegó cuando Jennie gritó, un sonido de pura liberación que llenó la habitación. Lisa sintió cómo el clímax de Jennie se desencadenaba, su coño apretándose tan fuerte alrededor de su polla que tuvo que sacarla de golpe por la intensidad de los chorros que brotaron de ella. Jennie apenas se mantenía de pie, temblando mientras el placer la inundaba.
La sostuvo, asegurándose de que no se cayera, antes de volver a meter su polla dentro de ella, decidida a dar un final perfecto. Con un último empuje, Lisa se corrió, su semen llenando su coño en una serie de chorros calientes. "Tan rico, Nini, me aprietas tanto", murmuró.
Le quitó el pie de la cabeza y dio unos cuantos bombeos más, asegurándose de que cada gota de su orgasmo se quedara dentro de ella. Cuando finalmente la sacó, vio cómo su semen comenzaba a salir, cosa que ella no iba a permitir. Con determinación, reunió el semen con su dedo y lo metió todo dentro de nuevo. Jennie gimió suavemente ante la sensación, su cuerpo todavía sensible de todo lo que habían compartido.
Lisa le sacó el vibrador del culo y lo apagó, sabiendo que Jennie ya estaba a punto de quejarse si no lo hacía. El alivio fue inmediato, y Jennie dejó escapar un suspiro de satisfacción mientras Lisa le soltaba las manos, permitiéndole caer sobre la cama completamente.
Con un movimiento suave, Lisa se acomodó a su lado, envolviendo un brazo protector alrededor de ella mientras empezaba a mimarla. Jennie cerró los ojos, su respiración volviendo a la normalidad mientras se dejaba llevar por el calor y la seguridad que encontraba en los brazos de Lisa.
"Te amo, mi vida", murmuró Lisa, su voz suave y llena de ternura mientras acariciaba el cabello de Jennie.
Jennie sonrió, acurrucándose más cerca de Lisa mientras disfrutaba de la sensación de ser cuidada y amada. "Yo también te amo, Lili", respondió, su voz apenas un susurro mientras el cansancio empezaba a apoderarse de ella. "Gracias por ser siempre tan increíble".
Lisa sonrió, besando suavemente la mejilla de Jennie mientras ambas se dejaban llevar por el calor de su amor compartido. En la quietud de la habitación, con solo el sonido de sus respiraciones entrelazadas, encontraron paz y satisfacción, sabiendo que siempre se tendrían la una a la otra.
"Eres todo para mí, Nini", dijo Lisa, su voz apenas audible mientras el sueño empezaba a invadirla. "Siempre seré tuya".
"Y yo tuya, siempre", respondió Jennie, sus palabras desvaneciéndose en un suave suspiro mientras se dejaba llevar al mundo de los sueños, segura y amada en los brazos de Lisa.
Finalmente, Lisa había obtenido su venganza, y lo mejor de todo era que ambas lo habían disfrutado. Era esa mezcla de amor y deseo lo que mantenía viva la chispa entre ellas, un entendimiento tácito de que, aunque jugaban y se provocaban, siempre se encontrarían de nuevo en el punto medio perfecto donde la pasión y el cariño se encontraban.
Jennie, aún con el cuerpo relajado por el éxtasis de su encuentro, sonrió para sí misma. Sabía que había empujado a Lisa al límite y que su plan había funcionado. Le encantaba esa dinámica entre ellas, ese juego de provocaciones y límites que se desdibujaban, y aunque acababan siempre agotadas, la recompensa era más que suficiente para ella.
Pero Jennie, fiel a su naturaleza traviesa y juguetona, no dejaría nunca de provocar. Era una parte esencial de su relación, una manera de mantener las cosas interesantes y asegurarse de que la llama nunca se extinguiera. Incluso mientras yacía en la cama, ya estaba pensando en su próximo movimiento, en cómo podría volver a despertar esa chispa en Lisa.
"Mañana será otro día", pensó con una sonrisa mientras se acurrucaba más cerca de Lisa, sintiendo el calor de su cuerpo junto al suyo. Sabía que siempre habría nuevos juegos, nuevas formas de desafiarse mutuamente, y eso la hacía sentir emocionada por lo que vendría.
"Siempre estaré lista para ti, Lili", solo murmuró suavemente, ahora tranquila y satisfecha.
Hola, únanse al canal de WhatsApp.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro