✧𝘚𝘶𝘱𝘳𝘪𝘴𝘦
Advertencia: Si no sientes comodidad con contenido explícito de naturaleza sexual, con lenguaje fuerte y temática homosexual, te invito cordialmente a omitirlo y no prestarle atención. No es necesario perjudicar el esfuerzo de quien escribe, adapta o traduce con reportes que le puedan eliminar la cuenta. Ten en cuenta que esto es pura ficción y su objetivo es proporcionar entretenimiento.
★Contenido +18★
★Lenguaje explicito★
★Lisa G!P★
★Si pueden dejar un comentario para que Wattpad promueva la historia, se los agradecería mucho★
Lisa se sentó en el sofá, hundiéndose en los cojines mientras su cuerpo aún estaba húmedo por la ducha. La toalla gris apenas lograba cubrir su cintura, marcando la evidente tensión que llevaba desde temprano. Apoyó la cabeza en el respaldo, intentando calmar su respiración y despejar su mente, pero las imágenes de los videos que su novia le había enviado continuaban atormentándola.
Cerró los ojos, pero solo consiguió avivar esos recuerdos. Los gemidos suaves, casi suplicantes, el ritmo de sus movimientos, la forma en que sus dedos desaparecían dentro de ella... todo volvía con una claridad abrumadora. Lisa notó cómo su erección palpitaba, sin darle tregua. Se recostó más en el sofá, llevando una mano a su frente como si intentara alejar esos pensamientos, pero su cuerpo seguía reaccionando de una manera inevitable.
El calor del día se sumaba al calor que ya sentía dentro. Lisa movió la pierna, incómoda, tratando de encontrar una posición que le diera algo de alivio. Pero la sensación persistía, profunda y urgente, como si todo su cuerpo gritara por un desahogo que no había encontrado ni en la ducha ni en la quietud del sofá.
Lisa sabía que resistirse solo alargaría la agonía. No era alguien que se reprimiera cuando el deseo la consumía, y esta vez no iba a ser diferente. Su mente dejó de debatirse entre el control y la rendición cuando decidió resolver el problema de raíz.
Con la toalla aun envolviendo su cintura, dejó que su mano se deslizara hasta donde su erección permanecía oculta. Al principio, solo la tocó con suavidad, sintiendo el calor que irradiaba incluso a través de la tela. Hizo presión con su puño, notando cómo su cuerpo respondía con una oleada de placer que se extendía desde la punta hasta lo más profundo de su ser. Era una sensación rica, satisfactoria, pero no suficiente. Quería más.
Sin apresurarse, con movimientos calculados, quitó la toalla, dejándola caer al suelo. Finalmente, su polla quedó libre, erguida y palpitante. La piel estirada y tersa brillaba bajo la luz tenue de la habitación. La punta estaba roja, brillante por las primeras gotas de lubricación que se habían acumulado. Las venas, hinchadas y prominentes, recorrían toda su longitud como raíces que se extendían desde la base, cada una marcando la intensidad de su deseo.
Lisa dejó que sus dedos se deslizaran por su erección, recorriendo cada línea y curva, sintiendo el pulso fuerte en su palma. El mero hecho de verla así, tan rígida y anhelante, la hizo morderse el labio con anticipación. La presión interna que había soportado todo el día ahora se volcaba en una necesidad urgente de tocarse más, de llevarse al límite.
Sabía que una vez que comenzara, no habría marcha atrás. El deseo la tenía atrapada, y solo una cosa la liberaría. Con la toalla fuera, sentía el aire cálido del ambiente rozando su piel expuesta, pero todo lo que importaba era lo que sucedía entre sus piernas. Su mirada se fijó en su erección, observando cómo palpitaba al ritmo de su corazón acelerado, roja y tensa, exigiendo atención.
Lisa escupió en su mano derecha, sin prisa, pero con la certeza de que eso era lo que necesitaba. La saliva se mezcló con el líquido pre-seminal que ya humedecía la punta, haciendo que su mano resbalara con facilidad cuando la cerró en un puño firme alrededor de su dureza. Comenzó a moverse de arriba abajo, sintiendo cómo cada movimiento provocaba una oleada de placer que se mezclaba con un toque de dolor, como si estuviera enfrentando un deseo tan urgente que dolía.
Su puño se deslizaba por la longitud de su polla con movimientos rítmicos, pero intensos, casi desesperados, como si estuviera luchando contra algo dentro de sí misma. Apretaba más cada vez que bajaba, buscando esa fricción que rozaba el límite entre el placer y la agonía. Sus dedos se tensaban alrededor de las venas hinchadas, y cada vez que subía hasta la cabeza, la presión en la punta la hacía soltar un leve jadeo, un sonido entre el alivio y la necesidad insaciable.
Sabía que, en parte, se lo merecía. No podía quejarse de que Jennie le enviara ese tipo de videos justo cuando estaba en el trabajo, porque ella misma lo hacía con frecuencia. Era un juego que ambas habían cultivado, una especie de tortura mutua que las mantenía conectadas incluso cuando estaban lejos. Lisa recordaba claramente las veces que había enviado videos a Jennie mientras se masturbaba en su propia oficina, susurrando su nombre, deslizando su puño por su verga mientras la cámara capturaba cada detalle. Sabía lo mucho que eso encendía a Jennie, sobre todo porque la imaginaba mordiéndose el labio y aguantando las ganas de correrse en pleno horario laboral.
Lisa siempre encontraba la manera de provocar a su novia en los momentos más inoportunos. A veces, le enviaba un mensaje solo para decirle lo dura que estaba, describiendo en detalle lo que le haría si estuviera allí. Otras veces, simplemente grababa su orgasmo, jadeando su nombre mientras el placer la recorría, y lo enviaba sin previo aviso. Le encantaba saber que Jennie se retorcía en su silla, intentando mantener la compostura en medio de una reunión o cualquier tarea importante. Pero Jennie no se quedaba atrás; sabía devolver el golpe con la misma intensidad.
Esa mañana, cuando Lisa había visto los videos que Jennie le había enviado, sintió cómo todo su cuerpo reaccionaba al instante. En los videos, Jennie se tocaba lenta y sensualmente, al principio, como si solo quisiera calentarla, pero pronto el ritmo se aceleraba y los gemidos comenzaban a escapar de sus labios, llamando a Lisa, pidiéndole que estuviera allí con ella. Jennie incluso se metió un dedo más profundo mientras decía su nombre con un tono suplicante, dejando en claro cuánto la deseaba. El simple hecho de imaginarla jadeando y desesperada hizo que a Lisa se le hiciera imposible concentrarse en su trabajo.
Lisa decidió que no tenía sentido alargar más la espera. Se concentró en una sola cosa: correrse y luego seguir con su día. La necesidad era tan intensa que dejó que sus instintos tomaran el control. Con una mano continuó el ritmo firme de su puño, deslizándolo de arriba abajo por toda la longitud de su verga. Sentía cómo cada vez que llegaba a la base y volvía a subir, un placer eléctrico recorría su columna vertebral.
Con la otra mano, empezó a acariciarse los pechos, apretándolos y jugando con sus pezones, intensificando el placer que le recorría el cuerpo. Los gemidos comenzaron a escapar de su garganta, respirando pesadamente mientras el calor en su interior crecía con cada movimiento. Abrió más las piernas, buscando mayor comodidad y un ángulo que hiciera la sensación aún más intensa. Al hacerlo, sentía cómo sus testículos rebotaban con cada embestida de su mano, añadiendo una fricción deliciosa que solo aumentaba la presión en su bajo vientre.
El movimiento rítmico de su mano era constante y determinado, y podía sentir cómo sus testículos se balanceaban con cada sacudida, Cada vez que su puño subía hacia la punta de su erección, apretaba ligeramente, provocando que las gotas de pre-seminal se acumularan, humedeciendo aún más su mano. Ese pequeño detalle, la sensación de su humedad mezclada con la de su saliva, hacía que todo fuera más resbaladizo, más sucio, y, por tanto, mucho más placentero.
Lisa estaba tan inmersa en su placer, con la mente enfocada en el ritmo constante de su mano y en las sensaciones que recorrían su cuerpo, que no se dio cuenta de que ya no estaba sola. Cuando levantó la vista, su corazón dio un vuelco al ver a Jennie parada frente a ella, aún vestida con su ropa de trabajo. Jennie dejaba su cartera a un lado con una expresión entre sorprendida y divertida, claramente disfrutando de la escena inesperada.
Lisa se sobresaltó y detuvo su mano de inmediato, sintiendo cómo la sangre le subía al rostro al ver la sonrisa burlona de su novia. Jennie, con su típica actitud juguetona, no tardó en hacer un comentario.
"Veo que estás algo necesitada", dijo con una sonrisa cínica.
"Culpa tuya", contestó Lisa, fingiendo molestia, pero sin poder ocultar la chispa de deseo en su mirada. Sabía perfectamente que Jennie era la razón por la que había acabado en esa situación, y ahora ella estaba allí, como si hubiera venido justo a propósito.
Jennie soltó una risa suave, quitándose los zapatos con calma y dejándolos a un lado, como si no tuviera ninguna prisa. Se acercó despacio, cada paso calculado, y se detuvo justo frente a Lisa. La miró de arriba abajo, disfrutando de la vista: la piel brillante de sudor, su polla todavía dura, y el rastro de lubricación en su mano. Todo indicaba cuánto la necesitaba.
"¿Me vas a ayudar o qué?", dijo Lisa con un tono desafiante, aunque la tensión en su voz revelaba la desesperación que sentía. "Porque quiero terminar el trabajo y tú solo estás ahí obstruyendo".
Jennie arqueó una ceja y sonrió con satisfacción. Sabía que tenía el control en ese momento, y eso solo la animaba más. Se inclinó ligeramente, acercándose lo suficiente como para que su aliento rozara la piel de Lisa, pero sin tocarla aún.
"¿Obstruyendo?", susurró Jennie con un tono burlón. "Más bien parece que te estoy dando la motivación que necesitas".
Sin esperar una respuesta, Jennie se arrodilló lentamente frente a Lisa, sus ojos nunca perdiendo el contacto con los de ella. Lisa tragó saliva, su pecho subiendo y bajando con anticipación. Sentía cómo la tensión volvía a acumularse, aún más fuerte que antes, ahora que Jennie estaba tan cerca. La forma en que la miraba, con una mezcla de desafío y deseo, hacía que el latido de su corazón resonara en sus oídos.
Jennie pasó una mano suavemente por la cara interna de las piernas de Lisa, separándolas aún más mientras se acomodaba mejor. Sus dedos apenas rozaban la piel, provocando escalofríos que recorrían a Lisa de arriba abajo.
"Bueno, si tan desesperada estás... será mejor que me asegure de que termines bien", murmuró Jennie, sus labios curvándose en una sonrisa pícara mientras su mirada se oscurecía con intención.
Jennie disfrutó por un momento observando la carita roja y jadeante de Lisa, quien apenas podía mantener la compostura. Su mirada descendió lentamente hasta su polla, cubierta de una mezcla de su propia lubricación y el pre-seminal que ya goteaba. Jennie sonrió, encantada con la visión, y sin perder tiempo, envolvió su mano alrededor de la erección de Lisa. Sus dedos apenas lograban rodearla por completo, lo que siempre le había fascinado.
Le dio una probada rápida a la punta mientras sus ojos se mantenían fijos en Lisa. Lamió la cabeza con una lengua juguetona, saboreando el sabor salado que tanto le gustaba. "Hmmm, deliciosa como siempre", repitió, dejando que la lengua recorriera la forma de hongo de la punta.
Jennie siempre había admirado la verga de Lisa, y no lo ocultaba. La forma redondeada y gruesa de la cabeza le parecía especialmente apetitosa, como si estuviera hecha para ser devorada. Era hermosa, gordita y perfectamente proporcionada para su gusto, con ese color rosado que contrastaba con las venas marcadas a lo largo del tronco. Jennie adoraba cómo la punta se hinchaba y se volvía aún más sensible con cada toque, lista para recibir toda la atención que ella estaba dispuesta a darle.
Sin dejar de admirarla, Jennie acercó más su boca, dejando que sus labios rozaran la piel caliente de la punta antes de abrirlos lentamente. Sentía el cosquilleo de anticipación en su propia piel, el placer de saber que tenía a Lisa exactamente donde quería.
Jennie adoraba la textura: la piel tersa y caliente bajo sus dedos, que se tensaba aún más cuando la apretaba ligeramente. Podía pasar horas explorando esos detalles, deleitándose con la forma en que reaccionaba a cada caricia, cada lamida.
A partir de ese momento, ambas se entregaron por completo al deseo. Jennie no perdió más tiempo y, con una habilidad que solo el hábito y la experiencia podían otorgar, envolvió la cabeza de la verga de Lisa con sus labios. Con un movimiento fluido, deslizó la punta dentro de su boca, dejando que se adentrara más y más, hasta sentir cómo tocaba la parte posterior de su garganta. Lisa, incapaz de contenerse, dejó caer la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos mientras un gemido gutural escapaba de sus labios. La sensación cálida y húmeda de la boca de Jennie alrededor de su polla la hacía perder la razón.
Jennie sabía exactamente lo que hacía. No era la primera vez que se encargaba de darle placer de esta manera, y siempre lo hacía con una precisión que rayaba en lo profesional. Sus labios se cerraron con firmeza mientras comenzaba a moverse rítmicamente, subiendo y bajando con un ritmo lento y torturante al principio, disfrutando del poder que tenía sobre cada reacción de Lisa. La lengua de Jennie se movía con maestría, lamiendo el borde de la cabeza y jugando con la ranura en la punta, mezclando placer con una ligera dosis de provocación.
A medida que Jennie aceleraba el ritmo, sus movimientos se volvían más profundos, tragándose la verga de Lisa casi hasta la base, cada vez con más intensidad. Lisa podía sentir cómo su polla rozaba el interior de la garganta de Jennie con cada embestida, mientras su novia la tomaba con una mezcla de devoción y ansias que parecían naturales en ella. Jennie era experta en leer cada jadeo, cada espasmo de placer, y sabía cuándo acelerar, cuándo detenerse por un segundo para saborear y luego seguir.
El sonido húmedo y rítmico de la mamada llenaba la habitación, mezclándose con los gemidos ahogados de Lisa, que no podía evitar mover ligeramente las caderas hacia arriba, buscando más de esa sensación adictiva. Jennie mantenía un control impecable, dejando que la saliva se deslizara por el tronco de la verga, haciéndolo todo aún más resbaladizo y sucio. Los ojos de Jennie, brillantes y cargados de lujuria, se alzaron para mirar a Lisa mientras seguía mamándosela con intensidad. Sabía que estaba llevándola al límite, y eso solo hacía que Jennie se dedicara con más ganas, dispuesta a hacerla explotar de puro placer.
Continuó su tarea con una precisión casi calculada, disfrutando de cada reacción de Lisa. Sus movimientos eran constantes y fluidos, creando un ritmo que alternaba entre lo lento y lo rápido, asegurándose de que cada parte de la verga de Lisa recibiera la atención que merecía. Su boca y lengua trabajaban en sincronía, recorriendo cada rincón con una maestría que solo aumentaba el placer de Lisa.
Lisa estaba completamente rendida, sus manos aferrándose al sofá mientras jadeaba y gemía con cada embestida de la boca de Jennie. La sensación de su verga entrando y saliendo de la garganta de Jennie era abrumadora, y cada vez que Jennie profundizaba más.
Jennie no se detuvo ni un momento, su ritmo se volvía más frenético a medida que sentía a Lisa tensarse más. Sabía exactamente cómo mantenerla al borde, cómo jugar con sus movimientos para asegurarse de que la sensación fuera máxima. Sus labios, sellados alrededor de la verga, se movían de arriba abajo con una fuerza y velocidad que dejaban claro cuánto disfrutaba de la tarea. La lengua de Jennie, al pasar por debajo de la cabeza, provocaba oleadas de placer que hacían que Lisa soltara gemidos ahogados.
Finalmente, aumentó la velocidad de su boca, haciendo a Lisa gemir especialmente fuerte, llegando a su orgasmo.
El orgasmo de Lisa fue devastador, un estallido de placer tan intenso que la dejó completamente deshecha. Con un último empujón, Jennie profundizó aún más, llevando toda la verga de Lisa a su garganta. La sensación de estar tan profundamente dentro de ella fue el catalizador perfecto para el clímax que estaba a punto de estallar. Lisa sintió cómo el calor de su propio semen comenzaba a acumularse en la base de su polla, la presión creciendo a cada segundo.
Cuando el momento llegó, su glande comenzó a palpitar, liberando el primer chorro de semen en un flujo abundante. El semen brotó con fuerza, inundando la boca de Jennie. Cada pulsación de su polla enviaba más y más líquido caliente, llenando su boca con una sensación espesa y cremosa. Jennie, completamente satisfecha con la tarea, no perdió ni un segundo. Abrió la boca para recibir cada gota, tragando el semen con gusto, saboreando el sabor salado y ligeramente ácido que tanto le encantaba.
Mientras Jennie tragaba, podía sentir cómo el líquido se deslizaba por su garganta, dejando una sensación de calidez y plenitud. El placer que había proporcionado a Lisa, y el acto de tragar su semen, era algo que Jennie disfrutaba profundamente. Cada trago parecía alimentar su propia excitación, una sensación de poder y dominio que la hacía sentir aún más conectada con Lisa.
Lisa, completamente rendida, se dejó llevar por las olas de placer que la atravesaban, su cuerpo temblando y sus gemidos convirtiéndose en susurros incoherentes. La intensidad del orgasmo la había dejado sin aliento, y el simple hecho de sentir cómo su verga era recibida y disfrutada por Jennie era una experiencia que la llenaba completamente. Su mente estaba nublada por el placer, y no podía evitar estremecerse cada vez que Jennie movía su lengua o tragaba con satisfacción.
Finalmente, cuando el flujo de semen comenzó a disminuir, Jennie retiró lentamente su boca, mirándola con una sonrisa satisfecha. Acarició suavemente el tronco de la verga de Lisa, ahora en un estado de post-orgasmo, mientras Lisa se recuperaba del intenso placer. La mirada en los ojos de Jennie, llena de deseo y satisfacción, revelaba que había disfrutado tanto del acto como Lisa lo había hecho.
"¿Te sientes mejor ahora?", preguntó Jennie con un tono juguetón, mientras acariciaba la piel sudorosa de Lisa, aun sin dejar de sonreír. Sabía que había cumplido su misión y que, en ese momento, Lisa no podría estar más satisfecha.
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