✦𝐀𝐫𝐠𝐮𝐢𝐧𝐠 𝐚𝐧𝐝 𝐬𝐰𝐞𝐚𝐭𝐢𝐧𝐠
Advertencia: Si no sientes comodidad con contenido explícito de naturaleza sexual, con lenguaje fuerte y temática homosexual, te invito cordialmente a omitirlo y no prestarle atención. No es necesario perjudicar el esfuerzo de quien escribe, adapta o traduce con reportes que le puedan eliminar la cuenta. Ten en cuenta que esto es pura ficción y su objetivo es proporcionar entretenimiento.
★Contenido +18★
★Lenguaje explicito★
★Lisa G!P★
►Mis historias son detalladamente narradas, por lo que suelen ser extensas. Si prefieres historias breves o con un estilo más conciso, te invito a no leerlas.◀
Rosé siempre había sido la clase de persona que veía lo mejor en los demás, o al menos intentaba. Su corazón grande y su actitud abierta la llevaban a hacer cosas que, a veces, rozaban lo absurdo. No era raro que una noche cualquiera, en medio de un plan improvisado, terminara invitando a alguien que acababa de conocer, sin importar si era un vagabundo en una esquina o alguien simplemente extraño. Siempre creía que todos merecían una oportunidad, incluso si eso significaba una velada llena de incomodidad y discusiones. Sin embargo, las consecuencias de su "bondad" empezaban a pesar.
Jisoo, cansada de las consecuencias, le daba regaños cada vez que se enteraba de que Rosé había invitado a otro desconocido a unirse a su grupo, especialmente si resultaba en situaciones incómodas como el robo de cigarrillos por parte de los invitados más... extraños. Pero lo que realmente desbordaba la paciencia de Lisa era cuando la invitación recaía sobre Jennie.
Jennie, por alguna razón, siempre había tenido la habilidad de sacarle lo peor a Lisa. No solo era grosera y malhablada, sino que su presencia solía convertir cualquier momento relajado en algo incómodo. Cada palabra de Jennie parecía diseñada para chocar con la tranquilidad de Lisa: comentarios irónicos, risas burlonas, y esa actitud de "yo soy la más interesante en la sala". La situación se volvía aún más irritante cuando Rosé, sin pensarlo, decidía que Jennie era la compañera perfecta para una noche de fiesta. Eso sí, lo que menos le preocupaba a Rosé era la química o la paz en el grupo; para ella, todo se resolvía con una sonrisa y unas copas.
Y ahora allí estaba, atrapada en una burbuja de incomodidad, sentada en el sofá, casi como un espectador obligado a una obra que no tenía ni el mínimo interés en ver. El vaso en su mano temblaba ligeramente, no por nervios, sino por la frustración que le producía esa situación absurda en la que se encontraba. Trago tras trago, intentando disimular lo incómoda que se sentía. Estaba allí, atrapada en un círculo vicioso, completamente ajena a la diversión que los demás parecían estar disfrutando. Con su hoodie marrón, tan grande que casi la envolvía como un capullo de frustración, y sus sweatpants grises, Lisa parecía la personificación de la apatía.
Pero lo que más le incomodaba no era la ropa cómoda que elegía para intentar relajarse, sino la constante mirada de Jennie desde el otro lado de la sala, hablando con Rosé y Jisoo, como si estuviera en su elemento. La expresión de Jennie era de lo más irritante, con su actitud confiada y esa risa burlona que, inevitablemente, lograba colarse en los oídos de Lisa, como un clavo en una pared. A lo lejos, Jennie parecía disfrutar de la atención, gesticulando exageradamente mientras hablaba, como si tuviera algo importante que decir. Lisa, por otro lado, no podía dejar de pensar en lo que realmente sentía por esa chica: pura repulsión.
Estaba tan sumida en su tormento interior que casi no notó cuando el vaso de su mano se vació por completo. Y, cuando finalmente levantó la vista, allí estaba Jennie, acercándose con una sonrisa torcida y esos ojos que reflejaban una confianza irónica. Lisa apretó los labios, tratando de mantener la calma mientras pensaba en mil formas de responder, pero lo único que podía hacer era tragar el veneno y sonreír forzadamente.
Jennie no tardó en lanzar una de esas frases cargadas de desprecio, que Lisa ya había aprendido a reconocer en su tono. "¿Te molesta que esté aquí? No veo por qué. La noche está tan aburrida sin un poco de picante, ¿no?" La frase fue dicha con una tranquilidad que solo lograba irritar más a Lisa. Sabía que Jennie solo lo hacía para picarla, para hacerla reaccionar, y por un segundo, Lisa pensó en levantarse y marcharse. Pero, en lugar de eso, se quedó allí, con una cara de tragedia, observando cómo la chica disfrutaba del caos que había sembrado sin esfuerzo alguno.
La noche seguía avanzando con esa mezcla de risas y conversaciones desenfrenadas. La música de fondo ya no era suficiente para tapar el bullicio, y la sala se había llenado de un aire de camaradería que, por un momento, hizo que Lisa sintiera que era la única ajena a todo lo que estaba pasando. Cuando todos se agruparon alrededor de la mesa frente al sofá, su sensación de desconexión se hizo más fuerte. Al principio, la soledad era una compañía cómoda, un espacio en el que Lisa podía permanecer oculta, casi invisible, entre su hoodie marrón y su gorra blanca, como si la concha de su propia incomodidad fuera una capa protectora.
La conversación fluía entre chistes y anécdotas de la universidad, pero el tema principal rápidamente se desvió hacia algo que Lisa no esperaba en absoluto: un compañero de clases que había sido pillado acostándose con un profesor para mejorar su nota. Los detalles no eran lo suficientemente interesantes como para atraer la atención de Lisa. Sin embargo, como era de esperarse, su falta de participación no pasó desapercibida, sobre todo para alguien como Jennie.
"¿Y tú, Lisa? ¿Qué opinas de esto?" Jennie lanzó la pregunta con una sonrisa arrogante mientras se recostaba sobre la mesa, mirando a Lisa con esos ojos desafiantes que siempre tenían algo que decir, incluso cuando nadie había preguntado. La pregunta era casi una trampa, una manera de hacer que Lisa se sintiera más incómoda de lo que ya estaba. A pesar de que todos a su alrededor sabían que Lisa solía mantenerse al margen en estos intercambios, nadie se atrevía a intervenir, ya que Jennie sabía cómo hacer que las miradas cayeran sobre quien menos lo deseaba.
Lisa la miró de reojo, apretando los dientes, sabiendo que no podía simplemente ignorarla. Era demasiado obvia, y no era de su estilo quedarse callada, aún si solo era para responder con una frase cortante. "No tengo nada que opinar", contestó, con tono seco, mirando al suelo, tratando de evitar que su incomodidad se hiciera más evidente.
Jennie, sin embargo, no se conformó con la respuesta. "Vamos, Lisa. No me digas que nunca lo pensaste. Seguro tienes una historia similar, ¿no?" Sus palabras estaban impregnadas de burla, de esas que provocaban una reacción incluso en los más calmados. Lisa sintió cómo su paciencia comenzaba a agotarse, pero lo último que quería era dejarse arrastrar por esa provocación.
"Nadie te pidió que hablaras o me involucraras en la conversación", dijo Lisa entre dientes.
"Oh vamos, estamos aquí para convivir, ¿no es así, Jisoo?", Jisoo la miró y alzó las cejas, presentía que aquello no iba a acabar bien.
Con el tiempo, el bullicio comenzó a desmoronarse. A medida que la noche avanzaba, algunos de los presentes en la reunión decidieron dispersarse, abandonando el círculo alrededor de la mesa. Las conversaciones se fraguaban en pequeños grupos de dos o tres personas, moviéndose hacia diferentes rincones de la casa. Unos se dirigieron a la cocina, buscando un refrigerio o simplemente cambiar de ambiente; otros se acomodaron en los sillones más alejados, como si la distancia física pudiera aliviar las tensiones del momento. La atmósfera se volvió más relajada, más fragmentada, pero para Lisa, todo parecía igual de incómodo.
Rosé, al ver cómo Jennie continuaba haciendo comentarios mordaces, lanzó una mirada fugaz hacia Lisa, un gesto de disculpa silenciosa, como si con esa mirada pudiera aliviar la carga que Jennie había puesto sobre ella. Lisa, al notar el gesto, le respondió con una suave presión en el hombro, una manera de decirle que no se preocupara, que no era culpa suya. En su corazón sabía que Rosé no podía controlar la actitud de Jennie, pero la empatía de su amiga siempre la hacía sentir un poco mejor, incluso en esas situaciones incómodas.
Sin embargo, Jennie no parecía dispuesta a dejar a Lisa en paz. A pesar de que la atención de la mayoría se estaba dispersando, ella no pudo resistir la tentación de seguir provocando. Se acercó de nuevo, esta vez más cercana, con una sonrisa que claramente no era amistosa. "¿Aún sigues con ese aire de superioridad, Lisa?" dijo, de forma casi susurrada, lo suficientemente fuerte para que solo Lisa pudiera oírlo, pero no lo suficiente como para que alguien más pudiera intervenir. "Creí que eras más divertida, pero veo que solo eres una más del montón."
La burla era clara, y Lisa pudo sentir cómo sus dientes se apretaban de frustración. Ya había intentado ignorarla, pero Jennie no dejaba de insistir, cada palabra afilada como un cuchillo, cada mirada cargada de desafío. A pesar de que había un par de risas provenientes de las conversaciones cercanas, Lisa se sintió como si estuviera atrapada en una burbuja de tensión, aislada no solo de la conversación, sino también de su propia paz mental.
"¿Vas a seguir con esto toda la noche?", respondió finalmente, sin poder evitarlo. Su tono era firme, pero su paciencia se había agotado.
Jennie se acercó aún más, disfrutando del control que parecía tener sobre la situación, como si estuviera ganando algún tipo de poder emocional al seguir molestado a Lisa. "¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Huir como siempre?" La ironía en su voz era palpable, pero Lisa no se dejó arrastrar por el veneno. Sabía que la situación no pasaría a mayores, pero era agotador tener que mantener la calma.
Lisa observó a los pocos que quedaban en la sala, notando que la mayoría ya se había dispersado, dejando solo a unos cuantos en su círculo cercano. Entre ellos estaban Rosé y Jisoo, quienes la miraban de lejos con esa mezcla de preocupación y resignación, como si esperaran que la tensión en el aire finalmente estallara. También estaban las dos amigas de Jennie, observando en silencio, conscientes de la tormenta que se estaba gestando.
Lisa sentía cómo la presión se acumulaba dentro de ella, como si todo el peso de la noche estuviera a punto de desbordarse. No podía seguir soportando el constante juego de Jennie, esa provocación silenciosa que había estado alimentando. Necesitaba algo de espacio, algo para liberarse de esa opresión. Pero en lugar de huir, decidió enfrentar lo que había estado evitando.
"Estaremos bien, solo quiero conversar", dijo Lisa, con una calma que casi parecía fuera de lugar. Su voz era firme, pero su mirada dejaba claro que ya no iba a tolerar más de las provocaciones de Jennie. No era cuestión de empezar una pelea, sino de tomar el control de la situación de una vez por todas. Sin esperar una respuesta, se levantó del sofá con determinación, el sonido de su hoodie moviéndose ligeramente en el aire.
Jennie la miró desconcertada por un momento, pero antes de que pudiera reaccionar, Lisa fue directa hacia ella, tomándola del brazo con una firmeza inesperada. "¿Qué...?" Jennie empezó a protestar, pero antes de que pudiera añadir algo más, Lisa la arrastró hacia la escalera sin que nadie pudiera impedirlo. La sorpresa fue palpable en el grupo que quedaba en la sala, pero ninguno se atrevió a interrumpir. Todos sabían que esto no era algo que Lisa hiciera a menudo, y el silencio que siguió a su acción era casi sepulcral.
Al llegar a la habitación de Jisoo, Lisa empujó la puerta con un leve golpe, y entró, arrastrando a Jennie detrás de ella. La puerta se cerró con un leve estruendo, aislándolas del resto de la casa. Jennie intentó soltarse del agarre de Lisa, pero no pudo evitar sentirse desconcertada, ya que no esperaba que las cosas fueran tan lejos. El aire en la habitación estaba cargado de una tensión palpable, y Lisa se dio la vuelta, dejándola frente a ella, sin decir una palabra por un momento.
"Vamos a aclarar esto, Jennie", dijo finalmente Lisa, su tono bajo, pero claro, sin rastro de la inseguridad que antes la había caracterizado. Sus ojos brillaban con una determinación que Jennie no había visto en ella antes. "Esto no va a seguir así."
Jennie la miró, claramente sorprendida, pero no podía evitar una sonrisa burlona. "¿De qué hablas? No sé qué te pasa, Lisa. No todo el mundo tiene que ser tan... sensible."
Lisa respiró profundamente, pero su postura era firme. "No soy sensible. Solo que estoy cansada de tu actitud." Cada palabra se sentía más pesada en el aire, pero ya no importaba. Esta vez, no iba a dar un paso atrás. "Tú y yo vamos a hablar, y lo vamos a hacer como adultos. No voy a permitir que sigas jugando con mi paciencia."
Jennie frunció el ceño, sabiendo que esta vez no había forma de escapar. El control que había tenido sobre Lisa durante toda la noche se desmoronaba rápidamente. Pero aún quedaba esa chispa de desafío en sus ojos, como si no estuviera dispuesta a ceder tan fácilmente. Y mientras ambas se enfrentaban, la tensión que había marcado la noche aún flotaba en el aire, esperando a ver quién cedería primero.
"Pareces de esas chicas que nunca pueden estar al mando de nada porque por todo se ponen rabiosas y molestas", se burló Jennie, disfrutando de cada palabra que salía de su boca, como si estuviera buscando una reacción de Lisa. La tensión entre ellas era palpable, y el aire en la habitación se había cargado con una electricidad pesada. Jennie sabía cómo sacar de quicio a Lisa, cómo empujarla a ese límite, y no pensaba detenerse.
Lisa, sin embargo, no respondió de inmediato. En lugar de eso, se dejó caer sobre la cama, sus ojos clavados en Jennie con una mirada feroz de desprecio, un odio puro que emanaba de su interior. Aquel era el punto sin retorno. Ya no importaban las bromas o las provocaciones. Lisa no pensaba ceder.
"¿No venías a confrontarme? ¿Ahora te harás la cobarde?", continuó Jennie, siempre buscando esa chispa de reacción, esa chispa que podía encender el caos en Lisa. "Oh, claro. Es que lo eres".
Pero la paciencia de Lisa estaba llegando a su límite. Sus manos apretaron los bordes de su hoodie marrón, los puños cerrándose lentamente, como si cada palabra de Jennie fuera una nueva provocación que la acercaba más a estallar. "Jennie, para", dijo, su voz baja, pero cargada de advertencia.
Jennie, lejos de amedrentarse, se burló más. "Si hubieses querido que pare, hace tiempo lo hubieses logrado, tonta". No había temor en sus ojos, solo un desafío arrogante que retaba a Lisa a reaccionar.
"Jennie, para", repitió Lisa, ahora con una fuerza renovada en su tono. Esta vez, la mirada de Jennie parecía divertirse aún más con la provocación. Y eso la enfurecía.
"No haré un carajo", replicó Jennie, cruzándose de brazos, sin la mínima intención de ceder ni un paso atrás.
Lisa, sin mediar más palabras, se levantó con rapidez. Cruzó la habitación hacia la puerta y, con un movimiento brusco, cerró el pestillo. Los ojos de Jennie se abrieron un poco, sorprendida por la acción repentina, pero no era suficiente para intimidarla.
Lisa se acercó con pasos firmes, la rabia reflejada en cada uno de sus gestos, hasta que quedó a pocos centímetros de Jennie. Sin previo aviso, la empujó suavemente hacia la pared, acorralándola, sorprendiendo a Jennie por la audacia de su movimiento. Las palabras salieron de su boca como un susurro de furia contenida. "Eres una cretina, en todo el sentido de la palabra".
Por un momento, el aire se detuvo. Jennie no retrocedió ni un milímetro. En lugar de ceder, levantó la mirada desafiante, mirando directamente a los ojos de Lisa. Sus caras estaban a tan solo unos centímetros de distancia, y la tensión entre ellas era casi tangible. "¿Te importa acaso?", preguntó Jennie, su voz retumbando con una mezcla de burla y desafío, claramente disfrutando del poder que sentía tener sobre Lisa.
Lisa apretó los dientes. Podía sentir su respiración acelerada, el calor de la ira corriendo por su cuerpo, pero no podía mostrar debilidad. Jennie quería verla caer, quería ver cómo se rendía, pero Lisa no iba a darle esa satisfacción. En un último intento de hacerse escuchar, se inclinó un poco más hacia ella, sus ojos nunca apartándose de los de Jennie, como si estuviera dispuesta a atravesarla con la fuerza de su mirada. No era un simple enfrentamiento; era una batalla de egos, de poderes no dichos, pero presentes en cada movimiento.
Jennie, viendo que Lisa no retrocedía, soltó una risa burlona, pero algo en su postura también cambió. La actitud desafiante de Lisa la había hecho dudar, aunque no lo mostraría. Ambas sabían que, por el momento, ninguna iba a ceder.
La habitación se llenó de una tensión asfixiante, como si el aire mismo estuviera en guerra con la energía que ambas desprendían. Lisa se inclinó un poco más cerca, una sonrisa torcida adornando su rostro, claramente disfrutando del efecto que sus palabras tenían en Jennie. La furia en los ojos de esta última era evidente, pero Lisa sabía que había tocado un nervio.
"Podría patear tu estúpido trasero engreído aquí mismo, y no podrías hacer nada al respecto", dijo Lisa, su voz firme y cargada de desafío. Cada palabra estaba diseñada para provocar, para encender esa chispa de rabia que Jennie trataba de contener.
Jennie arqueó una ceja, su boca curvándose en una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. "¿Por qué mejor no lo besas, inepta?" replicó, su tono lleno de ironía, como si intentara minimizar el impacto de las palabras de Lisa. Pero ambas sabían que estaban jugando un juego peligroso.
Lisa no dejó que esa respuesta la desconcertara. "¿Tan obsesionada estás conmigo que te comportas como una mocosa delante de todos?" preguntó, su sonrisa volviendo a aparecer, pero esta vez más afilada. Disfrutaba del control que empezaba a ganar en la conversación.
"¿Quién carajo va a obsesionarse contigo, Manoban?" Jennie lanzó la respuesta como un dardo, su ceño fruncido dejando en claro que la paciencia que le quedaba era mínima.
Lisa soltó una risa corta, inclinándose un poco más hacia ella, lo suficiente para que sus caras quedaran a escasos centímetros. "Pues parece que te llamo mucho la atención. No paras de mencionarme y de acercarte a mí. Dime, ¿qué quieres conseguir?"
"¡No quiero nada más que despegues tu horrible ser del mío!" respondió Jennie, levantando la voz, como si al hacerlo pudiera recuperar algo de control en la situación. Pero la manera en que sus ojos esquivaban por momentos la mirada de Lisa delataba algo más.
Lisa sonrió de nuevo, esa sonrisa que parecía hecha a medida para desquiciar a Jennie. "¿Un poco de polla es lo que quieres?" preguntó, con una burla descarada en su tono. Sabía que esas palabras iban a golpear un punto débil, y el ceño aún más fruncido de Jennie le confirmó que había dado en el blanco.
Jennie apretó los dientes, claramente irritada. "¿Podrías quitárteme de encima?" exigió, pero su tono no tenía la misma fuerza que antes. La cercanía de Lisa, su control sobre la situación comenzaba a hacer mella en su postura desafiante.
Lisa, sin moverse, ladeó la cabeza ligeramente, examinándola con una mezcla de diversión y desafío. "¿Por qué debería hacerlo? No pareces querer que termine esto. admítelo, Jennie. Este jueguito te gusta más de lo que quieres aceptar."
Jennie abrió la boca para responder, pero las palabras no salieron. Por primera vez en la noche, parecía que no tenía una respuesta rápida preparada, y eso solo hizo que Lisa se sintiera más en control. La guerra de palabras había tomado un giro inesperado, y ambas lo sabían.
La tensión en la habitación alcanzó su punto máximo cuando Jennie, por primera vez en toda la noche, se quedó sin palabras. La sonrisa burlona que había mantenido como escudo se desvaneció de sus labios, dejando al descubierto un destello de incertidumbre en sus ojos. Lisa notó el cambio, y esa chispa de vulnerabilidad fue todo lo que necesitó para actuar.
Con un movimiento calculado, se lamió los labios lentamente, sus ojos nunca apartándose de los de Jennie. El efecto fue inmediato: Jennie bajó la mirada hacia la boca de Lisa, como si algo en su cuerpo hubiese respondido antes de que su mente pudiera detenerlo. Lisa lo vio todo, esa reacción instintiva que confirmaba lo que sospechaba. No necesitaba más pruebas. Ya tenía suficiente.
Lisa se inclinó hacia adelante con una calma deliberada, reduciendo la distancia entre ellas hasta que apenas quedaba un suspiro separando sus bocas. Jennie no se movió, atrapada entre la pared y la presencia de Lisa, pero sus ojos mostraban una mezcla de desafío y algo más que Lisa no pudo evitar notar. Entonces, sin más preámbulos, Lisa la besó.
El beso fue lento al principio, suave pero firme, como si Lisa estuviera midiendo cada segundo, dándole a Jennie la oportunidad de retroceder si lo deseaba. Pero Jennie no lo hizo. En lugar de eso, sus labios se tensaron al principio, como si estuviera luchando contra sí misma, pero pronto esa resistencia desapareció. Lisa podía sentir cómo su cuerpo se relajaba, cómo la pared de arrogancia y burla que Jennie había construido se desmoronaba con cada segundo que sus labios permanecían unidos.
Pero cuando Lisa pensó que había logrado el control total, Jennie cambió el ritmo. En lugar de rendirse, respondió al beso con una ferocidad inesperada. Sus manos se movieron, una sujetando la parte baja del hoodie de Lisa, mientras sus labios devoraban los de la otra como si fueran una lucha por el dominio. El beso dejó de ser lento y calculado; ahora era una batalla apasionada, un choque de voluntades donde ninguna de las dos quería ceder.
Jennie mordió ligeramente el labio inferior de Lisa, jalándolo con una mezcla de provocación y desafío, sus ojos cerrados pero su cuerpo completamente entregado a ese momento. Lisa, sorprendida pero lejos de intimidarse, respondió con igual intensidad, sus manos apoyándose contra la pared a ambos lados de Jennie, encerrándola aún más en ese espacio reducido.
El aire en la habitación era pesado, cargado de deseo y rabia entrelazados, como si todo lo que habían reprimido durante la noche estuviera siendo liberado en ese instante. El beso era salvaje, indomable, un reflejo perfecto de la relación caótica entre ambas. Jennie empujó con fuerza, obligando a Lisa a retroceder un paso, pero en lugar de separarse, se aferró más a ella, asegurándose de que ninguna pudiera escapar de ese momento.
Lisa sonrió contra los labios de Jennie, aún sintiendo la mordida que había dejado su marca. "¿Eso es todo lo que tienes, Kim?" murmuró, su tono lleno de desafío. Pero antes de que Jennie pudiera responder, Lisa volvió a inclinarse, retomando el beso con una intensidad renovada, dispuesta a no dejar que Jennie ganara tan fácilmente.
"Maldita idiota", murmuró Jennie, aunque su tono carecía del veneno habitual. Sus palabras quedaron atrapadas entre los besos incesantes que Lisa le daba, justo cuando esta la alzó del suelo con una facilidad que parecía completamente natural. Jennie, sorprendida por el movimiento, apenas tuvo tiempo de aferrarse a los hombros de Lisa mientras esta la cargaba y caminaba con pasos firmes hacia la cama de Jisoo.
Sus labios no se separaron ni un segundo, como si la conexión entre ellas fuera más fuerte que cualquier necesidad de aire. Lisa la dejó caer suavemente sobre la cama, su cuerpo cubriendo el de Jennie, quien no pudo evitar un leve suspiro que se mezcló con el calor del momento. La tensión que antes había entre ellas se transformaba en algo completamente distinto, algo más intenso, más crudo.
Los besos de Lisa eran un torbellino que Jennie no esperaba. Sus labios eran firmes, pero a la vez suaves, y el ritmo con el que la besaba era hipnótico, como si Lisa supiera exactamente qué hacer para que Jennie no quisiera detenerse. Para su propia sorpresa, Jennie admitía en su interior que esos besos eran increíbles, tan deliciosos que hacían que su mente se nublara y todo su cuerpo se rindiera a esa sensación.
Lisa sonrió contra los labios de Jennie, notando cómo la otra comenzaba a corresponder con más intensidad, sus manos moviéndose de forma casi desesperada por su espalda, aferrándose a la tela del hoodie como si no quisiera que este momento se escapara. "¿Ves? No es tan difícil dejar de ser una idiota por un rato", murmuró Lisa contra sus labios, su tono lleno de una burla juguetona que hizo que Jennie soltara un leve gruñido.
"¿Por qué no cierras la boca y sigues besándome?" respondió Jennie, su voz baja y cargada de impaciencia, tirando del cuello del hoodie de Lisa para atraerla de nuevo hacia ella.
Lisa no necesitó más invitación. Sus manos se movieron hacia las caderas de Jennie, sosteniéndola con firmeza mientras intensificaba el beso, esta vez dejando que su lengua rozara la de Jennie en una danza cargada de deseo. La habitación parecía más pequeña, más caliente, como si el mundo entero se redujera al espacio que ocupaban ambas en esa cama.
Cada beso era más profundo, más hambriento que el anterior. Jennie se movió debajo de Lisa, sus piernas rodeándola instintivamente mientras sus manos buscaban desesperadamente más contacto. El deseo que había estado oculto tras insultos y provocaciones finalmente explotaba en algo incontrolable, y ninguna de las dos parecía dispuesta a detenerlo.
Lisa, con una habilidad que parecía innata, deslizó las manos hasta la cintura de Jennie, sus dedos rozando suavemente la tela de la falda. En un movimiento ágil y seguro, la falda fue arrancada sin interrupción alguna en los besos apasionados que compartían. Jennie soltó un leve jadeo, pero no estaba dispuesta a quedarse atrás. Sus manos ascendieron con rapidez, aferrándose al hoodie de Lisa y tirando de él con una fuerza decidida.
"¿Qué te crees, una experta en esto?" murmuró Jennie entre beso y beso, su tono lleno de burla y desafío, aunque el ligero temblor en su voz delataba algo más.
Lisa sonrió contra sus labios, disfrutando del juego. "Más experta que tú, seguro", respondió antes de que sus labios volvieran a reclamar los de Jennie, el calor entre ambas aumentando con cada segundo.
La blusa de Jennie siguió el mismo destino que su falda, deslizándose fuera de su cuerpo mientras las manos de Lisa exploraban su piel con una mezcla de firmeza y delicadeza que dejaba a Jennie sin aliento. Pero Jennie no era del tipo que se quedaba como espectadora. Sus dedos recorrieron el torso de Lisa, deslizando el hoodie hacia arriba con movimientos rápidos y ansiosos hasta que lo sacó por completo, dejando a la otra expuesta ante ella.
"¿Crees que con esto vas a intimidarme, Manoban?" preguntó Jennie, su voz entrecortada pero todavía llena de ese tono desafiante que no la abandonaba ni en los momentos más intensos.
Lisa rio entre dientes, inclinándose para besar el cuello de Jennie, dejando un rastro de caricias con sus labios. "No me interesa intimidarte", susurró, su voz cargada de intención. "Solo callarte de una vez."
"Maldita arrogante", refunfuñó Jennie, aunque sus palabras se desvanecieron en un gemido bajo cuando Lisa mordió suavemente su clavícula. Sus manos se aferraron a los hombros de Lisa, buscando algún tipo de equilibrio mientras sentía cómo la intensidad entre ambas seguía escalando.
Los insultos continuaron entre susurros, mezclados con besos y caricias que hacían que el aire en la habitación se volviera más espeso. Cada palabra mordaz que salía de sus bocas parecía alimentarlas aún más, un combustible para esa conexión tan explosiva que ninguna había planeado, pero que ahora era imposible de ignorar.
Jennie, con las manos firmes y los labios todavía buscando los de Lisa entre suspiros, se movió con rapidez para desabrochar el pantalón de esta última. Tiró de él con una mezcla de urgencia y desafío, sus movimientos decididos pero cargados de tensión. Lisa no opuso resistencia, permitiendo que Jennie la despojara de la prenda mientras mantenía su mirada fija en ella, como si disfrutara de cada segundo de esa guerra silenciosa.
Cuando el pantalón cayó al suelo, Lisa no perdió el tiempo. Sus manos encontraron el cierre del brasier de Jennie y, con una facilidad desconcertante, lo desabrochó. La prenda cayó lentamente, revelando la figura de Jennie, quien permaneció inmóvil por un momento, su pecho subiendo y bajando con rapidez mientras intentaba recuperar el control de su respiración. La mirada de Lisa se endureció, una mezcla de desafío y algo más profundo reflejándose en sus ojos.
"Ahora no eres tan valiente, ¿o sí?" preguntó Lisa con una sonrisa ladeada, inclinándose ligeramente hacia Jennie, sus palabras cargadas de una burla que parecía un arma más en su arsenal. Sus ojos recorrieron el cuerpo de Jennie sin disimulo alguno, tomándose su tiempo para apreciar cada detalle, como si quisiera grabarlo en su memoria.
Jennie, lejos de dejarse intimidar, alzó la barbilla con ese orgullo característico que la definía. "¿Eso crees?" replicó, su voz ligeramente temblorosa pero todavía desafiante. Dio un paso hacia Lisa, acortando la distancia entre ambas, y deslizó sus manos por los costados de la otra, dejando un rastro de caricias que parecían desafiar cualquier intento de control por parte de Lisa.
"Lo sé", respondió Lisa, su tono bajo y provocador. Se inclinó hacia Jennie, atrapando su cintura con una mano mientras la otra se apoyaba contra la cama para mantener el equilibrio. Sus labios encontraron los de Jennie una vez más, esta vez con una mezcla de hambre y determinación que dejó claro que no pensaba retroceder ni ceder terreno.
Jennie respondió al beso con igual intensidad, sus manos moviéndose instintivamente hacia los hombros de Lisa, apretándolos como si intentara aferrarse a algo sólido mientras el mundo a su alrededor se desmoronaba en pura emoción. "Eres más insoportable sin ropa, ¿sabes?" murmuró Jennie entre beso y beso, su tono lleno de sarcasmo, pero también de algo más profundo, algo que no se atrevía a nombrar.
Lisa sonrió contra sus labios, su mano deslizándose lentamente por la espalda de Jennie. "Y tú eres insoportable en todos los sentidos", respondió, aunque su voz ya no tenía el filo de antes. Ahora había algo más suave en sus palabras, algo que ambas empezaban a reconocer, pero ninguna se atrevía a admitir.
La habitación seguía siendo testigo de esa lucha de poder disfrazada de deseo, donde cada beso y caricia eran tanto un ataque como una rendición. Ninguna estaba dispuesta a retroceder, pero ambas sabían que el verdadero enfrentamiento no estaba en las palabras ni en los gestos, sino en lo que estaban dejando salir con cada momento que pasaba.
**Ya de plano**, Jennie, con una mezcla de desafío y una intensidad que la caracterizaba, bajó el bóxer de Lisa con movimientos seguros y decididos, mientras sus ojos seguían fijos en los de ella, mostrando una mezcla de desafío y algo que ninguna de las dos quería verbalizar. Lisa, en respuesta, deslizó las bragas de Jennie lentamente, dejando que el momento se impregnara de una tensión casi palpable. Ambas estaban completamente entregadas a esa batalla que ahora se libraba en la intimidad de la ya profanada cama de Jisoo.
Jennie se tumbó de espaldas, su cuerpo acomodándose entre las sábanas mientras Lisa se posicionaba sobre ella, sus miradas entrelazándose en un duelo silencioso. Las respiraciones eran pesadas, llenas de deseo contenido y emociones que iban más allá de cualquier provocación inicial. Jennie rompió el silencio, su voz cargada de esa familiar mezcla de sarcasmo y emoción.
"Que sepas que te odio con toda mi alma", dijo, aunque sus palabras no coincidían con la forma en que sus manos se aferraban a la cintura de Lisa, como si no quisiera dejarla ir.
Lisa no pudo evitar sonreír, esa sonrisa que siempre parecía diseñada para sacar de quicio a Jennie, pero que ahora tenía un tinte más suave, casi cariñoso. "Entonces te daré una razón para amarme", murmuró, su voz baja y cargada de intención.
Con movimientos lentos y deliberados, Lisa comenzó a introducir su polla, asegurándose de hacerlo con cuidado, dejando que cada centímetro fuera una declaración de su control y su deseo. Jennie cerró los ojos por un momento, un leve jadeo escapando de sus labios, pero sus manos nunca dejaron de sostener a Lisa, como si quisiera asegurarse de que ese momento era tan real como lo sentía. Lo hacía de poco en poco, entrando y sacándolo de a poco hasta que pudo enterrarse toda dentro. Evidentemente ayudaba el hecho de que Jennie estuviese chorreando. Se notaba lo caliente que estaba y no daba vuelta atrás con sus planes.
La conexión entre ambas, aunque caótica y llena de contradicciones, era innegable. Cada movimiento de Lisa estaba diseñado para provocar una respuesta en Jennie, quien, lejos de resistirse, comenzaba a moverse al unísono, dejando que sus cuerpos hablaran el lenguaje que sus palabras no podían expresar.
Lisa se inclinó hacia Jennie, atrapando su mirada una vez más mientras sus cuerpos se unían en un ritmo cada vez más sincronizado. "¿Sigue siendo odio lo que sientes?" preguntó con una sonrisa burlona, su voz apenas un susurro entre respiraciones entrecortadas.
Jennie, con los labios entreabiertos y la mirada llena de una mezcla de desafío y rendición, solo pudo responder con un leve gemido que llenó la habitación, dejando claro que, en ese momento, las palabras sobraban. Lisa era grande, más de lo que esperaba y la verdad era que para ella se sentía más que maravillosa dentro.
Lisa comenzó a marcar un ritmo deliberado, lento pero firme, como si quisiera saborear cada reacción que arrancaba de Jennie. El sonido de sus cuerpos moviéndose juntos llenaba la habitación, mezclándose con los suspiros y jadeos que escapaban de ambas. Jennie, lejos de sus típicas respuestas sarcásticas, ahora se aferraba al cuello de Lisa con sus brazos, su rostro enterrado en el hombro de la otra mientras sus gemidos llenaban el espacio.
Lisa, fiel a su naturaleza provocadora, no pudo evitar comentar entre susurros, con una sonrisa burlona en los labios. "Dices que me odias, pero te aprietas así a mi alrededor... ¿Quién entiende a las niñas malcriadas como tú?"
Jennie levantó la cabeza, su rostro teñido de una mezcla de deseo y frustración, sus labios hinchados por los besos anteriores. "¿Por qué no te callas de una maldita vez?" murmuró, aunque el temblor en su voz le restaba contundencia a sus palabras. Sin embargo, Lisa no estaba dispuesta a obedecer tan fácilmente.
"¿Por qué debería? Si lo estoy disfrutando tanto como tú", respondió Lisa, aumentando ligeramente la intensidad de sus movimientos, arrancándole a Jennie un gemido más fuerte. La sonrisa de Lisa se ensanchó. "¿Ves? Es difícil odiarme cuando hago esto, ¿no?"
Jennie cerró los ojos con fuerza, su cuerpo arqueándose bajo el de Lisa mientras sus uñas se clavaban ligeramente en la piel de su cuello. "Eres tan... insoportable", alcanzó a decir entre jadeos, aunque su tono era mucho más suave que el usual, casi como si las palabras no tuvieran fuerza ante lo que estaba sintiendo.
Lisa se inclinó para besar la clavícula de Jennie, dejando un rastro de mordidas y caricias con los labios mientras su ritmo continuaba. "Y tú eres tan fácil de leer... Mira cómo respondes a cada cosa que hago", susurró contra su piel, disfrutando del control que sentía sobre el cuerpo y las emociones de Jennie.
Jennie, incapaz de responder con algo más que un gemido, se aferró aún más a Lisa, sus piernas rodeando su cintura en un intento desesperado por acercarla aún más. Era un tira y afloja constante, donde cada comentario de Lisa parecía desarmarla un poco más, pero cada reacción de Jennie la animaba a seguir provocando.
El ambiente en la habitación se hacía cada vez más pesado, cargado de una tensión que ninguna de las dos podía ignorar. El ritmo de Lisa era implacable, como si quisiera llevar a Jennie al límite, y los gemidos de Jennie eran cada vez más desinhibidos, reflejo de cómo poco a poco iba dejando caer todas sus barreras.
Jennie, harta de las constantes provocaciones de Lisa, decidió tomar cartas en el asunto. Sin previo aviso, se inclinó hacia ella y la besó con fuerza, atrapando sus palabras en sus labios y silenciándola de una vez por todas. El beso fue intenso, cargado de emociones encontradas, como si Jennie intentara demostrarle a Lisa que podía tener el control si quería.
Lisa, lejos de resistirse, respondió al beso con la misma pasión, sus manos aferrándose a la cintura de Jennie, profundizando el contacto mientras sus cuerpos seguían sincronizados. Era un tira y afloja, un intercambio cargado de electricidad que ninguna de las dos estaba dispuesta a perder.
Cuando Jennie finalmente se separó del beso, ambas respiraban con dificultad, sus frentes tocándose mientras el aire en la habitación parecía más denso que nunca. Lisa sonrió, esa sonrisa que siempre parecía tener el poder de sacar a Jennie de sus casillas. Pero esta vez, su provocación no fue un insulto ni una burla, sino algo que la tomó completamente por sorpresa.
"Qué preciosa te ves, Jennie", murmuró Lisa, su voz baja y suave, cargada de una sinceridad que desarmó a Jennie por completo. Sus ojos recorrieron el rostro de Jennie, deteniéndose en cada detalle, desde el enrojecimiento de sus mejillas hasta la forma en que sus labios temblaban ligeramente, aún hinchados por el beso.
Jennie parpadeó, procesando las palabras de Lisa. La típica rabia que habría surgido ante cualquier comentario suyo no apareció esta vez. En cambio, sintió un calor diferente extendiéndose por su pecho, algo que no podía explicar ni mucho menos controlar. Su instinto fue responder con sarcasmo, como siempre, pero las palabras no salieron. Lisa en cambio, dio una embestida especialmente profunda que la hizo jadear con los ojos cerrados y la otra aprovechó para besarle el cuello y susurrarle: "Hermosa".
Los testículos de Lisa chocaban contra ella y la dejaban sin aliento, sin opción.
Jennie estaba completamente perdida en las sensaciones que Lisa le provocaba. Cada movimiento, cada susurro, cada roce de su piel hacía que su mente se desvaneciera en un torbellino de emociones y deseo. La forma en que Lisa sabía exactamente dónde tocarla y cómo moverse la estaba llevando al borde de la locura, hasta que, inevitablemente, el clímax llegó.
El cuerpo de Jennie se tensó, su espalda arqueándose mientras un gemido profundo y desgarrador escapaba de sus labios. Su mente quedó en blanco, inundada por una oleada de placer tan intensa que casi la abrumó. Lisa, notando cómo Jennie alcanzaba su punto máximo, no dejó de moverse. En lugar de detenerse, ajustó su ritmo, asegurándose de prolongar el momento para que Jennie pudiera disfrutarlo al máximo.
"Eso es", murmuró Lisa, su voz ronca pero cargada de dulzura mientras observaba cómo Jennie se entregaba completamente al éxtasis. Sus manos se deslizaron por los costados de Jennie, acariciándola con ternura mientras sus labios dejaban un rastro de besos suaves en su cuello y clavícula, como si quisiera reconfortarla mientras su cuerpo aún temblaba por las sensaciones.
Jennie apenas podía respirar, sus manos aferrándose con fuerza a los hombros de Lisa como si esta fuera su única ancla en un mar de emociones desbordadas. "Lisa..." susurró, su voz entrecortada, cargada de una vulnerabilidad que rara vez dejaba salir. Había algo en ese momento, en la manera en que Lisa la cuidaba incluso en su entrega, que la hacía sentir expuesta pero extrañamente segura.
Lisa sonrió, inclinándose para besarla suavemente en los labios, un gesto que contrastaba con la intensidad que acababan de compartir. "Te ves increíble cuando te dejas llevar así", dijo en un susurro, su mirada fija en Jennie, como si no pudiera apartar los ojos de ella.
Lisa estaba cerca también, así que se salió de ella. Fueron jadeos de su parte, su piel enrojecida y su expresión de puro placer lo que denotaba lo que estaba por hacer.
Con mucha pasión de por medio de sus músculos y consciencia, tomó su polla en su mano envolviéndola en su puño ante la mirada de Jennie. Subía y bajaba su mano alrededor de su dureza, con rapidez, bastante. Estaba buscando su orgasmo desesperadamente. Ya estaba satisfecha con haber hecho correr a Jennie, así que se dejó ir. A los pocos segundos, echó su cabeza hacia atrás y gimió con los ojos cerrados. Hileras de semen salieron de su glande, cayendo estas sobre el abdomen de Jennie, quien espectaba todo.
Le parecía magistral la forma de la clavícula esbelta de Lisa mientras se tensaba, además de sus exageradamente sensuales gemidos, hasta podía decir que eran dulces y adorable. Eso sin mencionar toda la viscosidad que llenó su estómago que era bastante.
Lisa pegó su frente con la de Jennie, con la respiración agitada. La tensión entre ellas, acumulada durante días, era palpable, pero el roce de sus pieles les ofreció un breve respiro. Lisa, con la mirada fija en los ojos de Jennie, susurró, casi como si temiera la respuesta.
"¿Todavía me odias?".
Jennie quedó en silencio por un momento, como si las palabras estuvieran atrapadas en su garganta, pero antes de poder contestar, un golpe suave en la puerta rompió la quietud. La voz de Jisoo llegó a sus oídos con un tono preocupado. "Chicas, ¿todo bien ahí adentro?".
Lisa, rápidamente recobrando la compostura, se apartó un poco, aunque su corazón latía con fuerza. Se apresuró a responder, tratando de sonar lo más normal posible. "Estábamos discutiendo, ya vamos", dijo, sin poder evitar el nerviosismo en su voz. Jennie, con una pequeña risa, sacudió la cabeza como si supiera que no podían seguir ocultando lo que realmente sucedía.
En un impulso, Jennie tomó el rostro de Lisa con una mano, y antes de que ambas pudieran detenerse, se besaron suavemente, un beso que hablaba de todas las palabras no dichas, de las dudas y las inseguridades que se disolvían en ese instante. Se separaron lentamente, con las mejillas sonrojadas, y compartieron una sonrisa cómplice.
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