10. JELRA
El primer ataque lo da uno de ellos y es directo a mí. No usan las armas, por lo que nos facilita de momento las cosas y me da tiempo a guardar las dagas. El tipo intenta golpearme en el abdomen, pero yo tomo su brazo y lo paso sobre mí, de manera de dar vuelta su cuerpo y poder hacerle presión en la espalda tal como nos enseñaron los Giesler el primer día. Desenfundo una de las dagas y la pongo sobre su cuello, mientras que con mi otra mano hago presión en su brazo.
—Con tu mano libre, dejarás tu arma en el suelo —digo con un tono autoritario en la voz, algo que nunca había salido con tanta fuerza de mi interior. El tipo obedece y yo sonrío con suficiencia, haciendo más presión en su brazo y logrando que él gima de dolor —. Buen chico —suelto su brazo y lo obligo a darse vuelta, para quedar cara a cara. El cuchillo queda en su cuello y presiono, dejando salir un hilo de sangre. Lo miro a los ojos y veo que tiene terror en la mirada —. Ahora, te irás a aquél rincón y no me molestarás mientras acabo con todos ustedes. Este corte puede volverse peor si no me obedeces.
Lo suelto y el tipo se aleja de mí, yendo al rincón que le dije. Tomo su arma y la guardo. Ray está junto al guardia y lo mantiene vigilado, él no puede pelear pero nos servirá de ayuda de esa manera. Veo a Jane, tiene a dos guardias sobre ella. Corro a ayudarla y golpeo directamente en el medio de la columna de uno de los hombres, logrando que deje de rodear a Jane y se vuelva hacia mí. Piso con fuerza su pie derecho al tiempo que giro y le doy un golpe en el abdomen; él se dobla y, con todas mis fuerzas, lo golpeo en la espalda consiguiendo que quede arrodillado en el suelo, con las manos en el piso, tratando de sostenerse. Lo empujo obligándolo a estar completamente acostado y me subo sobre él, inmovilizándolo. Jalo de su cabello de manera que levanta la cabeza y, con mi brazo libre, rodeo su cuello.
—Escúchame bien, rata inmunda: dejarás tu arma aquí en el piso e irás al rincón con tu compañero. No quiero verte por aquí.
Esta vez, las cosas no salen como espero, ya que cuando lo suelto apunta su arma hacia mí y, de no ser por una flecha certera de Jane que tira su arma, ahora mismo tendría una bala en mi cabeza. La siguiente flecha se clava en el torso del hombre y éste intenta quitársela, pero no puede ya que empieza a caer dormido y termina desplomado a mis pies. Miro el panorama, hemos reducido a casi la mitad de los guardias, pero seguramente deben de estar por venir más.
—Deberías dormir a los que están bajo el cuidado de Ray, si aún tienes somnífero.
Mi amiga asiente y se va a disparar sus flechas, se la nota enérgica a pesar de la situación. Oigo que mi primo dice algo por el comunicador pero no estoy segura de qué es, hay mucho ruido en el lugar como para oír bien algo. Edwin se las ha arreglado bien por desarmar a dos guardias sin usar la katana, al igual que todos los que estuvieron dispuestos a pelear lo han hecho a pesar de estar heridos y mal alimentados.
Escuchamos pasos en las escaleras y tememos por lo peor. Siento que el fin se acerca, que ya nada impedirá que los guardias de Noterral acaben con nosotros o terminemos en una celda hasta morir. Pero nada de eso es así. Gente vestida de azul comienza a entrar al pasillo y eso me llena de alivio, ya que es la gente de gendarmería nacional. Ellos empiezan a agarrar a todos y cada uno de los de Noterral, esposándolos o inmovilizándolos. Los superaban en número y parte de eso se debía a nosotros y nuestro esfuerzo por reducirlos para salvarnos.
—¡Ray! —Oigo como Edwin grita y giro mi cabeza hacia dónde había dejado a Raymond. Está tirado en el suelo, ha perdido el conocimiento; se lo ve sudado y su estado está empeorando. Su hermano ya está con él y lo toma entre sus brazos —. ¡Anna, se me muere!
Las palabras del pequeño Edwin activan algo en Jane y en mí. Corremos hacia ellos e intentamos levantar a Ray para llevarlo a algún lugar y curarlo. Un agente de seguridad nacional se acerca a nosotras y me habla.
—Nosotros nos ocuparemos de llevarlo a un lugar para operarlo, es lo que necesitará.
—Queremos ir con él —determino con firmeza. No vamos a separarnos, no ahora.
El agente asiente y otros dos vienen a llevarse a Raymond. Vamos tras ellos y salimos del lugar. Al estar en el exterior, veo varios helicópteros equipados para transportar heridos y es en uno de ellos dónde nos iremos. Lucca se acerca a nosotros, ya estaba con los agentes nacionales cuando salimos.
—Nos llevarán a los cinco a ciudad capital. ¿Qué le pasó a Ray? —Dice observando el estado de nuestro compañero.
—No lo sé, lo encontramos así. En el camino te explico.
Subimos al helicóptero y partimos lo más rápido posible. Temo por la vida de Ray y en parte me siento culpable por lo que le sucedió, nunca debí irme y dejarlo. Debí pelear con él. Edwin sostiene la mano de su hermano mientras va con la mirada perdida en su herida.
—Todo estará bien, lo prometo —le digo esperando que eso nos convenza a los dos. Él me sonríe en agradecimiento y vuelve a estar pendiente de su hermano. Jane le cuenta a Lucca lo que vivimos allí adentro y yo recuerdo a la pequeña niña que dejé sola. Espero poder verla de nuevo algún día.
Llegamos a un hospital y, automáticamente, trajeron equipos para atender a Ray y se lo llevaron a un quirófano. Los agentes nacionales nos dejan esperar tranquilos en la sala de esperas mientras tenemos novedades de Ray. Luego de casi cuatro horas, un médico sale buscándonos.
—Lamento decirles que tuvimos que amputar parte del brazo. De no hacerlo, la infección que tenía hubiera sido peor, quizá mortal. Estaba mal suturado y era una herida muy profunda.
Edwin tiembla parado en su sitio y Jane lo abraza, dándole consuelo. Agradezco al médico y éste nos dice que en unas horas podremos verlo. Miro a Edwin y la culpa vuelve a hacerse presente en mí.
—Anna, gracias por esto —me dice y me deja muy sorprendida.
—¿Gracias de qué? Si yo no hubiera abandonado a Ray, esto no hubiera pasado.
—No es tu culpa —asegura y se acerca a mí, tomándome de las manos —. Si no hubieras huido, te hubieran agarrado a ti también. Sin ti, no hubiéramos tenido chances ni siquiera de entrar a la sede. Mi hermano se salvó gracias a ti, gracias a todos ustedes —concluye mirándonos a Jane, Lucca y a mí. Nos unimos en un abrazo que nos ayuda a todos a recuperar las fuerzas perdidas y empezamos a sentirnos mejor, como una familia. La familia que ahora somos.
************
—¡Ray! ¡Apúrate que llegaremos tarde! —Le grito desde la sala del departamento dónde estamos y él aparece con su saco a medio poner.
—Lo siento, no me acostumbro a esto todavía —anuncia haciendo referencia a su brazo y voy a ayudarlo. Estamos todos listos y en cualquier momento pasarán a buscarnos.
Luego de que Ray se estabilizara en el hospital, el presidente de la Nación se hizo presente y pidió hablar con nosotros. Nos preguntó cómo habíamos hecho todo, infiltrarnos en los sistemas y acabar con el terrorismo que estaba amenazando al país. Nos dio las llaves de un departamento muy lujoso y en donde entramos todos muy cómodos en el centro de la capital, para que vivamos aquí mientras todo se acomoda y Ray sigue con su recuperación. A demás, dijo que haría un acto en nuestro honor dónde recibiremos recompensas por nuestros actos. No queríamos saber nada respecto a ello, solo queríamos volver a una vida normal. Pero supongo que ya nada volverá a ser normal en nuestras vidas. Y allí, a ese acto, es a donde vamos.
Una lujosa camioneta se aparca en nuestro edificio y se baja un agente de seguridad nacional a buscarnos. Esperábamos ir en un taxi pero nos ahorraron el pasaje. Hago un recorrido mental sobre los últimos acontecimientos de nuestra vida. Sólo pasaron tres semanas desde que salvamos a Ray y un mes y medio de que Noterral atacó Jidrà. Hablamos mucho sobre qué haremos ahora pero ninguno está seguro de qué camino tomar. Ray y Edwin le contaron su historia a Jane y Lucca, entre todos acordamos no dejarlos solos. Ahora, Ray ya es mayor de edad y puede hacerse cargo de su hermano, no necesitan de su tía, pero quieren volver con ella ya que quedó mal luego del ataque. Jane y yo somos prácticamente huérfanas, sus padres fueron hallados muertos en una fosa común. En cuanto a Lucca, el tiene a sus padre. Mis tíos siguen vivos porque estaban en Brasil cuando todo estalló y ahora están esperándonos junto a miles de personas en un acto de reconocimiento.
Llegamos al lugar pactado y veo a miles de personas con carteles que tienen impresos nuestros nombres, junto a mensajes de apoyo y otros tantos de agradecimiento. Nos hacen ir hacia el escenario y nos sentamos en un costado. El presidente se hace presente y toma el podio para hablar.
—Buenas tardes, mis queridos ciudadanos. Me complace anunciar que las amenazas de guerra y ataques terroristas han sido eliminadas y estamos a salvo —gritos de ovación se hacen presentes, como cuando un equipo deportivo gana un juego importante —. Pero esto no hubiera sido posible gracias a estos cinco chicos —nos señala a nosotros, diría que con orgullo —, quienes con su valentía se enfrentaron al grupo Noterral y nos dieron aviso de lo que pasaba, dónde estaban y logramos llegar a ellos, cosa que no habíamos conseguido.
>>Como presidente y en agradecimiento a lo que han hecho, me gustaría recompensarlos. Lucca Goumas —mi primo se para y da un paso al frente —, tus habilidades en computación son increíbles, nunca antes vistas; tenemos una beca especial para ti: perfeccionarás tus habilidades en la mejor escuela de tecnología y computación mientras trabajas para el gobierno —Lucca no cree lo que escucha y solo puede sonreír agradecido mientras sus padres lo admiran con orgullo. Los siguientes en ser llamados son los Giesler, que imitan la acción de mi primo —. Edwin y Raymond Giesler, estamos al tanto de su situación y les ofrecemos un lugar donde vivir en la capital, mientras Ray se recupera completamente. Jane y Anna, ustedes también sabemos de su situación y también tenemos un departamento para ustedes. Los cuatro, Jane, Edwin, Ray y Anna, tienen una beca completa para cualquier carrera que quieran seguir y, a su vez, un lugar en el equipo de seguridad nacional. Nos gustaría mucho que trabajen para nosotros, sus habilidades son lo que realmente queremos en nuestros equipos.
Los cinco nos acercamos al filo del escenario para agradecer la oportunidad que nos están dando y las cosas que nos dan. Me acerco al podio para hablar.
—Gracias por esto que nos dan, nunca lo esperamos. No hicimos nada heroico, sólo sobrevivimos y luchamos por los nuestros. De todas maneras, gracias.
—Gracias a ustedes por ayudar a salvar al país. Ciudadanos, ¡un aplauso para JELRA! —Atrás nuestro, se despliega una lámina con una foto de cada uno, ordenados de manera que las iníciales de los nombres forman la palabra JELRA —Anna, tenemos una sorpresa para ti —miro hacia dónde el presidente señala y veo a la niña que ayudé en el sótano correr hacia mí en un abrazo —. Decidimos que sería bueno que estuvieran en contacto y, si ambas lo desean, vivir juntas.
Miro a la pequeña y ella asiente ante la idea de vivir conmigo. Siento que no perdí una familia: acabo de ganar una.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro