"Quédate, por favor..."
Amaneciendo después de ese terrible sueño, respire el aroma de unos waffles, decidí levantarme y ir a buscar, encontré a mi jefe con mi delantal, se veía tan tierno, al notar mi precensia, me sonrió.
- ¡Buenos días, Emanuel! ¿No te molesto que halla echo el desayuno para ambos? - preguntó algo nervioso.
- No, no, no, para nada - dije sentándome en el comedor que está justo a lado de la cocina.
Mi jefe sirvió ambos platos, se sentó y comenzamos el desayuno, estuvimos platicando un poco, hasta que toque un tema... Que causó un "¡Boom!" En mi vida.
- Entonces... ¿Le gustó quedarse aquí?
- ¡Me encantó! No había dormido bien en años, no había gritos de niños, peleas, nada, solo una tranquilidad y a mi hermoso empleado - me miro feliz.
- G... G... Gracias... Uhm... Cómo usted dice que le gustaría... Uhm...
- ¿Qué?
Me quedé sonrojado y callado por un momento.
- ¿Estás bien? Adelante, dime qué es...
Respire hondo...
- ¿Le gustaría vivir aquí conmigo?
Mire a otro lado incómodo. El simplemente sonrió, río.
- Me encantaría, pero... Tengo un temor de lo que digan mis padres... Así que... Es un no, por ahora - dijo para darme un pequeño beso en la frente.
- E... Eh... Lo siento, no quise hacer eso, yo.
- Está bien, gracias - sonreí sonrojado, a lo que el jefe sonrio.
- Sabes... Este tú cariñoso, es más lindo que el que conocí...
Mi reloj hizo un tintineo, indicándome que falta una hora para ir a trabajar.
- Tenemos que arreglarnos - dijo para irse a mi habitación y tomar su ropa, bajo, me dio un beso en la mejilla a modo de despedida, y se fue.
Hice mi rutina diaria, me quedaban cinco minutos para irme, así que tome mi mochila y me fui de nuevo a mi trabajo encontrándome a mi jefe nuevamente.
El trabajo fue de lo más normal, solo que pasó algo... El otro dragón a quien le entregado paquetes se me acerco y me empujó.
- Uhm... ¿Estás bien? - pregunté.
- Fíjate por dónde vas, noviecito del estúpido jefe.
Me quedé paralizado un segundo y me sonroje al pensar en que algunos compañeros piensen que somos pareja. Ignore el comentario y me fui.
- Me las pagarás por entrometerte en mi camino hacia mi trono.
- Si, si, lo que digas.
El otro dragón se fue hacia las oficinas, ahí estaba Randal, su amigo mapache comiendo una galleta.
- ¿Y que tal te fue intimidandolo? - dijo el mapache con la boca llena.
- Cállate Randal... Debe de haber una forma de sacar esa niñita miedosa que oculta.
- Ja, ¿Aún piensas estar en el puesto del jefe? ¡Vamos Jack! Llevas tres años intentándolo sin excito!
- Cállate... - el dragón pensó un poco.
- Que te parece... Si volvemos a la juventud una vez más...
- No, ¡Jack! No voy a volver a robar...
El dragón tomo de la camisa al mapache, haciendo que esté lo levanté un poco y le diera una mirada fría.
- Más te vale que lo hagas conmigo... O si no... - saco sus filosas uñas y rozó el cuello del mapache a lo que esté se asustó.
- Si te arrepientes al último momento... No volverás a ver la luz del día... ¿Me entendiste, mapache asqueroso?
- S... Si... L... Lo que digas... - hizo un gesto de asfixia.
El dragón lo soltó, lo que hizo que Randal cayeran y jadeara por falta de aire, Jack solamente río maliciosamente.
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