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parte única

──No creo que exista alguien en este planeta que pueda comprometerse con el señor Kang. ──comentó Tzuyu mientras se difuminaba la sombra de ojos, Nayeon a su lado se encogió de hombros sin más comentarios.

Al parecer, todo mundo estaba expectante a conocer la supuesta "afortunada" pareja del señor Kang, hoy en la fiesta de promoción de la empresa la daría a conocer.

──Es su comodín para fin de año, yo tampoco lo creía ──dijo Nayeon rociándose con perfume. ──, pero oye, Kang Haedo no es un tipo feo y parece ser buen partido si te pones a pensar, es mayor, si, pero tiene una fortuna de infarto. Creo que si me gustaran los hombres maduros también me metería con él.

Tzuyu alzó una ceja divertida y le vio por a través de un espejo riendo con gracia, Nayeon se volvió a encoger de hombros sintiéndose juzgada.

──¿Qué? No me mires así, cualquier con una oportunidad de esa magnitud no la perdería, es sentido común. Supervivencia femenina.

──¿Y Jeongyeon qué? ¿Acaso ya no te gusta? ¿La cambiarías por un anciano adinerado?

Nayeon bajó rápidamente su rímel y abrió su boca sumamente ofendida por las preguntas de la menor.

──No metas a Jeong en esto, Chou, yo jamás cambiaría a mi pastelito de crema.

Tzuyu rió divertida por el cursi apodo que la coreana le había puesto a su novia.

Quizá tenía un poco de razón en sus palabras, es decir, el señor Kang era un hombre ya cruzando los cuarenta y cinco años, era apuesto y tenía porte, su fuerte guiño a su enorme fortuna y ser dueño de varias sucursales al rededor de todo el país, le hacían un blanco fácil para ser conquistado por cualquier mujer externa.

Está noche todos conocerían de quién se trataba dichosa fulana que pudo amarrarlo.

──Si fuera Jeongyeon ya te habría bloqueado de todas mis redes por ese apodo tan ridículo.

──Ah, cállate, lo dices porque tienes envidia, a ella no le molesta y su apodo esta mejor que el que ella me puso.

──¿En serio? ¿Y cuál es?

──"Corazoncito de miel".

──Definitivamente es mejor que el tuyo. ──se burló, y comenzó a guardar sus cosas dentro del pequeño cosmetiquero.

Nayeon rodó los ojos y repitió la acción de la chica. ──¿no harías lo mismo que nosotras si tuvieras pareja? ──Tzuyu negó rápidamente con una expresión de susto.

──Nunca llegaría a ese punto ──la taiwanesa suspiró pesado recordando su vida amorosa pasada y los fracaso en citas anteriores. ──, y por el momento no estoy interesada en tener parejas sentimentales.

En realidad, no han podido conquistarla o no encuentra quien llene sus expectativas para así avanzar a algo más serio. Todas las chicas que ha conocido le aburrían, solo querían salir de compras al Shopping y eran muy tímidas, las prefería abiertas y extrovertidas; lo intentó con chicos un tiempo, pero los muy cretinos buscaban algo pasajero y de rato, por obvias razones. los rechazaba a menos que estos corrieran espantados al enterarse del dote que la naturaleza le había obsequiado al nacer.

Agradecida por esto, no es como si los chicos alguna vez hayan sido de su pleno interés, y en esas citas fallidas se dio cuenta de lo idiotas que llegan a ser.

──Mmh, Tzuyu~ ──la mayor formó un leve puchero en sus labios y tomó a su menor por los hombros. ──llevas casi seis años como una solterona, debes buscar a alguien que te haga sonreír como una vez lo hizo Sa...

Si no fuera porque Tzuyu interpuso un dedo en los labios de esta y un "Shh" la callaron, Nayeon habría mencionado su nombre.

──No lo digas. Las cosas pasadas deben quedar como tal, en el pasado.

──Pero Tzu...

──No, y ya vámonos, ya todos deben estar en la fiesta. ¿Crees que me asciendan? ──habló la morena con una sonrisa un poco incómoda, cambiando de tema y evadiendo cualquier intento de la mayor por hablar de su antigua pareja.

Nayeon apretó sus labios y asintió rendida, siguiendo a la chica detrás de ella.

──────────────────────── ♡︎

Cuando llegaron a la corporación, todos los empleados habían llegado y se encontraban reunidos en el salón de eventos de este mismo, en su gran mayoría platicaban sosteniendo bebidas y con la música sofisticada de fondo, mientras otros aun arreglaban pequeños detalles en el salón en cuanto a decoración.

──Oh, todo se ve muy elegante.

──Si ──un mesero que paseaba con una bandeja de champán se cruzó por su camino y Nayeon lo detuvo pidiendo uno, agradeció por último. ──¡hasta hay meseros con Champán! Me siento como una de esas películas de millonarios.

Tzuyu negó rodando los ojos, una pequeña sonrisa en su rostro.

──¡Hola mi corazoncito de miel! ──la alegre voz de cierta coreana se hizo presente detrás de ellas y unos brazos se posaron alrededor de la cintura de la mayor, sacándole un susto.

Era Jeongyeon. Ésta besó la mejilla de su novia.

──¡Mi pastelito de crema! ──le devolvió el saludo con un tono chillón y a diferencia de la castaña, Nayeon besó los labios de su novia.

Tzuyu sentía que iba a tener un ataque de diabetes por la exagerada dulzura en la cual se trataban el par de mujeres.

──¡Hey, Tzu, cómo estás! ──saludó Yoo dándose cuenta de la presencia de la taiwanesa y agitó su mano.

La morena asintió con su cabeza y sonrió con simpatía. ──Hola Jeong.

──¿Amor, sabes si el señor Kang ya llegó? ──preguntó Nayeon entrelazando su brazo con el de Jeongyeon.

──Sí, llegó unos minutos antes que ustedes.

──¿Y trajo a su pareja? Escuché que lo haría para presentarla. ──dijo Nayeon con sus ojos intrigados y un leve apuro en su voz, estaba ansiosa por conocer a aquella chica.

──Uh... Creo que sí ──contestó Yoo algo dudosa. ──de hecho, vino acompañado del brazo por una chica muy linda, posiblemente sea ella.

──¿Es muy linda? ──cuestionó ahora Tzuyu interesada.

──Oh si, pero fueron directo a la oficina del jefe sin decir nada, ni siquiera saludaron los muy groseros. Quién sabe qué estarán haciendo ahí dentro. ──aquello último fue expresado con asco y una graciosa mueca de la coreana menor.

──¡Ew! No digas eso Yoo, me da náuseas pensar en el señor Kang y esa mujer haciendo cosas. ──se quejó la mayor de las tres.

──Después de todo si es verdad. ──comentó Tzuyu en un susurro. Algo incrédula en pensar que su jefe contraería nupcias con una chica, muy posiblemente años menor que él.

Pasaron diez minutos platicando acerca de cosas de la vida y uno que otro chisme de la empresa entre empleados, tomando champán y vino que ofrecían los meseros.

De pronto, la música bajó el volumen y la puerta principal se abrió dando paso al señor Kang. Todos hicieron una reverencia recibiendo a su jefe.

Este subió al escenario y tomó el micrófono para dar el anuncio.

──Buenos noches a todos, quiero darles las gracias por estar aquí presentes en este pequeña fiesta de promoción para nuestros empleados; como saben, hoy daremos a conocer a nuestros próximos ascendidos de puesto, y el tan anhelado puesto como asistente de presidencia, lo que catalogaría a uno de ustedes como mi mano derecha, claro está que lo dejaré al final como sorpresa y cierre de la noche.

──Me siento como en una entrega de premios. ──susurró Nayeon con una sonrisa.

Tzuyu y Jeongyeon asintieron divertidas y animadas.

──Demos por empezada la noche ──anunció el hombre con una sonrisa galante. ──pero antes, quisiera hacerles un anuncio importante, una noticia que tomará un rumbo diferente en mi vida. Mi amor, sube por favor. ──pidió el hombre extendiendo su mano al frente, señalando a la mujer quien le acompañó en un principio.

Todos voltearon la mirada a su derecha para observar a la misteriosa afortunada.

Su cabello castaño y ondulado iba suelto, llevaba un vestido morado corto y pegado a su esbelta silueta, sus largas piernas desfilaban desnudas y sus pies resonaban gracias a unos finos tacones negros, su cuello brillaba con las caras joyas y su cuerpo emanaba un dulce aroma a perfume.

Todos quedaron boquiabiertos una vez la chica llegó hasta el señor Kang y se paró al lado de este, siendo sujetada por la cintura, dando la cara a los empleados mostrando así su increíble belleza.

Impactados era una palabra tan corta para describir como se encontraban en ese momento los empleados de la corporación. Pero la expresión en el rostro de Tzuyu y Nayeon era indescriptible para lo que sus ojos habían visto.

La coreana codeó a la taiwanesa, estupefacta por la revelación. Chou la miró de reojo y su boca no se cerraba. Era una maldita broma.

──Les presento a Minatozaki Sana, mi prometida y proxima señora de Kang.

La japonesa inclinó su cabeza en un acto de cortesía al público y todos aplaudieron felicitando a la pareja.

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──¿A dónde vas Tzuyu? ──preguntó Nayeon alcanzando a la más alta y tomándola del brazo, de esta le seguía Jeongyeon, quién no sabía qué pasaba entre ambas chicas y por qué Tzuyu cambió su actitud al conocer a la prometido de su jefe.

──Suéltame Im, me voy de este circo. ──se zafó con brusquedad del agarre y Nayeon frunció el ceño debido a la fuerza.

──Hey, hey, cálmate no puedes irte así porque si aún debemos esperar, te van a promocionar.

──Si, de seguro a un puesto mediocre, cogeré mi nuevo cargo mañana y diré que surgió un inconveniente familiar, por eso me fui.

──Oh si, "inconveniente familiar" o ¿"sentimental"?

Tzuyu se detuvo bufando y se volteó dando la cara.

──Oigan, ¿qué está pasando? ──preguntó Jeongyeon confundida, parándose a un lado de ambas amigas, mirándolas consecutivamente en busca de una repuesta.

Pero al parecer, esto debía esperar un poquito más. Oh quizá no.

──No pienso quedarme aquí presenciando a mi ex-novia pegada a un tipo que le dobla la edad. ¡Y para variar están comprometidos! ¿Entiendes eso? ¡Se van a casar! ──el alterado tono de la voz de Tzuyu llamaba la atención de unos cuantos empleados en el salón. Nayeon miró a sus lados algo avergonzada y pidió disculpas a quién es se encontraban cerca.

──Oye, baja un poco la voz... Entiendo que estés enojada por eso, pero tienes que aceptar que ustedes ya no son nada hace bastante tiempo, se nota que ella ya pasó la página, Tzuyu.

──¿Pues sabes qué? Me niego a aceptar ese estúpido matrimonio. ──confesó desafiante.

──No tienes derecho para oponerte a un compromiso, Tzuyu.

──No me importa, ¿qué diablos hace ella con él? ¿cómo demonios se supone que lo conoció?

──Esperen, déjenme ver si entiendo... ──Jeongyeon bajó la mirada analizándola situación punto por punto. ──está chica, Sana era tu pareja en algún punto de la vida y ahora da la casualidad de que está comprometida con el señor Kang, despertando así celos en Tzuyu porque muy seguro en el fondo aún la quieres, ¿cierto?

La menor miró con rareza a la coreana y Nayeon asintió confirmando su hipótesis.

──Oh por Dios, esto si que es lo más inesperado que he oído esta noche.

──Si, pero yo no estoy celosa, estoy furiosa, ¿por qué el señor Kang? ¡es muy viejo para ella!

Las coreanas intercambiaron miradas divertidas. ──Ajá, estás celosa, Chou Tzuyu~ ──canturrearon ambas caminando alrededor de esta y finalmente entrelazaron sus brazos a cada uno de la taiwanesa llevándola nuevamente a la pista del salón.

──¡Oigan eso no es cierto, ya déjenme, quiero irme de aquí! ──trato de muchas contra la pareja para soltarse, pero le fue imposible, las chicas habían puesto presión en su fuerza.

──Chou Tzuyu extraña a su ex, estás celosa~ ──seguían burlándose.

──Ugh...

Rendida, se dejó arrastrar.

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──En este momento, daré a conocer quién será el contador...

──Esto está tomando una eternidad, ¿cuántos puestos quedan antes del asistente de presidente? ──preguntó Nayeon con aburrimiento.

──Si quiera unos seis más.

Tzuyu se volteó un momento al escuchar un par de tacones resonar a lejos en el salón.

Allí se percató que cierta japonesa salía del lugar dirigiéndose al pasillo.

Un extraño instinto dentro de la taiwanesa le obligaba a pararse e ir corriendo hasta aquella muchacha, sabía que tenía algo que arreglar con esta y aún tenía tiempo.

──Me disculpan, ya vuelvo, iré al baño. ──avisó a sus amigas y estás asintieron sin dejar de prestar atención al frente.

Tzuyu se excusó entre los presentes y salió del salón adentrándose por el iluminado pasillo del edificio, por este se encontraba la oficina del señor Kang, algunas de otros empleados y los baños respectivamente.

Olfateó con tanta claridad el fuerte aroma a frutos rojos y vainilla que desprendía el perfume de la japonesa.

Esta ya no estaba a la vista así que se dispuso a buscarla. No me tomó mucho tiempo cuando la oficina de su jefe fue abierta y de la amplia puerta salió aquella mujer. Rápidamente se apresuró a emboscarla devuelta a la habitación y cerrar la puerta con seguro detrás de ella, impidiéndole el paso por más que esta hubiera luchado en un principio.

──¿Qué crees que haces? Déjame salir en este preciso momento o gritaré. ──amenazó la japonesa con el ceño fruncido y un notable enojo en su voz.

──Grita si quieres, no te dejaré salir hasta que hablemos. ──contraatacó la más alta desafiándola.

Sana rió con ironía y negó. ──no hay nada de qué hablar, Chou, déjame salir, ahora. ──parecía sería y dispuesta, pero Tzuyu le importaba poco, no dejaría salir a esa mujer de ninguna manera, la mantendría con ella el tiempo que quiera.

──Sí que lo hay, ¿qué demonios haces comprometida con Kang Haedo?

──Eso no te incumbe.

──Si lo hace, respóndeme, ese tipo de dobla la edad y hasta donde yo sé jamás te han gustado los hombres.

──No me conoces lo suficiente para saber lo que me gusta, y si de ser así, las personas cambian, por algo me casaré con Kang. Quítate. ──quiso apartar a la taiwanesa sin éxito, pues esta la empujó levemente a un lado.

──Te conozco lo suficiente para saber que no estás haciendo esto sin obtener algo de por medio. ──se apartó de la puerta y a paso lento se fue acercando a la mayor, Sana retrocedió con casa pisada. ──¿qué obtendrás al casarte con Kang? beneficios muy buenos, por supuesto. Dinero, prestamos ilimitados, mansiones, lujos, joyas.

──Me estás ofendiendo, Chou Tzuyu, y no te lo voy a permitir.

Finalmente chocó su trasero contra el borde del escritorio y apoyó sus manos en la lista madera de este. Estaba muy fría por el aire acondicionado.

──Entonces responde, llana y sencilla, Minatozaki Sana. ¿No te interesa el tipo pero estás con él para sacar provecho? Buscas en él lo que no pudiste conmigo. Eres una víbora. ──Fue lo último que dijo, antes de que si mejilla fuera impactada con tal magnitud por la palma de la mayor.

Ese ardor se encendió dentro de ella, había llegado a si límite y lo sabía, pero solo decía la verdad.

──¡No te voy a permitir que me sigas ofendiendo, idiota!

──¡Es la verdad! No te gustan los hombres y jamás te gustarán, pero eres tan ambiciosa que eso domina por sobre tus verdaderos ideales.

Sana la observó con furia y fulminante. ¿Cómo se atrevía a hablarle de tal forma? Tiene suerte que no quiera matarla ahí mismo.

Minatozaki rió con gracias sin quebrar el contacto visual con la menor, mordiendo su labio inferior. Tenía una idea de dónde iba todo esto.

Tzuyu jamás dejó de amarla incluso cuando rompió con ella por no prometerle la vida que siempre quiso; una vida fácil y rodeada de montones de dinero, esa vida libre de problemas y fácil. Claro, no era fácil conseguirlo y eso la taiwanesa se lo repitió miles de veces y por más que siempre buscó la forma de dársela, Sana se cansó de ello y puso un punto final a su relación.

Sin embargo, no odia mentirse, por más mediocre que haya imaginado el futuro junto a Chou, se había enamorado perdidamente de esa chiquilla y acabar con la relación golpeó fuertemente su corazón, se mostró fuerte pero por dentro estaba igual de rota.

Aún así, sabía que debía priorizarse más que nadie. No podían culparla por ser una jodida vanidosa y ambiciosa. El dinero y el poder movían al mundo.

O al menos su mente decía aquello, pero si corazón siempre dictó otra cosa.

──Te sientes tan celosa de verme con alguien más y que yo ya no sienta nada por ti.

¡Mientes! Siempre mientes.

──Jamás me sentiré celosa por un tipo que no vale la pena.

──¿No vale la pena? Cariño, él se forra de dinero... Me trata como una reina y me complace en todo hábito.

Rápidamente la sonrisa cínica de la morena decayó. ¿A qué se refería con "hábito"?

Una sensación extraña invadió su pecho, con disgusto dibujó una mueca en su rostro y tomó por los hombros a la mayor.

──¿Acaso ese tipo te ha hecho el amor? ¿Lo hiciste con él cuando llegaron aquí? ¡Dime algo joder! ──cuestionó con desespero.

El simple hecho de pensar en ese hombre tocando el cuerpo de la chica que más ha amado le provocaba escalofríos y repulsión la vez.

──Eso no es de tu incumbencia, metiche.

Tzuyu rió con incredulidad. ──entonces es verdad, creo que voy a vomitar. ──se separó pidiendo dos dedos en su frente y frotándola con fuerza.

──Hazlo, te puedo contar los detalles como ayuda.

Se volvió a acercar a esta mirándola fijamente, no la creía capaz de aquello.

──No, prefiero pensar que me estás mintiendo, Kang Haedo jamás sera mejor que una mujer joven y dispuesta como yo en la cama. ──sentenció acercándose peligrosamente al rostro de la japonesa, chocando sus alientos.

──¿Cómo estás segura de eso? Puedo confirmar que es por mucho mejor que tú, sus toques van más allá de los tuyos, Chou.

──No te creo, sé que me mientes y no te has acostado con ese tipo, tú jamás te entregarías a un hombre como ese.

Parecía estar más agitada y exasperada, Sana lo notaba, su agarre se volvió más posesivo al caer sobre su cintura y sujetarla en pequeños toques con su pulgar, robándole pequeños escalofríos.

El aura de la habitación se había tornado oscura y el ambiente se hizo más tenso y pesado, algo estaba por pasar entre ambas si no se detenían en ese mismo instante, lo sabían muy en el fondo.

Porque todavía seguís vigente esa chispa que se encendía cuando ambos cuerpos yacían juntos, sea separados por una fina capa de tela o la dersa piel.

──Te digo la verdad, Tzuyu... ──susurró la mayor rozando lentamente sus labios por los ajenos y con las manos temblorosas se acercó a la blusa de Tzuyu.

──Puedes decirlo y gritarlo a los cuatro vientos si quieres, Minatozaki, pero ambas sabemos que la única persona que ha logrado entrar en ti y sacar esas emociones de tu cuerpo, soy yo.

Declaró clara y fuerte la menor, con la mirada oscura y firme que se posó como un cazador sobre su presa al notar lo débil que se veían los ojos de la mayor ante su suave y seductor tono.

──Oh, jódete Chou Tzuyu.

Y dicho esto, cayó rendida, enrollando sus brazos alrededor del cuello de la menor, acercando sus rostros y chocando finalmente sus labios en un frenético y apurado beso.

Tzuyu la rodeó por la cintura, alzándola un poco y sentándola encima del escritorio. Sus bocas comenzaron una caliente batalla por quién se comía mejor a la otra. No se inmutaron a esconder su respiración, era tan pesada y agitada.

──Me vuelves tan loca. ──dijo en un momento del beso la menor. Sana respondió con una sonrisita y volvió a acercarla a sus labios.

──Me halaga saberlo. ──dijo la japonesa.

Sus manos rápidamente viajaron hasta los botones ajenos, buscando abrirlos.

Por un momento se olvidaron que estaban en medio de una fiesta de promoción de empleados, en la oficina de su jefe y prometido, y que muy posiblemente tenían la posibilidad de ser atrapadas en tal acto cuestionable.

Eso solo incrementaba la adrenalina y deseo en ambas.

Tan pronto como desabotonó la blusa de la menor y Tzuyu bajó el cierre del vestido ajeno, ambos torsos quedaron semi desnudos, siendo cubiertos por el brasier.

──Ese tipo jamás te ha tocado, ni hoy ni nunca ──dijo mientras bajaba lentamente la tira transparente del sostén de Sana, dándose también el gusto de sentir la suavidad de su piel bajó sus dígitos. ──tu piel está intacta, mírate responder tan tensa ante mi toque. Solo yo tengo ese poder.

Sana mordió su labio inferior y ladeó su cabeza al notar con la menor se acercaba s su cuello, muy dispuesta a besarlo y chupar, marcándola como suya una vez más luego de tanto tiempo.

Tzuyu no mentía en nada, era cierto, su cuerpo se tensaba y respondía con tanta debilidad para ella, solo bastaba con hablarle o posar sus manos para provocar una reacción.

Minatozaki abrió sus piernas, permitiéndole a la morena posicionarse mejor.

Mientras Tzuyu lamía su cuello, sus manos se encargaron de ir bajando de a poco el vestido y con ayuda de la japonesa logró quitarlo.

La menor se alejó un poco para admirar con mejor plenitud la figura de su amada, había pasado tanto tiempo desde que pudo verla en tal situación, sumisa, desnuda para ella y entregada, lista para ser suya como en los viejos tiempos.

──Eres preciosa. ──la tomó por la barbilla y volvió a besar esos labios que tanto le encantaban.

Sana desabrochó el sostén de la taiwanesa, quitándolo como hizo con ella. Dejando sus pechos al descubierto, no perdió tiempo y se acercó para empezar a chupar uno, mientras su mano se encargaba de toquetear el otro. Tzuyu con la respiración agitada ladeó su cabeza entregada a los mimos de la mayor.

Hace un buen rato que su miembro había comenzado a despertar, y sentir esas pequeñas manos acariciar sus pechos, deslizándose con tanta delicadeza en su piel, y como la boquita de la japonesa le comían los pechos, solo aumentaban su calentura y con ello su amigo reclamando s gritos por entrar de una vez en aquella mujer.

Compartía ese mismo deseo, poder ahogar de placer a su miembro dentro de las estrechas paredes de Sana eran un anhelo, sentir ese calor de su interior abrazar con amor su pene y escuchar como gemía su nombre pidiéndole más y más.

Sin soportarlo más, pegó su ya despierto bulto a la entrepierna de la mayor, esta soltó un pequeño jadeó por el repentino roce y de sobresaltó viéndole deseosa.

──Siéntelo. Siente como estoy por ti, Sana, solo tú puedes ponerme así.

La mayor bajó su mano traviesa tocando el enorme bulto por encima de la tela del pantalón y mordió su labio inferior al solo imaginarse el tamaño y grosor de este, su entrada ya estaba más que preparada para recibirla y esperaba emocionada para que el momento llegue.

──Es gratificante saber que aún provoco este sentimiento en ti, que me deseas tanto como yo. ──se declaró la mayor desabotonando el pantalón tirándolo, dejando únicamente a la menor en bóxer.

──Siempre lo has hecho, jamás he podido olvidarte, Sana, eres la única mujer a la que he amado, incluso cuando rompiste mi corazón. ──dijo la menor tomándola de las mejillas y viéndola a los ojos.

Esto último golpeó sorpresivamente con nostalgia a la mayor, sintiéndose culpable y triste. Si tan solo supiera que si le dolió a pesar de esconderlo tras un frío semblante.

──Tzuyu, te amo. ──y la japonesa las unió nuevamente en un beso.

Pasaron minutos besándose apasionadamente, no podían culparlas, tantos años separadas amándose, con el corazón roto, reencontrándose una vez más, debían aprovechar la oportunidad.

Incluso si pisaban en terreno peligroso.

Durante este tiempo sus cuerpo se encontraban a la plenitud y como Dios las había mandado al mundo, reforzando su lazo con amor y en lentitud.

Se dieron cuenta que no portaban protección por si lograban concebir algo que no deseaban por ahora, pero les importó tan poco ahora que simplemente decidieron tomar el riesgo y apostar a lo que trajera el destino para ellas.

──No quiero alejarme de ti, no de nuevo. ──dijo entre gemidos la mayor aferrándose al cuello de Tzuyu.

La taiwanesa yacía moviendo sus caderas en un suave vaivén de adelante hacia atrás, entrando dulcemente en la japonesa.

──Entonces no lo hagas, te necesito conmigo, no con otro, tú y yo nos necesitamos, Sana. ──dicho esto las embestidas aumentaron en velocidad, Sana cerró sus ojos con el ceño levemente fruncido y dejó caer su cabeza sobre el pecho desnudo de la morena, dejándose amar en cuerpo y alma, recibiendo con pasión cada caricia, beso y embestida de su amor.

En un momento cuando cierto punto fue tocado en su interior, un ronco jadeó se escapó de sus labios y sus uñas se clavaron en los brazos bronceados de la taiwanesa.

──Oh Tzuyu, estoy por llegar... ──avisó echando la cabeza para atrás.

──Lo sé amor, yo también...

La puerta estaba siendo forzada sin que ellas se dieran cuenta, y detrás de esta un desesperado señor Kang buscaba las llaves para entrar en ella, hace casi media hora había iniciado una búsqueda por su prometida luego de que está dijera que iría a retocarse el maquillaje. Sin embargo, jamás volvió, no podía tomarle tanto tiempo y eso lo preocupó.

Tres movimientos dentro de ella bastaron para que el hinchado miembro de la menor se corriera en su interior y ella bañara con sus fluidos al mismo. Ambas bocas gimiendo en alto sus nombres al encontrarse en el punto más alto del éxtasis.

Se miraron orgullosas, sus cuerpos temblando exhaustas y llenas de un frío sudor.

──Te amo. ──se dijeron ambas listas para juntas sus bocas en un tierno beso.

Pero el final no pudo terminar amargo, cuando el jefe de Tzuyu y prometido de Sana se adentró a la habitación esperanzado de encontrar a su prometida. Sintiendo como algo se estrujaba en su interior y una enorme decepción la invadió ante tal desagradable escena.

──Sana... Tzuyu...

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