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KILLER : ŤWØ

EN EL AMOR CADA UNO DE NOSOTROS

ES UN JUGADOR,

Y YO NO ESTOY DISPUESTA A PERDER.

( ... )

SEÚL, COREA
2014

Ella es hermosa, con su larga melena del mismo color que la mía, con sus ojos avellana y una sonrisa radiante, nadie puede resistirse a sus encantos. Ni siquiera él. Ella es tan hermosa que ha ganado innumerables veces esta batalla silenciosa, donde ambas sabemos que jugamos, sólo nosotras sabemos de éste secreto. Ella ríe y la gente la observa, habla y todos callan para verla. Ella es encantadora, su risa es un suave ruido similar a un canto de las olas en la marea, relajante al oído, y prefecto para un hombre como él. Ella tiene un cuerpo delgado, con unas medidas delicadas, sin mucho, pero lo necesario para que pueda ser cargada por cualquiera. Ella es la indicada. Ella tiene un perfume que huele a paraíso, te deja hipnotizado con sólo acercarte.

Verla pasar frente a mí es como un infierno, mis piernas se debilitan y un fuerte dolor llega a mi pecho. La persona a mi lado sonríe con amabilidad, sé que quiere tomarla entre sus manos, ella le saca conversación, algo sobre sus clases compartidas. Soy como un cero a la izquierda entre esas dos personas, como si yo no valiera nada al lado de ella, de la persona más hermosa en el mundo. Las ganas de llorar me inundan con cada palabra que es largada de sus finos labios maquillados, el brillo en esos dan ganas de probar a qué saben. Sé que él quiere saberlo.

Apreté los libros en mi pecho. Soy más baja de estatura que ambos, mis piernas nunca llegarán a ser igual de largas que las de ella, tan largas como sus uñas pintadas de un cálido amarillo. El mundo frente a mi comienzan a volverse gigante, todo a mi alrededor es demasiado enorme para una pequeña yo asustadiza, nada se oye, el ruido de mis preocupaciones es lo único que me mantiene de pie.

-Hooney. -mi nombre es dicho por él, su mano se extiende a mí espalda, su cabeza se inclina y ahora ambos tiene su atención en mí- ¿Estás bien? Comenzaste a sudar.

Respirar se vuelve difícil cuando ella está ahí, siento como si estuviera quitandole el oxígeno. Negué, ¿Cómo confesar mi odio hacia esa persona? No me atreví a verlos, simplemente tomé mi rumbo, aunque estuviera oyendo los llamados de él. Caminé lo más rápido que mis gruesas piernas me permitieron, hui de la situación, deseé ya no existir, deseé que ella ya no existiera. Si ella no estuviera hoy en mi mundo, ¿Podría ser más feliz? Sé que sí.

Las horas pasaron, y estaba cada vez más asustada de lo que yo misma podría hacer por el miedo a perderlo.

Cuando el reloj en mi teléfono marcó las seis y mis compañeros comenzaron a guardar sus útiles entendí que era hora de ir a casa, como siempre, él me estaba esperando afuera del salón. Esta universidad es grande, hay muchos alumnos, entre todos, cada día, ¿Por qué tuvieron que ser compañeros? Es una carrera difícil que no quise tomar, me arrepiento profundamente, tal vez si estuviera ahí podría saber si es que se sientan juntos, si interactuan, o si hablan de las cosas que él no quiere contarme. Si es que la mira de esa forma que hace mis piernas temblar, si es que... si es que ella también siente eso en su pecho.

Lo odio. Lo odio porque parece disfrutar de mi dolor.

—Mis padres no estarán en casa hoy, ¿Qué te parece una noche de películas y pizza? —lo oí decir, su mano toma la mía mientras caminamos a la salida, la gente pasa, creo tener sus miradas sobre nosotros.

Me aterra la idea de ser el centro de burla de ellos, por como soy, por mi imagen, por él, por no ser ella.

—No comeré pizza. —digo.

—¿Por qué no? Hace mucho no comemos pizza juntos, antes lo hacíamos todo el tiem...

—¡¿Quieres verme ser una ballena?! —mis pasos se detienen, y él da un salto en su lugar, sorprendido por mis gritos. Yo también me impacto, la molestia había tomado posesión de mis emociones— B-Bebé, lo siento, no era mi intención levantarte la voz. Yo... estoy algo estresada por los finales, creo necesito relajarme.

—Está bien, entiendo. —esa puta sonrisa otra vez, acaricia mis mejilla.

Sé que me miente, sé que me odia. ¿Cómo no hacerlo? Soy una pésima novia, no puedo igualarme, nunca seré lo que se merezca y eso me está matando. Confío en sus palabras con cada paso que damos, el cielo sobre nosotros se encuentra nublado, al instante, algunas gotas caen. Nos resguardados bajo el techo del edificio mientras tomamos nuestros paraguas de la mochila -la vista de eso me hace inhalar-, cada uno tiene el suyo.

Sin embargo, cuando ella sale cubriéndose con nada más que una mochila sobre su cabeza, lo oígo gritar.

—¡YuJin! —estoy tratando de quemar la adrenalina que corre por mis venas al escuchar el nombre de ella saliendo de la boca de YoonGi, como una melodía sus voces se combinan juntas. La delicada chica gira sobre su hombro, al darse cuenta de quién se trata, camina a nosotros— Toma, para que no te mojes. —le extiende su paraguas.

YuJin lo toma, agradecida.

—Muchas gracias, oppa. —la última palabra proveniente de sus labios hace que mi interior arda en llamas de furia.

—¡Ten cuidado en el camino! —se despide cuando la ve irse.

Mi sombrilla es puesta sobre ambos en el camino a la parada de bus, ninguno dice algo, simplemente callamos como si eso pudiera arreglar todo. Me siento algo desdicha en estos momentos, insana, muerta en vida, quisiera poder cumplir mis sueños en realidad sin miedo a lo que sucedeiria después, pero, siendo honesta, no creo que eso me vuelva aún más feliz.

La primera vez que besé a YoonGi creía haberlo hecho mal, por lo que no volví a darle un beso hasta tres meses después de nuestro comienzo de relación, para entonces, ya habíamos iniciado la Universidad. Escuchar a compañeros hablar abiertamente sobre sus relaciones, el sexo, la emoción de sentirse vivos con cada tacto de sus pieles juntas, más el cariño que se mantiene, fue doloroso. Amo a YoonGi, y sé que él no me ama. Si me amara, ¿No intentaría dar más en nosotros? Pienso que sigue conmigo por mero compromiso.

Nos conocimos hace seis años atrás en la escuela, él era mi mejor amigo, sigue siéndolo, supongo. Nos contábamos todo, no había secreto entre nosotros, sé que ahora los hay, sé que él no me cuenta todo lo que sucede, sé que tiene sentimientos extraños, como yo. Debe odiar estar al lado mio, debe sentirse incómodo, debe pensar que estoy loca, que no soy lo suficientemente linda para compararme a lo que podría tener si quisiera. YuJin es el tipo de chica que todo hombre desea tener entre sus manos, ella cabe perfectamente en las de cualquiera, no hay kilos de más en su cuerpo, no hay estrías, no hay lamentos apaciguados dentro de ella. Es feliz, y vuelve a los demás igual de felices.

En el autobús nuestras manos no se tocan, no buscan el tacto del otro. Mi vista esta fija en la ventana con gotas de lluvia, y mis sentidos están todos al tanto de lo que él hace. No ve a ningún lado en específico, se mantiene sosteniendo su mochila, en silencio, ¿Hay algo que quiera decir? ¿Mi grito no le agradó?

No quería elevar la voz, estaba molesta. Es su culpa.

En su hogar, el ruido de las llaves siendo dejadas a un costado en la entrada, colgadas con una lentitud ahogante. Creo no poder aguantar más la tensión entre nosotros. Nos quitamos los zapatos, oyendo la lluvia torrencial afuera, YoonGi suspira mientras camina escaleras arriba. Le sigo, mi cabello estaba algo humedo por haberme salido de la sombrilla, no alcanzaba para los dos, no era tan grande.

Ningún corazón es tan grande para aguantar a dos personas.

Mis pasos son lentos, los suyos rápidos.

Subí las escaleras con mi mochila, abrí la puerta de su habitación y lo vi. Comienza a cambiar su ropa por algo más cómodo de entrecasa, me da la espalda frente al armario. Viaje mis ojos entre todo el cuarto, note su móvil brillando, un mensaje. Precavida avance a éste, YoonGi seguía inmerso en sus propios asuntos, ignorando el hecho de que tiene una novia posiblemente más loca de lo que él podría aguantar. Remoje mis labios, ansiosa, la barra se muestra con un segundo mensaje, el móvil no suena, él lo silenció.

YuJin - compañera: Gracias por la sombrilla, oppa.
YuJin - compañera: ¿Cómo podría agradecerte tanta amabilidad?

Maldita zorra.

Ingresé la contraseña, mis dedos se movían a una rapidez que nunca antes había tenido. Entré a su chat en kakao, mi pecho se oprime, mi cabeza procesa la información, subiendo más arriba en las conversaciones puedo encontrar más, han hablado un buen rato, todos los días después de la Universidad. No importa si se ven inocentes, sé que es una fachada.

—Cariño... —lo oigo llamarme, giró, y lo veo. Me ve también— ¿Quién es? —se acerca.

El teléfono vuela de mis manos a la pared, pequeñas partes vuelan, al suelo, a la cama, a los estantes. No cabe duda de que lo rompí. YoonGi se queda inmóvil, con los ojos bien abiertos, son esos hermosos ojos que ella siempre sabe que la ven. ¿Saben? Puede que esos segundos, minutos, horas, que pasaron, yo no haya sido muy consiente de mi misma, o al contrario, haya estado más consiente que nunca. Fue como si alguien más se apoderará de mí cuerpo, una persona que siempre estuvo pero yo había apartado.

Respiré, gotas caen por mis hombros, es mi cabello humedo, él dejo que se mojara.

—¡¿Por qué siempre es ella?! —grité, mis ojos se llenan de lagrimas. Lo odio tanto— ¡¿Por qué?! ¡Yo soy tu novia!

—Nena, n-no entiendo que s-sucede... —sus manos intentan tocarme.

No soy ella. No pueden hacerme sentir bien.

Aunque me gustaría poder ser ella.

—¡La amas, estas loco por ella!

—¿Q-Quién? Cariño, creo que no estás a-actuando...

¿Por qué me ve así? ¿Me tiene miedo? Revolotea en cada parte de la habitación, y para en la puerta. No, no debe irse. Respire un poco más tranquila, y saqué de mi espalda la mochila negra, abrí la cremallera, y revolví el interior.

—La primera vez que la viste le diste esa sonrisa que yo amo en tí, la segunda vez ella alagó tus ojos, decía que eran hermosos, como los de un tierno gatito. Las siguientes veces siempre te buscaba, y te apartaba de mi lado. Pensé que la alejarías, pues yo soy tu dueña, quien debe estar contigo. Pero no, preferiste a una puta antes que a mi, ¡Y lo sabía! No te quedarías conmigo, no tengo nada para darte, ¡Soy la basura que desechas!

YoonGi niega, niega muchas veces. Sus ojos reflejan pánico, miedo, terror. Yo sollocé, acercando la navaja inglesa con un filo potente a su cuerpo, papá me la obsequió en mi cumpleaños número veinte. Soñé muchas veces usarla en ella, en arrancarle la belleza que la caracteriza, arrebalarle todo. Hacerlo en YoonGi me daría la oportunidad de que no se vaya de mi lado, estaríamos siempre juntos.

SIEMPRE JUNTOS.

Su espalda choca contra la cama, mi novio cae perfectamente ubicado con sus pies cayendo al suelo, boca arriba, viéndome. La navaja que había sido incrustada a un lado de su corazón es quitada, él grita ahoganizante. Sudor resbala de su frente, baja la vista, se toca la herida, y me ve nuevamente.

—A-Amor...—no entiendo la razón de seguir mintiendo con esa palabra.

El arma blanca sube hasta su rostro, una vez que me posiciono sobre su pecho. Nunca antes lo hice, tenía miedo de que viera desde un ángulo bajo lo horrible que soy, lo asqueroso que es mi cuerpo, pero ahora, lo hice. La navaja pasa por la piel de sus mejillas, bajando hasta su boca, incluso con la sangre cayendo no veo quejas en él, no se mueve, no grita.

YuJin ya no podrá ver sus sonrisas.

—¡Di que me odias! ¡Vamos! ¡INSULTAME!

No lo hace. Y me siento vacía. Al menos, murió siendo mío, con mis risas en la habitación, los gritos de su madre al verme amanecer al lado de un cadáver, la sentencia del juez, y los llantos de esa zorra. Todo se sintió un poco más vivo al final.

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