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—Psstt, grandote.

El moreno se dio vuelta. Ya estaba harto de ser el niñero de ese enano arrogante con ínfulas de emperador.

—Cierra la boca, ya estoy hartándome de escucharte.

—Pues lo siento. No me hubieran secuestrado. Necesito ir al baño.

—Te aguantas —dijo y se volvió a girar para seguir mirando la televisión.

—Hey, vamos. No seas así, prometo cerrar la boca si me dejas ir.

El moreno no contestó.

—Si me explota la vejiga, tú tendrás que limpiar el enchastre. ¿Alguna vez has visto cómo es una vejiga explotada? ¿No? Pues no tendrás que esperar mucho. Moriré y tú serás el único culpable. Cuando se entere mi madre te arrancará los ojos. Soy su único hijo, ya verás.

HyunWoo revoleó los ojos y se levantó de la silla. Se arrancó la manga de la playera que llevaba puesta y la arrugó en sus manos. El chico que estaba atado a una silla lo miró acercarse y frunció la boca.

—Sabes, podrías trabajar para mí en vez de andar haciéndote el matón por ahí. Tienes un buen cuerpo, algo tosco, sí, pero tienes un cierto atractivo salvaje. Apuesto a que serías un buen modelo de trajes de ba...

HyunWoo le ató la mordaza detrás de la cabeza y le sonrió.

—No entiendo como tu madre no te dio en adopción, ¿acaso nunca te callas?

El chico entrecerró los ojos y farfulló algo contra la mordaza. HyunWoo se rió.

—Escucha, enano insufrible —el muchacho atado rodó los ojos—. ¿Vas a decirme lo que quiero escuchar o quieres que te haga hablar de otra manera? Conozco muchos métodos para hacer cantar a los pajaritos como tú.

El muchacho lo desafió con la mirada. A HyunWoo le hizo gracia que a pesar de estar atado y en bata de baño, siguiera siendo tan altanero. El chico finalmente asintió y HyunWoo le bajó la mordaza.

—Te escucho.

—Primero llévame al baño. En serio, tengo la vejiga del tamaño de una nuez, podría morir si no orino. Una vez me aguanté las ganas por dos horas y...

—¡Cielos, cierra la boca! Está bien, te llevaré. Con tal de no escucharte, soy capaz de dejar que orines en mis manos.

—¡Vaya, parafilia! —exclamó el chico—. Oye, yo no soy quién para juzgar tus gustos, pero deberías hacerte ver. Una vez conocí a un tipo... —HyunWoo lo volvió a amordazar y lo levantó de los brazos para acompañarlo al baño.

Hacía casi un día que vigilaba al diseñador y ya estaba cansado. El chico era un parlanchín de los peores. Incluso había estado tentado a dejarlo ir al menos dos veces con tal de no escuchar más su verborragia incontrolable. Esperó a que su cautivo hiciera sus necesidades, pero vio que solo se quedaba mirando el inodoro.

—¿Y ahora qué? —preguntó parándose a su lado. Le bajó la mordaza.

—A ver, genio, ¿cómo piensas que puedo hacer algo con las manos atadas? De veras, ¿no pensaste en ser modelo? Se nota que eres medio lento.

—Hey, humpa- lumpa, ¿quieres que te meta la cabeza en el inodoro?

—Para tu información, mido 1.75. No soy enano.

—Si, como digas. —Le soltó una mano y esperó. El chico siguió quieto. ¿Y ahora, qué?

—No puedo hacerlo si me estás mirando. Sé que tienes ciertos fetiches, pero yo, amigo mío, no me presto para esas cosas.

—Juro que te ahogaré en el inodoro. No juegues con mi paciencia...

—¡Qué carácter! ¿El ser un subnormal con nulo sentido del humor es requisito indispensable para ser un matón de poca monta?

HyunWoo apretó los puños y se giró. Estaba demasiado tentado a apretarle el cogote al hobbit parlante que tenía a su cuidado.

Un ruido metálico hizo sobresaltar al chico que miró a su captor.

—¿Quién es? —preguntó estirando el cuello para ver por encima del moreno.

—Tú termina de hacer tus cosas y cállate.

—¡HyunWoo! —gritó alguien.

—En el baño, el enano quería descargar.

—¡Ordinario! —exclamó el diseñador indignado—. Ya está. ¿Contento?

—Sigues hablando, así que no, no estoy contento

Lo agarró y volvió a atarle la mano libre. Kihyun resopló, molesto.

—¿Podrías atarme las manos adelante? Me duelen los hombros. Soy de articulaciones frágiles.

—Y de lengua suelta —bromeó HyunWoo.

—Oh, no te imaginas cuánto... —Kihyun le sacó la lengua.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó el recién llegado mirándolos a ambos.

—Que sea la última vez que me usas de niñera. Este gnomo es un grano en el trasero.

—Pues tú no eres mucho mejor, y ¡deja de llamarme enano! Voy a matarte.

—¿De veras? ¿Tú y qué ejército de elfos domésticos?

Jooheon se pellizcó el puente de la naríz.

—¡Ya cállense los dos! Y tú —miró a Kihyun—¿Dónde está HyungWon?

Kihyun levantó la barbilla.

—¿Acaso tengo cara de secretaria?

HyunWoo reprimió una risita y se giró para que JooHeon no lo viera.

—No te pases de listo. No sabes con quién estás hablando. Vas a terminar hablando con los peces.

—Apuesto que serían más divertidos que ustedes dos.

JooHeon exasperado miró a HyunWoo y este se encogió de hombros.

—A ver si nos vamos entendiendo. Tú no estás en posición de hacerte el gallito aquí. Agradece que estamos nosotros dos, Xiao Jun no sería tan compasivo.

—¿Y qué me hará ese idiota? ¿Golpearme como lo hacía con su marido? ¡Panda de cavernícolas! ¡Anda, venga! ¡Golpéame! Pero juro que si logro salir de esta les arrancaré los huevos con las uñas, y les advierto que tengo una buena manicura.

JooHeon suspiró y se echó a reír.

—Eres gracioso, pitufo gruñón. Ahora habla, tengo cosas que hacer.

—Ya les dije que no soy secretaria de nadie. ¿Creen que HyungWon me comunicaba cada paso que daba?

—Bien, ¿y el chico Lee?

Kihyun levantó una ceja y chasqueó la lengua.

—¿Lee? Sé más específico, te recuerdo que estamos en Corea, media población se llama Lee.

Jooheon se adelantó y lo levantó por el cuello de la bata de toalla. Kihyun ni siquiera parpadeó.

—Ya deja de jugar que mi paciencia tiene un límite. ¿Tantas ganas tienes de perder esa lengua de loro?

—Si van a matarme háganlo ahora o moriré lentamente de aburrimiento con ustedes dos.

Kihyn fue arrastrado de nuevo a la silla, pero sin dejarse amedrentrar por la prepotencia de ambos hombres.

—Voy a preguntarte una última vez —JooHeon arrastró una silla y la posicionó frente al diseñador—. No quiero hacerte daño, así que no me obligues. Ahora dime, ¿dónde está HyungWon?

—Ya les dije que no sé. Hace casi un mes que no sé nada de él. Él sólo debía presentarse cuando hubiera sesión de fotos y la semana de la moda terminó. Estaba libre por el momento.

—¿Habló de algún lugar a donde quisiera ir?

Kihyun negó con la cabeza.

—¿De qué hablaban?

—No hablábamos mucho...

HyunWoo soltó una carcajada.

—Sí, claro.

—¿De qué diablos te ríes, neandertal?

HyunWoo se levantó y le pateó la silla. Kihyun lo miró con odio.

—Wow, que malo eres, ya veo por qué te mandan de niñero. ¡Es porque eres un payaso!

HyunWoo levantó un puño dispuesto acabar con el diseñador, pero JooHeon se lo impidió. Su celular comenzó a sonar.

—Déjalo —dijo dándose vuelta para ir a atender la llamada. Kihyun sonrió de lado a HyunWoo y este levantó un dedo y lo pasó a lo largo de su cuello en una clara amenaza, pero Kihyun sólo se limitó a morderse el interior de la mejilla y le guiñó un ojo.

—¡Enano insufrible!

—¡Mono idiota!

—Bien, tengo que irme. Ve si puedes averiguar algo, Xiao Jun está insoportable. Tengo que ir al aeropuerto.

—¿Me dejarás toda la noche con esta mariposa con plumas? —HyunWoo se acercó a su compañero.

—¡Hey! —gritó Kihyun.

—Ponle doble mordaza. Tengo que irme. Suerte con el hamster hiperactivo...

—¡Te escuché!

Jooheon salió riendo del lugar dejando a un HyunWoo muy desanimado por la perspectiva de pasar la noche con el diseñador engreído. Iba a tener que armarse de paciencia si no quería cometer un asesinato.

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