✘23
Kihyun dormitaba luego de haber comido —y de haberse quejado, por supuesto— lo que las enfermeras le habían dado de cenar. HyunWoo estaba sentado a su lado y no había tenido corazón para moverse de allí aunque todavía estaba en estado de shock por lo que había pasado más temprano. Kihyun lo había besado aunque también le había dicho que no lo recordaba. ¿Qué estaba pasando? Miró a la pequeña silueta removerse en la cama y apoyó una mano en su hombro en un intento de infundirle tranquilidad. Las heridas en su frente estaban sanando bien aunque todavía podían verse algunos moretones aquí y allá.
—¡Pst! —Hoseok asomó la cabeza por la puerta y le hizo señas para que se acercara—. Te traje algo para comer, ve al pasillo, yo lo vigilaré.
HyunWoo dudó unos segundos antes de asentir y palmearle la espalda a Hoseok.
—Gracias, se quedó dormido hace un rato.
Salió al pasillo que estaba en silencio y miró los emparedados que Hoseok le había llevado. Decidió ir a buscar algo para tomar. Caminó hasta el final del pasillo y se congeló al oír una voz.
—'¿Qué es lo que quieres de mí? ¿No es suficiente con lo que hiciste? Casi matas a Kihyun...'
Una nube oscura nubló su visión y avanzó a paso firme.
—'Está bien... Iré. Pero por favor déjalos en paz...'
Respiró con fuerza intentando calmarse. Necesitaba hacer las cosas bien. Si quería darle su merecido a Xiao debía mantener la cabeza fría. Aminoró la marcha y casi choca de frente con HyungWon que dobló hacia el pasillo.
—HyunWoo —dijo sobresaltado y llevándose una mano al pecho— ¿qué... qué haces aquí? Yo estaba...
—Iba a buscar un refresco en la máquina. Hoseok me trajo unos emparedados, pero me temo que no podré pasarlos sin algo de beber. —Dijo sonriendo—. ¿Tú qué hacías?
HyungWon se abrazó la cintura y frunció los labios. Era un gesto que hacía cuando estaba nervioso.
—Bueno, yo salí a tomar un poco de aire. Pero creo que iré a casa a ducharme y ver a Goonie.
HyunWoo asintió y luego de cruzar dos palabras más siguió su camino hacia la máquina expendedora.
HyungWon vio a Nunu desaparecer por el pasillo y expulsó todo el aire que había estado reteniendo. Xiao seguía amenzándolo y estaba al borde de un ataque de nervios.
—'¿Te gustó el regalito que te hice? Ahora sabes que no puedes jugar conmigo. Eres mío, no puedes escapar.
—'¿Qué es lo que quieres de mí? ¿No es suficiente con lo que hiciste? Casi matas a Kihyun...'
—¿Qué es lo que quiero? A ti. Ve a medianoche al lugar que voy a enviarte. Y más te vale que aparezcas o haré una masacre con todos esos imbéciles que te acompañan...'
—'Está bien... Iré. Pero por favor déjalos en paz...'
No tenía escapatoria. Xiao había sido claro y si no iba a su encuentro, sabía que iba a cumplir sus amenazas. Y no podía seguir exponiendo a sus amigos al peligro. Miró su reloj y vio que eran apenas las once de la noche. Debería buscar una excusa para salir sin que Hoseok lo notara. Estuvo un rato pensando en qué decir cuando la puerta de la habitación se abrió. Hoseok le sonrió y se acercó para abrazarlo y se deshizo en sus brazos, escondiendo la cara en el pliegue del cuello pálido de su novio. Su perfume le embotaba los sentidos y estuvo tentado a cerrar los ojos y quedarse allí para siempre.
—¿Todo en orden, amor? —preguntó Hoseok acariciándole la espalda—. ¿Estás cansado?
HyungWon asintió y dejó un beso sobre su cuello.
—Estoy bien, pero creo que iré a casa a darme un baño...
—Iré contigo —dijo HyunWoo apareciendo ya sin los emparedados. Ambos lo miraron—. Me gustaría ducharme también.
Hoseok miró a HyungWon y este asintió.
—Bien, me quedaré hasta que vuelvan —luego miró a HyunWoo—. Cuídalo, por favor.
HyungWon rodó los ojos y luego le tomó la cara entre las manos y juntó sus labios a los de Hoseok.
—Estaré bien, ¿si? Te amo...
Hoseok no pudo evitar sonreír. Era la primera vez que HyungWon le decía Te amo y eso lo agarró con la guardia baja. Sin pensarlo demasiado, lo tomó por la cintura y lo besó profundamente y no lo soltó hasta que HyunWoo se aclaró la garganta, visiblemente incómodo con las demostraciones de afecto de sus amigos.
—Bueno, ¿vamos? Así volveremos rápido.
HyungWon asintió y picoteó de nuevo los labios hinchados de su novio.
—Te veo en un rato...
Al decirlo algo se agitó en su interior porque sabía que no iba a volver a verlo. Su destino ya lo había determinado su esposo. Intentó sonreír despreocupadamente y entonces se alejó con HyunWoo.
—Puedo acercarte a la posada —HyungWon quiso subirse al volante, pero HyunWoo le puso una mano en el pecho.
—Te escuché hablando por teléfono —dijo. HyungWon se puso pálido—, así que vamos a hacer lo que ese hijo de puta te pidió. Iremos a verlo.
HyungWon quiso protestar, pero sabía que no iba a lograr persuadir al grandote.
—Nunu... Xiao es peligroso, mira lo que le hizo a Kihyun...
—Por eso mismo iremos. No pienso permitir que ese imbécil siga saliéndose con la suya. No te preocupes, he trabajado con él muchos años, sé cómo se maneja. No me verá.
HyungWon no estaba seguro de seguirle la corriente a HyunWoo, especialmente porque no quería que nadie más resultara herido por sus errores.
—Lo único que voy a necesitar es que tú lo distraigas en algún momento. Si no me equivoco, Jooheon estará cerca y probablemente los dos idiotas guardaespaldas que tienen. Y necesito que Xiao quede solo —HyungWon lo miraba sin animarse a decir nada—. Ahora, apaga tu teléfono o ponlo en silencio. No queremos distracciones y sabiendo cómo es Hoseok, probablemente te llamará.
Sacó su teléfono y vio que tenía un mensaje con una dirección. Se lo mostró a HyunWoo y este asintió.
—¿Confías en mí? —le preguntó el grandote.
HyungWon asintió. No podía ser de otra manera. Confiaba en HyunWoo.
—Bien, no estarás solo.
—¿Có... Cómo haremos? Si me ve llegar contigo...
—Obvio que no llegaremos juntos, tú irás por un camino y yo por otro. Descuida, sé escabullirme muy bien.
Pasaron por la posada donde HyunWoo bajó a buscar algo y luego apagó su celular. El corazón le latía demasiado fuerte y le sudaban las manos. Puso en marcha la camioneta y partió.
El lugar dónde lo había citado su marido era una construcción antigua —como casi todo en Adare— que tenía toda la pinta de haber sido una capilla al menos medio siglo atrás. Todo lucía oscuro y silencioso. Apagó la camioneta y miró hacia el lugar sin animarse a bajar. Sabía que nada bueno lo esperaba. Miró hacia atrás, por dónde había venido con la esperanza de ver a HyunWoo cerca, pero solo había árboles y vegetación por todos lados.
'Por favor, que todo salga bien. Por favor, si algo sale mal, Dios, protege a Hoseok... protégelos a todos...' —rezó en silencio.
Luego tomó aire y bajó. Las piernas le temblaban y sentía que iba a desmayarse en cualquier momento. El viento de la noche azotaba los árboles y un viento repentino se levantó esparciendo hojas secas por todos lados. Dio un paso, luego otro.
Quiso encender la linterna de su celular, pero luego recordó que lo había apagado.
'Tranquilo, tranquilo' —se repetía una y otra vez.
Puso un pie en un escalón y se asomó intentando distinguir algo en su interior. La oscuridad parecía cernirse sobre todo el lugar.
—Hola, mi amor. Estaba a punto de ir a buscarte...
El corazón de HyungWon se detuvo por un segundo antes de volver a latir con fuerza. Estaba seguro de que estaba por sufrir un ataque cardíaco de un momento a otro. Se llevó una mano al pecho y jadeó.
Podía ver un puntito rojo en medio de la negrura. Era el cigarro de su marido.
—Anda, no seas vulgar y ven a saludarme. Hace mucho tiempo que no nos vemos —la voz calma y profunda le provocaron ganas de llorar. Todo el miedo que había sentido estando a solas con él había vuelto, pero multiplicado por mil. Sus pies se negaban a moverse y una lágrima corrió por su mejilla—. No te ves muy feliz de verme —dijo Xiao incorporándose de su silla. Hubo un ruido y una lámpara de aceite se encendió. Su marido lo miraba desde su silla, inclinado hacia adelante con los antebrazos apoyados en sus rodillas. Le hizo un gesto con un dedo para que se acercara y le sonrió. Y no era una sonrisa linda. HyungWon conocía muy bien ese gesto. Porque siempre precedía a algo terrible. —Vamos, acércate. ¿O quieres que vaya por ti?
HyungWon rápidamente sacudió la cabeza, negando y se acercó con pasitos de bebé.
Cuando estuvo a poco menos de un metro, miró a ambos lados. No era posible que Xiao estuviera solo.
—¿Qué sucede, amor? ¿Acaso esperas a alguien? —El tono de burla con el que dijo esas palabras lo hizo enfurecer. De repente se le vinieron a la cabeza algunos recuerdos en los que los matones de su marido le sostenían los brazos para que él descargara su furia en él.
—No sería la primera vez que me tiendes una emboscada con tus hombres.
Xiao alzó una ceja y le sonrió. Estaba disfrutando el momento.
—Veo que un tiempo lejos de casa te ha hecho más osado, esa boquita preciosa ahora dice cosas feas... —Vio cómo su marido lanzaba el cigarro lejos con un piquete de su dedo y se incorporaba. Instintivamente, HyungWon dio paso hacia atrás—. ¿De qué tienes miedo, amor? ¿No confías en mí? Ese idiota debió de meterte cosas raras en la cabecita esa que tienes. Ven, prometo que solo seré yo.
HyungWon tragó con fuerza, pero el nudo que sentía en la garganta sólo crecía con cada segundo que pasaba. Su marido se paró frente a él y con una mano le acarició la mejilla. HyungWon cerró los ojos.
—No puedes imaginar lo que extrañé tocarte —un dedo se ancló en su labio inferior, pellizcándolo suavemente a la vez que hacía presión hacia abajo— abre la boca, cariño...
HyungWon quiso apretar los labios, pero sabía que si no obedecía todo iba a ser peor. Separó apenas sus labios y el dedo se introdujo en su boca provocándole unas enormes ganas de vomitar.
—Mírame —no fue un pedido. Era una orden. El tono que lo indicaba era claro. Lo hizo. Los ojos oscuros le devolvieron la mirada y entonces una mano se cerró con fuerza en su barbilla y los labios contrarios atacaron los suyos.
Estaba horrorizado. Dio un respingo violento e intentó correr la cara, pero los dedos se clavaron en su cara haciéndole doler.
—Eres tan dulce... —dijo Xiao contra su boca—, pero apestas a café barato. ¿De veras pensabas reemplazarme por el campesino ese? —una risa socarrona cruzó la noche—. Eres increíble. De veras que no puedo entenderte. Tenías todo conmigo. Fama, riquezas, éxito... Y decidiste tirar todo por la borda por un idiota que hace pasteles...
Ahora las lágrimas de HyungWon empapaban su cara y sus manos temblaban. Todo su cuerpo estaba temblando.
—¿Por qué lloras, bebé? Sabes que tengo razón. Tu lugar está a mi lado, no hay forma de que puedas cambiar eso. Eres mío. Mío y de nadie más. Y espero que esta vez te lo metas bien adentro de la cabeza. Jamás te irás de mi lado, ¿entendido?
HyungWon movió desesperadamente los ojos cuando su marido volvió a besarlo, pero esta vez con más fiereza. Xiao estaba fuera de sí. HyungWon cerró los ojos resignado cuando su marido le arrancó la camiseta de un tirón y lo empujó contra una de las paredes del lugar. HyungWon soltó una exclamación de dolor al chocar contra la piedra fría, pero de nuevo su boca fue atacada. No podía moverse. Su marido era bastante más grande de cuerpo y lo tenía aprisionado contra la pared. Una pierna musculosa se coló entre las suyas y una mano le aflojó el jean.
—No, no... —murmuró removiéndose contra el cuerpo contrario— es... espera... Xiao...
—Ya me hiciste esperar demasiado tiempo. Y mi paciencia ya se agotó. Ahora cierra la boca... —cuando una mano se cerró sobre su miembro, HyungWon soltó un sollozo.
—¡Basta! —gritó. Su marido se separó apenas y le asestó un revés que hizo que su cabeza golpeara contra la piedra.
—¡Te dije que cerraras la boca, maldita sea! ¡Eres mi marido, puedo hacer contigo lo que se me pegue la maldita gana! Te voy a enseñar a obedecer.
Con un movimiento rápido lo giró hasta que HyungWon quedó de cara a la pared. Sus ojos se abrieron del terror y el aire frío pegó en sus nalgas desnudas. No podía estar pasándole de nuevo.
—¡No, no, por favor...!
HyunWoo se adentró en la espesura del bosque que rodeaba el lugar y sonrió cuando vio los pequeños puntos de luz de los cigarros.
—Esos dos idiotas no cambian más —dijo para sí. Desenfundó el arma y le quitó el seguro.
Por experiencia sabía que los dos guardaespaldas siempre estaban juntos. No sabía por qué, pero si esos dos estaban ahí, Jooheon no debía estar lejos. Los tres eran los guardias personales de su antiguo jefe. Se acercó al lugar moviéndose ágilmente entre la maleza y agradeció que el tiempo acompañara sus acciones porque el viento se levantaba silbando entre los árboles y eso le hacía más fácil moverse. Se apoyó contra uno de los laterales de la capilla en ruinas y esperó.
—¡Maldito clima del demonio! —exclamó uno de ellos ajustándose el saco de su traje oscuro—. El chico se veía bien, ha subido de peso...
Hubo una pequeña risita.
—Solo espero que Xiao termine rápido, quiero ir a comer.
—Iré a ver si está todo en orden al frente. Ten cuidado.
HyunWoo sonrió y cinco segundos después uno cuerpo grande y macizo se desplomó a sus pies. HyunWoo pasó por encima y se escondió tras una de las columnas a esperar al otro. No tuvo que esperar mucho tiempo, el otro guardaespaldas apareció unos minutos después y cuando vio a su compañero en el piso abrió la boca para avisar, pero no pudo hacerlo. HyunWoo se paró detrás y le torció el cuello. Ahora los dos cuerpos yacían en el piso. Los arrastró como pudo hasta dejarlos medio escondidos y fue en busca de Jooheon.
—No, no... es... espera... Xiao...
La voz de HungWon le llegaba amortiguada por el viento y apretó la mandíbula. Debía apurarse.
—Ya me hiciste esperar demasiado tiempo. Y mi paciencia ya se agotó. Ahora cierra la boca...
Divisó a su ex compañero con las manos cruzadas al frente sosteniendo el arma, listo para disparar.
—¡Basta! —el grito de HyungWon lo hizo reaccionar y se acercó sigilosamente. Cuando estuvo cerca, chistó.
Jooheon se giró y sus ojos se abrieron al máximo.
—Lo siento, amigo —dijo HyunWoo antes de asestarle un golpe certero en la frente con la culata de su arma. Jooheon cayó hacia atrás con los ojos cerrados.
—Estarás bien —dijo al aire.
Por entre una de las aberturas vio como Xiao tenía a HyungWon contra la pared. Ese hijo de puta iba a violarlo. Corrió hacia la entrada.
—¡No, no, por favor...! —sollozó HyungWon.
—Te dijo que lo soltaras.
Xiao se sobresaltó y giró la cara.
—Bueno, bueno, miren quién decidió unirse a la fiesta... pero si es mi viejo amigo HyunWoo.
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