✘21
HyunWoo se ajustó la chaqueta y apuró el paso. Había estado dándole vueltas a lo que había sucedido esa mañana en el café. Había estado a nada de besar a Kihyun. Lo que estaba sintiendo lo tenía en un estado de agitación permamente. Pero tampoco era tan idiota como para pasar las señales por alto. Ya el solo hecho de pensar en el pequeño diseñador le sacaba una sonrisa. Y él no era de sonreír. ¿Debía hacer algo con lo que estaba sintiendo? No podía hablar con Min, el muchacho se le reiría en la cara y le diría 'Te lo dije'. Con HyungWon aún no había la confianza. El chico simplemente no podía sacarse de todo el nerviosismo a su alrededor. Y lo entendía. Después de todo había sido parte del círculo de confianza de su marido. Y luego estaba Hoseok. Quien al principio lo había tratado con cautela, pero luego le había abierto las puertas de su casa y de su amistad. Sí, quizás debía hacer eso. Hablar con Hoseok sobre lo que le estaba pasando con Kihyun. Más animado ante la perspectiva de quitarse un peso de encima, empezó a trotar hacia la cafetería que sólo estaba a dos calles. Y entonces se oyó un ruido ensordecedor y las llamas iluminaron la fría noche de Adare.
HyunWoo no supo en qué momento había empezado a correr, pero cuando pudo reaccionar ya estaba gritando desesperado e intentando buscar un lugar para entrar a lo que unos segundos atrás había sido House of Wenee.
El olor a vainilla flotaba en el aire y las llamas se avivaban aquí y allá. Y él en lo único que podía pensar era en Kihyun. Ese enano parlanchín al que había empezado a querer. Con una patada brutal hizo ceder parte de las puertas de entrada. No le importaba que el metal ardiera, sólo necesitaba entrar.
—¡Kihyun! —gritó desesperado—. ¡Kihyun!
Se abrió paso como pudo mientras el ardor escalaba por su garganta. Dentro del local se había desatado el infierno. Sin ponerse a pensar demasiado corrió entre los escombros hacia donde había estado la cocina. Kihyun no podía estar en otro lugar. Cuidando de apartar todo lo que estaba en su camino a patadas, siguió gritando y entonces el alma se le fue al piso cuando vio que parte del techo de la cocina había sucumbido a la explosión y ahora no se veía más que un amasijo de cemento y metales.
—¡Kihyun! Responde, por favor... ¡Kihyun!
Sacó su celular del bolsillo y encendió la linterna. Divisó el matafuegos entre el desastre y con las manos temblorosas apagó las llamas más cercanas. Pero el calor era insoportable y se le estaba haciendo casi imposible respirar.
—Kiki, por favor, por favor...
Sintió la cara húmeda, pero no le dio importancia. Encontrar a Kihyun era su prioridad. Y entonces vio un pedazo de tela verde menta chillón. Y sin pensarlo dos veces se abalanzó a quitar lo que estaba sobre el cuerpo. No le costó mucho mover todo, el estado de euforia en el que se encontraba hacía que todo obstáculo fuera inútil. Sólo necesitaba sacar a Kihyun de ese infierno.
Hoseok solo vio la explosión cuando estaban a pocos metros del lugar. El ruido
fue tal que sus oídos zumbaron y los sonidos del mundo fueron reemplazados por un pitido molesto y taladrante.
Su lugar, su cafetería, su sueño. Todo había sido destruído.
Y entonces se desató la furia en su interior. HyungWon a su lado dio un alarido y saltó de la camioneta para empezar a correr hacia lo que había sido el local. Hoseok entonces despertó. Min ya corría tras HyungWon y él hizo lo mismo. Si algo le pasaba a HyungWon no iba a poder continuar.
—¡Wonnie, no!
Pero HyungWon estaba fuera de sí. Gritando el nombre de su amigo una y otra vez. Ya se habían juntado algunos vecinos y todos gritaban desesperados. Las sirenas de los bomberos no tardaron en hacerse escuchar. Era un pueblo chico y la explosión había sido lo suficientemente fuerte como para despertar a todo el pueblo.
—Kihyun, Kihyun estaba allí dentro —sollozaba Wonnie sin control, arrodillado en el piso y con un ataque de nervios.
Sin detenerse a consolar a su novio, Hoseok corrió hacia el local. Dos bomberos se apearon del camión y corrieron hacia él, impidiendole entrar.
—Hay alguien ahí adentro, por favor déjenme entrar —gritó desesperado.
—Señor, déjenos hacer nuestro trabajo.
Forcejeó unos segundos hasta que escucharon ruidos del interior y la silueta grande de HyunWoo apareció en la penumbra. Todos enmudecieron al verlo salir, con la cara manchada de hollín y el cuerpo inerte de Kihyun en sus brazos.
—¡Nooooo! —fue todo lo que escuchó cuando HyungWon se zafó del agarre de Min y corrió hacia HyunWoo.
La ambulancia llegó a los pocos segundos y dos paramédicos corrieron a socorrerlos.
Kihyun tenía la cara cubierta de sangre y no respondía. Aunque tenía pulso.
Pronto fue subido a una camilla y HyungWon, que seguía llorando sin parar, dio un paso hacia la ambulancia para subirse. Y su celular vibró en su mano.
—Hola, cariño, espero que te haya gustado mi regalito...
—¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ HICISTE ESTO, MALDITO PSICÓPATA! ¡ÉL NO TE HIZO NADA!
Entonces HyunWoo le arrebató el teléfono de las manos y con un tono que le heló la sangre a HyungWon le soltó tres palabras.
—Voy a matarte.
Poco tiempo después, los cuatro miraban en silencio las baldosas color bordó del hospital. Nadie decía nada, todos estaban demasiado conmocionados con lo que había pasado como para decir algo.
—¡Hoseok, querido!
Todos levantaron la mirada para ver a una llorosa señora Fergus que corría hacia ellos con los brazos abiertos. Gyu corría detrás, con los ojos rojos e hinchados.
Hoseok apenas si pudo levantarse cuando ambos lo abrazaron entre lágrimas.
Y entonces todo el peso de lo que había sucedido cayó sobre ellos como un baldazo de agua fría. HyungWon soltó un fuerte sollozo y Min cayó de rodillas a su lado para abrazarlo.
Gyu se soltó del cuerpo de Hoseok y se acercó a HyunWoo que tenía la mirada fija en un punto en la pared.
—¿Co... cómo estás? —le preguntó con la voz quebrada. Y sin pensárselo mucho se acercó para abrazarlo. Y HyunWoo simplemente se derrumbó. Todos miraron la escena y luego se miraron entre sí. Jamás habían visto a ese hombre gigante quejarse por nada y sin embargo ahora ahí estaba, llorando como un crío en los brazos de un chico estaba doblado a la mitad por el peso del cuerpo del grandote.
Una vez que la señora Fergus soltó a Hoseok, se acercó a HyungWon y este la abrazó con fuerza.
—Shhh, tranquilo cariño, él estará bien...
HyungWon sacudía la cabeza.
—Es todo mi culpa. Yo debería haber estado en su lugar...
Hoseok lo volteó por los hombros y lo obligó a mirarlo.
—No vuelvas a decir eso, él es un enfermo. Podría haber sido cualquiera de nosotros.
HyungWon se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.
—Él me estaba buscando a mí. Si yo hubiera regresado con él, si yo no hubiera escapado... Hoseok, la cafetería, lo siento tanto...
Hoseok lo abrazó y le acarició el cabello con dulzura.
—¿Son familiares del señor... Han?
Todos se apiñaron alrededor del doctor.
—Yo soy su hermano —dijo Min tomando la palabra—. ¿Cómo está él?
—Él está bien. Está con respirador porque inhaló mucho humo, pero la peor parte se la llevó su cabeza. Cuando se derrumbó el techo, parte de la mampostería cayó sobre él causándole algunas heridas de consideración. Sin embargo, tuvo mucha suerte. Los accidentes por derrumbes suelen ser fatales.
—¿Él está despierto? —preguntó HyunWoo dando un paso al frente haciendo que el doctor retrocediera unos pasos al ver el tamaño del hombre.
—No todavía. Por el momento quedará unos días en observación. Mañana haremos algunos estudios.
Todos respiraron más aliviados ante el pronóstico favorable del médico.
—Hoseok, dime si hay algo que Margaret y yo podamos hacer. Sabes que cuentas con todo nuestro apoyo —dijo el marido de la señora Fergus cuando se acercó una vez que el doctor se alejó.
—Muchas gracias, Alfred. Primero hablaré con el seguro y luego veré a partir de ahí. Aún no caigo en lo que pasó.
—Pueden quedarse en casa esta noche si lo desean —ofreció la señora Fergus.
Hoseok sonrió apenas.
—Tengo que volver a casa, Goonie quedó solo allí y quiero que Wonnie se calme. Estaremos bien.
HyunWoo entonces se acercó a Hoseok y lo llevó aparte.
—Voy a necesitar las cámaras de las casas cercanas. Necesito saber quién fue.
—¿Y qué harás después?
—Voy a matar uno a uno a esos hijos de puta.
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