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El modelo Chae HyungWon ha desaparecido.
Xiaojun se echó hacia atrás en su silla y la hizo girar lentamente con el pie. Los cinco hombres que estaban en la misma habitación contuvieron la respiración.
—¿Qué pasó? —preguntó con calma, lo que hizo que todos se echaran miradas entre sí sin atreverse a hablar—. ¿Nadie va a decir nada? Mi esposo desaparece y nadie sabe nada...
Un hombre grandote con cara de pocos amigos se aclaró la garganta y dio un paso adelante.
—Tiene que estar cerca. Pero su celular esta muerto y su antiguo departamento estaba igual que siempre. Su ropa y sus cosas estaban allí.
—¿O sea que se desvaneció en el aire? ¡Estoy perdiendo una fortuna con ustedes, manojo de inútiles! —se levantó de golpe y su silla cayó hacia atrás—. Quiero que me traigan a ese chico, MinKyun o como se llame.
—Eh, señor Xiao, tampoco pudimos encontrar a ese chico...
Sus puños se cerraron de forma amenazante y sus nudillos se tornaron de color blanco.
'...el modelo, que ha desfilado para los mejores diseñadores del mundo, siendo la actual musa del famoso diseñador de vanguardia, Yoo Kihyun, no ha sido visto desde el martes pasado. Varias columnas de la farándula se han hecho eco de los rumores de divorcio entre el modelo y el magnate hotelero, Xiao Jun...'
Xiao Jun agarró el control remoto y lo lanzó contra el televisor que estalló en pedazos. Todos empezaron a temblar. Era conocido el mal carácter del empresario y todos temían los frecuentes e impredecibles ataques de ira que podían ser dirigidos hacia cualquier persona u objeto. Varias veces habían visto a su, ahora desaparecido esposo, con algún que otro moretón.
Generalmente, el modelo no pasaba por el despacho de su marido, pero cuando lo hacía, parecía una sombra que caminaba por inercia. Nadie entendía cómo el muchacho se había enamorado del hombre irascible que ahora los miraba con odio. Cierto era que Chae HyungWon tenía fama de ser altanero y arrogante, pero ninguno de los que trabajaba para el señor Xiao podía decir que aquello fuera cierto. El muchacho apenas si les dirigía la palabra o los miraba, pero era educado y jamás les había dicho alguna palabra ofensiva.
—Quiero a ese muchacho para esta tarde. Si no empiecen a rezar y a pensar en un bonito epitafio porque voy a matarlos a todos. ¡Encuéntrenlos!
Todos salieron en tropel y Xiao se giró hacia el gran ventanal que ocupaba toda la pared de su despacho. Desde allí podía ver todo Seúl. ¿Dónde estás, HyungWon?
Iba a remover cielo y tierra, pero lo encontraría. HyungWon nunca se iría de su lado. Era su esposo. Suyo. Lo había sido desde el momento en que posó sus ojos en la figura alta y elegante del chico. Habían pasado tres años desde aquella noche y juró que lo haría suyo a cualquier precio. Había puesto toda su energía en cortejarlo, se había tomado el tiempo del mundo para enamorarlo y había logrado hacerlo su esposo. Era su bien más preciado. Su HyungWon. Tan hermoso que hasta dolía. Y ahora el muy ingrato se había ido. No iba a permitírselo. Antes prefería verlo tres metros bajo tierra que lejos suyo.
Te voy a encontrar, HyungWon. Y vas a pagar el haber tenido el descaro de abandonarme.
Agarró su teléfono y marcó.
—Te necesito aquí, ahora —dijo y colgó.
Unos segundos después la puerta de su oficina se abrió y un muchacho apuesto en un traje gris plata, entró, echando una mirada rápida al televisor en el piso.
—¿No te gustaba el modelo? —preguntó tomando asiento frente a Xiao.
—Pensé que lo tenían vigilado.
El hombre se desprendió los botones de su saco para tener más libertad de movimiento y se inclinó hacia adelante.
—No salió del edificio.
—O aprendió a teletransportarse... ¡Maldita sea, JooHeon! Mide más de un metro ochenta, ¿cómo puede ser que nadie lo haya visto salir del edificio?
El hombre, JooHeon golpeó un pie impaciente contra el piso.
—Bien, si quieres echarme la culpa, hazlo. Lo acepto si eso te hace feliz —levantó las manos en señal de rendición.
—¿Sabes lo que me haría feliz? ¡Que todos hicieran bien su maldito trabajo! ¡HyungWon se burló de ustedes en sus caras, demonios!
—Ya aparecerá. Sabes que al chico le gusta el drama. Además, te tengo un regalito.
Sacó su celular y luego de tocar la pantalla un par de veces, se lo pasó.
Xiao miró la pantalla y luego a JooHeon.
—¿Acaso eres idiota?
JooHeon rió.
—Puedo asegurar que ese enano tiene un carácter digno de rivalizar con el tuyo.
—JooHeon, el tipejo es famoso. ¿Acaso no aprendiste nada? —Xiao suspiró y dejó el celular en la mesita—. Bien, ya está hecho. ¿Dijo algo?
—Aún no, pero lo hará.
—¿Cómo estás tan seguro? ¿Crees que HyungWon le haya dicho algo?
—Trabaja con él. HyungWon es la cara de su marca.
—Bien, fíjate qué información puedes obtener. Intenta que no se te vaya la mano, no tengo ganas de lidiar con los medios.
—Descuida, seré suave. HyunWoo lo está cuidando.
—Son un dolor de trasero. Maldigo la hora en que se me ocurrió dejarlos a cargo. Sólo denle un susto, no necesito una gallina cacareando a mi alrededor.
—¿Algo más?
—Necesito otro televisor.
—De acuerdo. Cualquier cosa, llámame.
—Necesito encontrarlo, JooHeon.
El hombre lo miró con algo de pena. Apreciaba mucho a Xiao, pero el tipo estaba loco de remate. Ese chico lo tenía fuera de sí.
No tenía nada en contra del muchacho, de hecho hasta le agradaba, pero no le gustaba cómo reaccionaba Xiao Jun a su alrededor. Cada vez que el muchacho aparecía en escena, su amigo actuaba como si se tratara del diamante más grande del mundo. No quería que nadie lo mirara demasiado y parecía no poder controlar sus impulsos, fueran de la naturaleza que fuesen, cuando el chico se acercaba a él. A veces parecía amarlo con una devoción que rayaba la locura y a veces lo trataba como si fuese solo mierda en su zapato. Muchas veces se compadeció del chico. No podía entender la posesividad que se apoderaba de Xiao cuando su esposo estaba cerca.
Todavía recordaba la noche en que su jefe había conocido a su esposo. Habían asistido a un desfile donde estaba invitado toda persona que fuera alguien en la escala social. Xiao Jun había estado aburrido toda la noche, sonriendo y sacándose fotos para las revistas de moda cuando se topó con el muchacho alto que pasaba a su lado y tropezó casi cayendo en sus brazos. Desde esa noche, Xiao Jun había deseado a Chae HyungWon. Lo llenó de regalos carísimos y lo cortejó a la vieja escuela, con cartas de amor y palabras dulces. Poco había faltado para que le mandara serenatas. Nadie en la empresa podía creerlo. Xiao Jun era uno de los solteros más codiciados de Asia y ahí estaba, comportándose como un colegial hormonal tras un chico de cara bonita y sonrisa de comercial. Chae HyungWon aún no era el modelo famoso por el que todos los diseñadores se peleaban y había sabido hacerse un nombre en el mundo de la moda. Su belleza era alabada por todo el mundo. Nadie vio extraño que el magnate hotelero cayera rendido ante los encantos del mannequin, incluso había sido la frutilla del postre para los tabloides que ya los habían casado cuando recién iban por la tercer cita. Su romance con el apuesto empresario hotelero chino había catapultado al chico a una fama sin precedentes. Ahora no solo se lo disputaban los diseñadores sino que también era solicitado en todos los desfiles de alta costura alrededor del mundo.
Ahora el chico había desaparecido y esperaba que Xiao Jun no lo encontrara primero que él. Por el bien del muchacho deseaba que fuera así.
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