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✘16

Desde que Hoseok lo había besado aquella noche en su casa, HyungWon estaba en un estado de aletargamiento que no sabía muy bien cómo superar. Había sido un momento tan inesperado que, aún dos días después, seguía pensando en ello. No sabía qué hacer. No tenía experiencia en absolutamente nada que no incluyera golpes o humillaciones. O miedo. Había vivido sobresaltado la mayor parte de su vida. Agachando la cabeza, sin atreverse a mirar a los ojos a nadie. Y entonces apareció Hoseok, con su ternura y con su amabilidad para romper todos sus esquemas. Y no sabía qué hacer con lo que estaba sintiendo. Cuando lo veía entrar a la cocina con su sonrisa infantil se le empezaba a desordenar la vida. Quería hacer tantas cosas que no sabía por dónde empezar. Quería besarlo. Diablos si lo quería. Quería sentir esos brazos alrededor de su cuerpo, esa voz que le susurraba que ya no había nada a qué temerle porque él estaba ahí para protegerlo. Se encontraba sonronjándose sin motivo y sintiendo mariposas eufóricas en su estómago cada vez que Hoseok hablaba o hacía algún gesto para hacerlo sonreír.

—Oye, Seung Woo —Gyu entró a la cocina mordisqueando un pan de canela. HyungWon estaba pensando en lo hermoso que se veía Hoseok esa mañana, con esa camisa color azul francia que resaltaba la cremosidad de su piel y no se dio cuenta que el chico estaba llamándolo hasta que este se paró frente a su cara y aplaudió. HyungWon dejó caer la manga del glasé.

—¡Ay, dios, Gyu! —exclamó pestañeando con rapidez— vas a matarme un día de estos.

—Hace diez minutos que estoy llamándote... —el chico le señaló con la cabeza la bandeja de la mesa. Algunos muffins estaban totalmente cubiertos de glaseado turquesa que incluso habían perdido su forma original. HyungWon abrió los ojos de manera que hizo a Gyu echarse a reír porque según él, Wonnie asustado parecía un pokémon. —¿En qué pensabas?

—Oh, nada... estaba algo distraído... —respondió empezando a separar los muffins deformes. Hoseok entró a la cocina unos minutos después y descubrió a ambos muchachos mirando muy concentrados una bandeja de pasteles.

—¿Qué están haciendo ustedes dos? —preguntó parándose a su lado.

—A Seung Woo se le ocurrió una idea genial — dijo Gyu. Hoseok sonrió y alzó las cejas.

—A ver, cuéntame —dijo a HyungWon. Este de repente se sintió sofocado por las ganas de besarlo. Se aclaró la garganta, sacudiendo la cabeza de manera negativa.

—No... No es nada, fue solo una ocurrencia tonta...

Gyu rodó los ojos.

—Bueno, pues yo creo que es algo fantástico. Mira, Hoho, Seung Woo pensó que sería lindo tener un menú infantil.

—Gyu —se quejó HyungWon en un susurro— yo no...

—¿Un menú infantil? –Hoseok asintió. —Bueno, sí. Nunca lo había pensado.

—No un menú —HyungWon evitaba mirar a Hoseok a la cara— yo me refería a... bueno, Gyu me dijo que yo parecía uno de estos bichitos de ese dibujito...

—Pokémon —lo corrigió el chico, divertido.

—Ah, sí. Eso... y entonces yo pensé... que, es sólo una idea, no... no quiero que pienses que me tomo atribuciones que no me corresponden... —HyungWon empezó a tartamudear y Hoseok le apoyó una mano en el hombro.

—Gyu, ¿me dejas conversar un momento con Seung Woo, por favor? A propósito, la señora Fergus tiene un encargo para ti. Debes ir a la posada. La señora Smith necesita algunas cosas.

Gyu asintió y salió de la cocina no sin antes sacar algunos muffins de la bandeja.

Una vez que el chico cerró la puerta, Hoseok se acercó a HyungWon y lo rodeó con sus fuertes brazos. Este dio un respingo, un acto reflejo que siempre delataba lo tenso que estaba, pero pronto sintió unas caricias en la espalda y se relajó contra el pecho de Hoseok.

—Tranquilo, Wonnie... —dijo dejando un beso sobre su sien— no tienes por qué ponerte nervioso conmigo.

HyungWon sintió despacio, con la cara apoyada en el pecho. Era increíble cómo Hoseok se las arreglaba para transmitirle seguridad.

—¿Sabes qué es lo que más me duele de todo esto? Cómo ese maldito logró reducirte hasta ser un cachorro asustadizo — Hoseok lo separó un segundo para mirarlo a los ojos. HyungWon tenía la desolación pintada en sus hermosos rasgos. —No soporto ver cómo te encoges ante una caricia —HyungWon sintió que los ojos le escocían. —Me duele el corazón ver que aún sigues sufriendo por su culpa —se inclinó apenas y dejó un suave beso en los labios rosados. —Quiero hacerte olvidar de todo el dolor... —HyungWon suspiró contra sus labios, cerrando los ojos, sólo concentrándose en la voz de Hoseok.

—Lo... lo siento —balbuceó.

Hoseok limpió una lágrima solitaria que caía por su mejilla.

—No, nunca te disculpes por expresar tus sentimientos. No conmigo, por favor... —Hoseok dejó un beso en la punta de la nariz del alto y este sonrió apenas. —Ahora, cuéntame eso del menú infantil.

Kihyun era el único del pequeño grupo que parecía feliz. Caminaba alegremente, sacando fotos de absolutamente todo a su alrededor mientras MinHyuk y HyunWoo lo seguían como quien sabe que va a su ejecución

—Ah, ¿no es maravilloso? —preguntó inclinándose hacia un cantero repleto de flores. Acercó la nariz y aspiró con fuerza soltando un suspiro exagerado. HyunWoo puso los ojos en blanco.

—Ojalá se te meta una abeja en la nariz —dijo molesto. —Ahora deja de jugar a la casita de la pradera y agarra tu maldita maleta. Hace treinta calles que la vengo arrastrando.

Kihyun resopló molesto y se giró.

—Oye, gigantón, deberías ser un poco más agradecido. Estoy pagándote unas vacaciones, lo mínimo que puedes hacer es llevarme la maleta. Además no traigo nada...

—¿Nada? —HyunWoo soltó las maletas y se cruzó de brazos —desde que aterrizamos no has dejado de comprar todo lo que ves, me asombra que aún lleves sólo una.

—Eres la reina del drama, solo compré algunas cosas de primera necesidad... —Se excusó el diseñador también cruzándose de brazos y haciéndole frente.

—Dime como cuatro sombreros de paja y tres pares de sandalias son de primera necesidad.

—Pues veras, mi querido homo sapien, los sombreros evitan que me de el sol en mi preciosa piel...

HyunWoo se inclinó para quedar a la altura de Kihyun que levantó la barbilla, orgulloso.

—Estamos en Irlanda, enano, ¡aquí ni siquiera hay sol!

—Oh, ¿entonces eso es? Creí que era una nube negra sobre mi cabeza, pero solo eras tú con tu mala vibra. No quieras arruinarme las vacaciones porque juro que te empujaré por algún acantilado.

—Oh, por favor, hazlo. No sorportaré mucho tiempo a tu lado.

—¡Bueno, basta ya! —gritó MinHyuk de repente. Ambos giraron la cabeza para mirarlo. —Me tienen harto. Los dos. Lo único que hacen es pelear como una pareja que lleva treinta años de casados. En serio, o dejan el histeriqueo y solucionan sus problemitas o yo me voy solo por otro lado.

—Bueno, bueno, parece que alguien durmió con el culito destapado — comentó Kihyun por lo bajo.

—Ni siquiera estábamos peleando tanto —murmuró HyunWoo.

Los tres caminaron unos kilómetros más hasta que decidieron sentarse a tomar algo y pedir direcciones.

Un rato después, los tres disfrutaban de unos cafés estupendos y del aire fresco.

—El dueño del local dijo que había una posada cerca de aquí —comentó Kiki poniendo la tarjeta con la dirección sobre la mesa. —Dice que la señora Smith es famosa por sus guisos. La posada perteneció a su familia y ella la heredó. El lugar era una casa antigua que había sido posada para viajeros desde principios del siglo XX...

—¿Cómo diablos te enteraste todo eso? —HyunWoo estaba francamente exasperado— sólo entraste dos minutos.

Kihyun frunció los labios.

—Se llama don degentes, algo que tú obviamente no tienes.

—Porque seguramente en la repartija de dones, tú te quedaste con el de ambos.

—¿Van a empezar otra vez? —MinHyuk golpeó la mesa con la mano. —Terminemos con esto de una vez y busquemos la posada esa. Quiero darme un baño y dormir tres días.

—¿Dormir? ¡Not on my watch! —Kihyun chasqueó la lengua, anonadado con la falta de alegría de vivir de ese par. —Este lugar es un paraíso, parece un cuento de hadas y tú sólo quieres dormir. No, no. Me niego a ser parte de ese plan. Vamos a salir a cenar, podríamos visitar algún castillo, ¡dicen que hay algunos embrujados!

—Oh, genial, iremos a visitar uno de esos primero —dijo HyunWoo aplaudiendo. Kihyun sonrió contento de que al menos alguien estuviera dispuesto a secundar sus planes. —Con un poco de viento a favor, algún fantasma sediento de víctimas se encargue de ti.

—Hey, musculitos —dijo MinHyuk poniéndole una mano en el antebrazo a HyunWoo— ten cuidado con lo que deseas. Imagina a Kihyun como un fantasma. Te atormentará aún más en el más allá.

—¡Hey! —Kihyun lo pateó bajo la mesa.
—Cuida tus palabras. Puedo encargarme de los dos aún muerto.

—Ok, ok. Entendimos. Ahora vamos que ya está empezando a hacer frío.

Llegaron a la posada y los tres dejaron escapar un suspiro de alivio. Estaban cansados y sólo querían una cama.

—¡Hola, buenas noches y bienvenidos!
—saludó la dueña haciéndoles un gesto con la mano para que se acercaran.

—Buenas noches, señora... ¿Smith? —saludó Kihyun en un perfecto inglés.

—Así es... ¡Dios santo! ¡Tienes una sonrisa preciosa! —lo alabó la mujer. Kihyun se sacudió cual pavo real y miró a sus compañeros que intercambiaban miradas resignadas entre sí. —Entonces, ¿buscan quedarse algunos días o sólo pasar la noche?

—Bueno, ya que estamos en un lugar tan hermoso no podríamos irnos sin recorrerlo, ¿no es así?

—Por supuesto que no. Aunque les confieso que no hay muchas atracciones para personas tan jóvenes como ustedes...

—¡Qué dice! —exclamó Kiki soltando una carcajada. —No somos tan jóvenes como usted cree, madame. Y déjeme decirle que estoy maravillado con el encanto medieval y romántico del lugar...

HyunWoo y MinHyuk tomaron asiento mientras Kihyun se enfrascaba en una charla con la mujer que estaba encantada de poder parlotear con alguien nuevo. En eso la puerta se abrió y un muchachito entró cargando dos cajas.

—Oh, Gyu, querido —dijo la señora Smith agitando la mano. —Ven aquí, quiero presentarte a unos jóvenes...

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