✘14
HyungWon se sentía apenas un poco más aliviado. El haberle contado la verdad a Hoseok le había sacado un peso de encima, pero sabía que necesitaba irse de ese lugar. Si Xiao lo encontraba, Hoseok, Gyu y las señoras Fergus y Smith estarían en peligro. No podía permitirlo.
—SeungWoo, querido —la señora Fergus le tocó la mano para llamar su atención. HyungWon dio un respingo y la miró—. ¿Te sientes bien? Puedes tomarte un descanso si lo necesitas.
HyungWon sonrió.
—No, no. Sólo me distraje. Iré a preparar los pedidos para Gyu, tiene que llevar algunos pasteles a la casa de los señores O'Reilly. Es el cumpleaños de una de sus nietas.
—Han hecho un pedido grande. Toda la familia estará allí. A propósito, tienes que venir a casa a cenar un día de estos.
—¿Puedo ir yo también? —un Gyu alegre interrumpió la conversación para colgarse del cuello de la señora Fergus y empezar a llenarla de besos.
La mujer se echó a reír y acarició la cabeza del chico.
—Por supuesto, querido. Sabes que Alfred te adora.
HyungWon a veces se quedaba pasmado al ver lo relajado que era todo allí. No había honoríficos, ni reverencias, ni presiones sociales. Todos eran amigos de todos y eso le encantaba. En su país hubiera sido impensable hablarle de esa manera a una persona de la edad de la señora Fergus.
—¿De qué hablan ustedes tres?
Hoseok se unió a ellos con una hermosa sonrisa que hizo a HyungWon suspirar. Sí. Era real. Le gustaba su jefe. La noche en que le había contado todo a Hoseok, este había sabido consolarlo a fuerza de palabras amables y caricias amigables. No podía dejar de notar que Hoseok era un hombre maravilloso. Y los hombres maravillosos habían escaseado en su vida anterior.
—La señora Fergus estaba invitando a cenar a SeungWoo y nos había dejado afuera —dijo Gyu riendo.
—Hey, eso no es justo —se quejó Hoseok uniéndose a Gyu en la protesta—. O vamos los tres o no va nadie.
La señora Fergus agarró una servilleta y les pegó a ambos en el trasero.
—Bien, bien. Mañana entonces vendrán los tres a cenar a casa. —Luego señaló a Hoseok con el dedo—. Tú lleva el postre.
Hoseok se llevó una mano a la frente.
—Sí, mi general.
Todos rieron del gesto y se dispersaron para hacer sus labores. Hoseok aprovechó para escabullirse a la cocina tras HyungWon.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó mientras se relajaba apoyándose contra una mesita de madera rústica donde se apilaban algunas bandejas.
HyungWon preparaba las cajitas de cartón donde irían los pasteles que debían entregar en el pedido.
—Estoy mucho mejor —dijo intentando no mirarlo. Había estado los últimos días pensando demasiado en Hoseok y sentía que si lo miraba él se daría cuenta de sus sentimientos. —Es un poco difícil todavía, pero me has ayudado mucho.
—Sabes que puedes recurrir a mí si lo necesitas —la voz dulce y profunda de Hoseok tenía un efecto sedativo para HyungWon.
—Lo sé. Y de veras te agradezco...
—¿Pero...?
HyungWon dejó lo que estaba haciendo para mirarlo.
—Pero ya te conté demasiado. Y no podría soportar que algo malo te pasara, Hoseok. No me lo perdonaría.
Hoseok se acercó a HyungWon y le tomó las manos entre las suyas.
—No pienses en eso. No podías pasarte la vida huyendo, Wonnie.
—No puedo dejar de pensar, ese es el problema. Él me encontrará, tarde o temprano lo hará.
—¿Vo... volverás con él? —La voz de Hoseok tembló.
—Antes me mato —zanjó HyungWon. —Pero no los expondré. Ustedes me recibieron con los brazos abiertos. Yo no puedo arrastrarlos a mi infierno personal. No volveré con él, pero tampoco lo traeré hasta aquí.
Hoseok le apretó la mano.
—¿Eso qué significa?
HyungWon no quiso mirarlo a los ojos.
—Me iré.
Hoseok negó moviendo repetidamente la cabeza.
—No, no. No puedes estar hablando en serio, Wonnie...
HyungWon se soltó del agarre para luego tomarle la cara entre las manos.
—Escucha, Hoseok. En serio te agradezco de corazón toda la ayuda que me brindaste. Pero entiende que este es mi problema, no tuyo. No puedo, no quiero que queden pegados a mí.
—Te dije que yo te protegería...
—No, no sabes lo que estás diciendo. Xiao es un hombre peligroso. Piensa en los tuyos, en la señora Fergus, en Gyu... no me pidas que los arrastre. Por favor.
Los ojos de Hoseok estaban empañándose. HyungWon no resistió verlo así, no cuando sabía que él era el causante de todo. Acercó la cara a la de Hoseok y juntó sus frentes.
—Por favor, necesito que me apoyes en esto...
Acto seguido acercó su boca a la de Hoseok y dejó un beso sobre sus labios. Ni siquiera supo de dónde había salido el valor para hacer lo que hizo, pero cuando se dio cuenta se horrorizó por su comportamiento. Dio un paso hacia atrás, las manos le temblaban y sintió su garganta cerrarse.
—Lo... lo siento. Lo siento. Oh, dios mío. ¿Qué hice?
El pánico se apoderó de él nublando su mente, sintió que sus pulmones se cerraban y sombras oscuras nublaron las esquinas de sus ojos. Un ataque de pánico. Estaba teniendo un maldito ataque de pánico. Parpadeó confundido y estiró una mano para sostenerse de algo porque sus piernas cedieron al peso de su cuerpo y acabó en el piso. Hoseok pareció despertar de golpe y se agachó a su lado, sosteniéndolo por la cintura.
—Wonnie, tranquilo. Respira. —Dijo intentando mantener la calma.
Gyu entró en la cocina atraído por el escándalo de las bandejas al caer cuando HyungWon trastabilló. El chico se asustó, pero actuó rápido y corrió a mojar una toalla para apoyarla sobre la cara de Wonnie que temblaba de manera incontrolable.
—¿Es un ataque de pánico? —preguntó agachándose a su lado también. Hoseok asintió.
—Cierra los ojos, Wonnie —le ordenó Hoseok usando un poco de fuerza en la voz. HyungWon obedeció llevándose una mano al pecho para masajearse la zona. —Ahora respira lentamente. Eso es. Muy bien... Sabes que no hay nada que temer. El miedo desaparecerá pronto.
HyungWon comenzó a llorar, alarmando a Gyu que no sabía qué hacer para ayudar.
—Gyu, hazme un favor y ve por las llaves de la camioneta. Lo llevaré a la posada. Necesita descansar.
Gyu corrió hacia los lockers dónde guardaban las cosas y pronto regresó con las cosas de Hoseok y las de HyungWon.
Este ya había logrado ponerse de pie, pero aún seguía temblando y Hoseok tuvo que ayudarlo a mantenerse de pie.
—Necesito que se encarguen de todo por hoy, Gyu.
El chico le aseguró que ellos dos se encargarían de todo y Hoseok salió con HyungWon del salón. Lo ayudó a subir a la camioneta y le ajustó el cinturón.
HyungWon dejó caer la cabeza hacia atrás y chasqueó la lengua, molesto.
—¿Te sientes mejor? —le preguntó Hoseok tocándole la frente.
—Si... creo —HyungWon cerró los ojos y se inclinó hacia el tacto. Hoseok lograba transmitirle tranquilidad. —Se me va a ir la vida agradeciéndote...
Hoseok sonrió y le acarició la mejilla.
—Deja de decir eso. Ahora vamos, necesitas descansar.
Cuando llegaron a la posada, la señora Smith les dijo que les avisaría cuando la cena estuviera lista y los dejó solos en la habitación. HyungWon estaba avergonzado, no podía mirar a Hoseok a la cara. ¡Se había atrevido a besarlo! Se sentó en su cama mientras Hoseok se quedaba parado en cerca de la puerta.
—Wonnie...
HyungWon levantó la mano para evitar que hablara.
—Lo siento —dijo, tapándose la cara con la manos— yo... No sé qué me pasó. No suelo comportarme de esa manera...
Sintió unos pasos y luego un peso extra en la cama, el colchón hundiéndose a su lado.
—¿Puedes dejar de pedir disculpas?
HyungWon bajó las manos y lo miró más no dijo nada.
—Además... yo también he querido hacerlo desde hace algún tiempo.
HyungWon alzó la cejas, juntándolas en un gesto lleno de sorpresa.
—¿Q... qué? —susurró sin aliento.
—Esto —apoyó la mano en la barbilla de HyungWon y lo besó.
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