✘11
HyunWoo estaba nervioso. Había tenido que amarrar a Kihyun y a MinHyuk para que XiaoJun los interrogara. Jooheon lo codeó con disimulo al ver que el moreno estaba moviendo el pie con impaciencia.
—¡Quédate quieto, quieres! —le susurró.
La puerta se abrió y XiaoJun entró con paso firme y dejando una estela de perfume italiano a su paso.
—Bueno, buenos días señores —dijo apoyándose contra el escritorio y cruzando los brazos sobre su pecho—. Entonces, ¿tienen algo que decirme?
—Sí —respondió Kihyun mirándolo directamente a los ojos—. ¡Púdrete!
XiaoJun soltó una risotada que hizo que sus matones se miraran entre sí.
—Si que eres una cosita valiente, eh.
—Cosita mis pelotas —Kihyun estaba fuera de sí. Se removía en la silla a la que estaba atado intentando zafarse—. ¿Qué diablos quieres de nosotros? Ya dijimos que no sabemos nada.
Xiao se pasó un dedo por los labios.
—¿Y de veras espera que crea que ustedes dos, las personas más cercanas a mi querido esposo, no saben dónde está?
—Bueno, tú eres su esposo y tampoco lo sabes —replicó el diseñador.
Jooheon frunció la boca para evitar reírse. El enano tenía agallas.
—Mira, diseñador de pacotilla, no me hagas perder la paciencia y habla de una buena vez, no te gustaría verme enojado.
—Primero, déjame decirte una cosa, simio parlante, yo soy un diseñador de renombre y me conoce todo el mundo, a ti sólo te conocen por ser un idiota que golpeaba a su marido.
Xiao se acercó con el puño en alto dispuesto a golpear a Kihyun, pero HyunWoo dio un paso al frente y detuvo su brazo en alto.
Todos contuvieron la respiración. Xiao giró la cara para mirar a su esbirro.
—¿Qué diablos haces? —siseó.
HyunWoo lo soltó, pero se mantuvo firme a su lado.
—Él no sabe nada —dijo. Kihyun levantó la mirada, pero se podía ver que estaba tan sorprendido como el resto de la habitación.
—¿Y tú cómo sabes eso? —el tono que empleaba Xiao era calmo lo cuál era aún más perturbador.
—¡Porque me tuviste haciendo guardia todo este tiempo, maldita sea! Ese enano
—Kihyun levantó las cejas y se mordió la lengua— habla hasta por los codos, habla incluso estando solo y jamás dijo una palabra. Nadie es tan estúpido como para guardarse un secreto después de estar viviendo atado como un perro.
—¡Hace casi un mes que no sé nada de él, si ustedes, manga de inútiles hicieran bien su trabajo yo no tendría por qué estar interrogando a estos dos! ¿Cómo puede ser que se lo haya tragado la tierra?
—¿Y por qué no mejor lo dejas en paz y vas a hacerle la vida imposible a otro idiota? —gritó Kihyun fuera de sí.
Xiao cerró los ojos y se pellizcó el puente de la nariz.
—¡Cierra la maldita boca! —con un movimiento rápido le dió un revés en la mejilla a Kihyun haciendo saltar un poco de sangre. Todos soltaron un jadeo. HyunWoo agarró a Xaio por el cuello del saco y lo zamarreó.
—¿Qué demo...? ¡Suéltame! —gritó Xiao agarrando a HyunWoo por las muñecas para que lo soltara, pero este era mucho más grande y más alto. Y estaba furioso.
Jooheon se apresuró a quitárselo de encima y lo empujó a la par que lo interrogaba con la mirada. Jamás habían visto a HyunWoo tan furioso y menos arremeter contra su jefe.
Una risa histérica los hizo mirar en dirección a los dos hombres atados. Kihyun estaba riendo casi partido en dos.
—Eres tan patético que hasta tus hombres quieren golpearte. ¡Suéltame! ¡Suéltame y te juro que voy a molerte las pelotas a patadas. Te crees muy valiente por golpear a una persona que no puede defenderse, veamos si lo haces cuando me sueltes las manos!
MinHyuk estaba aterrado. Podía ver la cara desencajada de XiaoJun y no podía dejar de temblar. Sabía lo que le había hecho a su amigo, los golpes, los abusos. Y ahora sabía que las cosas no iban a terminar bien para él.
XiaoJun seguía mirando a HyunWoo con furia.
—Hey —intervino Jooheon con las manos adelante para evitar que se fueran a los golpes—. Vamos a calmarnos, estamos todos algo tensionados. HyunWoo está mal descansado y tú estás nervioso. No tiene sentido que nos peleemos entre nosotros.
XiaoJun chasqueó la lengua, pero no dejó de enviarle miradas asesinas al moreno.
—Esto no va a quedar así —le dijo a HyunWoo. Luego su atención se dirigió a MinHyuk que tenía la cabeza gacha y no se atrevía a mirar hacia arriba.
—¿Y tú? ¿No tienes nada que decir?
MinHyuk movió la cabeza.
—Ya les dije que no sé nada. HyungWon es mi amigo, ¿por qué iba a contarme algo si sabía que ustedes iban a venir por mí?
—Y dime, cachorrito, ¿no se te ocurre algún lugar donde mi querido Wonnie podría haberse escondido?
—N... No. Hacía algún meses que no hablábamos.
—¡Pues en algún lado tiene que estar el maldito! Lo encontraré y le haré pagar que se haya ido de mi lado. ¡Maldito imbécil!
Todo se quedaron en silencio esperando los pasos a seguir. XiaoJun se sentó en su escritorio y prendió un habano mientras miraba fijamente a los dos hombres atados.
—Jooheon —este se acercó a su lado—. Llévate a estos dos.
—¿Qué quieres que haga con ellos? El tipo ese —señaló con la cabeza a Kihyun— es famoso. Y ya lo están buscando. Salió en las noticias esta mañana. Primero tu esposo, luego su jefe... me extraña que no tengas a todo el canal de noticias en la puerta del edificio.
—Esto es un jodido dolor de cabeza —dijo girando en su silla. Jooheon se dio vuelta también e inclinó la cabeza hacia abajo para estar a la altura de Xaio.
—¿Qué piensas hacer? Nos vio la cara a todos.
—Deshazte de él. Y tíralo al río. No me importa.
—¿Y con el otro?
—Dispárale en la cabeza y entiérralo en el baldío de la constructora. Nadie lo buscará, es un don nadie.
Jooheon asintió antes de indicarle a dos hombres que levantaran a los cautivos y salió de la oficina, no sin antes echarle una mirada a HyunWoo que tenía los puños cerrados a un lado de su cuerpo.
HyunWoo sabía que iba a ser castigado por haberse atrevido a desafiar a XiaoJun delante de todos, pero no le importaba. Lo único que quería era salir de allí e ir tras Jooheon.
Unos tres hombres rodearon a HyunWoo apenas la puerta se cerró. Xaio se giró y se levantó.
—No sé qué diablos pasó por tu cabeza cuando decidiste desafiarme, pero tú sabes tan bien como yo que esto no te lo puedo dejar pasar —se acercó al moreno que mantuvo la cabeza en alto en todo momento—. Eres uno de mis mejores hombres y por eso aún no tienes una bala en medio de la frente. Pero debo castigarte.
La golpiza duró casi media hora y cuando Xiao se detuvo, los hombres soltaron a HyunWoo que cayó hacia adelante sobre la alfombra. Respiraba con dificultad debido a los golpes, pero pudo incorporarse y pararse sosteniéndose del escritorio.
—Ahora vete con Jooheon. Desháganse de esos dos y no vuelvan hasta que sepan dónde se encuentra HyungWon.
HyunWoo salió de la oficina a trompicones y tuvo que detenerse para juntar aire en sus pulmones. Le habían pateado las costillas y apenas si podía mantenerse en pie. Cuando salió al estacionamiento, Jooheon negó con la cabeza al verlo pero le abrió la puerta y lo ayudó a sentarse.
—¿En qué estabas pensando, Son? ¿Acaso te volviste loco?
HyunWoo sacó la cabeza afuera y escupió un poco de sangre.
—¿Dónde están los dos muchachos?
—En el baúl.
—Bien, vamos. Tenemos trabajo que hacer.
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