Otra vez Katsuki anda de aquí a allá, es gracioso en cierta manera. Le ve saltando, golpeando, destruyendo, jadeando. Y en un dos por tres, Eijirō y Denki han terminado en el piso totalmente destrozados. El rubio lo hizo de nuevo. Logró vencer a ambos futuros héroes él solo.

Shōto sigue mirando desde las gradas junto con sus demás compañeros aquel panorama a punto de terminar. Le parece erótico ver el respirar errático del rubio, su pecho hincharse y soltar el aire en jadeos. No era para menos. Puede notar, desde donde está, la piel perlada de Katsuki, incluso cuando él se levanta la camiseta de tirantes para secarse el sudor con ella cuando esas gotas lamen su piel, aquello le parece algo...

—¡To-Todoroki-kun! —exclama Tenya haciéndose a un lado debido a las vívidas flamas que surgen de su lado izquierdo. Y lo nota.

Caliente.

Inmediatamente desactiva su quirk bastante avergonzado, tratando de no mirar a ninguno de sus compañeros. Su rostro ha enrojecido al igual que sus orejas.

Es extraño.

Muy extraño.

Su corazón palpitante a mil por hora, su rostro sonrojado como cualquier cosa roja (una manzana, cereza, fresa, lo que sea) y lo abochornado que está debido a la presencia del rubio, aquel que ha volteado a verlo con una ceja levantada.

Es jodidamente extraño.