T R E C E
—¿Todoroki-kun?
Levanta la mirada, Uraraka tiene una expresión preocupada y ahora mismo no lo entiende del todo.
Después de ese evento en el centro comercial, ahora en clases, Bakugo lo esquiva de todas las maneras. No es solo eso, ha cambiado en cosas mínimas que se atreve a asegurar que sólo él se ha dado cuenta que hace. Ya no se quita el saco en la hora del almuerzo; ya no se queda en camiseta de tirantes en los entrenamientos, sino en una normal; ya no dura en las duchas veinte minutos, sino quince, como si estuviera apurado de tener que irse; ya no tarda en vestirse diez minutos, sino ocho; y la más sorprendente de todas: ya no lo observa con odio y con ganas de superarlo, sino que directamente ya no lo mira.
Es atrevido para él decirlo, pero es demasiado obvio suponer que se trata debido a su comentario. Le dijo que tenía tetas indecorosas. No usó la expresión del cerdo de esa vez, pero usó una muy similar. Sigue siendo una porquería de ser humano.
Bueno, sí que lo entiende, son dos semanas sin Bakugo que lo tienen bastante distante, al grado de no entrenar juntos.
—Lo siento, ¿Qué decías?
—Oh, bueno... —Está roja, ¿enferma estará? Sea como sea, supone que debe de ayudarla—. Sé que es algo extraño que yo pregunte esto, pero... creo que tú y Bakugo-kun son bastante unidos, no podría decirle esto a Kirishima-kun o a Kaminari-kun o a... —suspira, acercándose a su asiento, a su cara, de hacer una pared pequeña mientras se aproxima a su oído—. ¿Sa-sabes si Bakugo-kun tiene disforia de género?
—¿Qué?
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