33: Suficiente
Sabía que había dicho que no lo volvería a hacer. Sabía que lo agotaba y lo dejaba mal tanto física como mentalmente.
¿Pero cómo no iba a seguir buscando si la mera idea de quedarse quieto por las noches le producía tal ansiedad que sentía que moría de nuevo?
Aún era de día, el hotel ya tenía a dos inquilinos junto al personal: Angel Dust y Sir Pentious. Fue un milagro que el reptil solo lo recordase más que de las batallas que tuvieron antes de que Alastor llegase al hotel, y definitivamente toda una suerte, su reputación estaría arruinada si quedaba alguien vivo (que no fuera Portnoyr) que lo recordase en la época en la que limpiaba baños y hacía tareas tontas para alguien superior a él en ese momento.
Como ya había acostumbrado a los miembros del hotel a sus recurrentes desapariciones por horas, días o a veces una semana, nadie se extrañó de que no apareciera en todo el día.
En ese momento estaba solucionando unos asuntos de gestión de su territorio, papeleo tedioso y aburrido dicho de otra forma.
No había hablado con Rosie desde que lo ayudó en la búsqueda, pero estaba seguro de que ya estaría informada de que no se encontró nada en la búsqueda.
La noche se acercaba cada vez más, provocando de nuevo la ansiedad del locutor. Esta vez salió antes de tiempo a las calles, inadvertido de los ojos que lo vigilaban, como cada vez que salía a buscar desde hacía ya meses.
[...]
Lucifer llevaba ya una temporada entreteniéndose en sus noches de insomnio viendo lo que hacía el locutor. Era sin duda un sujeto interesante, muy interesante.
Abrió un pequeño portal de visión y localizó a Alastor en cuestión de minutos. Suspiró con una sonrisa un poco atontada viéndolo recorrer las calles, aunque el gesto se deshizo al poco.
-...pero si había dejado la búsqueda-
Recordó, ahora pensativo. ¿Cuánto iba a seguir buscando? Ya lo había visto varias veces que salía en el día de exterminio a buscar a su madre.
-Va a acabar matándose por hacer el tonto- murmuró, empezando a preocuparse seriamente por el pelirrojo.
Hacía ya un tiempo que no se cuestionaba por qué se preocupaba por él, los comentarios de la gente a su alrededor y los viejos rumores le dieron el empujón necesario para aceptar la idea de que sentía algo por Alastor, y tenía sentido, no se quedaba hasta tarde observándolo por nada. Aunque ahora que lo pensaba, podía llegar a ser enfermizo por su parte hacer aquello. Se ruborizó por la vergüenza al reconocer sus acciones y suspiró.
Tras quitarse el bochorno de encima se planteó seriamente si debería interferir. Por una parte sabía que Alastor seguiría así si nadie hacía nada, y viendo el estado en el que se encontraba, no le extrañaría que acabase desmayado por la calle y muerto posteriormente, por otra parte, ¿Qué podía cambiar él? En el pasado había sido su benefactor, sí, y en el presente apenas lo veía en una o dos reuniones. Además, ayudarlo implicaba admitir que lo había estado vigilando.
Apretó los labios, tratando de solucionar el dilema en el que se encontraba. Pero le bastó ver por el portal para decidirse: Alastor de había detenido para recuperar el aire, y en ningún momento había hecho más esfuerzo que el de caminar.
-...a la mierda- sentenció levantándose y vistiéndose, no tenía que preocuparse por hacer ruido ni nada similar, hacía ya un tiempo que vivía solo en el palacio, con la única compañía del personal diurno.
Se estiró una vez listo y apareció en una zona cercana a donde estaba Alastor, al menos intentaría disimular para no parecer un acosador o algo por el estilo, aunque ciertamente no podia culparlo si pensaba que lo era.
-¿No deberías estar durmiendo en vez de estar en la calle?- cuestionó finalmente al quedar a su lado.
El locutor dio un salto del susto y casi golpea al monarca con su micrófono, si no lo hubiera reconocido a tiempo seguramente le hubiera hecho sangre.
-...Eres endemoniadamente silencioso, dejar escuchar tus pisadas por lo menos no habría estado de más- replicó bajando el micrófono.
-Te hubieras alterado igualmente- dio una risita, después recuperó de forma repentina su seriedad -Ahora contesta a mi pregunta -
Alastor alzó una ceja, divertido, y miró al monarca de pies a cabeza.
-¿No deberías hacer lo mismo? No son horas para que el mismísimo rey del infierno ande por las calles-
-No te pases de insolente conmigo, pecador- dijo nada más terminó de hablar el contrario, su tono había dado miedo como pocas veces -¿Qué haces aquí?-
-...Buscar-
-¿El qué?-
-A quién, y a una pecadora-
-No es a quién Alastor-
-¿Por qué no iba a serlo?- ahora ambos hablaban con una seriedad amenazante, cualquiera que siquiera viera la escena de reojo tendría un fuerte escalofrío cruzando su cuerpo.
-Sabes bien por qué-
-Mi temo que no, Lucifer, no lo sé-
Se hizo el silencio, se miraban a los ojos, parecía una lucha vehemente y silenciosa que tan solo ganaría el que apartase la mirada, acto que ninguno parecía dispuesto a realizar.
-...Alastor- llamó con seriedad.
-Lucifer- contestó en el mismo tono, ahora se mataban con la mirada.
-...Abigail- pronunció, y la expresión del locutor se quebró por unos instantes -Una mujer de piel morena, pelo corto y constitución ligeramente robusta...tu madre...y la víctima, tanto de tu padre, como de un- -
-¡NO TE ATREVAS A HABLAR ASÍ DE ELLA!- replicó con absoluta ira y odio en su mirada, era un terreno peligroso, así que tal vez era mejor ser más suave -...no sabes nada, ¡NADA de ella!-
-Alastor- está vez su tono era más suave.
-¡NO TIENES NI IDEA-
-Alastor por favor-
-DE NADA DE MI NI DE ELLA!-
Suspiró y sacó un pequeño colgante dorado del bolsillo, al enseñárselo, Alastor se quedó mudo.
-...ya no está Alastor...lleva mucho tiempo sin estar-
Por primera vez en una eternidad, la sonrisa del locutor se desvaneció de forma lenta y dolorosa. Su respiración se fue acelerando poco a poco hasta casi hiperventilar, parecía que finalmente parecía que la situación empezaba a hacerse paso hasta la zona racional de su mente.
Lucifer se acercó a él y lo abrazó en un intento de calmarlo porque realmente parecía que si no lo hacía se vendría abajo, y le preocupaba que se rompiera.
-Mientes- replicó el locutor con un hilo de voz, tratando de apartarse, pero los brazos le temblaban tanto que apenas le quedaba fuerza en ellos.
-Alastor- llamó con suavidad y un deje de reproche.
-Es la mentira más grande de todo el anillo, de todo el infierno, de toda la existencia-
Lo miró y agarró la barbilla del ciervo con dos dedos, interrumpiéndolo, lo hizo mirarle a la cara y se estiró lo justo y necesario para poder cerrarle la boca con un beso.
Un beso sin disfraces de por medio, maquillajes ni nada parecido, un acto que significaba mucho más de lo que parecía. Significaba todo.
Alastor se quedó totalmente estático por unos instantes, tratando de procesar qué estaba pasando, y casi sin darse cuenta acabó correspondiendo con lentitud y disimulo.
Al separarse, el rubio lo miró con seriedad, pero en sus ojos se veía una sombra de lástima bastante evidente.
-...suficiente Alastor...ha sido suficiente-
Y se rompió en los brazos de Lucifer.
[...]
Acabaron los dos en el palacio, Alastor estaba totalmente inexpresivo y mirando al techo, tratando de asimilar algo, cualquier cosa de lo que había pasado mientras jugaba con la cadena del colgante dorado con sus dedos. Estaba tumbado en uno de los diversos sofás del salón privado del rey, con la cabeza sobre el regazo de este porque ya no era capaz de negarse o acceder a nada, no aún.
-...¿La viste?- preguntó finalmente el pecador.
-Así es-
-...¿Le hablaste?-
-Así es-
-...¿Cuándo?-
-Hace diez años, tal vez un poco más-
-...¿Qué te dijo?-
-¿Prefieres que te lo cuente toda la historia de golpe?-
-...no lo sé...adelante supongo-
-Estaban retirándose los últimos exterminadores cuando salí del palacio y la encontré cerca de la verja, estaba muy herida pero viva. Cuando me vio, me dijo
(-)
-Por favor...¿Me ayudarías a levantarme?- la mujer estaba tirada en el suelo con multitud de heridas por todo el cuerpo.
Lucifer la miró con fijeza, se acercó y la examinó con cautela.
-No creo que puedas mantenerte de pie- comentó, la mujer tenía uno de los huesos de su pierna izquierda saliendo de su piel, y la pierna derecha estaba mejor por poco.
-Claro que puedo, tengo que hacerlo...es un día peligroso y tengo gente bajo mi cuidado...no puedo quedarme aquí tumbada- explicó con una sonrisa suave.
Lucifer sopesó brevemente la situación, abrió el portal y la ayudó a levantarse.
-Pase adentro, solo hasta que te recuperes un poco-
-No es necesario...pero no parece que tenga muchas opciones, ¿Cierto?-
-Eso me temo señorita-
(-)
Tuvo que detener el relato cuando escuchó un sonido repentino, miró a Alastor y se dio cuenta de que se había quedado dormido. Suspiró y le acarició la cabeza con suavidad.
-...descansa Alastor-
-_-_
Muchas gracias por todo el apoyo, realmente lo aprecio <3
Trataré de subir de una vez el dibujo del especial de hace mil años para celebrar que finalmente hubo un movimiento de verdad entre estos dos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro