16: la serpiente que se muerde la cola
Sir Pentious tuvo que seguir a Alastor por un rato entre extensas y estrechas callejuelas y amplias y ruidosas multitudes, hasta una casa en ruinas que difícilmente se sostenía, todo su negativa de volver a la mansión aún.
-¿Me recuerdas qué hacemos en esta pocilga?- preguntó la serpiente, tapándose la nariz.
-Esta pocilga es mi casa- replicó con molestia -y podría ser la tuya si te echan, así que piensa bien lo que dices amigo-
-¿Por qué iban a echarme?- ladeó la cabeza, confundido.
-Oh...no lo sabes...- su voz tenía un deje de misterio y malicia, cosa que llamó la atención de la serpiente -...bueno, te lo diré yo antes de que lo descubras de mala manera...el Lord tiene planeado hacer recortes bastante serios- mintió, pero mintió con una seguridad y afirmación tales, que era imposible no pensar que era verdad.
-...no creo que me incluyan a mi- habló mirando a Alastor a pesar de que, en realidad, trató de convencerse a si mismo por medio de esa frase, pero no tuvo muy buenos resultados.
-No fue lo que yo escuché- comentó con desinterés, cuando llegaron al salón se sorprendió de ver la radio ya arreglada, la tomó en sus manos y encendió.
-...¿Te dijo que me iba a echar?-
Ignoró por completo a su compañero, ensimismado viendo el aparato que sostenía con delicadeza tal que algunos dirían que era su hijo o el objeto con más valor del mundo. Le dio un par de vueltas a la radio con cuidado, miró con cautela las partes rayadas y las casi intactas, finalmente la encendió.
=Ladies and gentlemens- se escuchó -today we started the broadcast earlier for new news about the famous killer "the soul reaper"= sonó desde la radio, Alastor se vio gratamente sorprendido y sonrió con mayor amplitud que en muchos meses o el tiempo que fuera que llevaba allí abajo, escuchando su propia voz a través del aparato no pudo reprimir el sentimiento de nostalgia.
-...de locutor a espía, ¿huh?- comentó la serpiente, intentando cambiar de tema pensando que el contrario solo le gastaba una broma de mal gusto.
-...no realmente...pienso volver al oficio en cuanto tenga oportunidad...- aseguró con decisión.
Tras unos instantes, Sir Pentious se retiró a explorar el resto de la ruinosa edificación, y Alastor aprovechó que nadie veía para apegar la radio contra su pecho, mentalmente aseguró que si fuera posible, se pondría aquella radio por corazón, ya que esos breves instantes, su voz viviente era lo que más alivio le había traído en todo ese tiempo.
Y pensó: "Oh dulce vida, no sabes cuánto te añoro...cuanto añoro el aire fresco y las nevadas tempranas, la estación de radio con todos mis compañeros, los bailes entre pausas, las noches silenciosas en las que mataba sin distinción...y oh, Nora, oh, Óscar...espero que encontrasen mi cuerpo y espero que nos reunamos pronto"
No notó que su siempre amplia sonrisa se había reducido a un leve amago de esta, que sus orejas estaban bajas y su mirada perdida. Souk lo hizo reaccionar y volver a ponerse firme.
=And that's all for now, have a nice morning and=
Alastor apagó la radio y completó
-...and stay turned folks...there's still more...-
Suspiró sonriendo y tarareó una canción de Jazz, la habían puesto antes de que Alastor se fuera del estudio de grabación por última vez, cerró los ojos y bailó lentamente, cuidando sus pasos y olvidando por completo todo lo que no fuera la melodía: La casa, los cadáveres putrefactos de la cocina, esa estúpida serpiente que solo le complicaba las cosas y que le iba a quitar el mérito de todo...no importaba ya.
Primero dio un giro lento, la pierna describe un círculo a ras del suelo y el acompañante le toma la mano, él la atrae, generalmente solía ser ella. Le da una vuelta y la toma de la cintura, le clava suavemente los dedos para que parezca un accidente y no se note que quiere desgarrarle toda la piel y comérsela.
Oh los dulces recuerdos, los buenos tiempos y el deleitoso sabor de la carne fresca en su boca, casi empieza a salivar cuando pensó en el sabor de la sangre recorriendo la totalidad de su boca, desde sus labios hasta lo más profundo de su garganta.
Cuando abrió los ojos y se dejó de torturar con los deleitosos pensamientos de un buen tentempié, vio que las sombras lo rodeaban, aparentando ser personas, siluetas que él conocía entre símbolos vudú, bailando al son. Frente a él, la silueta de una mujer le hacía de acompañante, la reconoció en seguida, no tardó en darse cuenta de que tenían pequeñas diferencias con los vivos, un poco más altos, bajos, flacos o rechonchos. Y pensó, con algo más de peso, que tenía sentido, porque nunca fueron como eran ahora, así que así debían ser.
Finalmente dejó de tararear y poco a poco, las sombras se desvanecieron. Se escuchó un apagado sonido de estática por unos segundos antes de que desapareciera y dejase un amargo silencio en la estancia.
De repente cayó en la cuenta de algo importante: La radio.
No la tenía entre las manos pero no recordaba haberla soltado entes de bailar con las sombras, miró al suelo con preocupación y no dejó un solo rincón, por ridículo que fuera, sin registrar. Pero no estaba por ninguna parte, se llevó una mano al pecho, una pequeña parte de él pensó que tal vez ahora fuera su corazón, y aunque sabía que no era verdad, porque no era posible, pensó que era verdad, porque nunca tuvo una radio por corazón.
Y lo deseó tan fuerte que le dolió la cabeza, esta poco a poco adquiría tonos negros por las puntas del cabello, fue algo tan sutil que nadie poco observador u obseso del pelo lo notaría.
Alastor no era observador consigo mismo, y mucho menos un obseso del pelo, así que no lo notaría en un tiempo. Ignorando el dolor de cabeza se fue a buscar a la serpiente y sonrió al verlo trazar un plan en las cenizas de una vieja hoguera con un palo quemado. Se estiró un poco para ver lo que escribía y trazaba.
-¿Paso seis matar al Lord? Eso son palabras muy gordas, ¿no crees?-
Se divirtió al ver la expresión asustada del contrario. Tuvo que tomar una importante decisión en ese momento, ¿sería su amigo o su peor pesadilla? La segunda opción le atraía gratamente, pero después de todo el esfuerzo para que no sospechase de él, tal vez la primera era la más práctica. Y como ser pragmático que era él, se decantó por fingir amistad. Su cara al notar la traición sería fantástica, contuvo una afilada sonrisa ante la idea y puso una mano en el hombro del contrario.
-Tranquilo, no diré nada- aseguró.
Sintió satisfacción cuando vio a la serpiente relajarse y, finalmente, cedió a la petición de ir a la mansión de una vez.
Pidieron un taxi para ir, llegarían más rápido que a pie.
Durante el trayecto, Alastor ultimó los detalles de su plan casi infalible. Durante ese tiempo, ambos se habían ganado la confianza absoluta del Overlord, solo tenía que mover los hilos sin que se enredasen.
Tardaron un par de horas en llegar, de camino vieron a varias tropas ocupando el terreno que antes fue de los nazis, das masas de soldados eran descomunales.
-Bueno, parece que tendremos una buena recompensa-
Comentó el demonio serpiente, viendo el paisaje, que sin los soldados sería desolado, por la ventanilla del coche.
-Esperemos que sí-
Notó que el contrario se tensaba un poco por el tono en que habló, no necesitaba ninguna habilidad para leer mentes ni nada remotamente parecido para saber que se estaba pensando si lo echarían según llegase o si tardarían...¿Y cuanto? ¿Un mes? ¿Una semana? Tal vez incluso al día siguiente. El pelirrojo se deleitó viendo la desesperación del contrario, ver cómo la incertidumbre lo carcomía era hilarante.
Al llegar a su destino, el locutor se sorprendió por el precio del viaje. Pagó apretando los dientes 3.000 souls y pensó en que lo que le pareció una fortuna unos meses atrás, ahora se mostraba como una mera miseria piadosa por las molestias ocasionadas en vida.
No quiso ni pensar cuánto costaría una casa o un piso aún si era de alquiler, sabía que, de hacerlo, acabaría tan escandalizado que descuidaría su perfecto plan.
Vislumbró al Overlord en la puerta, aguardando por ellos con una amplia sonrisa, no había que ser un genio para saber que está se debía a su buen trabajo.
-Tranquilo, no creo que te despida hoy-
Susurró para que el ave no los oyera. Cruzaron el inmenso jardín a paso calmado, una vez estuvieron frente al más alto, este los invitó a pasar y les rogó que esperasen en una pequeña sala. En esta, Alastor reparó en el cuadro de marco dorado de aquella vez y no pudo resistirse al impulso de acercarse, aún confuso por la pintura en sí.
-¿Qué tipo de sentido tiene una naranja flotando en la nada?-
Sir Pentious rió a sus espaldas con bastante sutileza, eso tan sólo lo hizo resoplar.
Cuando el Overlord volvió, les ofreció amigablemente participar en una pequeña fiesta como agradecimiento por su buen trabajo.
-Claro señor, será un placer- aseguró Alastor de inmediato
-Maravilloso, de momento ir a descansar, debéis de estar cansados-
Y así se retiraron los dos a la habitación que compartían, y subiendo las escaleras, Alastor pensó en que tal vez debería esperar un tiempo, no serviría deshacerse de Sir Pentious aún...mentalmente se dio un golpe en la cara al haberse acostumbrado a ese ridículo nombre.
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