Fuerzas imparables y objetos inamovibles
Existe una marcada diferencia entre aquello que se planea, y el momento de la ejecución.
Las palabras, repetidas una y otra vez hasta la perfección, no cuentan con variables. Y a veces incluso las expectativas mantienen un nivel mal sano de positivismo y control, que solo se da en el espacio provisto por el pensamiento.
Por más de un siglo y medio, Jackson tuvo conversaciones pendientes con Magnolia. En un principio, cegado por la voluntad de Brigitte, no recordaba quien era la mujer de cabello oscuro y ojos con destello de suave verde que se asomaba en sus sueños. Solo le constaba que siempre estuvo allí.
Se presentaba tanto en sus momentos de mayor desconexión de la razón, como en los instantes de paz. En su recolección de imágenes cortadas a la mitad, ella siempre fue hermosa, dulce, etérea e inalcanzable.
Cuando al fin, pasado un tiempo, el peso de su castigo se hizo algo soportable, el dolor del recuerdo se hizo presente para hacerle saber que, en su eterno regresar, siempre estaría marcado por la desgracia.
En los últimos días, sin embargo, todo aquello que le atormentó por décadas se encontró con una realidad inesperada. Si bien él había sido culpable de la suerte de la que fue su esposa, Magnolia escogió su camino.
Nunca esperó encontrarse con una criatura superflua, vacía de un alma, con poco o nada que pudiera conectarla a la persona que antes fue. Jackson pensó que en su pequeña novela él era el monstruo, y ella su redención.
En su lugar, se encontró frente a frente con una criatura tan extraña como fascinante, una bestia que sabía llevar perfectamente una máscara de impoluta belleza.
Fueron muchas las palabras que dieron vuelta en la cabeza de Jax, para Magnolia. De la interminable lista de posibilidades que cruzaron su bien estudiado discurso, jamás pensó que lo primero que ella le provocaría decir, después de siglo y medio de ausencia, fuera:
—¡Puta madre!
Parada unos escalones más arriba, y con la puerta del bar a su espalda, Magnolia quedó en posición perfecta para conectar un puñetazo. Su mano derecha pegó justo arriba del puente de la nariz de Jax, haciéndole tambalear al perder el balance en el escalón. Sangre roja y fresca salpicó la camisa del revenant, lo que provocó algo de confusión en ambos.
—Y yo creyendo que mi día estaba destinado a ir de mal en peor —los ojos de Maggie se achicaron, con un rastro de odio—. ¡Mírate, Jackson! Arruinaste la manga de mi suéter, pero valió la pena, solo para verificar que es cierto lo que dicen. Como nuevo, bendecido por La Dama del Cementerio. Tanto a sí que pareces un mortal en transición a ser revenant, en lugar de alguien que ha estado ocupando espacio por más de un siglo.
—¿Celosa? —Jamás recuperaría momentum a su favor y tampoco iba a despacharla en medio de la calle, así que no le quedó más remedio que ser Jax...
***
—¿Qué está sucediendo allá afuera? —Sage sintió que debía preguntar, pues Gerard optó por quedarse parado a apenas unos pasos de la puerta, envuelto en un silencio que hablaba de maquinación.
El ángel se movió hacia la ventana y tras ver lo que sucedía a pocos metros de distancia, trató en vano de provocar que Gerard se moviera. Tuvo que rodearlo, era como pedir a una montaña que le cediera el paso.
—El hombre de Cassadaga es un verdadero estúpido, si no puede leer las emociones en su bruja. Debe llegar en cualquier momento. —El demonio habló de Rashard con desdén, no con la usual precaución y misterio.
—¡Y precisamente por eso no pueden estar aquí! Esto es un punto neutral, necesitan ir a un territorio de convergencia. ¡Maldita sea, Gerard!
La imprecación no conmovió al demonio y el ángel no tuvo tiempo de arrepentirse. Simplemente, abrió la puerta sin necesidad de usar las manos. Una brisa suave y fría envolvió a Jackson y a Magnolia, llevándolos a otro lugar.
—¿Dónde estamos? ¿Por qué esto no parece afectarte? —Magnolia se descubrió con un leve dolor de cabeza. Estar cerca de Jackson le estaba alterando de maneras sorprendentes. Él, por su parte, parecía demasiado relajado, en control.
—Supongo que es asunto de revenant, incluso los más amigables se repelen unos a otros. Estamos fuera del orden natural de las cosas, Maggie. Somos errores de cálculo. Si te preguntas si me pasa lo mismo contigo, no. No siento como si tuviera que alejarme de ti. Has estado conmigo toda la vida.
No fue hasta entonces que Magnolia se dio cuenta de que, a pesar de sentirse molesta, sus dedos se encontraban entrelazados con los de Jackson. Él estaba acariciando la suave piel de su mano con su pulgar. Cuando eran adolescentes solían jugar ese tipo de juegos, caricias disimuladas, solo para ver quien era el primero en ceder. Pero era más que eso, La estaba leyendo, intentando calmarla, porque la niebla comenzaba a disiparse y a él le constaba mejor que a ella a dónde los envió el ángel.
Cuando era apenas un niño, y el horror de su muerte y vuelta estaba aún en la distancia, Jackson solía ver cosas que no le eran dadas a ver a todos. Cuando se unió a Magnolia, ese poder se concentró para protegerla, para evitar que ella experimentara momentos amargos, de los cuales él se hacía responsable. Pero el peso de los años y las acciones se hizo demasiado y las cosas que hicieron después de la muerte se volvieron injustificables. En algún momento tendrían que responder.
Magnolia sintió que le faltaba el aire, cosa que era completamente ridícula. La bruma les dejo frente a unos portones de hierro forjado, en la casa que una vez fue suya, la casa más hermosa de la Calle Jones. Los escalones de piedra estaban mojados por una lluvia reciente y los faroles luchaban por mantenerse iluminados, arrojando luz y sombras sobre las paredes de suave azul.
—No. Esto es un sueño en el cual me niego a adentrarme. Si algo puedo hacer, es despertar.
Se separó de Jackson, empujándolo, culpándolo por el lugar y el momento. Sintió lágrimas acumularse en sus ojos y recordó las palabras de la guardiana espiritual de la pequeña Lizzie: Jackson Pelman la haría llorar una vez más, antes de su verdadera muerte. Intentó correr, convencerse de despertar, cualquier cosa excepto enfrentar su pasado. Jackson la detuvo, y por una vez Magnolia se encontró deseando que su toque fuera brusco, con tal de no sentir que quería arrojarse a sus brazos.
—No estás soñando, Magnolia. Es un lugar real. Aunque fuera del tiempo. Es lo que siempre soñamos. Alguien nos acaba de regalar la capacidad de ver detrás del velo.—No fue hasta entonces que Magnolia entendió que no estaban en la Calle Jones, la casa estaba sola, suspendida sobre un vacío del cual surgen cuatro caminos, sin comienzo aparente, que llevaban al sitio en donde estaban parados. —Estamos en la encrucijada.
Lágrimas traslúcidas y saladas resbalaron por las mejillas de Magnolia.
Hablemos de colores y otras tantas cosas locas, que son costumbre en el sur de los Estados Unidos.
Si algún día usted viene de visita a los United y se pierde en algún recoveco del sur, probablemente vea un color que se repite una y otra vez. A veces aparece como acento, otras es el color dominante en la casa. Se trata de el famoso "Azul Haint".
Es el tono de azul del cual está pintado la casa en la calle Jones. El color tomará importancia en el próximo capítulo.
La palabra "haint" es una adaptación de "haunt" (espanto/espíritu inquieto) y es un color muy ligado a la superstición. Se dice que este color repele los malos espíritus y los confunde, porque los espíritus no pueden cruzar cuerpos de agua, y el ver casas con acentos azules, les hace pensar que están acercándose a un riachuelo, río o estanque.
La costumbre es tan popular, que muchas compañías especializadas en pintura tienen toda una paleta de estos tipos de azul que se venden con exclusividad en el sur de los Estados Unidos. Me estuvo curioso dejar esto como nota porque la casa pudo haber sido de cualquier otro color, pero por el hecho de que las Devereaux relacionaban tanto con espíritus, optaron por una protección extra 😅. Por supuesto, que Jackson y Magnolia se encuentran en la encrucijada y el color bien puede ser un favor de parte de Brigitte. La casa pudo haber tenido cualquier tonalidad. La Dama optó por dejarla tal y como era.
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