Capítulo 3: El camino que nos unió
https://youtu.be/ticUIL1gLEA
Hace algunos años, escuché a una psicóloga decir: "Quiero que sepan que todos los que entran a estudiar Psicología, lo están haciendo porque quieren solucionar algo en sus vidas. Y todos los que dicen que quieren ayudar a los demás, se están mintiendo a sí mismos". Uno creería que al ser una profesional en su carrera, podría tener razón, pero... a veces olvidamos que los profesionales o las personas más preparadas, pueden estar hablando desde su propio punto de vista, y que este puede no ser cierto para otros. Realmente creo que los únicos que entendemos nuestras decisiones, somos nosotros mismos, ¿no creen?
Volvamos a donde nos habíamos quedado en la historia: Con Javi devorando sus chocolates en su asiento, y la llegada inesperada de alguien en ese momento.
—¡Hola! Javier, ¿verdad?
Javi volteó lentamente, con los cachetes inflados y la boca llena de chocolate.
—¡Hola! —decía Javi después de tragar el último bocado—. Tú eres... eres... ¿Cris?
Cris, con una sonrisa llena de calma, miró a Javi y le dijo:
—Sí, esa misma —Cris se señalaba orgullosa mientras respondía. Luego vio los trozos de chocolate en la cara de Javi—. Muy bonito, Javier, muy bonito... Pero si no invitas, la boca se te va a hacer chicharrón.
—Jaja, ¿qué? —Javi trató de aguantarse una pequeña risa, aún con manchas de chocolate en la boca—. Aunque si llegabas un poco antes, te invitaba, te prometo.
—Pues no te creo nada. Cuando llegué, parecía como si lo estuvieras protegiendo con toda tu vida, jaja, como una madre a sus polluelos.
Cris se sentó en el asiento al frente de Javi, y volteó hacia él. Javi terminaba de limpiarse la cara, mientras Cris se frotaba las manos y trataba de exhalar un poco de aire caliente en ellas.
—Oye Javier, ¿siempre hace tanto frío acá en La Paz?
—Cris, porfa, dime Javi... Javier suena muy serio, como si estuvieras enojada conmigo o algo así —Javi veía a Cris que tiritaba un poco por la brisa mañanera—. Uuuf, a estas horas hay días que hace un frííííoo... Pero tranqui, se va a ir pasando.
—Oye Javi, se nota que eres bien madrugador. Yo juraba que iba a ser la primera en llegar tan temprano.
—Jaja, nooo, no creas. La verdad me gusta dormir hasta tarde, pero esta vez quería saber en qué sala iba a ser la clase. Mirá que de repente nos mandan al piso 4, y otro rato al piso 7... Oye, ¡momento, sinvergüenza! ¡Si tú ayer fuiste la tardona de la clase!
—¡Oye, atrevido! —Cris le puso cara de berrinche a Javi, pero no pudo evitar la risa—. Jaja, ¡ese fue un caso aparte! Como no conocía el lugar y todo eso...
—Uuuuy, sí, me imagino; seguro tenías que hacer un tour completo antes de entrar a la sala —Javi le respondía en un tono juguetón.
Cris, con la boca abierta, se quedó viendo a Javi a los ojos, y después de unos segundos se volvió a reír y dijo:
—Ajaja, touché Javi, touché. ¡Ah! Por cierto, hay algo que te quería preguntar...
En ese momento, llegó Jukas, y desde la puerta saludó a ambos:
—¡Hola chicos! ¡Cómo es Javi! —Jukas mira hacia Cristal—. Oh, ¡tú eres la chapaquita! ¿Verdad? ¡Un gusto!
Por cierto, si se preguntan qué quiso decir Jukas con "chapaquita", a la gente nacida en Tarija, se los llama "chapacos/chapacas". Javi miró a Jukas y le dijo:
—¡Cómo es, Jukas! —Javi y Jukas se saludaron chocando los puños, y luego Javi presentó a Cris con Jukas—. Cris, él es Jukas; Jukas, Cris.
Todo parecía que iba muy bien, ¿no creen? Aunque la charla que tuvieron Cris y Javi, fue algo breve y también fue su primer encuentro, ambos parecían muy cómodos uno con el otro, a tal punto de bromear entre ellos y soltar algunas risas por ahí. Y esto no fue una casualidad, ya que Cris tenía una gran facilidad de palabra con los chicos, que hacía que caiga bien al instante. ¡Y a Javi tampoco le era muy difícil hablar con los demás!, jaja. ¿Y Jukas? Pues déjenme decirles algo sobre Jukas: Él tenía distintas facetas como cualquier persona, y aunque generalmente era un tipo agradable, también tenía sus "peros". Y uno de ellos, uno grande, es que le gustaba incomodar a la gente, le gustaba MUCHO. Se los digo, era algo que le encantaba hacer cada vez que tenía la oportunidad, y esta vez no iba a ser diferente...
—No me digan... —Jukas decía mientras ponía una cara burlona, de esas que sólo buscan ver al mundo arder—. Chicos, no sabía que eran novios...
Y sé que esto pudo haber dado lugar a muchas cosas, de las cuales posiblemente la mayoría hubieran sido reacciones o respuestas incómodas. Pero después de escuchar a Jukas, Javi puso una cara de pensativo, y miró a Cris directamente a los ojos y dijo:
—No somos novios. Pero ¿te digo algo, Cris? —Javi le sonreía a Cristal, que estaba un poco confundida—. ¡Quiero que seamos amigos! ¿Qué dices? —Javi preguntaba esto con la emoción de un niño.
Cris abrió los ojos con sorpresa y respondió sonriendo:
—¡Claro que sí! ¡Me gustaría!
Y tal vez se estén preguntando lo mismo que yo: ¿Acaso Javi era alguien tan despistado, o inocente, que no había captado el intento de Jukas por incomodarlos? ¿O realmente era un genio para salir de situaciones incómodas? Jaja, tal vez Javi no era ninguna de las 2, o tal vez era ambas cosas; pero lo que sí puedo asegurarles, es que había una carga emocional muy fuerte en la pregunta que le hizo a Cris, algo que ya estarán entendiendo mejor a lo largo de esta historia.
Aunque el ambiente perdió la tensión después de la reacción de Javier, Cris sabía bien lo que Jukas había intentado. Y siendo ella una persona que "toma al toro por los cuernos", quiso devolverle el ataque de la mejor manera posible:
—Oye, Jukas —Cris le lanzó una mirada penetrante a Jukas, pero para sorpresa de ella, notó que él desviaba la mirada, evitando el contacto visual—. ¿Y tú? ¿Tienes novia?
—¿Yo? —Jukas respondía, mientras extrañamente se le veía un poco sonrojado—. Claro amiga, pero vive en otra ciudad. Lo que pasa es que vive en Oruro —Jukas empezaba a hablar con más soltura—. ¡Y es que les cuento que yo soy de Oruro!
Oruro, así como La Paz y Tarija, es otra ciudad de Bolivia; esta linda ciudad es conocida sobre todo por ser la sede del famoso "Carnaval de Oruro", lleno de tradición y folklore. ¡Oruro también tiene muchos mitos y leyendas! Es un lugar bastante mágico del país.
—¿En serio? —Cris decía con asombro—. ¡Qué churo! ¿Tú también viniste a La Paz para estudiar Psico?
En ese momento se terminaba de llenar la sala, a la vez que llegaba el docente y saludaba a todos. Cris, Javi y Jukas; dejaron su charla para después y se prepararon para empezar la clase.
https://youtu.be/xJeBz3HxGsI
Tomemos un descanso de toda esta situación por ahora, y ya estaremos volviendo más tarde. ¿Qué tal si vamos a otro lado? Al último lugar en donde supimos de Aisha y aquel hombre misterioso... Su padre.
En aquella habitación, dentro de esa casa deteriorada, estaba aquel hombre hablando con su hija, mientras él caminaba de un lado al otro, tratando de ordenar sus ideas. Y sí, había algo que no encajaba con la última vez que hablaron. Esta vez, este hombre estaba lleno de energía y fuerzas al hablar, y esto no sólo se quedaba en el habla, también era capaz de moverse y valerse por sí mismo. Y su aspecto... Incluso me arriesgaría a decir que se veía un poco diferente; no tanto como para confundirlo con alguien más, pero tampoco era igual a la última vez; es como esa extraña sensación que tienes al ver a alguien después de mucho tiempo; sabes quién es, lo reconoces, pero también hay algunos cambios casi imperceptibles. Aunque... también había una cosa que se mantenía y podía notarse a simple vista: la cojera que tenía en su pierna derecha, seguía presente.
—Confía en mí, Aisha —le decía el hombre—. Antes de volver, todavía hay mucho que hacer por aquí. Además, es hora de ver cuánto ha avanzado tu entrenamiento desde la última vez.
—¿Qué quieres decir con...? —Aisha empezaba a ponerse nerviosa—. ¡No, por favor! ¡Tus pruebas no me gustan nada! Son una tortura tras otra, ¡y siempre quedo exhausta!
—¡YA CÁLLATE, NIÑA! ¡¿Quién te crees que eres para responderme así?! —el hombre tenía una presencia muy intimidante, pero al ver a su hija asustada, trató de calmarse un poco y siguió hablando—. Aisha, hija, escucha con calma. Esta vez no es una de mis pruebas. Ya es hora de comenzar a tomar las reliquias.
—¿Estás hablando en serio? Dijiste que sólo lo haríamos después de encontrar por lo menos la mitad...
—Y es por eso que te dije que el último viaje valió todo el esfuerzo, ¿recuerdas? Lo intentaremos de nuevo, pero esta vez te prestaré esto...
El hombre metió su mano en su abrigo, y sacó un collar parecido al que tenía colgado en su cuello. Tomó la piedra del collar y la puso en la mano de Aisha, mientras la hacía cerrar su puño con fuerza; tal vez con demasiada fuerza...
—Estoy confiando en tí —le decía el hombre, mientras cerraba el puño de Aisha—. No te atrevas a perderla de vista ni por un segundo, o te vas a arrepentir, como no te imaginas, ¿entiendes?
Aisha era alguien que generalmente tenía un rostro inexpresivo, y si no eras su padre, creo que era casi imposible el poder ver alguna emoción en ella. Pero después de lo que le dijo el hombre, el rostro de Aisha se llenó de angustia y dolor, tanto por la fuerza con la que su mano estaba siendo apretada, como por el encargo que había recibido.
https://youtu.be/GvIFZNVZd5M
En la casa de Cris, en La Paz, se encontraba su abuelita Luisa, alimentando a Kiwi. Mientras jugaba con él y repetían algunas palabras, sonó el teléfono de la casa. Luisa se levantó de la silla y fue lentamente a descolgar el teléfono, que se encontraba en la sala principal. En aquellas épocas, junto a los celulares, era común que también hubiera un teléfono fijo en casa; aquellos donde se daba vueltas un disco para marcar los números; o los más modernos, que ya tenían botones incorporados. Estos teléfonos no tenían identificador de llamadas, así que ya se imaginarán que cada vez que sonaban, no se podía saber quién estaba al otro lado de la línea, hasta que se lo escuchaba; convirtiendo cada llamada, en una expectativa.
—¿Aló? —decía Luisa, con una voz suave y gentil.
—Buen día, ¿Señora Luisa? —le respondían desde el otro lado de la línea.
—¿Leonor? ¡Hija! ¡Qué alegría escucharte!
—Igualmente, señora Luisa. ¿Cómo ha estado?
—Bien, hija, todo bien. Sobre todo feliz con la Cris en la casa.
—Por favor dígame que esa locomotora no le está causando muchos problemas.
—Jaja, no, no, tranquila. Mas bien llena de energía el lugar. Es como ver a mi hijito cuando tenía esa edad, es igual de inquieta.
—Ajaja, de tal palo, tal astilla, ¿no?
—El Álex sería el más feliz del mundo si la viera ahora; se ha vuelto una linda persona.
—Usted es muy amable, pero por favor, si nota que se porta mal, tiene mi permiso de darle un cocacho —un "cocacho" también es conocido como un coscorrón—. Creo que a veces mi hija se pasa de la raya.
—Jajaja, si la Cris es tan buenita, ya es como un mes que está aquí y nunca hizo nada malo. Además, con todo lo que ha pasado... me daría harta pena reñirle si hace algo. Hija, ¿y tú cómo estás?
—Bien nomás, haciendo lo que se puede por acá, aunque usted sabe que extraño a mi hija con todo mi corazoncito. Le va a decir que me llame siempre, me hace feliz cada vez que la escucho. Y si no me llama, ya sabe, dele un cocacho para que no me esté olvidando —la voz de Leonor empezaba a quebrarse—. Y también... llénemela de abrazos, de besos y cariños; siempre que pueda, por favor... Y cuéntele historias de su papá, yo siempre le contaba y ella cada vez me pedía más. Y seguro tiene muchas ganas de que usted también le cuente cosas del Álex, historias que capaz solo usted conoce... —Leonor ya no pudo seguir hablando, sólo se escuchaba un leve llanto desde su lado de la línea.
—Leonor, Hija... No te preocupes, te prometo que le contaré todas las historias que sepa, la cuidaré con todo mi amor, la llenaré de mimos; y si no te llama, también la llenaré de cocachos hasta que ella agarre ese su celular y te siga llamando cada día —Luisa empezó a recordar todos los días que ya había estado viviendo con Cris—. Pero ¿sabes? Ella siempre quiere llamarte, cada noche; así que ni es necesario reñirle ni nada, vas a ver. Tu hija te adora, Leonor.
—Gracias, señora Luisa. Usted siempre es tan amable, yo me la quiero mucho.
—Y yo a ti, hija, te quiero harto, a ti y a la Cris. Son la única familia que me queda, no sé qué haría sin ustedes.
—Le cuento que hablé el otro día con mi amiga la psicóloga.
—¿Y qué te dijo?
—Dice que si algún rato nota que le viene un bajón fuerte, que la llamen nomás; algo siempre nos podrá ayudar, aunque no esté allá. Aunque dice que lo mejor sería si también encontramos a alguien de confianza por ahí, para poder tener a alguien cerca.
—Voy a estar atenta, aunque creo que por ahora todo bien, se ve tranquila y feliz.
—Me avisa nomás cualquier cosa, si nota algo fuera de lo común o algo que le llame la atención... Tengo tanto miedo de que vuelva a tener uno de esos episodios...
—No te preocupes, hija. Te prometo que vas a ser la primera en saber. Tienes mi palabra.
—¿Y el Kiwicito? ¿Cómo está? ¿Se está curando bien de su alita? Creo que lo que la Cris lo está cuidando, es algo bueno para ella.
—Sí, pienso igual. Hablando del Kiwi, está acá a mi lado, te cuento que se ve mucho mejor comparado con la vez que llegó. Lo noto más fuerte, más confianzudo. Quiero ver si le puedo enseñar algunas palabritas al travieso. Te diré que la Cris se distrae harto con él, juegan chochos, se lo compra cositas... Tu hija es bien protectora, y el Kiwi se pone a buscarla cuando no está; jaja, es como su wawita.
Leonor y Luisa, Luisa y Leonor. Ambas siguieron charlando por unos minutos más, para después despedirse y continuar con sus actividades diarias. Leonor era la nuera de Luisa, pero con el pasar de los años, formaron un vínculo más parecido al de madre e hija. Es por eso que era normal que Luisa llamara "hija" a Leonor. Y aunque Leonor siempre trataba de hablarle con el mayor respeto posible y de forma muy educada, en el fondo ambas se querían mucho y sabían que podían contar una con otra, en todo momento.
https://youtu.be/G6E9d5ilM1k
Volviendo a Cristal y Javier: Llegando el inicio de la tarde, terminaban la última clase del día. Mientras la sala se iba vaciando, Javi, Cris y Jukas; se reunieron y empezaron a charlar entre ellos:
—Una pregunta, Cris —decía Jukas—. ¿Te gustan las tucus? —"tucus" es diminutivo de tucumanas.
—Uuy, Jukas... —Cris respondía, mientras le empezaban a brillar los ojitos—. Estás hablando con la fan número 1 de las tucumanas de charque.
—¿En serio? —decía Jukas, con un poco de asombro por la reacción de Cris—. Porque te cuento que ayer hemos probado unas poderosas cerca a la plaza. ¿No ve, Javi?
—¡Uuuf, Cris! —dijo Javi, que se llenaba de emoción—. Y había de pollo, de charque, de carne, de huevo...
— ¡Ay, qué churo! —Cris decía, mientras ya se imaginaba saboreando la comida—. ¡Vamos, chicos, vamos!
—¡Cris! —gritaba Javi, que ya se había adelantado unos cuantos metros—. ¡Si nos apuramos, va a haber más!
—¡Oye, tramposo! ¡Esperanos! —gritaba Cris, que empezaba a correr detrás de Javi—. ¡Apurate, Jukas! ¡O se lo va a agarrar todo!
Y como si el primero en llegar fuera a ganarse una medalla de oro; Cristal y Javier aceleraban con todo lo que tenían. Jukas, que caminaba de forma rápida, tratando de mantenerles el ritmo, pensaba:
—«¿Pero qué les pasa a estos 2? ¿No les dan comida en sus casas o qué?» —Jukas empezaba a reírse un poco mientras agitaba la cabeza—. «Estos loquitos, ¿por lo menos tendrán dinero?»
Como una media hora después, los 3 se encontraban sentados en unas bancas de la plaza, con Jukas agotado por comer, y con Cris y Javi con las barrigas hinchadas.
—Me sorprendes, Javi —decía Cris, mientras se sujetaba la panza—. Has demostrado ser un rival digno.
—Cris, yo creo que eres una mañuda —respondía Javi—. Como me viste comiendo chocolates en la mañana, sabías que tenías ventaja...
—¡Jaja, noo! ¡Hablador, eso no cuenta! Ni que no hubieras tenido tiempo para digerir hasta estas horas —Cris intentaba protestar, pero lo hacía sin muchas fuerzas—. Además... el Jukas tiene que igualarnos.
—¡Juras! —decía Jukas—. Yo ya me he llenado con 2. Ustedes parecen pozos sin fondo. ¿Cuántas nomás le han metido?
—Uy... Eso va a doler en la billetera... —decía Javi, mientras trataba de sacar cuentas—. A ver, 2 de huevo, 2 de carne, 1 de pollo, 1 mixta...
—3 de charque, 2 de pollo, 2 mixtas... —Cris contaba con sus dedos—. Creo que de mí eran 7, y del Javi eran 6... Y del Jukas que se ha chacreado, eran sólo 2. ¿A cuánto estaban las tucus? —por cierto, "chacra" es una palabra en Quechua, otra lengua de Bolivia, que significa: que le falta habilidad. "Chacrearse" es como decir que no le fue bien en algo, o que lo hizo de mala forma.
—A ver, es fácil; 7+6+2, a 2.50 la tucu, con la mixta a 3, todo sale 39 Bolivianos —"Bolivianos" es el nombre de la moneda de Bolivia—. De la Cris es 18.50, del Javi 15.50, y de mí es 5 —Jukas decía esto, después de haber calculado todo en menos de 10 segundos.
Javi y Cris se quedaron mirándose con los ojos abiertos, mientras volteaban sus miradas hacia Jukas.
—Wow... —decía Cristal, sorprendida—. ¿Jukas, cómo has hecho eso?
—¿Lo de comer sólo 2 tucumanas? —preguntaba Jukas, en un tono bromista—. Se llama autocontrol, Cris.
—Jaja, ¡no, menso! —dijo Cris entre risas—. ¡Lo de calcular tan rápido!
—Mmmh... —Jukas decía sin darle mucha importancia al tema—. Supongo que soy bueno nomás con los números, siempre me han gustado.
—Te llevarías bien con mis hermanos —decía Javi—. Ellos igual son capos para los números.
—¿A qué se dedican? —preguntaba Jukas.
—Uno es ingeniero industrial, y el otro de sistemas —respondía Javier, que parecía un poco pensativo.
—Javi, me hiciste recuerdo —decía Cris, aprovechando el tema—. Esta mañana te quería preguntar algo.
—¿Qué era, Cris? —dijo Javier.
—Me acordé que ayer dijiste que tu familia quería que estudies Ingeniería —Cris se llenaba de curiosidad—. ¿Cómo se lo tomaron cuando les dijiste que querías estudiar Psico?
A Javi se le abrieron un poco los ojos, pero trató de disimular de la mejor forma que pudo y desvió la mirada un poco, evitando los ojos de Cristal.
—¡Uuy! Ese rato les vino como su tic nervioso en el ojo, jaja —Javi decía mientras parecía recordar—. Yo creo que la noticia les agarró como un baldazo de agua fría.
—Me imagino, jaja —dijo Cris—. Con lo que contaste, creo que eres como la oveja negra de tu familia...
—Pero eso no se quedó sólo ahí. ¿Les cuento algo? —decía Javier—. Unos días después, mis papás estaban hablando en su cuarto, y pude escuchar un poco de la charla. Mi papá le decía a mi mamá: "¿Cómo pues Psicología? ¡Ni siquiera es una carrera de verdad!" —Javi se quedó viendo al vacío—. Cuando dijo eso, me pareció tan... hiriente.
—Uy, Javi, que feo —Cris le decía, un poco triste—. Pero al menos te dejaron entrar al final, ¿no?
—Mis papás son un caso —decía Javi con más calma—. Pero creo que no son malos, jaja, sólo son fregados.
Javi no quiso hablar de su secreto ese día, pero tampoco les mintió con la historia que les contó. Verán, antes de inscribirse a Psicología, unos meses atrás, él realmente tuvo esa charla con sus padres, cuando le preguntaron qué quería estudiar en la universidad. Y sí, también escuchó a su papá menospreciar su elección de carrera unos días después. Creo que todo lo que pasó, fue algo que hizo que se fortaleciera su decisión de seguir su propio camino, aunque lo haya ocultado... Jaja, Javi tenía muchas ganas de entrar a Psicología, pero también era una persona realmente caprichosa; y que le hayan llevado la contra, era un arma de doble filo.
Después de unos minutos más de charla, Cris vio a un lado de donde estaban sentados, y dijo con emoción:
—¡Chicos! ¿Esos son helados de canela?
—¡Sí! —respondía Javi con una sonrisa—. ¡Y son delis, Cris! ¡Y baratos!
—¡¿En serio quieren echarle más?! —preguntaba Jukas, con las cejas levantadas—. Yo ya no, estoy a punto de explotar.
—Jaja, Jukas hablador —decía Cris en tono burlón—. Pareces un abuelito, con tus achaques y todo.
—¿Cuál hablador? Ustedes son unos barriles sin fondo —dijo Jukas mientras se reía un poco—. Pero para que no digan, les hago compañía mientras toman sus helados.
Javi y Cris se compraron los helados; y junto a Jukas, siguieron conversando un tiempo más, hasta que Cris sacó su celular.
—¡Chicos! —decía Cris, mientras veía la hora—. Ya me tengo que ir, mi abuelita debe estar esperándome... y mi lorito también. Antes de despedirnos, pásenme sus números, así nos escribimos cualquier cosa.
—¡Dale! Tú también Cris, pasanos tu número —decía Javi, mientras él y Jukas sacaban sus celulares.
Después de que los 3 compartieron sus números, Cris guardaba los datos en su teléfono, miró a ambos y dijo:
—Chicos, para grabar nuestros nombres, mi apellido es Suárez. Jukas, ¿cuál es el tuyo?
—El mío es Pérez —respondía Jukas.
—¿Y de ti, Javi? —preguntaba Cris, mientras volteaba hacia él.
—Zelani, Cris —dijo Javier—. con zeta al principio.
—Primera vez que escucho ese apellido... Suena lindo —decía Cris, mientras grababa los nombres y se preparaba para irse—. Listo, chicos, ¡fue lindo pasar tiempo con ustedes! ¡Nos vemos mañana!
Cris se despidió de Javi y Jukas, y se fue con prisa a su casa, mientras pensaba:
—«Los 2 parecen buenas personas... Sólo espero que... que por favor no pase lo de la última vez...»
Volviendo a Jukas y Javi, ellos se preparaban para dejar la plaza.
—¿Viste la energía que tiene la Cris? Yo pensaba que ella no iba a tener fuerzas para levantarse después de comer tanto... —dijo Jukas—. ¿Y vos, Javi? ¿Qué harás?
Javi se levantaba con dificultad, mientras se sujetaba la barriga hinchada.
—Ucha, Jukas —decía Javi—. Con todo lo que tragué, mejor me voy a mi guarida a reflexionar sobre mi vida, jaja.
—Ajaja, vos eres al que deberíamos llamar Abuelito, si quieres te lo traigo un bastón —Jukas decía mientras veía la hora—. Yo voy a ir un rato a jugar canchitas. ¿Conoces?
—¿Canchitas...? ¿Futbolín?
—¡Sí! ¡Esas! ¡Me gusta jugar harto!
—Yo soy chacra, ¡pero es divertido! ¡Hay que jugar la próxima!
—¡Dale! ¡Ya vamos a estar quedando los 3! ¡Nos cheque mañana!
Ambos se despidieron, y mientras Javi se iba a su casa, tenía una pequeña sonrisa en su rostro, al mismo tiempo que pensaba:
—«Me caen bien los 2... Creo que al final, pude hacer amigos en la U...»
Esta historia, gente bonita... ¡Continuará!
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