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Capítulo 13: Una mezcla de dos mundos


https://youtu.be/UpqgbeN8nwc

El mundo de los sueños, un lugar lleno de misterios, donde podemos sentirnos mejor o peor comparados con nuestra vida actual. A veces podemos ser los héroes que siempre quisimos ser, o también podemos ser seres indefensos que sólo quieren salir de una pesadilla que nos atormenta. ¿Ustedes creen que los sueños pueden mostrar mejor nuestro verdadero ser? Después de todo, es un lugar donde nos mostramos sin ocultar nada, donde nuestros secretos pueden salir a flote y mostrar todo lo que guardamos a los demás, y a veces, hasta a nosotros mismos.

¿Es posible que el mundo de los sueños sea más real que el mundo donde vivimos? ¿Y podría ser que el mundo donde vivimos sea sólo un sueño del que queremos despertar? Después de todo, puede ser que ambos se necesiten uno al otro, y que ambos nos ayuden a entendernos mejor y a formar nuestra verdadera identidad.

Y ya con esa introducción, ¿qué dicen si ahora continuamos con nuestra historia? En otro lado de la ciudad, Cris se encontraba en el mercado, mientras llegaba al punto de encuentro para verse con Edward.

—«Vamos, Ed» —pensaba Cris—. «No me digas que te olvidaste. Si fuiste tú el que me pidió ayuda».

A lo lejos, Cris empezó a ver a Edward apareciendo, y es que era ciertamente fácil distinguirlo al ser uno de los más altos del lugar. Al ver a Cris, Edward le hizo una señal de saludo con la mano, para luego acercarse a ella y decirle:

—¡Hola Cris! ¡Gracias por venir!

—«Ahí estás chico grande, tan imponente como la otra vez» —pensaba Cris, para luego saludarlo—. ¡Hola Ed! ¡No hay problema!

—Bueno, Cris, tú eres la guía. Dime qué debemos comprar primero, y te sigo.

—¿En serio no tienes ni idea, Ed? A ver, vamos por lo primero, ¿quieres comprar cosas para tener todo lo necesario para una semana?

—Eh, ¡suena bien! Una semana, dos, lo que se pueda.

—Bueno, es mejor comprar máximo para dos semanas, si es que tienes refrigerador, claro; así la comida no se te va a vencer ni nada. Además también podemos comprar cosas de limpieza por si necesitas en casa.

—¡Gracias, Cris! Creo que todo eso suena muy bien. Y lamento no saber nada de este tema.

—¡No te preocupes! «Bueno, parece un buen tipo» —se decía Cris—. «No está intentando nada extraño y parece alguien agradable». ¿Qué dices si te voy mostrando qué cosas comprar, y así también yo aprovecho de llevar para mi casa?

—Suena bien. Vamos, yo te sigo.

Cris empezó a caminar junto a Edward, llevándolo a los puestos de alimentos para elegir qué cosas comprar.

—Ed, ¿vives sólo?

—Vivo con mi hermana. ¿Te acuerdas que te conté que ella andaba con unos contratiempos? Ya está mucho mejor, pero hoy iba a estar muy ocupada. Así que me pidió que me encargue de las compras, y me dijo que así también iba a "aprender a cuidarme solo" —Ed levantaba los ojos hacia arriba, mientras soltaba un suspiro—, como si no supiera cuidarme, ¿puedes creerlo? A veces le sale su lado villanesco.

—¿Es una de esas hermanas malvadas de las películas? —le decía Cris, mientras le mostraba las verduras y le recomendaba cuales comprar.

—No tanto —respondía Edward con una suave risa—. Que no te vaya a asustar Cris, es nuestra forma de tratarnos desde que tengo memoria. La verdad es que nos hacemos bromas todo el tiempo, aunque ella me hace como el doble o el triple de las que yo le hago.

—¡Suena lindo! ¿Amor de hermanos?

—Sí, pero que no se entere que te dije eso, o se va a aprovechar. Con decirte que se roba mis cosas si me descuido por un pequeñísimo segundo, sobre todo en temas de comida.

—Yo no tengo hermanos —decía Cris—, pero suena como una linda relación, parecido a ser mejores amigos.

—Creo que es algo parecido. Nos peleamos, pero con cariño.

—¿Es mayor, verdad?

—¿EH? ¿Cómo supiste? —preguntaba Edward, sorprendido.

—Es fácil, Ed —decía Cris mientras se reía—. Ella suena a que es alguien que se preocupa por ti, porque me dijiste que quiere que aprendas a cuidarte solo, así que debe ser porque te cuida todo el tiempo. Y si ella es la que más bromas te hace, creo que es porque está abusando de su poder de rango, jaja, algo como: "Soy la hermana mayor, tienes que hacerme caso, yo sé más que tú, mimimi" —decía Cris en un tono gracioso.

—No te lo puedo creer —decía Ed, con sorpresa—. Cris, ¡sonaste idéntica a ella!

—¿De verdad?

—¡Síí! Ella siempre está como: "Haz esto, averigua esto, deberías hacer esto, mimimi". Parece general de regimiento —ambos se pusieron a reír juntos.

—Que tu hermana no se entere, o me va a odiar por imitarla.

Después de que Cris le explicó sobre las verduras y las compraron, se fueron hacia el sector de carnes.

—Es imposible que ella te odie —le decía Edward—, se parecen mucho.

—Oye, yo no soy una villana —Cris le ponía cara de berrinche.

—No, no. Me refiero a que ambas tienen un buen corazón. Mírate, ¿ayudarme a mí, alguien que ni conocías? —Ed se puso a ver detenidamente a Cris—. Y además tienes la misma cara de berrinche que ella —le decía bromeando.

—¡Oye, atrevido! —decía Cris en tono de juego—. Y yo que creía que tú eras alguien muy serio y formal —Cris trataba de aguantarse la risa—, pero ahora ya entiendo a tu hermana, hay que estarte vigilando, o sino te puedes perder en el mercado, como esos niños pequeños.

—Eso fue cruel, Cris —le decía Ed, de reojo—, cruel como...

—No lo digas Ed, no lo digas.

—Como mi hermana.

—¡Ay, lo dijiste! Pues ahora voy a hacer que compres algo que no te sirva, para que ella te reclame, y no te diré cual cosa será —Cris soltaba una risa malévola.

—Oye, chica malvada, con semejante risa de villana, ojalá no hagas aparecer una tormenta en el cielo o algo así.

—Depende Ed, si te portas como un buen hermano conmigo, puede que te perdone y hagamos maldades juntos.

—¿Qué tipo de maldades tienes en mente?

—A ver, podríamos ser como unos justicieros que roban a los malos para dar a los buenos. O podemos ser golpeadores pagados, pero contra abusones y gente cruel.

—Pero esas ya no serían maldades, Cris. ¿No seríamos más bien como bienhechores?

—Tal vez un poco —decía Cris mientra se reía—. Aunque... yo una vez golpeé a una abusona, Ed. Y aunque pensé que eso iba a hacerme sentir mejor, después me sentía fatal.

—Debió haberte hecho algo muy malo para que hayas llegado a golpearla.

—Oh sí, me dijo cosas muy hirientes, y yo también estaba viviendo otras penas en ese momento. Se me agotó toda la paciencia y exploté. Mi única excusa es que ambas éramos unas niñas pequeñas, pero de todos modos sé que actué muy mal. Por muy mala que ella haya sido, me dio miedo haberla lastimado de verdad. Vi el miedo que me tenía después, me di cuenta de que su imagen de cruel e intocable villana, era una mentira. Sólo era una niña asustada como yo —Cris soltó un leve suspiro—. Supongo que es más fácil aparentar ser fuerte y ruda, a que puedan notar tu miedo y quieran aprovecharse de ti.

—¿Sabes algo? Yo trato de mostrarme fuerte ante mi hermana, pero como ella me conoce bien, es muy difícil ocultarle cuando estoy preocupado o asustado.

Al terminar de explicarle sobre las carnes y comprarlas, Cris llevó a Edward al sector de frutas.

—¿Tú te asustas, Ed?

—Claro, hay muchas cosas que me dan miedo —Ed movía su cabeza de lado a lado, como recordando algo—. Sobre todo mi hermana, ella es la fuente de mis temores.

Cris se puso a ver seriamente a Edward, y no pudo aguantarse una risa en ese momento.

—Si tu hermana te escuchara. En serio la haces sonar como si fuera una abusona contigo.

—Bueno, broma aparte, no es tan malvada, pero sí es la fuente de mis temores... por otras razones.

—¿Cuáles? —preguntaba Cris, extrañada.

—Se autoimpone responsabilidades que nadie le dio, quiere solucionar todo ella misma. Y me da miedo que le pase algo y no me lo diga, que sufra en silencio. Me da mucho miedo que se guarde las cosas cuando algo anda mal. Sé que por ser la mayor trata de verse heroica e invencible, pero a veces noto su dolor, en pequeñas cositas que tal vez no se da cuenta.

—¿En serio? ¿Es de esas que se guardan todo con tal de verte tranquilo?

—Exacto. Pero conociéndonos tantos años, uno va notando algunos detalles.

—Es que... te debe querer tanto, que no quiere preocuparte con sus cosas.

—Sí, te entiendo. Aunque debe ser muy duro el estar ahí cuidando esa imagen de fortaleza ante los demás.

—«No te imaginas, Ed...» —pensaba Cris.

—Pero al menos se volvió un poquito más abierta conmigo estos últimos años —le decía Edward—. Desde ahí fue que empezó a ser más bromista y expresiva. Aunque a veces se pase de la raya con sus bromas, me alegra que las haga, son momentos donde la veo muy feliz.

—Aww, qué preciosa tu hermana, ya me cae muy bien. Oye Ed, si es que no está muy fuera de lugar preguntarte, ¿qué fue lo que pasó para que haya cambiado así?

https://youtu.be/n7KSI-zc230

—Hace como unos 6 años, ella cayó enferma por una infección muy fuerte, que la dejó postrada en cama y fue empeorando mientras pasaban los días. Sus defensas cayeron de golpe, transpiraba sin parar, se despertaba con dolores, era una situación horrible.

—Ed, lo lamento tanto. ¿Y tenían alguien que los cuidaba?

—A veces antes, pero esas épocas, ya no. Nosotros... somos huérfanos, nunca conocimos a nuestros padres.

—Perdóname Ed, no tenía idea.

—¡No te preocupes, Cris! Aunque no lo creas, pudimos sobrevivir entre nosotros dos hasta entonces... Pero esa vez que mi hermana enfermó, cada día iba empeorando, era una cosa muy desesperante, verla tan débil, tan... cansada. Pero luego de mucho tiempo, pasó algo increíble, ella volvió a la vida... Bueno, mejor dicho, volvió a estar bien, volvió a estar fuerte, volvimos a estar juntos. Ese regreso que tuvo, creo que esa segunda oportunidad hizo que ella vea la vida de otra manera, que ambos veamos la vida de otra manera. Ya no se trataba sólo de sobrevivir, ahora tratábamos de intentar vivir plenamente, de disfrutar nuestras vidas, y de no tomarnos las cosas tan en serio. Sólo queríamos disfrutar de que estábamos juntos de nuevo. Y aunque con el tiempo surgen nuevas preocupaciones y tenemos que volvernos más responsables, también tratamos de no dejar que eso nos absorba por completo.

—Suena muy lindo. Ella volvió por ti, Ed, pudiste traerla de vuelta. Creo que tienen mucha suerte.

—Yo no sé qué haría sin ella. Y aunque ahora es más relajada que antes, supongo que por esa razón mi hermana también me cuida como una madre. Creo que por eso también se echa tantas responsabilidades al hombro. Yo estoy muy agradecido, pero me duele verla con tantas cargas encima. Ella merece vivir como los demás, merece buscar su propia felicidad, y no sólo la mía o la de otros.

—Eres un buen hermano, Ed. La quieres mucho, ¿verdad?

—Bueno, supongo que podría decir que a veces, cuando no se comporta como un ogro —decía Ed, tratando de hacerse el rudo, aunque esa imagen ya había quedado atrás para Cris.

—Si la llego a conocer, le voy a contar que la llamaste ogro, te va a castigar y vas a tener que hacer sus deberes por meses.

—¡Qué miedo! Ya tengo suficiente con una hermana ogro, no quiero tener otra.

—¡Eres un atrevido! —le decía Cris, mientras se reía—. ¡Nosotras no somos ogros! Más bien seríamos como tus senseis, preparándote para el duro camino de la vida, ya sabes, por tu bien.

—Además, capaz le termina gustando que la llames ogro. A ella siempre le fascinaron esas historias, sobre todo las de Asia, con princesas, guerreras, demonios y dragones.

—¿En serio? A mí me encantan también. Pero ¿sabes qué? Creo que le va a gustar más si la llamas princesa en vez de ogro, ¿no crees?

Después de comprar las frutas que eligieron, Cris llevó a Ed a comprar objetos de cuidado y limpieza.

—Quiero preguntarte algo, Cris —decía Edward—. Esa vez de la enfermedad de mi hermana, yo rogaba cada día que ella vuelva a estar bien, y hubiera sido capaz de hacer cualquier cosa por ella. Dime, si tú tuvieras la oportunidad de recuperar algo muy importante, o a alguien muy importante, ¿hasta dónde serías capaz de llegar para conseguirlo?

—Yo daría todo por recuperar lo más importante de mi vida, Ed, todo.

—¿Incluso si eso incluye perjudicar a otros?

—Yo... no lo sé. ¿De qué forma los perjudicaría? Es muy diferente perjudicar a alguien por unos segundos, a perjudicarlo para toda la vida. Además, ¿qué tan fuerte los estaría perjudicando? No es lo mismo sufrir algo suavecito a algo súper intenso.

—¿Crees que hay muchos matices?

—Pues sí. Creo que la vida sería sencilla si todo fuera blanco y negro, ¿no? Pero tampoco me gustaría mucho vivir así.

—Entonces, si es sólo algo suave y pasajero, ¿estarías dispuesta a hacer pasar a alguien por eso para lograr algo bueno?

—Me gustaría que fuera fácil decir que sí, pero... la verdad es que no quiero inmiscuir a nadie más en mi dolor. Yo daría todo, pero de mi parte. Daría mi sacrificio, sólo el mío, nadie más merece sufrir con mis cosas, sólo yo. Es mi responsabilidad hacerme cargo de mis cosas, ya sean mis deseos o mis preocupaciones.

Ed se quedó pensativo con la respuesta de Cris, y ambos terminaron de comprar las cosas de cuidado y limpieza.

—Gracias, Cris —decía Edward, con una sonrisa—. Eres una gran persona, y me ayudaste como no te imaginas.

—No es nada Ed. Pero falta un lugar al que tenemos que ir —le decía Cris, mientras iban camino al sector de juguetes y decoraciones.

—¿Eh? Oye Cris, no te pases, no me irás a decir que te tomaste en serio el rol de hermana mayor, y me vas a dar un juguete como premio o algo así, eso sería muy cruel.

Cris se reía ante el susto de Edward, y al llegar a uno de los puestos, le dijo:

—Mira, Ed —Cris le señalaba uno de los peluches—. Quiero comprarme un peluche de dragón, y me alcanza para comprar ese grande de allá. ¿Tú crees que es bonito?

—Pues... —respondía Ed, mientras veía el dragón—. Sí, se ve muy bonito, y muy tierno también.

—¡Me alegra, Ed! Tienes muy buenos gustos. Porfi bájalo tú que llegas hasta ahí, y mientras, yo le estaré pagando a la vendedora.

Después de que Edward se estiró un poco para bajar el peluche, se lo mostró a Cris, que terminaba de pagar.

—Ed —le decía Cris, mientras guardaba el cambio—, por favor dale ese peluche a tu hermana, y dile que es un regalo tuyo, vas a ver lo mucho que se va a alegrar.

Edward, después de escucharla, miró a Cris con sorpresa y le dijo:

—No, espera, Cris, ¿por qué haces esto? Es un peluche muy caro, yo ya le estaré comprando otro, pero no gastes tu dinero en nosotros.

—Vamos, Ed. Fuiste un buen amigo hoy, y aunque no vi a tu hermana, la puedo sentir en cada una de tus palabras, así que es mi regalo para ambos. Además, puedes amarla mucho y todo, pero también es lindo demostrárselo con regalitos de vez en cuando, ¿no crees?

Edward se quedó en silencio, viendo a Cris por un rato, para luego decirle:

—Te lo agradezco mucho, Cris. Eres muy dulce, con ella y conmigo.

—Gracias, Ed. Espero que se alegre mucho cuando se lo des.

Ed sacó un papel de su bolsillo, y se puso a escribir, para luego darle el papel a Cris, y decirle:

—Chica dragón, toma, por si quieres charlar alguna vez.

Cris miró el papel, un poco confundida, y dijo:

—Vamos Ed, saca tu teléfono y anotemos nuestros números. Así también me cuentas si tu hermana se pone feliz con el peluche.

—¿De verdad? Con gusto, Cris.

Después de compartir sus números, ambos se despidieron para partir rumbo a casa.

https://youtu.be/iKNzfi3Tytg

En la noche, mientras Mai llegaba a casa con la cena, se puso a gritar:

—¡Ed! ¡Grandulón, ya llegué! ¡Y traje algo muy rico para comer!

Edward entró a la sala para recibirla con una sonrisa, y le dijo:

—¡Hola Mai! ¿Cómo te fue? ¿O vas a insistir en que te llame Aurora? Al final sabes que en un tiempo me tendré que acostumbrar de nuevo a otro nombre, así que tampoco seas tan exigente.

Mai vio a Ed cargando el peluche del dragón y dijo:

—¿Pero quién es ese amiguito tan lindo y precioso? ¡Se ve tan encantador, me lo quiero abrazar!

—¿Te gusta? —preguntaba Ed emocionado, aunque después se puso serio—. Lo que pasa es que justo estábamos caminando con Cristal cerca a una de esas tiendas, y al final a ella le pareció que podría gustarte, ya sabes, como eres fan de todas estas cosas. Y aunque le dije que no necesitaba darnos nada, ella insistió.

—¿De verdad? —le decía Mai, con una sonrisa y una mirada sospechosa—. Parece que estuvieron hablando mucho sobre mí, ¿no?

—Bueno —respondía Ed, mientras le ayudaba a acomodar la mesa—, es que tampoco podía hacerle otras preguntas sin antes entrar en confianza, tú entiendes.

—Vaya, vaya, ¿así que te pusiste a hablar sobre la maravillosa hermana que tienes? No te culpo Ed. Cuando hay tanta luz en tu vida, es normal que quieras compartirla con los demás, como una hermosa cadena de...

—No sé de qué hablas, fue sólo una charla casual para conocernos mejor.

—Mírenme, Soy Edward —decía Mai, imitándolo con una voz gruesa—, no puedo dejar de hablar de lo maravillosa que es mi hermana mayor, incluso si fui a hablar de otras cosas con la portadora de la reli...

En ese momento, Ed le dio un suave "peluchazo" en la cara, o lo que es lo mismo, le lanzó el peluche, pero con cariño, y le dijo:

—¡Oye! ¡No te pases! ¡Ya está lista la mesa!

—¡Qué te pasa! ¡Más respeto! —le decía Mai, mientras se reía.

Antes de sentarse a comer, Mai se quedó viendo el peluche, y se le dibujó una sonrisa.

Después de quedarse así por un rato, se acercó a Ed y lo abrazó con fuerza, apoyándose en el pecho de su hermano.

—Gracias a ambos, Ed —le decía Mai—. Te amo, grandulón.

Ed la miró, para luego devolverle la sonrisa y darle una caricia en la cabeza, y decir:

—Yo también te amo, hermanita, me alegra que te haya gustado el regalo.

—Vamos, ahora hay que tratar asuntos serios —le decía Mai, mientras tomaban asiento—. Estas empanaditas se llaman tucumanas, y no vas a creer el sabor que tienen, y además también traje varias salsas con las que hay que mezclarlas. Vas a tener una fiesta en el paladar.

—Y yo pensando que fuiste a tratar asuntos serios con Javier.

—Sobre eso... Tengo que contarte malas y buenas noticias, Ed.

—No me digas que falló en las pruebas.

—Falló en casi todo —decía Mai, con pesar—. Ni siquiera sabe usar su propia reliquia. Y es demasiado evasivo, prefiere estar de observador a tener que enfrentar las cosas. Imagínate si tuviera que actuar bajo presión, podría derrumbarse por completo.

—¿Usaste la reliquia con él?

—Sí, y pude ver su verdadero ser, está dividido en dos partes... Pero también pudimos hablar varias cosas. Aunque... ¿Te digo algo? —decía Mai—. En uno de esos momentos, le pregunté si no creía que usar las reliquias para uso personal era algo egoísta.

—¿Y qué te dijo?

—Me respondió algo como: "Si ayuda a uno mismo a ser feliz, ¿qué tan malo puede ser?". ¿Puedes creerlo?

—¿Realmente dijo eso? —preguntaba Edward, levantando las cejas—. Me recuerda a alguien.

—Sí, sí, grandote. Pero no me vas a negar que es una buena respuesta, ¿o no? Otros hubieran dicho algo como: "¡Usarlo para beneficio propio está mal!", o alguna otra cosa parecida para quedar bien.

—Me imagino que te debió alegrar mucho escuchar eso. Después de todo, no es fácil encontrar a alguien que piense como tú.

—Fue ciertamente refrescante, no te lo voy a negar. ¿Y a ti como te fue con Cristal?

—Te diré que a Cristal tampoco le fue muy bien que digamos...

—¿Qué descubriste de ella?

—Ella también está muy perdida —respondía Ed—. No sabe usar su reliquia, ni siquiera tiene idea de lo que posee. Y es muy impulsiva, no le importa salir lastimada con tal de hacer algo. Creo que podría ser como una bomba de tiempo —Edward se quedó pensativo.

—¿Pero...?

—Pero también es muy protectora. Se parece a cierta hermana que tengo, dispuesta a sacrificarse por los demás, sin importarle las consecuencias. Es muy valiente, Mai.

—Parece como que ambos merecen una oportunidad, ¿no?

—¿Qué es lo que estoy escuchando? ¿Estás considerando tenerlos de nuestro lado?

—Dime, Ed, ¿qué te parece esta idea? El supuesto discípulo de Duncan, el que se hace llamar Víctor, está demasiado cerca de ellos, pero parece que no se ha percatado de nosotros. Yo sugiero que tengamos cerca a Javier y Cristal, y los cuidemos mientras los entrenamos sin que ellos lo sepan.

—Suena muy arriesgado, pero así también podríamos vigilar a Víctor al mismo tiempo.

—Me alegra que estés de acuerdo. Yo creo que se acaban de ganar un poco más de tiempo, ¿Verdad?

https://youtu.be/lzQ9HO9YAcw

Y al día siguiente, día de clases y terapias, nos situamos en una de las clases de la mañana, que curiosamente hablaba sobre un tema que no podía pasar desapercibido para dos de sus alumnos.

—Bueno chicos —decía la licenciada Salas, que daba la materia de Psicoanálisis—, como ya tienen buenas bases en esta materia, vamos a entrar al tema de la interpretación de los sueños.

A Cris y Javi se les abrieron inmensamente los ojos al escuchar esas últimas palabras.

—Generalmente, todas nuestras experiencias —continuaba la licenciada—, se ven reflejadas en nuestros sueños, ya sean personas, lugares, sensaciones, olores, sonidos, etc. Pero también entran en juego nuestros deseos, miedos, traumas, todo lo que pensamos y lo que podría estar dentro de nuestra psiquis, a nivel consciente e inconsciente —explicado de forma sencilla, la psiquis es todo lo que conforma nuestra mente.

Aunque Javi trataba de disimularlo, prestaba atención a cada palabra junto a Cris, y anotaban todo lo que iban escuchando.

—Para empezar —decía la docente—, todo lo consciente es lo que sabemos, lo que nos damos cuenta; valga la redundancia, son las cosas de las que estamos conscientes. Y la parte inconsciente es lo que no sabemos, lo que ignoramos, pero que está ahí. Junto a esos dos, está el subconsciente. ¿Qué creen que sería?

—"Sub" es "por debajo", ¿no? —decía Cris.

—¡Exacto! —respondía la Lic. Salas—. ¿Entonces...?

—Entonces, el subconsciente sería lo que está por debajo de la consciencia.

—Vas bien, Cris. ¿Y eso que significaría?

—¿Que son cosas de las que no somos conscientes? ¿Lo que no nos damos cuenta?

—Casi Cris. Vas muy bien, pero esa ya sería la parte inconsciente, que es diferente al subconsciente. Voy a darles un ejemplo sencillo para que lo entiendan mejor: Imaginen una playa, donde se encuentran la tierra y el mar. La tierra es donde caminamos, lo que conocemos, y el mar es un lugar misterioso, que oculta muchos secretos. En este caso, la tierra sería la parte consciente, y lo que está dentro del mar sería la parte inconsciente. Entonces, ¿cuál creen que sería la parte del subconsciente?

La sala se quedó en silencio, hasta que...

—¿Las cosas del mar que llegan a tierra firme? —preguntaba Felipe.

—¡Así es! Le están agarrando la idea. En esta playa, la tierra y el mar se chocan en un punto medio, y esta parte es donde en algunos momentos el mar llega a dejar restos en la tierra. Esto quiere decir que el inconsciente llega a salir un poco, y lo que estaba dentro del mar ya puede verse en tierra por un momento. ¿Lo que quiere decir que...?

—¿El subconsciente serían restos del inconsciente, que salen a la superficie? —preguntaba Cris.

—¡Exacto! El inconsciente, nuestro lado más oculto y escondido, en algunos momentos muy especiales llega hasta nuestra parte consciente, y deja rastros de eso. Ese rastro es el subconsciente. Eso significa que las cosas ocultas han podido salir un poco a la superficie. PERO, nótese algo muy importante chicos, esa parte no es totalmente consciente, o en este ejemplo, no está en tierra firme, y lo que salió del mar tampoco se va a quedar afuera para siempre. Después de un tiempo, esa parte vuelve a ocultarse en el mar, a menos que terminemos de sacarla totalmente. ¿Se va entendiendo?

—Licen, ¿y esto pasa cualquier rato? —preguntaba Cris.

—La mente siempre está en movimiento, y pueden darse situaciones especiales que desencadenan estos momentos. Por ejemplo, pueden haber estados alterados de consciencia donde podemos acceder a partes que no accedemos normalmente. Algunos de ellos son: Bajo hipnosis, bajo efecto de alguna sustancia, o... incluso cuando dormimos, que es cuando nuestra mente está en reposo y a veces deja de bloquear esos pensamientos guardados. ¿Les doy otro ejemplo?

Sí, porfa licen —decía Cris, mientras el resto de la clase asentía.

—Ok. Imaginen una jaula. Adentro está toda nuestra parte inconsciente, y afuera está toda nuestra parte consciente. Nuestra mente es el guardián de la jaula, y al dormir, es más fácil que lo que está dentro de la jaula escape, ya que no estamos tan pendientes de cuidarlo como cuando estamos despiertos. La jaula se queda sin guardián, y parte del inconsciente aprovecha de salir poco a poco de su encierro. Imaginen que la jaula está llenísima, por ejemplo, de cosas amontonadas dentro. ¿Qué pasaría al dormir, cuando lo de adentro intente salir?

—Una parte saldría con mucha fuerza, ¿como rebalsando? —respondía Felipe.

—¡Muy bien! Ahora, como dice Felipe, no saldría de una forma suave y agradable, no señor. Saldría de forma brusca, o incluso de forma dolorosa. Y esto podría manifestarse al soñar, ¿como...?

Javi, que no había dicho ni una palabra en toda la clase, se quedó viendo al vacío con los ojos bien abiertos, y dijo en voz baja:

—Pesadillas.

Cris volteó a verlo después de escucharlo y dijo:

—Javi, ¿pesadillas?

—¡Exacto! —decía la licenciada—. ¡Muy bien, Cris! Las pesadillas son una forma fuerte y brusca que tiene el subconsciente para manifestarse.

—Licen, ¿y qué pasa si los sueños o pesadillas no tienen sentido? ¿O si son muy difíciles de entender? —preguntaba Cris.

—Pues si algo es demasiado difícil de digerir para nuestra mente, ella tratará de mostrarlo de una forma más simbólica, menos directa de interpretar, para evitar que nuestros miedos o traumas nos aterroricen si es que los viéramos tal como son, sin ningún tipo de filtro.

—¿Entonces todos los sueños tienen significados? —preguntaba Felipe.

—Sí y no. Imaginen que los sueños son un vaciado de nuestros pensamientos. La mente se deshace de muchas cosas y conserva otras. Los sueños pueden mostrar cosas importantes y también cosas que no lo son tanto.

La licenciada Salas se puso a ver su reloj, y se dio cuenta de que ya se habían pasado de la hora de cierre hace varios minutos.

—Bueno chicos —decía la docente—, dejémoslo hasta aquí, y ya estaremos viendo más en la siguiente clase. ¡Nos vemos la próxima semana! Vayan con cuidado y repasen sus apuntes.

Mientras todos se preparaban para irse, Cris fue a hablar con la licenciada, pero ella se disculpó, ya que andaba con prisa y debía ir a otro lugar. Javi se puso a reflexionar:

—«Parece que a Felipe le gusta mucho este tema» —se decía Javi—. «¿Y si le pregunto sobre todo esto?».

Pues tendrán la respuesta a eso y mucho más, en el próximo capítulo; ya que como se imaginarán, esta historia... ¡Continuará!

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