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Capítulo 12: A mostrar nuestro verdadero ser

https://youtu.be/sb8F8ncbC8s

Una vez, hace muchos años, uno de mis mejores amigos me dijo que las intenciones no lo son todo en la vida. Puedes tener toda la intención de hacer algo, pero puede que sólo eso no sea suficiente. Entonces, ¿qué ayudaría a esa intención? Pues mi amigo me dijo que algo más importante que la intención, es lo que hacemos. Esto quiere decir que las cosas que hacemos a veces muestran mejor quiénes somos. Por ejemplo, puedes ser una persona con muy buenas intenciones en tu mente y corazón, pero si no actúas acorde a esas intenciones, ¿realmente eres una buena persona? Y también imaginemos el lado contrario: Si te ves como alguien malo, con intenciones oscuras y malvadas, pero no las llevas a cabo, ¿realmente eres alguien malo?

Este gran amigo, me contaba que hay una teoría que dice que el ser humano tiene tres identidades: Una es lo que pensamos, la otra es lo que decimos, y la tercera es lo que hacemos, que puede ser la que toma más peso entre las tres. Aunque al final, las tres se complementan y juntas forman quienes somos en realidad. Sólo depende de nosotros hacer que las tres estén en armonía y se apoyen entre sí, para no terminar en un caos mental que podría hacernos dudar sobre nuestra propia identidad, nuestras propias intenciones y nuestras propias conductas.

Volvamos a la historia, dirigiéndonos a donde se encontraban Mai y Edward, que se encontraban discutiendo un posible problema en sus planes.

—¿Estás seguro, Ed? —le preguntaba Mai, con preocupación—. ¿No será que te quedaste muy susceptible con todo lo que estás leyendo de las reliquias?

—Lo lamento Mai, pero estoy muy seguro —respondía Edward—. Se sintió tan fuerte, no puede ser una sola, ese tipo debe tener tres o cuatro reliquias.

—Entonces es el que hemos estado buscando, el que dice ser su discípulo...

—¿De tu amigo Duncan? Tú sabes que eso es una mentira.

—Claro que lo sé, Ed. Duncan me lo hubiera dicho, ¿cómo crees que él me hubiera guardado algo tan importante? ¿Y ahora qué vamos a hacer con esos dos?

—¿Cristal y Javier? ¿Y ya no quieres entrenarlos? Dijiste que podrían ayudarnos.

—No, Ed, ¿y ponerlos en riesgo? Yo quería hacer las cosas bien, conocerlos, pasar tiempo con ellos, y ya recién estando seguros, contarles todo. Pero creo que debemos cambiar los planes, antes de que les hagan lo mismo que a los otros.

—Pero Mai, no podemos hacer esto solos, tú lo sabes mejor que yo. ¿Y si nos pasa algo? ¿Y si ese tipo nos separa?

—¡¿Y SI ESOS DOS SÓLO EMPEORAN LAS COSAS?! —decía Mai, explotando de la desesperación, para luego irse calmando poco a poco—. Perdón, Ed, yo sé que no tienen malas intenciones, todo apunta a que no saben nada de esto, pero por esa misma razón podrían perjudicarnos en vez de ayudarnos.

—¿Y si de una vez los ponemos a prueba? Sabes que de todas formas debemos acercarnos a ellos. Mira, si pasan las pruebas, les contamos todo. Y si fallan, les quitamos sus reliquias y vamos a buscar a los que quedan. Vamos Mai, tú siempre lo dices: "Siempre terminamos sacando a relucir nuestro verdadero ser" —Ed empezaba a ponerle ojos de cachorrito.

—Ese fue un golpe muy bajo, Ed —le decía Mai, que parecía estar regañándolo con la mirada—. ¡AAHH! ¿¡QUÉ ES LO QUE VOY A HACER CON UN HERMANO TAN MANIPULADOR!? —gritaba mientras levantaba las manos en señal de queja.

Al día siguiente, Jukas les contó a Zoe y Cris sobre su decisión de dar el examen de ingreso a economía a fin de año, momento en el que también dejaría la carrera de psicología. Ellas, aunque con mucha tristeza por su futura partida, lo apoyaron en su decisión. Y junto a Javi, los cuatro quedaron en aprovechar el tiempo que les quedaba, para seguir compartiendo todos los momentos que pudieran pasar juntos.

https://youtu.be/kEVdXOJCn94

La noche de ese día, Javi abría los ojos, encontrándose en su pesadilla recurrente, parado en la colina desde donde se veía la cueva de La Bestia. Al revisar el lugar, dijo:

—Claro, como mi vida estaba demasiado tranquila, esto tenía que pasar. Bueno, sólo espero que no aparezca ese tipo...

Javi empezó a caminar hacia el muro invisible, apoyando sus manos una vez más.

—La última vez, La Bestia no estaba ahí, pero apareció ese tipo... que me dio más miedo que ella.

Javi se puso a mirar alrededor, buscando al hombre, pero no había señales de él. Y ya con un poco más de calma, se puso a ver hacia la entrada de la cueva, tratando de enfocar la vista lo mejor que pudo.

—Sé que vi algo la anterior vez... —Javi se puso a revisar la entrada de la cueva—. ¡Ahh! ¡Ahí están! DCDGE... Espera un momento, ¿y si son palabras que estoy leyendo mal? Parece... ¿DODGE? —dodge, en inglés, significa: esquivar. Javi continuó leyendo—. ABC... ¿DODGE A BC...?

Al empezar a leer la siguiente letra, apareció una garra gigante, apoyándose en ella y tapándola. Javi se echó un poco para atrás, por acto reflejo. Los ojos de la criatura empezaron a aparecer, dirigiendo su vista hacia él. Javi la vio a los ojos, y aunque él estaba muy asustado, empezó a sentir que la mirada de la criatura le transmitía más que sólo agresividad.

—Qué... ¿Qué es lo que estás pensando? —decía Javi, tratando de entenderla.

La Bestia empezó a mover su boca, como murmurando algo; pero ningún sonido que hubiera podido hacer, llegaba a Javi. Al verlo por un rato a la distancia, ella empezó a moverse con desesperación, y pareciendo gritar, trató de correr en dirección a Javi.

Él empezó a retroceder, preparándose para escapar, cuando de repente la criatura cayó al suelo con fuerza, como si algo la hubiera detenido desde dentro de la cueva.

Javi se detuvo sorprendido, y al ver cómo ella caía, volvió a avanzar unos pasos, apoyándose en el muro invisible y tratando de ver qué había sucedido. Y mientras examinaba a La Bestia, notó que sus patas traseras estaban encadenadas hacia el interior.

—Estás bromeando... —se decía Javi, con una mezcla de alivio y enojo—. ¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE NUNCA ESTUVE EN PELIGRO?! ¡Todos estos años perdidos! ¡Lleno de miedo! ¿Y para qué? ¿Para descubrir que mi peor pesadilla está atrapada? Unas simples cadenas...

Y mientras decía esa última palabra, Javi empezó a sentir un fuerte escalofrío de pies a cabeza, recordando su anterior pesadilla y la sensación de desesperación al no poder moverse. Tratando de reflexionar un poco, comenzó a preguntarse si esto se debía a ese hombre misterioso, y cómo en esa ocasión este hizo aparecer cadenas que inmovilizaron a Javi en segundos.

Y yo sé que les he estado hablando mucho sobre el hecho de que Javi era un gran despistado, o que dudaba demasiado en muchas situaciones, o que también era alguien muy caprichoso; pero creo que también es importante mencionar sus cualidades, ¿no creen? Tal vez ya hayan notado que era alguien muy reflexivo y que quería mucho a sus personas importantes, pero también tenía otra gran cualidad, y es que una de las primeras cosas que fui notando sobre él, era su increíble memoria. Una combinación bastante rara, ¿no? Memoria prodigiosa, pero en alguien extremadamente despistado y poco atento a los detalles. Al principio eso me pareció muy caótico de su parte, se los juro, como si su mente siempre estuviera divagando sin control en un infinito mar de confusión. Y es que a veces él no recordaba lo que le habían dicho hace unos minutos, pero de repente recordaba con lujo de detalles algo que pasó varios años atrás. Sin embargo, con el tiempo fui notando que las cosas que guardaba tenían un gran significado para él, y por eso terminaban siéndole fáciles de recordar, incluso después de días, meses o años.

—«Ese tipo me está... ¿ayudando?» —pensaba Javi—. «No, Javi, ¡él te atacó! ¡Sólo quiere hacerte daño! Pero... también me dijo que podía ayudarme con mi pesadilla. ¿Es esta su forma de ayudarme? Él dijo que necesitaba algo de mí...» —Javi colocó su mano sobre su pecho, a la altura de su corazón—. ¿Para qué podría querer esto? No, Javi, nunca olvides el daño que te hicieron, es lo único que evita que lo hagan de nuevo...

https://youtu.be/C_HAaH-UcCQ

Y esa misma noche, Cris abrió los ojos, y viéndose las manos, comenzó a darse cuenta de que sólo podía verse a sí misma, mientras que a su alrededor sólo había oscuridad.

—¡Volví! —se decía Cris mientras trataba de escuchar a su alrededor—. ¿Estará la voz con la que hablé? Por lo menos no escucho los gritos...

Cris comenzó a caminar lentamente, buscando alguna dirección que seguir, hasta que poco a poco escuchaba unos suaves ronroneos hacia adelante.

—¡Ahí está! —exclamó Cris por la emoción, para luego taparse la boca rápidamente y pensar—. «¡Si seré mensa! ¡Si hago ruido, comenzarán los gritos!».

Cris se esforzó en calmarse, caminando hacia el origen del sonido y diciendo en voz baja:

—¿Hola? ¿Hola? ¿Hay alguien?

El ronroneo se detuvo, Cris se puso alerta, y aunque se quedó quieta por un momento, decidió continuar avanzando.

—¿Quién está ahí? ¡Responde! —decía una voz de mujer.

Cristal se detuvo de golpe, con los ojos bien abiertos, aún rodeada de completa oscuridad, y respondió:

—¿Hola? Eres tú, ¿verdad? ¡Eres con quien hablé la otra vez!

—Espera... ¡¿Cristal?! Pero pequeña, ¿por qué volviste? ¿No te das cuenta de que es muy peligroso estar aquí?

—Yo no sé por qué volví, ¡y tampoco entiendo esto! Por favor, sigue hablando conmigo, ¡dime quién eres, dime dónde estoy, dime algo! —decía Cris que trataba de acercarse a la voz.

—¿Quién soy? Yo... tengo muchos recuerdos confusos, Cristal. Y sé que he tenido muchos nombres a lo largo del tiempo, aunque... hay uno que resuena más que el resto: Ruyah.

—Cris llegó lo más cerca que pudo a la voz, y cuando quiso seguir, se topó con algo que le bloqueaba el paso.

—¿Ruyah? —decía Cris—. Ruyah, ¿tú sabes dónde estamos? No puedo llegar hasta donde estás.

—Yo no sé dónde estamos, pequeña, lo lamento. Tampoco recuerdo cómo llegué hasta aquí, pero... creo que antes tenía miedo, mucho miedo, a algo, a alguien... ¡Tenía miedo a perder algo! —Ruyah se quedó en silencio por unos segundos—. Cristal, ayúdame a entender, ¿cómo es el lugar dónde estamos?

—No puedo ver nada, Ruyah, todo está oscuro, siempre ha estado oscuro.

—¿Ni siquiera puedes verme a mí?

—No, nunca he podido verte a ti o a este lugar. Dime, ¿cómo eres tú?

—¿Cómo soy? Vaya pregunta complicada que me haces —respondía Ruyah, con una ligera risa—. Yo no recuerdo cómo soy, y tampoco puedo verme a mí misma —Ruyah contestaba mientras iba recordando—. Siento... que le fallé a alguien, alguien importante; y que ahora estoy pagando el precio de mi error.

—¿A qué error te refieres?

—Mi error... —la voz de Ruyah perdía su tranquilidad y comenzaba a sonar nerviosa—. ¡Cristal! Escucha con atención: Mi identidad, mi energía, se encuentra en reposo; YO me encuentro en reposo. Pero una vez que despierte, ya no podré controlarme en ese estado; y cuando eso suceda, estarás en peligro, ¿entiendes? —deberás huir de aquí, por tu bien.

—¿Por qué dices eso? ¿Despertar? ¿En ese estado? ¿Qué significa todo eso? ¿Por qué voy a estar en peligro? ¿Tú vas a lastimarme?

—Yo hice algo muy malo, Cristal. Y traté de solucionarlo, pero el precio que pagué... es que perdí el control de mí misma. Aunque... debería haber una forma de revertir esto...

—¿Cuál? ¿Qué es lo que hay que hacer?

El lugar quedó en silencio total, y Cris empezó a escuchar pisadas alrededor, que cada vez iban acercándose más hacia ella. Cristal trató de retroceder, pero tropezó por los nervios, y sintió una presencia rodeándola. Cris no podía levantarse, la presencia era tan fuerte que la envolvía y presionaba contra el suelo. Cristal, intuyendo lo que podía pasar, se tapó la cabeza con las manos y se agachó, tratando de cubrirse de cualquier ataque, repitiendo:

—No, por favor, no me lastimes, por favor...

Y ahí fue cuando los gritos se hicieron presentes cerca a ella, cada vez con más fuerza.

—¡¡ALÉJATEEEE!! —decían los gritos—. ¡NO LO TENDRÁÁÁÁÁÁÁS! ¡AAAAHHH! ¡¡¡AYUDAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

—¡Nooo! —decía Cris— ¡BASTA! ¡Tengo miedo! ¡¡QUIERO DESPERTAR!!

Cris despertó súbitamente en su cama, con sus manos cubriendo su cabeza y sus ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué? Yo... «¡Espera, Cris, reacciona!» —se decía Cristal, mientras trataba de ordenar sus ideas, para luego buscar un bolígrafo y un papel en su mesa de noche. Al encontrarlos, empezó a escribir mientras murmuraba:

—Ru... yah... Ruyah. ¡Ese era su nombre! ¡Ruyah!

https://youtu.be/v2SAmDJ_SMg

Y después de esto, algunos días transcurrieron sin mayor importancia; y llegado el martes de una nueva semana, las clases de ese día fueron pasando normalmente, hasta que fue la hora de salida y Cris se preparaba para irse.

—Chicos, hoy es mi día de mercado, así que esta vez los dejo. Se van a cuidar, ¿sí? —les decía Cris, para luego despedirse del grupo e irse del lugar.

Después de que ella se fue, Javi, Jukas, Zoe y Lalo se preparaban para ir a comer algo, cuando de repente Aurora se acercó al grupo y dijo con una gran sonrisa:

—¡Hola chicos! ¿Cómo están? ¿Ya se van?

—¡Hola, Aura! —respondía Zoe—. Estábamos por ir a comer algo, ¿te unes?

—¡Ahh, suena muy lindo! —decía Aurora—. Pero quería raptar un rato al Javi para pedirle un favor. ¿No hay problema, verdad? Les prometo que se los devolveré sano y salvo —después de decir esto, tomó del brazo a Javi.

Jukas y Lalo se lanzaron miradas entre ellos, y Zoe se quedó con la vista fija hacia el brazo de Javi.

—Ehm... ¡No! ¡Claro que no hay problema! —decía Zoe, para luego mirar a Aurora—. Aura, si después te animas, vengan con el Javi a las tucumanas de la plaza, vamos a estar ahí un buen rato.

—Gracias Zoe, son muy amables todos ustedes, y me va a encantar unirme después —Aurora miró a Javier—. bueno, Javi, ¿me acompañas un ratito, porfis? Y después volvemos con los chicos.

—Claro, Auro —decía Javi, sin entender del todo—, vamos.

Y así es como Aurora se fue con él, mientras los demás se iban a comer a la plaza. Al ir caminando, Aurora comenzó a hablar:

—Javi querido, lo que te quería pedir, era si me podías prestar todos tus apuntes de las clases. Así podemos sacarles unas copias y de ahí podemos volver donde los chicos.

—¡Claro! No hay problema, Auro —decía Javi, más tranquilo—. ¿Quieres todo desde el principio?

—Sí, por favor. Si quieres podemos ir a la fotocopiadora de allá, y mientras nos lo preparan, te invito unas malteadas como agradecimiento.

—Auro, no te preocupes —le decía Javi, con una pequeña risa—, ni que fuera la graaaaan ayuda.

—No, no. Es mi agradecimiento, Javi. Así también hacemos tiempo hasta que estén listas las copias. No me rechaces mi muestra de cariño.

—«Es muy dulce...» —pensaba Javi—. «Me hace sentir bien querido».

Después de que fueron a la tienda a dejar los apuntes de Javi, él y Aurora se fueron a la heladería que se encontraba al lado del lugar. Ambos pidieron unas malteadas, y cuando Javi sacó su dinero, Aurora lo detuvo con su mano.

—Oye, Javi, no seas caprichoso —le decía Aurora, en tono de broma—. Ya te dije que yo invito.

—¿Segura? —preguntaba Javi, para después verla asentir—. Gracias Auro, la próxima yo te invito.

Después de esto, ambos fueron a tomar asiento y se pusieron a charlar.

—Javi, gracias —le decía Aurora—. Como soy nueva, me preocupaba no poder nivelarme a las materias, por eso necesitaba que alguien me ayude con los apuntes. Y también me daba pena que nadie fuera a querer hablar conmigo, pero tú y tus amigos parecen muy amables.

—¡Auro, no te preocupes! Más bien puedes decirme cuando quieras para que te preste, o lo que necesites. Aunque tampoco soy el graaan estudiante ni nada, jaja, pero ojalá te sirvan mis apuntes. Además les vas a caer muy bien a todos.

—Eres una buena persona, Javi. Tus amigos tienen suerte.

—Gracias, Auro, eres bien gentil —decía Javi, un poco apenado—. Oye, ¿tú viniste de traspaso, verdad?

—¡Ah! ¡Así es! Yo vivía en otro país, pero tuve que venir aquí por temas familiares. Aunque te diré que este lugar es muy lindo, ¡y la comida es de otro mundo! Me la paso comiendo marraquetas en las mañanas.

—¿Verdad que son bien ricas? —preguntaba Javi, con emoción.

—Uf, Javi, son un manjar. Con decirte que mi hermano igual se volvió fanático en poco tiempo.

—¿En serio? ¿Tienes hermano? ¿Mayor o menor?

—Menor, aunque a veces se da aires de hermano mayor —decía Aurora riéndose un poco—. ¿Y tú, Javi?

—Tengo dos hermanos, yo soy el menor.

—Aww, eres el bebé de la casa. Con razón eres tan lindo y tierno —le decía Aurora, poniéndole una carita mimadora.

—¿Qué? Noo... —el pobre Javi se estaba muriendo de vergüenza, y trataba de ocultarlo con risas.

—Javi, ¿qué cosas te gusta hacer?

—Umm, hay un montón de cosas. Me gusta jugar volley, videojuegos, bueno cualquier tipo de juegos. También me gusta tocar música.

—¿De verdad? ¿Eres una estrella de rock?

—Noo, para nada —respondía Javi mientras se reía—. ¿Y tú, Auro? ¿Tocas algún instrumento? ¿O cantas?

—Ahh, Javi, ¡a mí me encanta la música! Siempre trato de aprender lo que pueda, y también trato de cantar, aunque... soy más una cantante de ducha.

—¿De ducha?

—Sí, es que sólo canto en la ducha —decía Aurora en tono de broma—, o en algún lugar para mí sola.

—¿En serio? ¿Nunca te animaste a hacerlo en público?

—¿Ducharme? Javi, yo no tengo esas mañas —le decía Aurora, con una cara picarona.

—¿Qué...? No, ¡yo decía cantar!—Javier se puso a reír, no sé si por la ocurrencia de Aurora, o por los nervios que pudo causarle el imaginarse esa situación.

—No canto en público, me daría mucha pena —respondía Aurora, después de reírse—. Javi, ¿tú cantas?

—No, no puedo, es algo que admiro mucho en otras personas, porque yo canto horrible. Pero me gusta mucho el piano, trato de tocar un poco.

—No me digas, ¡¿volley y piano?! —Aurora tomó los dedos de Javi y se puso a masajearlos con cara de preocupación, con Javi abriendo los ojos ante la inesperada situación—. ¿No sufren tus deditos con semejante tortura? ¡Tienes que cuidarte, Javi!

—«A veces parece una chica juguetona, pero otras veces parece una mamá sobreprotectora» —pensaba Javi mientras la veía—. «Me confunde mucho, pero es muy agradable».

—Javito —le decía Aurora, después de frotar sus dedos—, ¿de cómo te animaste a tocar piano?

—Te cuento que uno de los primeros recuerdos que tengo del piano, es que hace aaaaños vi un teclado cuando estaba de viaje, y me encantaban los sonidos que tenía. ¿Te ubicas esos teclados que tienen 100 sonidos de instrumentos? Me puse a jugar con las teclas y estaba tan feliz escuchando cada uno de los sonidos, que quería seguir y seguir. Y luego me hicieron escuchar las canciones que estaban grabadas en el teclado, y yo trataba de sacarlas de oído, es algo que me hacía sentir tan feliz... —decía Javi con mucha ilusión—. Con decirte que hasta me quedé dormido encima de ese teclado, no quería apartarme. Ya después, cada que veía un teclado, tenían que alejarme de él, o sino, me ponía a jugar como un niño con un juguete nuevo.

—Me encanta esa historia, Javi. ¡Encontraste una pasión!

—Sííí, encontré algo muy especial, tiene un gran significado para mí.

—Claro, hasta que seguro te machucaste los dedos por jugar volleyball, ¿no? —Aurora miraba a Javi como regañándolo, y ambos se pusieron a reír.

—No es que el volley me haga daño —decía Javi con alegría—. De hecho también me encanta. Y además yo pienso que si juego volley y toco piano, más bien ambas cosas se complementarían y podría tener unos dedos bien ágiles y fuertes para poder tocar todas las canciones que se me ocurran y también para ser un buen jugador de volley.

—¡Javi! —le decía Aurora, sorprendida—. Te encanta llevar la contra, ¿no? Pero igual prométeme que vas a cuidar tus manitos, ¿sí? O me vas a tener preocupada como esas señoras de las películas que están mirando al ocaso, con un velo y un aire de soledad —Aurora hacía gestos muy dramáticos y ambos se rieron por un rato.

—Auro, deberías ser actriz de cine, te ganarías un Óscar y todo.

—Oye no lo había pensado, pero te diré que me gusta el tema de actuar. A veces puedo imaginar que soy una niña berrinchuda, otras veces puedo ser una linda chica universitaria, o también podría ser una hermosa princesa japonesa que usa un kimono y está rodeada de un hermoso lago y muchos árboles a mi alrededor, o también... podría ser un fantasma, con poderes sobrenaturales, que quiere proteger este mundo... O también podría ser una linda muñeca de trapo.

—Me encanta tu imaginación, Auro, va a mil por hora.

—Oye Javi... —le decía Aurora—, como te gustan los juegos, hagamos uno muy divertido, ¿qué te parece?

—¡Claro! Suena genial.

https://youtu.be/aSjqY0PukS8

—¡Muy bien! Javi, imagina esta historia: Yo soy una heroína que quiere salvar el mundo de una posible catástrofe. Y existen unos amuletos mágicos, que otorgan poderes a los que los usan. Estos amuletos fueron creados con una sola intención: Facilitar la comunicación entre seres de dos dimensiones. Pero con el tiempo, su uso fue cambiando y moldeándose a los deseos de sus dueños. ¿Qué tal si a estos dueños los llamamos... portadores?

—Wow, me encanta, y me sorprende tu creatividad.

—Gracias querido Javi, pero no te distraigas de la historia. Estos amuletos mágicos fueron repartiéndose a diferentes seres de ambas dimensiones, y con el pasar del tiempo, terminaron tanto en buenas como en malas manos. Y ahora en esta parte viene una pregunta... ¿Qué significa ser bueno o malo, Javi? ¿Qué significa para ti?

—Qué difícil pregunta, Auro. A ver... Creo que ser bueno significa buscar el bienestar de todos. Y ser malo podría ser lo opuesto, buscar lastimar a otros.

—Ok, y dime algo, si alguien hiciera cosas buenas para lograr algo malo; por ejemplo, si alguien ayudara mucho a varias personas, pero al final lo hace para lastimar a una sola. ¿qué pensarías de esa persona?

—Vaya... creo que no es alguien bueno. Si al final lastima a alguien, ya sea al final de todo o en el camino, no es alguien completamente bueno.

—¿Y si fuera alguien que quiere lograr algo bueno para todos? Pero en el camino tiene que lastimar a unos cuantos para poder lograrlo, ¿cómo lo verías?

—Creo que... si lastima a algunos en el camino, realmente no quiere lograr algo bueno para todos, ¿no?

—Pero Javi, míralo como algo inevitable, imagina este caso: Una mamá que regaña a su hijo por haber hecho algo malo. Ella busca algo bueno para él, pero puede que el hijo se sienta lastimado al ser regañado, aunque esa no sea la intención de la mamá.

—Auro, ¡dijiste algo muy genial!

—¿En serio?

—Sí. Creo que entonces, lo importante aquí sería la intención, ¿verdad? Lastimar intencionalmente es muy diferente a lastimar a alguien sin la intención de hacerlo. Uno puede sentirse muy herido por algo, pero capaz la otra persona no tenía la intención de lastimarlo. Capaz yo me compro un helado, y alguien se molesta por eso, pero no era mi intención molestarlo, jaja, creo que es algo así.

—¿Y si se molesta porque era el único helado que quedaba y ahora sufrirá porque no se pudo comprar uno ese día?

—Si yo me enterara, le daría el helado —Javi se puso a pensar, y luego se rió un poco—, o aunque sea le daría la mitad, para que ambos podamos tomar helado.

—¿La mitad? —decía Aurora, riéndose junto a Javi—. Supongo que así todos serían felices. Entonces, volviendo a la historia, podríamos decir que unos portadores tenían buenas intenciones y otros malas, ¿verdad? Ahora dime algo, si por azares del destino tú te convirtieras en un portador... ¿Qué te gustaría hacer con esos poderes?

—Pues me gustaría mucho hacer cosas buenas para los demás...

—¿Y cosas buenas para ti?

—¿Sería lindo, no? Siempre y cuando no lastimen a nadie y no perjudique esa comunicación que dijiste al principio, ya que para eso fueron creadas, ¿verdad?

A Aurora se le abrieron los ojitos cuando Javi dijo eso, y se quedó viéndolo por un rato.

—Javi, ¿tú crees que usarlo para beneficio propio no está mal?

—Creo que si ayuda a uno mismo a ser feliz, ¿qué tan malo puede ser? Claro, siempre y cuando no haya ninguna consecuencia negativa. ¿Te cuento algo que siempre he pensado?

—¡Claro que sí!

—Mi felicidad es ver a los que quiero, siendo felices. Si una persona importante para mí es feliz, eso conlleva a que yo también sea feliz, y si yo soy importante para alguien más, esa persona también sería feliz al verme feliz. ¿Te imaginas? Una cadena que sigue y sigue, haciendo que en un momento, todos podamos ser felices, gracias a la felicidad del otro. ¿No sería genial, Auro? Yo creo que las personas buenas se merecen cosas buenas. Aunque... supongo que si alguien no quiere que otro sea feliz, incluso si ese otro es bueno, tal vez lograr esa cadena de felicidad sería un sueño imposible...

Aurora miró con sorpresa a Javi, y se le dibujó una pequeña sonrisa en el rostro, para luego decirle:

—Eres alguien muy raro, Javi, pero en un buen sentido. Ocultas a alguien muy maduro detrás de toda esa ternura.

Javi se sonrojó un poco al escuchar a Aurora, el pobre no sabía dónde ocultar su carita.

—Gracias Auro —le decía Javi—, eres muy amable conmigo.

Aurora se puso a revisar la hora y dijo:

—Creo que ya deben estar listas las fotocopias, Javi. ¿Nos vamos a recogerlas? Y de ahí nos unimos a los demás. ¡Ya quiero probar esas tucumanas de la plaza!

—¡Vamos Auro! Y gracias por la malteada, ¡estaba deli!

Y gracias a ustedes por leer hasta aquí, pero como ya se imaginarán, es hora de decirles que, esta historia... ¡Continuará!

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