Capítulo 10: De Javier... Un pedazo de su vida
https://youtu.be/qBxvttIEHOc
La confianza y la valía; son cualidades que todos quisiéramos tener desde pequeños, pero también son de las más difíciles de desarrollar. ¿No sería algo maravilloso poseer ambas? Sentirse importante, valioso, y también sentir que los demás pueden confiar en nosotros, y que podemos confiar en nosotros mismos.
¿Ustedes creen que para tener estas dos cualidades, necesitamos de los demás? ¿O es posible desarrollarlas por nuestra propia cuenta? A mí me gusta creer que pueden ser ambas. Y Aunque puede ser diferente para cada uno, no podemos negar que en los momentos más íntimos de nuestras vidas, cuando empezamos a preguntarnos quiénes somos y qué queremos, empezamos a recordar las palabras que hemos recibido de otras personas a lo largo del tiempo, y a veces, estas tienen un gran peso en nuestra forma de pensar. "¡Eres una inútil!", "¡No se puede confiar en ti!", "¡Todo es tu culpa!", son frases que pueden marcarnos y quedarse dentro nuestro para siempre.
En psicología, este tipo de frases son conocidas como: "Frases oraculares". Estas son frases que recibimos, mayormente en nuestra infancia, que pueden marcar nuestra vida de una forma muy profunda, incluso a tal punto, que pueden determinar cómo será nuestro futuro. Por ejemplo, cuando una mamá le dice a su hija recién nacida: "Tú serás mejor que tus hermanas, serás la que me haga sentir orgullosa"; o cuando un padre le dice a su hijo: "Tú vas a lograr las cosas que yo no pude lograr"; sólo por dar algunos ejemplos. Estas frases, aparentemente inofensivas, pueden quedarse grabadas en la mente de quien las recibe, y sin darse cuenta, su vida y sus acciones podrían girar en torno a aceptarlas o rechazarlas. El ser humano es alguien muy complejo e interesante, y aunque no recordemos de forma consciente muchas de estas frases, puede que aún estén ahí, de forma inconsciente, guiándonos en secreto.
Y sí, sé que mucho de esto puede sonar un poco pesimista, ¿verdad? Sentir que no tenemos libertad y todo eso. ¡Pero no todo es malo, se los prometo! Y es que, como bien me dijo una de las personas más importantes de mi vida: Las cosas buenas también pueden quedarse en nosotros para siempre.
Cristal, una muchacha que aparentaba estar siempre bien y alegre ante los demás, en el fondo sentía que su vida no tenía valor alguno. Muchas de las cosas que le pasaron, fueron deteriorando poco a poco la forma en la que se veía, y terminó creyendo en algo muy dañino, que era el sentirse inútil ante sí misma y ante los demás.
¿Y Javi? ¿Cómo era Javier? ¿Qué era lo que más resaltaba en él? Un muchacho que aparentaba ser alguien muy tranquilo y paciente, podía ser alguien con un poco más que eso dentro de él. Pues es hora de conocer un poco más de este muchacho... Volvamos a la sala de espera afuera del gabinete psicológico, donde él se encontraba, mientras se hundía en sus pensamientos.
https://youtu.be/RHmajujaf68
—«Ahora que me pongo a pensar» —se decía Javi—, «¿y si empiezo a ver imágenes alrededor de la Patty? Siempre que estoy por abrirme con alguien... ¿Y si mejor no le digo nada?».
A medida que Javi reflexionaba, Patty salió a hablarle y le dijo que podía pasar. Javi se puso de pie y se dirigió al consultorio.
—Por favor, toma asiento —le decía Patty, después de señalarle la silla frente a él.
—Gracias, Patty —le respondía Javi.
—Cuéntame, ¿cuál es tu nombre?
—Me llamo Javier, aunque prefiero Javi. Javier suena muy serio, como si estuvieran enojados conmigo.
—¿De verdad? Para mí, Javier suena muy bien. ¿Por qué crees que suena serio?
—Bueno... Mi familia y mis amigos siempre me llaman por apodos. Supongo que si alguno de ellos me llama por mi nombre, algo debe estar muy mal, jaja.
—Javi, tú ya sabes que yo me llamo Patty, que viene de Patricia. Cuéntame un poco de ti, cosas como tu edad, a qué te dedicas, si estudias, trabajas, tus pasatiempos, gustos, con quienes vives, etc.
—Claro, a ver... Tengo 17 años, estoy estudiando psicología aquí en la universidad, algunas veces trabajé tocando piano en algunos lugares, pero no tengo un trabajo de forma estable. ¡Ah! Hablando de eso, me encanta la música, sobre todo el piano. También me gusta el volleyball, dibujar, los videojuegos, juegos de mesa, los animales, el chocolate, la comida. Vivo con mis papás y mi hermano del medio, yo soy el menor. Mi hermano mayor está de viaje por ahora. También vive con nosotros la perrita que le regalaron a mi hermano, se llama Diana.
—Dime, Javi, ¿hay algún tema en especial que quieras hablar hoy? ¿Algo que en este momento tenga más importancia?
Javi bajó un poco la mirada y se puso a pensar por milésimas de segundos. ¿Podía confiar en Patty? ¿Debía guardarse sus cosas?
—Patty, hay hartas cosas que quiero hablar con alguien, ¿de verdad todo lo que hablemos se quedará entre nosotros? —preguntaba Javi.
—Claro que sí, tienes mi palabra —le respondía Patty.
Javi, a punto de abrirse con Patty, la miró, esperando con preocupación que se empiecen a formar imágenes alrededor de ella, y aunque Javi veía cómo estas aparecían, lo que mostraban era algo que nunca había visto antes.
—«Espera, estas no son imágenes de ella ni de sus recuerdos» —pensaba Javi—. «¿Por qué...? ¿Por qué me estoy viendo a mí mismo?»
—¿Estás bien, Javi? —le preguntaba Patty.
—«Piensa Javi. Si lo que vi en otras ocasiones eran recuerdos que en ese momento tenían otras personas, acaso... ¿Acaso ella sólo está pensando en lo que le estoy diciendo? No piensa en sus cosas, no piensa en otras personas... ¿Realmente me está dedicando este tiempo sólo a mí y a lo que tengo que decir? —Javi sentía una mezcla de asombro y gran alivio—. Creo que ella... ella de verdad es una buena persona. Realmente le importa lo que tengo que decir. Puedo... No, QUIERO... Quiero confiar en ella».
—Patty, yo... —decía Javi, después de aclarar sus dudas—, yo me metí a estudiar psicología en secreto. Mi familia cree que estoy estudiando ingeniería de sistemas. y mis amigos no tienen idea de todo esto. Cada vez siento que este secreto es más difícil de mantener, no sé qué hacer. Mi plan es que después de salir titulado se lo avise a mis padres, que, bueno, a esas alturas como que ya no van a poder hacer mucho que digamos. ¿Pero mantener este secreto por cinco años? Yo sé que no es el mejor plan del mundo, y que puede pasar algo en cualquier momento.
—¿Por qué no quieres que tu familia sepa esto?
Javi miraba las imágenes alrededor de Patty, y veía todo lo que él iba diciendo.
—«Vaya, es como ver una película de lo que estoy contando, jaja, se siente bien» —pensaba Javi, para luego enfocarse en la charla—. Mi papá... Mi papá no confía en mí. Tal vez mi mamá un poco, pero mi papá ya no puede confiar en mí.
—¿Por qué?
Javi se quedó en silencio por un momento, Patty lo notó retraerse. Parecía que habían llegado a una fibra sensible. Javi, después de bajar la mirada, continuó:
—Cuando era niño, como a mis ocho años, estábamos viviendo solos con mi hermano Damián, el del medio. Éramos él y yo en la casa.
—¿Viviendo solos? —preguntaba Patty—. Javi, pero ¿y tus papás?
—Perdón, Patty, no te conté algo importante. Gran parte de mi niñez la pasaba con mi hermano, o solo en casa.
—¿Por qué?
—Mi hermano mayor, tuvo... Bueno, tiene algunos problemas de salud, por los que mis papás tuvieron que viajar con él muchas veces cuando éramos pequeños, buscando atención médica, tratamientos, doctores especializados. Aunque siempre uno de mis papás se quedaba en casa para cuidarnos, ya sea mi mamá o mi papá, el que se quedaba pasaba la mayor parte del tiempo trabajando, y sólo nos veíamos al almorzar, o en la noche al acostarnos. Por eso, la mayor parte del tiempo la pasaba con mi hermano Damián, eso si él no salía a algún lado.
—Javi, ¿qué edad tienen tus hermanos?
—Damián tiene 22, nos llevamos por cinco años; y César, el mayor, tiene 26, con él nos llevamos por nueve.
—Entonces, cuando tenías ocho, Damián tenía 13, ¿verdad? Y César 17. Javi, por favor continúa con lo que ibas a contarme. ¿Qué pasó a tus ocho años?
Patty notó que Javi se rascaba las manos antes de seguir.
https://youtu.be/Cg8i6fZFziw
—Un día, estábamos en casa mi hermano Damián y yo. Yo estaba en nuestro cuarto revisando una bolsa de juguetes, y después de vaciarla, entre las cosas había un encendedor. No sé qué tenía en la cabeza, Patty, pero como buen curioso me puse a ver qué cosas podía quemar sin que sea peligroso. Agarré un soldadito de plástico, y luego encontré una pelota de ping pong. La abrí por la mitad, y coloqué al soldadito ahí, para no quemarme la mano o la alfombra. Me da tanta vergüenza contar esto... En mi mente de niño, yo pensaba que estaba actuando de una forma muy segura e inteligente.
Javi empezó a rascarse con más fuerza, casi lastimándose las manos.
—Bueno —decía Javi—, la cosa es que cuando usé el encendedor, dejé apretado el botón para que salga un poco de gas dentro de la media bolita de ping pong, y luego al prender el fuego, había una reacción muy interesante: Creaba una llama que se elevaba por un segundo y luego desaparecía. Como me pareció tan genial, llamé a mi hermano para mostrarle el truco e hice lo mismo, llené de gas la pelotita y prendí el fuego. ¡Apareció la llama! Yo estaba tan feliz, me sentía como un gran mago que controlaba el fuego. Pero esta vez... —Javi se quedó viendo al vacío—. Esta vez la llama no desapareció. Y el calor empezó a quemar mi mano. Yo por instinto boté la pelota al piso, una pésima idea, porque ahí entre los juguetes habían papeles y cartones tirados. Mi hermano vio la llama asustado, y antes de que llegara a quemar otras cosas, pisó la pelota con fuerza para apagarla. La pelota se apagó, pero la llama se elevó hasta su cara. Él reaccionó lo más rápido que pudo, pero le quemó un poco el rostro antes de que la llama desapareciera por completo.
—Yo no sabía qué hacer —continuaba Javi—, estaba muy asustado, pero traté de ayudarlo, y mi hermano se enojó conmigo y salió corriendo a mojarse. No teníamos a nadie que nos ayude, yo seguí a mi hermano, pero él me gritó que lo deje en paz, que no me acerque. Se fue a mojar la cara al baño, y yo me quedé esperando fuera de ahí. Patty... Perdón, debes creer que soy un monstruo...
—No, Javi, por lo que me cuentas, fue un accidente —le decía Patty.
—Un accidente por mi culpa. ¿Qué niño se pone a jugar con algo como un encendedor? —decía Javi, para volver a recordar—. Yo... Yo nunca quise lastimarlo, y cuando el salió del baño, vi que le había dejado una cicatriz, una cicatriz imborrable. En esas épocas, mi mamá estaba de viaje con mi otro hermano, y mi papá estaba trabajando para volver a casa en la noche. Cuando anocheció y él llegó, descubrió todo lo que había pasado y llevó a mi hermano al hospital. Pero ya era muy tarde, la cicatriz ya estaba marcada, y al volver, mi papá me dio una paliza y me llenó de insultos. Mi hermano no quería hablarme, y mi papá me dijo "¡¿Qué pasa contigo?! ¿Acaso eres tonto? ¡No se puede confiar en ti!". Yo me disculpé con mi hermano, me sentía horrible, y él me dejó de hablar esa noche, me rechazó, y yo... no puedo culparlo por eso. Fui un idiota, Patty, lastimé a mi hermano de por vida.
—¿Y nunca más te habló?
—Él, de hecho, volvió a hablarme al día siguiente. Me dijo que la noche anterior estaba muy enojado y que no quería saber nada de mí, pero que después de pensarlo hasta el día siguiente, él creía que su cicatriz no se veía tan grande, y que además se veía muy genial y le hacía ver como un guerrero, que incluso iba a poder conquistar chicas con eso. Jaja, un buen hermano, ¿no? Yo creo que me lo dijo para que no me sintiera peor de lo que ya me sentía, tal vez no quería dejarme con esa carga para siempre. Pero yo tampoco soy tan tonto, Patty, sé lo que hice y me arrepiento mucho. Mi papá también se fue calmando los días siguientes, y aunque me trató horrible y me echó en cara todo lo que pasó, con el tiempo las cosas se fueron tranquilizando y volviendo a la "normalidad". Pero noté que mi papá ya no confiaba en mí como lo hacía antes. Y aunque me duele, lo entiendo, entiendo por qué piensa así. Perdí su confianza para siempre.
—¿Tú crees que fue para siempre?
—Yo creo que sí. No importa lo que haga, puedo sentirlo. Es mi castigo por haber sido un idiota, un mal hermano, un mal hijo. Patty, sé que pudo haber sido peor, sé que pude incluso haber matado a mi hermano. Mis papás... Mis papás no pueden pasar otra vez por algo así, nadie merece el dolor de una pérdida.
—¿Qué quieres decir con eso, Javi?
https://youtu.be/1Y-ES0eu6y0
—Mis papás... perdieron a una hija. Perdieron a mi hermana. Fue antes de que yo naciera.
—¿Qué pasó?
—Mi mamá me contó que después de que nació mi hermano mayor, dos años después, ella estaba esperando un nuevo bebé. Después de unos meses, en las revisiones les avisaron que iba a ser una niña. Mis papás estaban tan ilusionados... Y pasaron varias semanas preparando cosas para su llegada. Desgraciadamente, en la última revisión, notaron que no había respiración. Mi mamá me contó que al parecer fue un caso de asfixia debido a que la envolvió el cordón umbilical...
—Lo lamento tanto.
—Mi mamá no lo dijo, pero me imagino que estaba devastada, y mi papá también. ¿Cómo no estarlo? Después de dos años, mi mamá se embarazó de mi hermano Damián. Y cuando nació, le devolvió mucha de la felicidad que había perdido. Mi hermano Damián es el favorito de mi mamá, y lo entiendo bien por este tema. Mi hermano fue un rayo de esperanza en un tiempo en que las cosas eran oscuras. Y luego de unos años, mi mamá me contó que querían intentar de nuevo para tener una hija, y ahí es donde mi mamá se embarazó de mí. Jaja, creo que les arruiné el plan. Ella me dijo "Aunque queríamos tener una hija, llegaste tú, y fuiste mi pedacito de cielo".
—Javi, eso suena muy lindo.
—Sííí. Mi mamá me dice "pedazo", es algo que me gusta mucho. Cuando me porto mal, me dice "pedazo de alcornoque", jaja, pero cuando me porto bien, soy su "pedazo de cielo".
—Ajaja, me gusta, puede usarlo para bien o para mal. Y me parece muy dulce.
Patty notó que Javi estaba más relajado, y luego de revisar la hora, le dijo:
—Javi, es hora de terminar nuestra sesión de hoy. Pero antes, dime algo: Al final, ¿por qué elegiste estudiar psicología en vez de ingeniería?
—Patty, yo... Yo quiero ayudar a los demás. Quiero estar ahí para cualquiera que lo necesite. Creo que nadie debería tener que enfrentar las cosas solo... Quiero ser un gran psicólogo, para que la gente pueda confiar en mí para ayudarlos...
—Es una razón muy noble, Javi.
—Gracias, Patty. Espero poder lograrlo algún día.
—Yo creo que podrás. Si sigues tu sueño, lo cumplirás —le decía Patty, con una sonrisa—. Javi, dame unos segundos, voy a cerrar el consultorio por hoy. Como eras el último, ya es hora de echarle llave al lugar.
—Claro, Patty. Te espero.
Patty abrió el cajón de su escritorio, donde guardó la libreta que usaba durante las terapias. Luego sacó su monedero junto a un frasco, del cual se cayeron unas pastillas por estar mal cerrado. Javi, al escuchar el sonido, dirigió su mirada ahí.
—Ay, Javi, a veces soy una descuidada —le decía Patty, mientras recogía las pastillas y las guardaba en su frasco—. Sufro mucho del estómago y tengo que estar con mis pastillitas para que no me esté doliendo después.
—Te entiendo, Patty. Yo que trago como caballo, jaja, muchas veces me han dicho que tome alguna pastilla después de comer, para tener buena digestión. Aunque no me gusta tomar, creo que es mejor acostumbrar a mi cuerpo a curarse solo.
—Ajaja, mientras no sufras de dolor, creo que es buena idea.
Patty se puso su chamarra y cartera, y salió del consultorio junto a Javi, para luego notar a alguien sentada en la sala de espera.
—¿Cris? —preguntaba Patty—. ¿Pasó algo?
—Hola Patty —decía Cris, con una sonrisa—. No te preocupes. Sólo volví para esperar al señorito —decía Cris, mientras señalaba a Javi.
—¿Cris? —decía Javi—. ¿Qué pasó?
—Bueno, Javi —decía Patty—. Yo los dejo, tengo que irme a casa. Pero de todos modos, vas a tener una linda compañía, ¿no crees?
Después de cerrar todo, Patty se despidió de ambos.
—¡Cuídense, chicos! —les decía Patty mientras se iba—. ¡Nos vemos en una semana!
Cris volteó a Javi, le sonrió y le dijo:
—¿Y? ¿Cómo te fue en tu primera sesión?
—Creo que bien, Cris —le respondía Javi—. De hecho, me gustó.
—¿Verdad que sí? La Patty es bien linda y dulce. A mi también me gustó.
—¿De cómo volviste? ¿Pasó algo?
—Pues... Cuando me estaba yendo, le llamé a mi abuelita para avisarle que estaba en camino, y me dijo que ella ya le había dado de comer al Kiwi. Así que me dije "¿Y si vuelvo para acompañarlo al Javi? Tal vez sale medio mal de su terapia, y necesita a alguien que le haga compañía". Así que le dije a mi abuelita que iba a llegar un poco más tarde...
Javi tuvo una sensación cálida en su corazón, y se quedó viendo con una sonrisa a Cris, para luego reaccionar y decirle:
—Gracias, Cris. Significa mucho, en serio.
—Y adivina qué compré al volver —le decía Cris.
—Noooo, ¿en serio?
—Jaja, sé que adivinaste, porque ya estás salivando, Javi. Y además... ¡Son de trufa!
—¡Ujuju! ¡100 puntos para la casa Suárez! —decía Javi con emoción, para luego irse caminando con Cris—. «Realmente es... el sabor más deli del mundo...».
Dejemos por un momento a nuestro par de amigos, que tuvieron, ciertamente, un muy largo día, lleno de emociones que procesar.
https://youtu.be/SqhRRUbT4LY
Al caer el anochecer en la ciudad, Edward se encontraba recostado en la cama de su habitación, leyendo con mucha concentración un cuaderno que sostenía en sus manos.
—¿Qué haces, Ed? —le decía la muchacha que se encontraba en la puerta.
—Tratando de repasar todo lo que me enseñaste.
—¿Qué? ¿Lo de las reliquias?
—Sí. No quiero olvidar nada importante, quiero estar bien preparado para cualquier cosa.
—¿Qué parte estás leyendo?
—Sobre las cualidades.
La muchacha se acercó y se sentó al lado de Edward, para luego revisar el texto del cuaderno.
—¡Ah! Esta parte me gusta mucho, grandote. Lo importante es que cada reliquia puede activarse con una cualidad, sólo una, pero esta cualidad puede ser muy engañosa de entender. Mira, por ejemplo, la reliquia de la visión. Esta está vinculada a la confianza, porque no puedes usarla a menos de que rompas las barreras mentales que crea la desconfianza, las cuales son, simbólicamente, algo que te nubla la vista, la perspectiva. El confiar en ti mismo no es suficiente. Puedes tener plena confianza en tus habilidades, en tu capacidad, pero también tienes que sentir que los demás pueden confiar en ti, ya que esto es recíproco. El momento que logras ambas, puedes activar la reliquia, pero ahí debes tener un objetivo en mente ese momento, para poder canalizar la energía hacia lo que quieres hacer. No todas las reliquias pueden lograr todo, así que encontrar lo que cada una puede lograr, es una tarea inmensa.
—¿Pero y lo de los cuerpos temporales?
—Eso es algo que tienen todas en común. Eso, el rastrear otras reliquias, y el poder abrir los portales.
Edward escuchaba con atención, le era mucho más fácil escucharlo que leerlo. Y además, la muchacha tenía una gran facilidad para explicar las cosas, como si dominara todo tipo de conocimientos.
—Para que se pueda saber todo lo que una reliquia puede hacer, los nuevos portadores reciben de los anteriores todo el conocimiento de las cosas que pueden lograr con ellas, antes de ser instruidos en el uso de sus reliquias —continuaba la muchacha—. Bueno, ya sabes, a excepción de los que no las reciben de un portador anterior, y que las poseen ya sea porque las encontraron por azar o por quién sabe qué; para ellos es muy poco probable el poder usarlas. Es como una medida de seguridad que pusieron los primeros seres en la creación de reliquias.
—Para que no cualquiera pueda usar algo tan peligroso —decía Edward.
—Exacto. Además, es muy difícil que un solo ser pueda tener todas las cualidades que piden las doce reliquias, tal vez imposible. Yo creo que esa es una medida de seguridad bastante inteligente, ¿no te parece?
—Vamos un poco más lento, que ya estoy empezando a confundirme de nuevo.
—Ay, Ed. Creo que yo soy la única que heredó la inteligencia en la fami...
—¡Oye! ¡No te pases! —le gritaba Edward, mientras le daba un suave almohadazo a la muchacha en la cabeza.
—¡¿Qué te pasa?! Ajaja, ¡más respeto! —le respondía la muchacha, mientras se reía y tomaba otra almohada para defenderse. ¡Con este cuerpo ya soy más fuerte que antes, así que la vas a tener difícil!
Y a medida que empezaba una guerra épica de almohadas, dejaban de lado el cuaderno para otra ocasión.
https://youtu.be/WH8-hj3cNoY
Pasado un poco más de la medianoche, vayamos a donde se encontraba Aisha, que estaba teniendo una charla con su padre.
—Es una exquisita ironía, Aisha, ¿no crees? —decía Víctor—. Dos reliquias juntas para hacerme las cosas más fáciles.
—Padre —le decía Aisha—, cuánto quisiera estar allá para ayudarte...
—¡Yo puedo hacerlo solo, niña! —gritaba Víctor, con frustración, para luego intentar calmarse al ver a Aisha asustada—. Tranquila, hija, lo entiendo. Sé que tienes buenas intenciones.
—Aún puedo seguir investigando por aquí, padre, te prometo que te seré de gran ayuda.
—Hasta que encuentre otra forma de traerte a este lado... Debes encontrar cualquier pista, cualquier cosa que nos sirva. No debes descuidar todo el tiempo que tienes mientras yo no estoy.
—¿No sería más fácil si llevo conmigo la reliquia del sendero para rastrear las otr...?
Uy, esa fue una muy mala pregunta por parte de Aisha. Tanto así, que se arrepintió apenas iba terminando de hacerla. Víctor se quedó viéndola por un instante, con una mirada tan fría como punzante, y le dijo:
—No te atrevas a poner en duda mis decisiones, niña. Yo soy el único que llevará las reliquias, ¿entiendes? Que te la haya prestado para tomar la de Naím, fue sólo para agarrarlo por sorpresa. ¿O acaso ya olvidaste tus estúpidos errores de antes? —Víctor se dio la vuelta y comenzó a marcharse—. Ya vete a investigar, sé útil. Ya va a ser hora de que yo siga con esos dos, antes de que otra vez empiece a deteriorarse este maldito cuerpo.
Y antes de que este capítulo termine, sólo me queda decirles que, esta historia... ¡Continuará!
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