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09: Cautiverio



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Jaula: Kago no Tori no Juin

Capítulo 9: Cautiverio

...

― ¿Por qué siento que no te creo nada, Hiashi? ― preguntó Tsunade, dejando caer una mano sobre el escritorio de su oficina en el hospital. Se sentía cansada psicológicamente por todo lo que estaba pasando.

Desde que le informaron la desaparición de Sakura hace mas de un mes, cayó en una especie de depresión que se sumaba a todos los traumas previos con los que ya cargaba, la pelirosa era como una hija para ella, esa niña que nunca tuvo y siempre quiso para enseñarle todo lo que conocía. Había algo en los ninjas que les impedía buscar ayuda cuando lo necesitaban, tenían una tendencia a encerrarse en el trabajo, hacer más misiones, bailar con la muerte. Se negó a continuar de vacaciones y regresó al hospital, trabajando como nunca, entrando a tantas cirugías como podía, para finalmente volver a su casa y tomar una botella de sake antes de caer rendida.

―No vine a contarte ninguna historia, Tsunade. ― respondió el líder de los Hyuuga, levantándose de la silla frente a la rubia. ―solo quiero saber los resultados de los estudios de Haruno-san.

―Séllala. ―le pidió la Senju, ese era su ultimo recurso. ―Séllala y déjala ser libre, continuar aquí su vida normal.

―Su sangre no soportaría el sello. ―mintió, eligiendo bien sus palabras. ―Mi médico ya me dio un informe preliminar, su cuerpo esta cambiando, su red de chakra y vasos sanguíneos se están adaptando al Byakugan, no podrá ver con otros ojos que no sean los que tiene ahora mismo. La única razón por la que acepté que se quedara con ellos es porque el mismo Hokage aceptó el trato.

―Es realmente muy conveniente que una de las kunoichis con mejor control de chakra de la aldea ahora lleve tu dojutsu. ―ladró la rubia, recargándose en la silla y sabiendo que cualquier cosa que el castaño haya hecho, funcionó. Los tenía girando en su juego. ―Sobre todo después de la muerte de tu heredera.

―Ya tengo un nuevo heredero. ― le dijo, evitando caer ante sus palabras. No podía olvidar que esa mujer sabía moverse entre los hilos de la política y los clanes, era su ex hokage, después de todo.

―Espero no escuchar por los pasillos del hospital que mi discípula es obligada a contraer matrimonio dentro de tu clan. Ella es libre. ―recalcó, hundiendo la punta de su índice en la madera de cedro del mueble. ―Así tenga que sacarle los ojos yo misma, ella es libre y lo seguirá siendo.

― ¿Dañarías su carrera y su vida solo por una palabra de la que ni siquiera conocemos el significado? ―

―Prefiero eso a que sea usada por ti.

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Recorrió los pasillos del hospital hasta la habitación con el número que Hiashi le había indicado. Soltó todo el aire que estaba conteniendo antes de entrar, realmente no sabía lo que le esperaba dentro, sabía que Haruno era ahora quien portaba los ojos de su prima y tenía un recuerdo vago de haberla visto durante el tiempo que fue recluido.

―Haruno-san. ―la saludó primero al entrar a la habitación. No llevaba la misma ropa que solía utilizar desde hace un par de años, el vestido rojo, corto y de cuello mao era algo que seguramente los ancianos del clan desaprobarían en una heredera, su cabello ahora era un poco más largo y se veía extraño en combinación con sus ojos perlas. ―Hokage-sama, Uchiha-san, Uzumaki-san.

―Si algo le llega a pasar... ― gruñó Naruto, los ojos tranquilos del Hyuuga se posaron en su persona y después recorrieron al resto de los hombres del equipo, aunque sin palabras, todos mantenían una postura agresiva.

― ¿No fue tu idea el que Haruno-san viviera en el complejo, Naruto-san? ― cuestionó Neji, sin siquiera hacer un gesto en la cara.

―Ustedes... ―esta vez fue Sasuke quien habló, pero se guardó sus palabras, según su padre, el hombre frente a él era el nuevo heredero del clan Hyuuga, lo último que buscaría seria una pelea sin sentido. Ya guardaría sus puños para cuando fuera el momento.

―Neji. ―Soltó Sakura, mordiéndose la lengua para guardarse el sufijo en el nombre del Hyuuga, ella no permitiría una pelea con sus amigos cuando los únicos culpables de toda la situación era el clan del castaño.

Era extraña la manera en la que funcionaban las dos ramas, Neji había crecido como parte del Bunke, donde las palabras del Sōke llevaban poder, ahora estaba del otro lado, se sorprendía como sus peticiones, por muy educadas que fueran parecían ordenes explicitas.

Así sonó la voz de Sakura, aunque solo dijo su nombre, supo que, si el sello aún estuviera en su frente, eso se habría sentido como hierro arriendo al rojo vivo sobre su lengua.

La miró por tres largos segundos, buscando la mirada de su prima pequeña en aquellos ojos que un día le pertenecieron, pero no encontró nada. Ahí solo había una fuerza salvaje que sabía que no podría controlar ni con el título de heredero.

―Vámonos. ―dijo, dándose media vuelta y saliendo de la habitación, preguntándose qué hizo su tío al darle la sangre de su hija a alguien que no entendía las reglas del clan.

Sakura lo siguió después de despedirse de sus chicos, agradeciéndoles por preocuparse por ella, eran su familia, la única que le quedaba desde la muerte de sus padres un par de años antes.

―Necesito ir a mi casa por mis cosas, Hyuuga. ― pidió, dando pasos largos para poder alcanzar al castaño.

No sabía que respuesta esperar, su convivencia con él a lo largo de sus años era prácticamente nula, lo tenía por alguien educado, siempre firme ante las reglas, incluso en esa pelea que tuvo con Naruto años atrás.

―Hiashi-sama me informó que tus cosas personales han sido llevadas al complejo. ― le dijo, sin detenerse, pero disminuyendo sus pasos cada que alguien detenía a Sakura para saludarla y agradeciendo que haya vuelto con vida a la aldea, no era difícil adivinar que ya todo el hospital sabía sobre su nueva condición.

Salieron del edificio durante las primeras horas de la mañana, Sakura realmente tuvo que reprimir sus instintos que correr hasta la oficina de Tsunade y contarle toda la verdad, decirle que nunca fue secuestrada por ninjas extranjeros y que el clan Hyuuga era el culpable de todo, pero eso no serviría de mucho, no contra un clan noble.

La ubicación del complejo Hyuuga era privilegiada dentro de la aldea, estando en la zona céntrica pero fuera de todo ese ruido matutino que traía la vida civil, su extensión abarcaba la parte oeste, detrás de los edificios gubernamentales y muy cerca del espacio donde vivían los Aburame. La entrada era una puerta de madera tradicional, no había ninjas a la vista, pero podía sentir la presencia de dos firmas de chakra que vigilaban el único paso.

Esa era la primera vea que Sakura cruzaba esas puertas y se sorprendió, a diferencia de los edificios apeñuscados en el centro de la aldea, aquí parecía que el espacio no era un problema, las casas no era grandes, pero tenían pequeños jardines. Sus ojos viajaron por todos lados mientras caminaban, absorbiendo todos los detalles que encontraba a su paso. Conforme avanzaron por las calles, las edificaciones eran más grandes, los árboles frutales y lavandas se asomaban por las verjas, aunque ninguno podía compararse con la casa principal.

Era tan impresionante como la primera vez que lo vio desde la terraza, las jacarandas no eran un árbol de la región, pero el lugar estaba lleno de ellas, el color azul violáceo debía de ser todo un espectáculo cuando se combinaban con las lavandas.

―Es mucho más hermoso de cerca. ―susurró Sakura, siguiendo con la vista los peces koi que nadaban en el estanque que serpenteaba por el jardín.

―Ciertamente lo es. ―estuvo de acuerdo Neji, después de vivir tantos años en la casa principal, había dejado de sorprenderse por la belleza del lugar, pero eso no quitaba el hecho de que lo fuera.

― ¿Dónde viviré? ― preguntó sin poder ocultar la incertidumbre en su voz.

―Hiashi-sama ha dispuesto una habitación para ti dentro de la casa.

―Neji-sama, Hiashi-sama los espera en el comedor. ― les llamó una mujer mayor en cuanto pasaron las puertas, era más baja que Sakura, con el cabello oscuro manchado por canas y la piel marcada por ligeras líneas de expresión.

―Vamos para allá, Midori-san. ― asintió Neji y comenzaron a caminar entre los pasillos hasta llegar a una habitación amplia, con una mesa alta y un ventanal que dejaba entrar el olor a flores.

―Tomen asiento ―ordenó el líder del clan, sentado en la cabecera de la mesa, a su izquierda estaba Hinata, vestida con un kimono sencillo y con el fleco del cabello cubriendo la venda sobre su frente, la pelirosa sintió la necesidad de hablarle, preguntarle cómo estaba, no la había visto desde que ella la selló.

El castaño se sentó a la derecha de Hiashi, dejando a Sakura en la silla a su lado.

La comida ya estaba servida, pero nadie empezó hasta que Hiashi tomó sus palillos y probó el primer bocado. Sakura tomó nota mental de cada detalle e imitando al resto para no parecer maleducada, aunque no tuviera hambre.

―A partir de hoy, iniciaras a entrenar para poder usar el Byakugan, Sakura-san. ― comenzó a hablar Hiashi, ganándose la atención del resto de los comensales. ―El clan ya conoce tu situación, y dadas las circunstancias en las que te encuentras, el tratamiento hacia tu persona será el mismo que recibe una heredera, por lo que debe estar a la altura de ello. Y como solicitó en un pasado, Hinata fue liberada de sus obligaciones con el clan.

―Padre... ― levantó la vista la pelinegra, observando con asombro a la Haruno.

―No debes interrumpirme mientras hablo, Hinata. ―le dijo, aunque su voz no sonó enojada, hubo algo en la forma que la pelinegra encogió los hombros que a la pelirosa no le gustó.

―Perdón. ―se disculpó, para enojo de Sakura.

―Contrólate, Sakura-san. ―ordenó el líder. ― Nuestras palabras y pensamientos tienen poder sobre aquellos miembros que llevan el sello. Hinata aún no está impuesta a ello y por eso tiene ese tipo de respuestas. Debes de tener cuidado para no terminar dañando a alguien por un arranque de sentimientos mal controlados.

Sus ojos buscaron a la mirada de los otros dos, el asentimiento de Hinata le dijo que su padre no mentía, muy seguramente ella fue educada en esos temas desde antes de poder hablar.

― ¿Hinata-san podría iniciar una relación sentimental e incluso contraer matrimonio con cualquier persona que ella quiera? ― preguntó la pelirosa, eso era lo que ella había pedido el día que decidió ayudar a sellarla.

―Di mi palabra sobre ello. ―le respondió Hiashi, tomando un pedazo de salmón entre los palillos. ―Ella es libre de elegir a la persona con la que quiera casarse.

No supo identificar las emociones en la cara de los otros dos jóvenes, creyó ver felicidad en Hinata, pero lo que siguió fue algo que le pareció miedo o incertidumbre, por otro lado, Neji solo dejó que viera la sorpresa en sus ojos por medio segundo, su rostro volvió a ser estoico y regresó la vista al plato.

―Kairi-san te llevará hasta tu habitación, por la tarde ambos estarán presentes en el Dojo. ―  

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