07: Plumas caídas
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Jaula: Kago no Tori no Juin
Capítulo 7: Plumas caídas
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El clima en los primeros días de septiembre podía ser un volado al aire, las mañanas ya dejaban atrás la ventisca cálida del verano, pero las tardes seguían siendo cómodas para pasear sin tanta ropa encima, lo que hacía que los ninjas tuvieran las mismas sonrisas que al inicio de la primavera.
El ruido que llenaba el edificio de la estación de policía militar de Konoha era burbujeante, algo normal en viernes, cuando todos intercambiaban los planes que tenían para el fin de semana.
―Buenos días, Sasuke-san. ― tartamudeó una voz infantil, pero bastó con escuchar el nombre del hijo mejor del jefe del clan para que todos callaran y trataran de salir de su camino.
―hmmm...
Ninguno sintió su firma de chakra que se camuflajeada con la del resto de los ninjas, tan baja que incluso podría pasar por la de un civil, y tampoco es que tuvieran miedo de él, pero el mal humor que irradiaba desde la noticia de la desaparición de su ex compañera no pasó por alto para nadie.
El equipo siete hizo un nombre desde su formación, cuando el Sandaime puso a un Uchiha de la familia principal en el mismo equipo que el Jinchuruki del Kyuubi, solo los altos mandos de la aldea sabían que esa decisión había sido lo que detuvo un golpe de estado por parte del clan del Sharingan contra la aldea.
Lo único que llamaba la atención del tercer miembro del equipo era el color de su cabello, pero aún con eso, los tres gennin recién graduados lograron pasar la famosa prueba de las campanas de Hakate Kakashi, lo que atrajo de nuevo las miradas sobre ellos.
No lograron convertirse en chunnin en su primer intento, pero cargaban en sus espaldas misiones exitosas que incluían criminales que encabezaban libros bingo como Momochi Zabuza, Yabuto Yakushi y otros. Su ascenso a jounnin no fue sorpresa para nadie, su trabajo en equipo era como el engranaje de un reloj de bolsillo.
Sasuke pasó de todos, caminando directo a una de las oficinas secundarias y se dejó caer en la silla giratoria. Cerró los ojos, tratando de buscar la firma de chakra de Naruto en la aldea, pero fue imposible, aún no regresaba.
Suspiró cansado y empezó a acomodar el papeleo que había el escritorio, la mayoría compuesto por los gennin recién graduados de la academia que entrarían a la policía la próxima semana. Ese había sido otro cambio que se hizo años atrás.
La historia del golpe de estado se la contó su hermano antes de entrar al escuadrón Uchiha, la forma en que se formó su equipo y el castigo de Sarutobi Hiruzen, obligando a cada miembro de la policía a cursar la academia ninja antes de formar parte de sus filas.
La mayoría se unía en cuanto conseguían su banda ninja, otros se mantenían como ninjas en servicio activo de la aldea, como Itachi y Shisui, que habían escalado hasta ANBU. Obito había sido un caso particular, Sasuke tuvo que escuchar miles de historias de ese viejo cuando fue aceptado en el equipo de Kakashi, la mayoría eran de falso heroísmo y cómo le dio su ojo a su ex sensei. Gracias a los dioses, el ninja ya estaba retirado y a la única que molestaba era a su esposa.
―Sasuke-san, Uzumaki-san acaba de pasar las puertas de la aldea. ― le informó uno de los ninjas de su escuadrón.
Sasuke no dudó ni medio segundo antes de salir por la ventana y correr sobre los tejados, buscando la firma de chakra de Naruto para ir hasta donde estuviera, pero no sintió la otra presencia que esperaba encontrar.
―Sasuke... ― susurró Naruto cuando el Uchiha aterrizó frente a él. El rostro serio y la forma en que las esquinas de los ojos azules caían fue suficiente para entender la situación.
―No la encontraron. ― no fue una pregunta. El resto de los ninjas que habían ido a la misión se dispersaron, dándoles privacidad para la plática.
―No. ―dijo el Uzumaki, apretando los puños de impotencia. ― Iré con Kakashi-sensei a hablar con él, tengo que volver a buscarla, no puedo dejarla... no puedo...
―Hmmm.
―Yo...
―La vamos a encontrar, dobe.
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― ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ― preguntó Sakura, su piel estaba húmeda por el sudor después de estar haciendo flexiones en un intento por mantener su musculatura activa después de tantos días encerrada.
―cuarenta y dos días. ― respondió el jefe del clan, vestido con su ropa tradicional y unas sandalias, su voz tranquila irritó a la Haruno.
―Quiero salir de aquí. ―exigió enojada, sin molestarse en modular su voz, se sentía rasposa y un poco seca, algo normal para alguien que tenía días completos sin hablar con nadie.
―No eres nuestra prisionera, Sakura-san. ―le volvió a decir Hiashi, aunque esas palabras no parecían tener mucho sentido cuando la mantenían encerrada en una habitación de cuatro por cuatro.
― ¿Entonces que soy? ― gritó, la frustración saliendo de cada poro de su piel, incluso sus ojos se sintieron vidriosos de impotencia y se odió por ello, de nuevo era débil, de nuevo no había nada que pudiera hacer para ayudarse a ella misma. Perdió la cuenta de las veces que se fracturó los nudillos de sus manos desnudas intentando romper las paredes, hacer ceder a la puerta o al menos hacerle una grieta al techo, pero no podía, era imposible. ― ¿Entonces que soy? ―repitió.
El ruido sordo de las rodillas impactándose contra el suelo se rebobinó una y otra vez en los oídos de Hiashi, haciendo que mil imágenes pasaran por su cabeza, ¿así de desesperada se había sentido Hanabi mientras luchaba con el maldito de Akatsuna no Sasori? ¿Había roto su espíritu como ellos lo estaban haciendo con esa kunoichi?
―Levántate, Sakura-san. ―ordenó el líder, mirando hacia otro lado para no ver el deplorable estado en el que se encontraba la pelirosa.
Sin decir palabra alguna, sacó de uno de los bolsillos de su yukata una pulsera de restricción de chakra, la mirada aguda que le envió la Haruno fue suficiente para hacerle saber que ella las conocía, aun cuando se suponía que su uso estaba restringido al cuerpo Interrogación y Tortura de Konoha y ciertos niveles de ANBU, departamentos que siempre se mantenían alejados de hospital.
La pieza era pequeña y no tan llamativa, se perdía entre la tela de la playera de manga larga que vestía, Hiashi había sido cuidadoso en todos los aspectos que ella pudiera pesar y lo odio un poco más por eso.
"―Vamos. ―dijo, sin explicar a dónde la llevaría.
Cuando salieron, no tomaron el mismo camino que ella conocía, estuvieron deambulando y girando por varios pasillos, tomó nota de cada giro que hicieron e incluso contó los pasos y el número de escaleras que subieron, pero todo eso quedó olvidado cuando la luz natural inundó sus ojos.
La blancura y lámparas incandescentes quedaron atrás para llenar sus sentidos en una sobrecarga sensorial de colores y olores suaves, tuvo que cerrar los ojos por varios segundos para evitar que el dolor de cabeza regresara, era difícil procesar la nueva nitidez con la que procesaba cada tono. el contraste entre la madera de Agar y Ébano la hicieron marearse y la falta de su chakra para aliviar el malestar tampoco fue de ayuda.
"―Esta es la casa principal del clan. ― mencionó Hiashi una vez que la kunoichi se fue acostumbrando a su entorno. ―Tu estatus actual es de desaparecido en misión. La pulsera es para que nadie sepa que estas dentro de la aldea.
Si se sorprendió por la noticia, ella no lo hizo ver, tan solo se limitó a seguirlo por los pasillos, sin poder ignorar la sobria decoración que parecería merecedora de estar en el mismo palacio del Daimyo, la única diferencia era la paleta de colores.
El Hyuuga la llevó hasta una tarraza en el piso superior de la residencia, en el centro había una mesa baja pero lo suficiente grande para que cuatro personas se sentaran de forma cómoda, la vista era impresionante, el complejo Hyuuga quedaba a sus pies más allá del jardín, los sonidos de pájaros y niños jugando eran traídos hasta sus oídos entrenados por el suave viento de los árboles. Sentarse ahí en invierno, con sus piernas metidas en el kotatsu debía ser una delicia.
Hiashi no necesitó hacer ninguna seña para que una mujer se acercara y empezara a servir té, Sakura la estudió de cerca, con su largo cabello castaño oscuro y los ojos claros, con la frente cubierta, no sabía si tenía entrenamiento shinobi o no, pero sus pasos eran silenciosos y los movimientos efectivos mientras servía la infusión.
El olor dulzón llenó la estancia y a Sakura no le sorprendió descubrir el tipo de té que estaban sirviendo, había probado el gyokuro un par de veces en su vida, una vez en la casa de Sasuke y dos veces más en el palacio del País del Fuego cuando acompañó a su maestra.
"―Solo hay una manera en que puedas salir de aquí. ―habló Hiashi después de darle un trago a la bebida y disfrutando el sabor.
― ¿Cuál es? ―quiso saber Sakura, empezando a calcular sus posibilidades de salir de ahí utilizando puro taijutsu en caso de que la respuesta que obtuviera no le gustara. Podía sentir más de veinte presencias en toda la casa, todos con entrenamiento ninja, además de cinco guardias más dispersados por el perímetro. Podría haber incluso más.
―Fuiste secuestrada por ninjas de exiliados Kumugakure para lograr hacerse por fin del Byakugan, al negarte a hacerlo, te usaron como maniquí de experimentos en un intento de comprender porqué no podían usar la capacidad total del dojutsu.
―Una historia con muchos huecos. ― dijo Sakura, analizando cada palabra del hombre, ella no podía mentirle a su hokage, Kakashi la descubriría antes de que dijera la primera letra. ―Iwa y Kumo no están precisamente cerca.
―Hace dos meses tres de mis chunnin desaparecieron cerca de Kusagakure, hace dos semanas los localizamos, dos murieron, sus cuerpos fueron encontrados con las fosas oculares vacías, el tercero quedó ciego, pero logró escapar.
―Nunca se supo nada de eso en el hospital ni en la torre. ― susurró Sakura, tres ninjas portadores de dojutsu desaparecidos era una noticia que seguro llegaba hasta la oficina del Hospital Central de Konoha.
―Los asuntos del clan, se resuelven dentro del clan, Sakura-san. ―le dijo, y la hizo sentir como una niña que recibía una reprimenda. ― Si quieres salir del complejo, regresaras con ese ninja sobreviviente, dirás que fuiste atacada por ninjas de Kumogakure, que experimentaron con ustedes por un mes completo, al final lograron matarlos y escaparon.
― ¿Qué pasará después? ―
―El clan te recibirá como portadora del Byakugan. ― explicó, mirándola fijamente. ― La historia que te conté no es mentira, esta no es la primera ni será la última vez que alguien de mi clan es secuestrado y asesinado por intentar poseer nuestro dojutsu. Tus ojos no están sellados y tendrás que vivir con la misma protección que una heredera del clan.
―Yo no quiero vivir dentro del complejo. ―su voz firme pareció resurgir, sintiéndose más encerrada de lo que estaba en la habitación del subterráneo.
― ¿Sabes cuantos ninjas fueron necesarios para regresarte a la aldea y que nadie se diera cuenta? ― preguntó, Sakura sintió el veneno en su voz ―solo tres. Tres de mis ninjas acabaron contigo con un solo senbon, cruzaron las murallas y te trajeron al centro de la aldea sin que nadie se percatara. El Hokage mandó a su mejor escuadrón de búsqueda, Uzumaki Naruto hizo más de mil clones para encontrarte y ninguno pudo hacerlo. El enemigo no juega limpio, Sakura-san. Si no pudiste protegerte cuando solo eras la aprendiz de una sannin, no podrás hacerlo ahora que también eres portadora de un dojutsu que ni siquiera puedes manejar.
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