—Ven Nora —me agarró de la cintura y me sentó adentro del auto.

Mamá y papá subieron y sentí como empezamos a movernos.

—Mamá, ¿a dónde vamos?

—Ay mi querida pequeña, iremos a visitar a unos amigos nuestros —colocó su mano encima de la mano de papá—. Ellos tienen un hijo de tu edad, hasta podrían hacerse amigos —dijo con tanto entusiasmo.

—¿De mi edad?

—Sí, tiene 10 años, igual que tu. Se llama Jason.

«Jason... Que lindo nombre».

(...)

Al notar que el auto se había detenido, supe al instante que ya habíamos llegado a nuestro destino, abrí la puerta y al bajarme quedé maravillada al ver lo que tenía al frente. Una mansión, más grande que la nuestra.

—Vamos hija, nos están esperando.

Los seguí y entramos a ese hermoso jardín que mis ojos no paraban de contemplar. Nos fuimos acercando a una mujer que parece la sirvienta o tal vez... La ama de llaves.

—Por favor, síganme —comentó y así hicimos. La seguimos hasta adentro y nos pidió que nos sentáramos en ese enorme sillón.

«Odio la espera».

Minutos después escuchamos pasos que se acercaban cada vez más y así aparecieron.

—¡Patrick! —dijo el hombre desconocido abrazando a papá.

—Que bueno es verte, Carlos —dijo papá con una gran sonrisa.

«Deben de ser buenos amigos», pensé.

—Rebecca —dijo mamá con entusiasmo y también se abrazaron.

—Te extrañé, amiga —dijo la mujer llamada Rebecca.

No seguí prestando más atención a su acogedora reunión ya que algo más había llamado mi atención, más bien, una persona. Él debe de ser Jason, no ha dejado de mirarme desde que llegó, lo más interesante y aterrador es la sonrisa que no ha dejado de mostrar desde que mis ojos posaron en él.

—Bueno, ella es Nora. ¿Se acuerdan de ella? —dijo mamá y la miré.

—Ay, la última vez que la vimos tenía 4 años, se volvió aún más hermosa —dijo Rebecca y sonreí.

—Gracias —comenté con amabilidad.

—Él debe de ser Jason, ha crecido mucho desde la última vez que lo vimos —comentó papá y volví a mirarlo.

«Su expresión ha cambiado, ahora está serio».

—Sí, ha crecido. Me hubiera gustado que vinieran antes para que nuestros hijos se conocieran mejor pero no tuvimos tiempo, además, tenemos que decirles algo.

Dejé de tomarle importancia a la conversación cuando vi como Jason se alejaba caminando del lugar, y por la curiosidad también lo empecé a seguir. Abrió una puerta y desapareció de mi vista, dudé unos segundos en sí abrirla o no, para así decidirme al fin en abrirla. Giré la perilla y al estar del otro lado quedé fascinada en ver nuevamente el jardín, caminé cuidadosamente y me acerqué a una rosa roja para así tocarla suavemente con mis dedos.

Escuché un crujido y miré hacía atrás lentamente. Es él. Su mirada es completamente seria... Me da tanta curiosidad.

—Me asustaste —dije al mirarlo. Que ojos más hermosos... Siento como si me perdiera en esos profundos ojos azules.

—No fue mi intención asustarte, Nora —mis mejillas ardieron al escucharlo decir mi nombre—. ¿Quieres jugar? —preguntó con esa sonrisa que mostró antes, da miedo, pero por alguna
razón me gusta.

—¿Jugar qué cosa?

—A algo muy divertido —comentó y pude notar la fascinación en sus ojos.

(...)

—Y... ¡Listo! —papá corrió hacia mamá rápidamente y miré a la cámara. Se escuchó el sonido que hace la cámara cuando toma una foto y todos se relajaron.

Jason y yo nos soltamos de las manos, nos miramos fijamente para así luego reírnos.

—Bueno, creo que ya es hora de irnos —dijo papá y eso hizo que prestara atención a mi alrededor.

—Nos volveremos a ver —comentó Carlos al abrazar a mi papá.

Por otro lado vi a mamá y a la señora Rebecca llorando mientras se abrazan.

«No entiendo nada»

—Nos vemos, Nora —dijo Jason y lo miré.

—Nos vemos —sonreí.

Caminamos hasta la salida y nos subimos al auto. Luego de irnos de aquel lugar, mientras miraba por la ventana sólo podía pensar en Jason, en esos profundos ojos azules y esa
escalofriante sonrisa.

Luego de unas horas mis padres me informaron que no vería a Jason en mucho tiempo, ya que él y su familia se irían a Canadá. Ahí entendí todo, el porqué mi mamá y esa señora lloraban y el porqué papá y ese señor tenían una mirada triste al despedirse.

Pasaron los años y mientras crecía más entendía todo lo que me rodeaba. Entendí que esas personas a las que vi cuando tenía 10 años, fueron los mejores amigos y enemigos de mis padres, los Smith. La empresa White y la empresa Smith han sido rivales durante mucho tiempo. Eso quiere decir que Jason, es mi enemigo en el mundo empresarial.

Me gradué de la Universidad el año pasado, tengo 22 años y Jason nunca volvió.

Soy Nora White, y esta es mi historia.

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Si has llegado hasta aquí, te lo agradezco con todo mi corazón.
Me hace feliz tenerte como lector(a).

Te doy la bienvenida a esta historia llena de emociones.

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