28
Jason
Me encuentro dentro de la ambulancia, con la preocupación tallada en cada línea de mi rostro. Su mano descansa en la mía, aferrándola con fuerza como si pudiera aferrarse a la vida misma. Las lágrimas traicioneras deslizan silenciosamente por mis mejillas, mientras mis pensamientos son un torbellino de desesperación y miedo.
¿Por qué no me esperaste? ¿Por qué fuiste tan imprudente? ¿No entiendes lo mucho que te necesito?
La voz del paramédico rompe mi trance, recordándome que estamos en camino al hospital. Con un nudo en la garganta, suelto su mano y bajo junto a ella cuando llegamos. La espero, impotente, mientras los médicos se llevan a mi amor a cirugía.
Sentado en una silla, con el corazón en un puño, saco mi teléfono y veo las llamadas perdidas de mamá. La noticia se propaga rápidamente.
—¿Qué pasó? —la voz de Jack rompe el silencio, su rostro reflejando el mismo terror que siento. No encuentro las palabras para responder, solo lo abrazo mientras las lágrimas siguen fluyendo.
—Jack, no sé qué hacer —murmuro entre sollozos—. No puedo perderla... mi vida sin ella no tiene sentido.
Mientras esperamos, Jack menciona a C.S., un nombre que envía escalofríos por mi espalda. Si ella está involucrada, las cosas se pondrán de la peor forma. La ira se mezcla con el miedo en mi corazón destrozado.
—Saldré por un rato —me levanté de la silla para así salir del hospital. Al darme cuenta que caminaba sin rumbo, paré en seco y miré hacia al frente—. Es mí culpa.
—No es tu culpa —escuché y me voltee.
—¿Caroline? ¿Qué hace aquí mi prima favorita? —sonreí y la abracé.
—Solo vine a buscar información de alguien, pero, ¿tú qué haces aquí?
—Le dispararon a mí novia —respondí.
—Ah, ya veo —noté una ligera sonrisa en su rostro—. Debes de estar sintiéndote mal, pero tranquilo, estará bien.
Algo no me cuadra.
—¿Qué haces aquí en Nueva york? —pregunté, ya que ella debería de estar en Inglaterra.
—Ah, estoy estudiando en Brooklyn. No tuve tiempo para visitarlos, pero lo haré cuando se pueda —la conozco, está mintiendo en algo.
—Bueno, tengo que irme —dije y pasé por su lado.
Regresé al hospital y me dirigí hacia la sala de operaciones, donde me encontré con una escena que me partió el corazón. Mamá estaba sentada junto a Jack, con lágrimas deslizándose por sus mejillas.
—Mamá —murmuré, acercándome a ella.
—Hijo —respondió, abrazándome con fuerza—. Le prometí a Jane que cuidaría de su pequeña si algo le pasaba, pero no pude... No pude protegerla.
Su llanto era desgarrador, y apreté los puños con impotencia. Verla así me hizo sentir una mezcla de rabia y dolor. Nunca antes la había visto tan vulnerable.
—Mamá, ella estará bien —traté de consolarla, aunque mis propias palabras sonaban vacías en mis oídos—. Es Nora, es fuerte, no se rinde tan fácilmente.
Ella me miró con gratitud, una sonrisa débil curvando sus labios.
—Me recuerdas tanto a tu padre —dijo—. De verdad estás enamorado de ella.
—Así es, mamá —respondí con sinceridad—. Ella ha sido mi todo durante nueve años.
Nos sentamos juntos, y su mano encontró mi pierna en un gesto de apoyo silencioso.
—Hubo una vez, hace muchos años —comenzó, sorprendiéndome con su confesión—. Tuve un pequeño accidente, me caí por unas escaleras. No fue grave, solo algunos moretones y un dedo del pie fracturado. Tu padre fue la primera persona en visitarme en el hospital. Estaba tan preocupado, tan desesperado por asegurarse de que estuviera bien. En ese momento, vi cuánto me quería, y ahora veo esa misma mirada en ti cuando hablas de Nora.
Sus palabras me llegaron profundamente, y una sonrisa se abrió paso en mi rostro a pesar de la preocupación que pesaba sobre mí.
—Gracias, mamá —le dije con gratitud—. Eso fue muy hermoso.
Una voz interrumpió nuestro momento íntimo, sacándonos de nuestra conversación. Era un médico en busca de familiares de Nora White. Me puse de pie de inmediato, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho.
—¡Soy yo! Soy su novio —exclamé, ansioso por recibir noticias.
—Y yo soy amiga de su madre —añadió mamá, levantándose también.
—Y yo su mejor amigo —agregó Jack, uniéndose a nosotros.
El médico nos informó con un tono de alivio que la cirugía había sido un éxito. La bala no había causado daño grave, y Nora se estaba recuperando bien. Un suspiro colectivo de alivio llenó la habitación mientras absorbíamos la noticia con gratitud abrumadora.
—Gracias, doctor —dije, sintiendo un peso levantarse de mis hombros—. De verdad, gracias.
Nos indicaron que pronto podríamos ver a Nora en su habitación. Mientras esperábamos, el teléfono de Jack sonó, y después de una breve conversación, nos informó que Rachel, nuestra amiga, estaba en camino.
La esperanza brillaba en nuestros corazones mientras nos preparábamos para reunirnos con Nora, sabiendo que, a pesar de todo, ella estaba a salvo.
Rachel
—Por favor, señor, más rápido, es cuestión de vida o muerte —mi voz temblaba de nerviosismo mientras rogaba al conductor del taxi.
—Señorita, estoy haciendo todo lo posible —respondió él, con tono apresurado.
Me llevé las manos a la cabeza, incapaz de contener mi angustia. ¿Por qué tenía que pasarle esto a ella? Nora es una persona tan buena, tan llena de vida... simplemente no lo entendía. ¿Qué haría si... si algo malo le sucediera? No, no podía permitirme siquiera pensar en esa posibilidad. Tenía que mantener la esperanza, tenía que creer que ella estaría bien. Ella es mi mejor amiga, y no podía imaginar la vida sin ella.
—Señorita, hemos llegado al hospital —anunció el conductor, sacándome de mis pensamientos. Le pagué apresuradamente y salí del auto, solo para encontrarme con una escena completamente caótica.
—¿Qué diablos está pasando? —exclamé al ver la multitud de paparazzi y reporteros apiñados en la entrada del hospital. ¿Cómo iba a entrar ahora? ¿Cómo iba a llegar hasta Nora en medio de todo este caos?
—Tú puedes pasar, Rachel —me dije a mí misma.
Con determinación, me abrí paso entre los reporteros, ignorando sus preguntas y comentarios intrusivos. Entré al hospital y corrí hacia la sala de operaciones, donde me encontré con Jason, su madre y Jack.
—¡Ya llegué! ¿Cómo está Nora? ¿Todavía está en cirugía? —pregunté sin aliento, pero mi entusiasmo se desvaneció al ver sus rostros.
El silencio pesado que siguió a mi pregunta me llenó de temor. ¿Por qué me miraban así? ¿Por qué Jason tenía lágrimas en los ojos?
—No... no puede ser —susurré, sintiendo cómo mis piernas temblaban bajo mí. —Chicos... díganme que no es cierto... ¿Nora... murió?
Las lágrimas brotaron de mis ojos y mi corazón se hundió en un abismo de desesperación.
—Rachel... —escuché una voz suave, y al levantar la mirada vi a la madre de Jason.
—Es una broma, Rachel. Nora está bien —añadió Jason, con un tono más ligero—. La idea fue de Jack.
Mis emociones se revolvieron en un torbellino de alivio y confusión. ¿Una broma? ¿Cómo podían bromear con algo así?
—¡Jack! ¡Eres...! —me levanté de un salto y empecé a golpearlo, incapaz de contener mi ira—. ¡No puedo creer que hayas hecho algo así! ¡Te odio!
Él retrocedió, tratando de protegerse de mis golpes, pero mi enojo era incontrolable.
—Lo siento, Rachel, solo... solo pensé que sería divertido —se disculpó, con una sonrisa nerviosa.
—¡Divertido! —exclamé, sin poder contener mi indignación. —¡Eres un idiota!
Jason intervino para calmar la situación, pero mi enojo seguía ardiendo con intensidad. Solo quería ver a Nora, asegurarme de que estaba bien. Aunque la idea de tener que esperar aún más tiempo me resultaba casi insoportable.
Jason
—Como sea, voy a comprar algo de beber. ¿Alguien quiere algo?
—No, gracias —respondieron los tres al unísono.
Salí de la sala de operaciones y me dirigí hacia la salida del hospital. Al llegar, me encontré con la multitud de paparazzi y reporteros afuera, lo cual era molesto. Abrí la puerta y me enfrenté a la avalancha de preguntas y flashes de las cámaras.
—¿Es cierto que tú y Nora White están juntos? ¿Cómo está Nora? ¿Quién le disparó?
—Si no se apartan, les aseguro que no les gustará lo que haré —amenacé, y logré abrirme paso entre ellos.
«Mi auto está en el hotel, tendré que ir y venir en taxi», pensé mientras observaba a un taxi que se detenía cerca. Me acerqué y subí, cerrando la puerta detrás de mí.
—Al Starbucks más cercano, por favor —le indiqué al conductor, y arrancamos.
La idea de encerrar a Nora en casa para protegerla cruzó mi mente, pero ¿sería demasiado? Podía imaginarme la reacción de Nora, diciéndome que estaba loco. La situación era complicada y frustrante.
—Solo compraré algo. Por favor, no te vayas —le pedí al taxista antes de bajar del auto.
Entré en la cafetería y ordené mi bebida, tratando de mantener la compostura frente a la sonrisa coqueta de la barista.
—¿Efectivo o tarjeta? —preguntó.
—Tarjeta —respondí, pasándosela.
—¿Ahorro?
—Sí.
—Su clave, por favor —me pidió, y procedí a introducirla en la terminal.
—¿Su nombre para el pedido? —preguntó luego.
—Jason —dije, y ella lo anotó en el vaso.
—Puede sentarse mientras espera su orden —me indicó, y me dirigí a una mesa.
Mientras esperaba, mi teléfono sonó. Era un llamado de Jack.
—Dime.
—Ya estamos en su habitación.
—Bueno, volveré pronto.
—Está bien, nos vemos —dijo y cortó la llamada.
Volví a guardar mi celular en el bolsillo y suspiré. Esa chica no deja de mirarme, es molesto.
—¡Jason! —escuché y me levanté.
—Gracias —dije y me di cuenta que abajo de mi nombre escrito hay un número de teléfono.
«Reconozco que es valiente al darme su número, pero no me interesa. ¿Al menos sabe quién soy?», pensé.
—¿Sabes quién soy? —pregunté.
—Claro, eres Jason Smith, hijo de los empresarios Carlos y Rebecca Smith.
—Vaya, estás muy bien informada —sonrió y también sonreí un poco—. Entonces, debes de saber que tengo novia.
—¿Qué? —dijo sorprendida.
—Nora White es mi novia, y lo siento por desilusionarte pero, no me interesas, eres molesta —me di la vuelta y salí del local.
Me subí al taxi de antes y le pedí que me llevara de vuelta al hospital, arrancó el motor y nos fuimos de ese lugar. Mi celular empezó a sonar, vi que se trata de papá y contesté.
—¿Hola? —contesté.
—Hola hijo, intenté llamar a mamá pero no responde. ¿Está todo bien?
—Está en el hospital.
—¿Qué? ¿Le pasó algo a mamá?
—No, está bien. Le dispararon a Nora.
—¿Qué?
—Sí, y estamos seguros de que fue C.S.
—Oh Dios mío. Llegaremos a Nueva York en una hora. Una vez allí, sabrán la verdad.
—¿Llegarán?
—Sí, Caroline viene conmigo.
—Si ella viene contigo, entonces no es C.S, ¿verdad?
—Correcto. Ella no es C.S.
—Eso me tranquiliza. Nora está bien, y pronto la veré. Nos vemos después.
—Nos vemos, hijo —dijo, y colgó.
Bajé del taxi frente al hospital y me acerqué al Sr. Larry, quien estaba afuera de su patrulla.
—Sr. Larry —lo saludé.
—Hola, Jason. Estoy aquí para ver a Nora y estar atento a cualquier sospechoso que pueda aparecer por aquí. ¿Tienes alguna idea de quién podría ser?
—No, nada por ahora.
—Entiendo. Avísame si tienes alguna información —dijo, y me dirigí hacia la entrada del hospital.
Los reporteros y paparazzi ya no estaban tan cerca como antes, lo cual era un alivio. Entré en el hospital y pregunté a una enfermera por la habitación de Nora White.
—Piso 6, habitación 306 —me informó.
Subí al sexto piso y busqué la habitación. Cuando la encontré, entré y vi a mamá, Jack y Rachel. Mamá se levantó para recibirme, y me acerqué a Nora. Tomé su mano y le planté un beso en la frente.
—Por favor, despierta.
Caroline(prima de Jason)
Abrí la puerta y la cerré con un golpe sordo. Bajando las escaleras, me detuve por un momento y miré a un lado.
—Perdón por tardar tanto. Oh, ¿ya lo saben? —dije, con una sonrisa juguetona, disfrutando su confusión—. Ah, claro, aquí abajo no hay televisión para que lo supieran. Bien, aquí va la noticia: le disparé a Nora.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente mientras yo me reía entre dientes.
—Te arrepentirás de esto. No escaparás impune —amenazó uno de ellos, con la voz temblorosa.
—¿En serio? ¿Y cómo planeas hacerlo? Estás esposado, igual que ella —respondí, saboreando su desesperación.
—Maldita sea —masculló y le lancé un cuchillo—. Fallaste.
—Oh, lo hice a propósito. Pero igual te rasguñé el rostro. Por cierto, vi a Jason finalmente. Ah, estoy tan feliz. Y estaré aún más feliz cuando las noticias anuncien que Nora White ha muerto —reí, disfrutando su impotencia.
—Querida, has elegido meterte con la familia equivocada. Mi hija no morirá, te lo aseguro —intervino la madre de Nora, con determinación.
—Será mejor que te calles si no quieres ver cómo corto el cuello de tu esposo delante de ti —amenacé con una sonrisa, notando su miedo palpable.
Con eso, me di la vuelta y me dirigí a la cocina. Abrí la nevera y tomé una manzana, luego agarré un cuchillo y la corté por la mitad con movimientos precisos.
—Pronto, Jason, volverá a ser mío —susurré para mí misma, anticipando con malicia lo que vendría.
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¡Hola conejitos!
Estaré publicando los capítulos cuando tenga tiempo. Ok?
Y tengo algo que decirles... Esta historia ya está llegando a su fin. 😔
Bueno, espero que estén bien, nos vemos conejitos malvados.
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