24
Abrí los ojos con cautela, parpadeando mientras la luz de la habitación se filtraba lentamente. Giré mi cabeza hacia un lado y sentí su mano aferrada a la mía, su rostro tranquilo en el sueño. Intenté moverme, pero una oleada de dolor me detuvo, y no pude evitar gemir. Su rostro se contrajo, y al abrir los ojos, me encontré con su mirada llena de preocupación.
—Quieta —ordenó con seriedad, aunque sus ojos reflejaban más preocupación que irritación. Intenté formular palabras, pero el dolor lo dificultaba. Finalmente, logré articular una pregunta crucial:
—¿Dónde están mis padres?
Su expresión cambió sutilmente, como si luchara por encontrar las palabras adecuadas. Evitó mi mirada varias veces antes de responder, y supe que algo andaba mal.
En ese momento, la puerta se abrió, revelando al sr. Larry, cuya sonrisa momentánea desapareció al verme despierta.
—Es bueno verte consciente —dijo mientras se acercaba—. Jason nos dijo que no hablaría hasta que estuvieras despierta. ¿Podrías contarme qué pasó?
Asentí, y él se sentó a mi lado. Tragué saliva, sintiendo la presión de la mano de Jason en la mía. Algo no encajaba; su sonrisa amable contrastaba con el peso en mi corazón.
—Primero quiero saber en dónde están mis padres. Es extraño que no estén aquí.
—Primero —dijo el sr. Larry—. ¿puedo ofrecerte un poco de agua?
—¡No quiero agua, quiero respuestas! —exclamé, sintiendo la desesperación subir en mí. Mis padres no estaban donde debían estar, y el miedo me invadió.
—No sabemos dónde están —admitió finalmente, y sentí que todo se desvanecía—. Han desaparecido.
El tiempo pareció detenerse mientras asimilaba sus palabras.
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —pregunté, con un nudo en la garganta.
—Ocho horas —respondió, y las lágrimas comenzaron a fluir por mis mejillas. Sabía quién estaba detrás de todo esto; C.S. Me las pagaría por esto, lo juré.
Traté de mantener la compostura mientras explicaba lo sucedido. Las cámaras de seguridad de la casa podrían tener respuestas, y mi celular era la clave para acceder a ellas.
Después de una llamada rápida, supe que pronto tendríamos el video que mostraría la verdad.
—Sr. Larry, usted verá que fui atacada, y Jason solo vino en mi ayuda —dije, tratando de convencerlo—. Fue en defensa propia.
Él asintió, mostrando su confianza en mí. Con un gesto de despedida, se retiró de la habitación, dejándonos solos.
Miré a Jason, intentando sonreír a pesar de todo.
—Puedes darme agua —pregunté con voz ronca.
—Por supuesto, conejita —respondió con una sonrisa juguetona. Sus ojos centelleaban con complicidad mientras regresaba con un vaso lleno. La sed me abrumaba, y me apresuré a tomar el agua, como si hubiera estado en el desierto durante días.
Dejé el vaso a un lado y me incliné hacia él, agradecida.
—¿Qué haces? —preguntó con sorpresa cuando le planté un beso en la mejilla. Me separé, riendo ante su expresión atónita.
—Qué atrevida —dijo, su pulgar acariciando mi labio inferior. Un calor familiar se encendió dentro de mí cuando se acercó más, nuestros labios apenas separados por centímetros. Mi respiración se volvió errática, y mi corazón latía con fuerza.
Trague saliva. Sé que esto esta mal, no debería, pero no puedo evitar lo que realmente siento.
—Bésame —susurré, pero no se movió—. Por favor, bésame.
Finalmente, sus labios encontraron los míos en un beso profundo y ardiente. Me envolví en sus brazos, dejándome llevar por la pasión del momento. Su lengua jugueteó con la mía de manera sensual, y un gemido escapó de mis labios cuando mordió suavemente mi labio inferior.
—Es increíble —murmuré cuando nos separamos, nuestras frentes unidas mientras intentábamos recuperar el aliento. Sin previo aviso, me empujó suavemente hacia atrás, su mirada intensa y seria.
—Jason... ¿Qué estás haciendo? —pregunté, sintiendo un hormigueo de anticipación recorrer mi piel cuando sus labios rozaron mi cuello.
—Me estás volviendo loco —respondió, sus labios dejando un rastro de besos en mi piel sensible—. Me pregunto cómo sería...
Su comentario me dejó sin aliento, pero antes de que pudiera responder, la puerta se abrió de golpe. El doctor nos observó con sorpresa, luego frunció el ceño y nos miró con severidad.
—Tú, fuera —ordenó, agarrando a Jason por la chaqueta y echándolo de la habitación. Mi corazón latía con fuerza mientras observaba la escena con incredulidad.
El doctor se acercó a mí, su expresión suavizándose.
—¿Es tu novio? —preguntó, y mi respuesta fue un suspiro exasperado.
—No, no lo es... ¿o sí? —respondí, sintiendo cómo mis mejillas se calentaban.
—Cómo te sientes físicamente? —preguntó, cambiando de tema.
—Con dolor en todo el cuerpo —murmuré, consciente de los moretones que adornaban mi piel.
—Te recetaré analgésicos para el dolor. No es nada grave, así que te daré el alta pronto —anunció, y una sensación de alivio me invadió.
—Gracias —dije, agradecida por su atención.
—¿Estás bien? Casi te matan —comentó, su preocupación evidente.
—Estoy bien... bueno, más o menos. Ya estoy acostumbrada a este tipo de situaciones, pero admito que tuve miedo de morir —confesé, sintiendo una oleada de emoción al recordar lo cerca que estuve de perderlo todo.
El doctor me abrazó, y me sorprendí por el gesto reconfortante. Sus palabras me ofrecieron consuelo en medio del caos.
—Encontrarán a tus padres, no te preocupes —prometió antes de salir de la habitación. Sus palabras resonaron en mi mente mientras me sumía en un mar de pensamientos y emociones.
No sé qué hacer. Debería haberles contado a mis padres lo que pasó. Ahora estoy sola y me siento perdida. No tenemos ni idea de quién es C.S., y tengo miedo de que les haga daño. No puedo soportar esto más, es demasiado. Estoy cansada. Solo quiero que todo termine. Mis sollozos llenan la habitación, pero no me importa. Necesito desahogarme, liberar todo lo que he estado guardando.
Escucho la puerta abrirse y pasos acercándose hacia mí. De repente, unos brazos cálidos me rodean y una voz familiar comienza a calmarme poco a poco.
—¿Estás mejor? —pregunta.
—Sí, gracias —respondo—. ¿Me ayudas a levantarme?
—Por supuesto —responde él, tomando mi mano. Me agarro con fuerza a él, sintiendo un dolor punzante en un costado cuando intento incorporarme. Gemí, pero logramos salir de la habitación juntos.
—El doctor me dio las pastillas. ¿Quieres tomar una ahora? —me ofrece.
Asiento y me siento en una silla cercana. Él busca un vaso de agua, me lo entrega y luego abre una pastilla, colocándola en mi mano. La trago con el agua y espero un momento antes de levantarme de nuevo. Jason entrelaza sus dedos con los míos y siento un destello de felicidad, a pesar de todo lo que está sucediendo. Pero sé que tenemos una conversación pendiente.
Salimos del hospital y nos dirigimos a mi casa en su auto. Cuando llegamos al edificio, siento las miradas compasivas de las personas a mi alrededor. Supongo que la noticia sobre mis padres se ha extendido. Subimos en el ascensor, y una mujer a mi lado me ofrece sus condolencias.
—Lo siento por lo de tus padres. Espero que los encuentren pronto —dice.
—Gracias —respondo con una sonrisa forzada.
Las puertas se abrieron y nos dirigimos a mi casa. Pasé la llave y entramos. Jack y Rachel están en el sofá, se levantan de inmediato y me abrazan.
—Gracias a Dios, estás en casa —dice Rachel, dándome un beso en la frente—. ¿Estás bien?"
Asiento con la cabeza y miro a Jack, cuyos ojos están llenos de lágrimas.
—Debí haber estado contigo. Si hubiera estado ahí, esto no habría pasado —murmura, y limpio sus lágrimas con mis dedos.
—Ya pasó, estoy bien. Mírame, aquí estoy —intento consolarlo.
—¿Vamos a mi habitación? —propongo, y ellos asienten.
Subimos las escaleras y entramos en mi habitación. Jason se sienta en la cama mientras Rachel y Jack ocupan las sillas.
—Me iré a duchar —anuncio, cogiendo mi toalla y algunas prendas.
Me quito la bata del hospital y entro en la ducha. Dejo que el agua caliente me envuelva, relajando los músculos tensos. Al salir, me visto rápidamente y salgo del baño. Coloco la toalla en una silla para que se seque y me encuentro con las miradas expectantes de mis amigos.
—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —pregunté entre risas, tratando de romper la tensión.
Rachel miró hacia mí, al borde de las lágrimas.
—Tus moretones —dijo con voz temblorosa.
Me acerqué al espejo y observé mi reflejo. Al levantar un poco el suéter, los moretones en mi costado se hicieron evidentes: una combinación morada y verde que marcaba el impacto. Me giré y contemplé mi espalda en el espejo, donde un enorme moretón se destacaba. Dios mío, también tengo moretones en las piernas, aunque más pequeños, los noté mientras me bañaba. Regresé a la cama y me senté junto a Jason, tratando de mantener la sonrisa mientras agarraba una almohada para cubrir mis piernas.
—Tenemos que hablar sobre C.S. —dije con seriedad.
—¿Quién es C.S.? —preguntó Jack.
—Jason, explícale —le pedí, y él rodó los ojos con exasperación.
Jason tomó la palabra y explicó la situación a Jack.
—Oh, ya veo —murmuró Jack, mirándome con seriedad—. Tenemos que matarla.
—Yo soy el que se encarga de eso, no tú —intervino Jason, y le di un codazo suave.
—Jason, no digas tonterías. Y tú, Jack, entiendo que estés enojado, pero no hagas comentarios imprudentes —interrumpió Rachel.
Ella no sabe la verdad sobre Jason, y yo no planeo decírselo hasta que considere que es el momento adecuado. No sé cómo reaccionará, así que decidí decírselo cuando estos dos no estén presentes.
—Esto es un problema —comentó Jack —. Si no tenemos más pistas sobre C.S. será difícil.
—Lo sé —respondí, notando una ligera sonrisa en el rostro de Jason.
«¿Qué hay de gracioso en esto? A veces me gustaría saber qué pasa por su cabeza».
—Nora, esto es peligroso. No tienes por qué enfrentarlo sola. ¿Por qué no le contamos todo al sr. Larry? —sugirió Rachel con preocupación.
—No —respondí con firmeza—. Nadie más se involucrará en esto. Solo Jason y yo.
—Entiendo —dijo Rachel, desviando la mirada.
—Chicos, necesito hablar con Jason a solas. ¿Podrían irse? —les pedí, mirándolos.
—Está bien —accedió Jack, tomando la mano de Rachel. Salieron de la habitación y cerraron la puerta tras ellos. Me giré hacia Jason y me puse frente a él.
—Estoy lista para escucharte... Háblame de ti —le pedí, buscando entender más sobre él.
Él me sonrió con ternura y acarició suavemente mi mejilla izquierda.
—Desde que era pequeño, sentí que era diferente a los demás —comenzó, su voz suave y tranquila—. Entendía cosas que los niños normales de mi edad no podían comprender. Aunque los demás me temían por mis habilidades, nunca me importó lo que pensaran. Siempre me gustó ser diferente. No era un asesino en ese entonces. Eso vino más tarde, cuando mi padre y otra persona me enseñaron cómo hacerlo. Mataban a quienes los traicionaban o los usaban, y me enseñaron a hacer lo mismo. Me gustó tanto que empecé a experimentar incluso con animales. Luego, llegaste tú. Fuiste mi primera amiga, y la única persona de la que me he enamorado —admitió, con una sonrisa cálida en los labios—. Juntos nos hicimos esas cicatrices, y no me arrepiento de nada.
—Yo tampoco —respondí con sinceridad, devolviéndole la sonrisa.
—Siguiendo con mi historia... todo cambió cuando te vi sangrar. Fue una experiencia intensa y emocionante. Quise sentir eso de nuevo. Cuando llegamos a Canadá, me sentí extraño. Solo quería volver a Nueva York y encontrarte. Empecé a matar animales por diversión, pero con el tiempo, esa emoción disminuyó. Luego, comencé a matar personas —dijo, y noté cómo su voz temblaba ligeramente—. La emoción de matar a alguien es inexplicable. Puede que pienses que es horrible, pero para mí, es divertido. Solo mato a quienes se meten con lo que es mío: tú, mis padres, tus padres, Jack, Rachel, mis amigos. Si alguien te lastima, lo mataré sin dudarlo.
Entendí sus palabras y sus intenciones.
—Lo entiendo —murmuré—. Pero no te perdonaré cada vez que mates por mí.
Él asintió, agradecido, y me abrazó.
—Gracias por entenderlo.
—¿Estás llorando? —pregunté cuando sentí una gota en mi hombro.
—Sí, estoy feliz. Pensé que te perdería —admitió, con la voz quebrada. Lo miré con ternura y limpié sus lágrimas con mis dedos. Me acerqué y le di un beso suave en los labios.
—Todo está bien. Estamos juntos ahora —le aseguré con una sonrisa.
—Sí, por fin somos una pareja oficial —dijo, y reímos juntos. Estos momentos tiernos y vulnerables de él eran mis favoritos.
Mi celular vibró y al desbloquearlo, vi un mensaje de Rachel.
"Jack y yo nos fuimos a desayunar, nos vemos después".
"Que disfruten su desayuno".
Miré la hora y vi que eran las siete de la mañana. Aunque aún no tenía hambre, noté que él parecía estar listo para algo de comida.
—¿Ya tienes hambre? —pregunté.
"Un poco", respondió.
—Entonces te prepararé algo —dije, a punto de levantarme de la cama cuando sentí que agarraba mi mano. Observándolo mejor, noté que estaba elegantemente vestido y atractivo, aunque llevaba guantes negros y no podía sentir el calor de su mano.
—¿Puedo hacerte dos preguntas? —preguntó seriamente.
—Claro —respondí, intrigada.
—¿Matarías por mí? —preguntó, su mirada fija en la mía—. Si estuviera en peligro, ¿matarías al agresor sin dudarlo?
Mi respuesta fue instantánea.
—Sí —afirmé.
—Así me gusta —dijo con una sonrisa que me puso los pelos de punta—. ¿Estás segura de querer pertenecer a mi mundo? —continuó.
—Estoy segura. Estaré a tu lado —aseguré.
—Bien. Me ocuparé de hacer algo de comer. Tú descansa —dijo, levantándose de la cama para salir de la habitación.
«No tengo ganas de descansar», pensé para mí misma.
Decidí visitar la habitación de mis padres. Su ausencia era palpable, pero el aroma de sus perfumes aún impregnaba el lugar. Abrí uno de sus cajones y saqué el álbum familiar. Al hojearlo, una oleada de nostalgia y alegría me invadió. Era como si estuvieran junto a mí. Sin embargo, el vacío de su ausencia también se hacía presente.
Cuando cerré el álbum y lo guardé de nuevo, noté otro más pequeño y de color verde. Al darle la vuelta, reconocí las iniciales inmediatamente. Abrí el álbum con rapidez y me sorprendí al ver las fotos que contenía. No podía ser cierto. ¿Siempre fue él? ¿Por qué? Las dudas y la confusión inundaron mi mente. Ese hombre había afirmado ser una mujer, pero aquí estaba la prueba. Era él.
Descendí las escaleras con el álbum en mano y llegué a la cocina, donde lo vi a él con una sonrisa en el rostro mientras preparaba un sándwich.
—Jason —llamé su atención, y él volteó hacia mí—. No sé cómo decirlo, pero... tu padre es C.S. Las pruebas están aquí en este álbum.
—Lo sé —respondió con calma.
—¿Qué? —pregunté, sin poder creer lo que acababa de escuchar.
—Me enteré antes de ayer. Papá tiene el mismo álbum —suspiró—. Y pensar que secuestraría a su mejor amigo.
—¿Cuándo pensabas decírmelo? —pregunté, sintiendo la ira crecer en mí.
—Hoy, después de desayunar. Pero ahora ya lo sabes —respondió tranquilamente.
—Está bien, lo entiendo —dije, acercándome a él—. ¿Y ahora qué hacemos?
—Bueno... ¿confrontarlo? —sugirió.
—Así lo haremos —afirmé seriamente.
—De acuerdo —dijo, sacando su celular del bolsillo.
Marcó un número y esperó. Mientras tanto, dio otro bocado a su sándwich.
—¿Dónde estás? Mmm... Ya veo. Nora y yo queremos hablar contigo sobre algo, así que nos vemos en un rato. Sí, adiós —dijo al teléfono antes de colgar y guardarlo de nuevo en su bolsillo—. Bien, ve a vestirte. Nos iremos en cuanto estés lista.
Asentí y subí a mi habitación. Seleccioné un jean cualquiera, un suéter rosa pastel y mis zapatillas blancas. Tomé mi celular y lo guardé en el bolsillo. Bajé y lo encontré cerca del sillón, sonriéndome. Salimos juntos, entramos al ascensor y esperamos. Las puertas se abrieron y salimos.
Llegamos a su casa, bajamos del auto y entramos. Nos dirigimos directamente a la oficina del padre de Jason. Me sentía nerviosa. Tocamos la puerta y escuchamos un "adelante" del otro lado.
—Hijo, Nora, es bueno verlos —sonrió el padre de Jason mientras nos recibía—. Por cierto, Nora, haré todo lo posible para encontrar a tus padres, te lo juro.
Quise contener la risa, pero me contuve.
—Gracias, sr. Carlos. No, espera, dejemos eso claro —dije, y lo miré directamente—. Es un placer finalmente conocerte, C.S.
Su expresión cambió, mostrando sorpresa. Se recostó en su silla y sonrió.
—¡Vaya! ¡Vaya! Parece que me has descubierto rápido, demasiado rápido —dijo con seriedad antes de soltar una risa—. Supongo que eso es lo que querías escuchar, pero en realidad no sé a qué te refieres. ¿Qué o quién es C.S?"
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Espero que les haya gustado este capítulo. No olviden de votar y comentar lo que quieran, nos vemos conejitos <3.
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