23
Sentí como alguien me movía suavemente y abrí los ojos.
—¡Vamos, levántate! —me instó Jack tirando de mi brazo.
—¿Jack, qué ocurre? —pregunté, aún adormilada.
—Lo siento, pero la cumpleañera debe ponerse de pie —dijo con entusiasmo.
«¿Ya es hoy?», pensé.
—¿Qué fecha es? —pregunté, tratando de despertar del todo.
—25 de septiembre —respondió con una sonrisa contagiosa.
—Así que hoy es el día —suspiré y pasé las manos por mi cabello.
—¿Quieres desayunar? —propuso con alegría.
—¿A dónde vamos? —pregunté, interesada.
—Katz's Deli —dijo, y mi rostro se iluminó. No había ido en meses y me encantaba.
—Estaré lista lo más pronto posible, así que por favor, sal de mi habitación —pedí amablemente.
Jack asintió y salió de la habitación. Me estiré y bostecé, siguiendo mi rutina matutina habitual. Después de decidirme por un pantalón negro clásico, una camisa blanca de manga larga y ajustarla con una correa negra, me puse mis zapatillas blancas. Hice un moño rápido en mi cabello, me maquillé ligeramente, agarré mi bolso y salí de la habitación. Toqué la puerta de Jack varias veces, pero al no obtener respuesta, asumí que ya estaba abajo.
Al bajar las escaleras, lo vi sentado en el sofá.
—Estoy lista —anuncié.
—Estás hermosa —respondió con una sonrisa.
Salimos y nos dirigimos al ascensor. Después de esperar un poco, las puertas se abrieron y salimos. Caminamos hasta la salida, nos dirigimos al estacionamiento y nos subimos al auto.
—¿Cómo van las cosas con Rachel? —pregunté, curiosa.
—Mejor de lo que esperaba —respondió con alegría.
—Entonces, ¿cuándo serán una pareja oficial? —inquirí, pero su expresión se volvió seria.
—No lo sé, eso dependerá de mi padre —respondió, dejándome pensativa.
—Ya entiendo —dije, mirando por la ventana y sumergiéndome en mis pensamientos.
No podía dejar de pensar en lo ocurrido la noche anterior. Todo se repetía en mi mente una y otra vez. No podía perdonar lo que había hecho, aunque entendía que era parte de su naturaleza. Sin embargo, no había necesidad de que cometiera esos asesinatos. Ya les había enseñado una lección, y todo debería haber terminado ahí. Los recuerdos de esa noche en el bosque seguían atormentándome: el miedo, los sollozos, las súplicas, la sangre y esa espeluznante sonrisa de Jason.
—Nora, ya llegamos —me llamó Jack, sacándome de mis pensamientos.
Bajamos del auto y entramos. Saludé al jefe con una sonrisa y él me correspondió.
—Feliz cumpleaños, Nora —me abrazó.
—¡Oh, Rick, muchas gracias por recordar mi cumpleaños!
—Por supuesto que sí —respondió, y luego su mirada se posó en Jack—. ¿Y quién es este joven tan guapo?
Me reí ante su comentario.
—Es un amigo —respondí.
—Ya veo. ¿Vienen a desayunar? —preguntó Rick, y asentí con la cabeza—. Bien, tendrán que hacer fila y aquí tienen su boleto.
Jack tomó el boleto y nos dirigimos a hacer la fila. Después de unos minutos, finalmente llegó nuestro turno para ordenar. Pedimos un pastrami, pero solo uno, ya que son bastante grandes. Lo mejor de esto es que te lo preparan frente a ti, simplemente me encanta este restaurante, es distinto y además es muy neoyorquino. Luego tuvimos que hacer otra fila para el acompañamientos, pedimos unas papas fritas y luego unos refrescos, nos fuimos a sentar y empezamos a comer, una experiencia única en Katz's Deli.
—Oh, esto es delicioso —comentó Jack con entusiasmo, y yo sonreí.
Después de terminar de comer, nos levantamos, pagamos y nos despedimos de Rick. Salimos del lugar y nos subimos al auto. Justo en ese momento, el teléfono de Jack comenzó a sonar. Contestó la llamada y escuché su conversación mientras miraba por la ventana.
—Parece que tendrás cosas que hacer. Antes de irte con él, ¿podrías buscar a Rachel y luego llevarnos al centro comercial? —sugerí.
—Por supuesto —respondió Jack.
Arrancó el motor y nos dirigimos a buscar a Rachel. Al llegar a su casa, bajé del auto y toqué la puerta. La mamá de Rachel me dejó entrar con una sonrisa.
—Es un placer verla, tía.
—El placer es mío, querida. Sube, Rachel está en su habitación —dijo amablemente.
Asentí con la cabeza y subí a su habitación. Toqué la puerta y entré. Rachel me miró y sonrió al verme.
—¿Qué haces aquí? —preguntó mientras se levantaba para abrazarme.
—Vístete, iremos al centro comercial. Quiero que me ayudes a elegir el vestido que usaré esta noche —le dije, devolviéndole la sonrisa.
—Está bien —dijo, y fue a su armario.
Escogió un jean largo, un suéter negro, medias y zapatillas blancas y por último un abrigo. Se dejó el cabello suelto y se puso una gorra negra antes de mirarme.
—Lista.
—Hermosa —comenté, admirando su estilo.
Salimos de la habitación y bajamos las escaleras. Nos despedimos de su madre y salimos de casa, subiendo al auto. Mientras nos dirigíamos al centro comercial, desbloqueé mi celular y noté la ausencia de mensajes de él. Sentí una extraña sensación y decidí revisar nuestros antiguos mensajes, sonriendo ligeramente. Suspiré y miré por la ventana, perdida en mis pensamientos.
Al llegar al centro comercial, bajamos del auto y nos despedimos de Jack. Entramos y nos dirigimos a una tienda de ropa, buscando vestidos en el área designada. Rachel y yo intercambiamos opciones y pasamos un tiempo probándolos en los vestidores. Al final, salimos del lugar y Rachel comentó sobre mi elección de vestuario.
—Definitivamente, ese vestido te queda espectacular y muy sexy —comentó.
—Si tú lo dices —respondí, sonriendo.
—¿Dónde te gustaría comer? —preguntó.
—Hmm... ¿Qué te parece si cocino en casa? —sugerí.
—¿De verdad? ¡Me encanta la idea! —exclamó Rachel, emocionada.
Llamé a Jorge y le pedí que viniera a buscarnos. Después de esperar unos minutos, llegó y nos subimos al auto. Le pedí que nos llevara a mi casa. Mientras estábamos en camino, mi celular vibró y vi un mensaje de Jack.
"Dentro de un rato iré a casa, ¿y tú?".
"Jorge está llevándonos a Rachel y a mí a casa. Voy a preparar el almuerzo".
"Oh Dios, quiero probar tu comida y también ver a Rachel. Iré lo más rápido posible".
"Jajaja, está bien. Nos vemos pronto".
Guardé el celular y miré a Rachel.
—Jack también vendrá —dije, notando la emoción en sus ojos.
—¡Genial! —respondió con una sonrisa.
«Ay Dios, ella está claramente enamorada».
Llegamos a casa y bajamos del auto. Nos despedimos de Jorge y entramos al edificio. Subimos al ascensor y esperamos un poco antes de que las puertas se abrieran. Caminamos hasta la puerta, saqué la llave y abrí la puerta. Entramos, dejamos las bolsas en el sofá y nos dirigimos a la cocina.
—¿Quieres pizza casera? —pregunté, y ella asintió con la cabeza—. Bueno, entonces tendrás que ayudarme.
—Haré lo que me pidas —respondió, riendo un poco.
Me puse el delantal y busqué la harina. Le pedí a Rachel que me trajera algunos ingredientes del cajón, luego busqué el pepperoni y el queso, y comencé a hacer la salsa. Después de preparar la masa y agregar los ingredientes, metí la pizza al horno y ajusté el temporizador.
Escuchamos que tocaron la puerta y Rachel fue a abrir.
Desde la cocina, pude escuchar voces que se acercaban. Una de ellas era la de Jason, pero las otras dos... ¿Daniel y Nathan?
—Nuestra chef está ocupada, así que no la molesten —dijo Rachel, y sonreí ante su comentario.
Seguí lavando los platos hasta que sentí una presencia detrás de mí.
—Todavía eres lenta para darte cuenta cuando alguien está detrás de ti —comentó Jason. Cerré el grifo y me volví hacia él.
—¿Qué quieres? —pregunté, mirándolo fijamente mientras se acercaba.
Sonrió de manera pícara y se inclinó hacia mí.
—Te ves sexy usando ese delantal —susurró. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda y mi corazón comenzó a latir más rápido.
—Jason, no es el momento. No he tenido tiempo para procesar lo que sucedió anoche. Por favor, vete —dije con firmeza, tratando de apartarme de él.
Pero él tomó mi mano y me atrajo hacia él. Acarició mi mejilla suavemente y su pulgar trazó el contorno de mis labios. Nuestras respiraciones se mezclaron y me sentí ansiosa ante la proximidad de sus labios. Pero sabía que esto no estaba bien, no ahora.
Antes de que pudiera acercarse más, coloqué mi mano en su pecho y lo empujé suavemente.
—Jason, no seas imprudente. Necesito tiempo para pensar. Por favor, vete —dije, mirándolo seriamente.
—Lo siento —respondió, tomando mis manos—. Espero que me des la oportunidad de explicarme.
—Te diré algo más —me miró fijamente—. No quiero que vayas a mi fiesta de cumpleaños.
Su cara de desconcierto me hizo mirar hacia otro lado.
—Nora, no puedes hacerme —lo interrumpí.
—Lo siento, pero no quiero que vayas.
Jason soltó mis manos y se fue, dejándome sintiéndome un poco triste y reflexiva. ¿Quizás no le he dado la oportunidad de explicarse? Me siento un poco tonta por no haber considerado su perspectiva... Jack tiene razón, tal vez fui demasiado impulsiva en esta situación. Aunque él también debería entender mi posición, esto es difícil para mí, no es algo que pueda superar de la noche a la mañana.
Terminé de lavar lo que quedaba y esperé a que la pizza estuviera lista. Cuando sonó la alarma del horno, me puse unos guantes de cocina, saqué la pizza y la coloqué en la mesa. El aroma era tentador. Partí la pizza en porciones para que todos pudieran servirse. Me quité el delantal y llevé la comida al comedor, junto con los platos y las bebidas.
—¡Chicos, ya está lista la pizza! ¡Vengan a comer! —anuncié.
—¡Perfecto, estoy muerto de hambre! —respondió Jack desde la sala.
Todos se sentaron y comenzaron a comer. Esperé a que probaran la pizza para conocer sus opiniones.
—¿Y qué les parece? —pregunté con ansias.
—¡Está increíble! —exclamó Jack.
—Está deliciosa, ¡gracias por cocinar! —dijo Rachel emocionada.
Daniel me dio un pulgar arriba y Nathan simplemente asintió mientras disfrutaba su porción.
—Está muy buena, Nora —añadió Jason.
Sonreí satisfecha.
—Me alegra que les guste —respondí, dando un bocado a mi propia pizza.
«Está delicioso», pensé para mí misma mientras saboreaba.
—Por cierto, Jack, ¿sabes dónde están mis padres? —pregunté.
—¡Oh, cierto! Olvidé decírtelo. Están ocupados preparando todo para tu cumpleaños, así que se fueron a la casa de playa —explicó Jack, tomando un sorbo de su bebida.
—Ah, supongo que estarán bastante ocupados entonces —comenté, continuando con mi comida.
Una vez que terminamos de comer, cada uno lavó su plato y vaso. Nos sentamos en el sofá y charlamos un rato. Cuando el reloj marcó las cuatro de la tarde, le pedí a Jason que llevara a Rachel a casa. Me despedí de todos.
—¿Qué tienes planeado ahora? —preguntó Jack.
—Creo que me tomaré una siesta para no estar cansada esta noche —respondí, recogiendo la bolsa de compras de esta mañana.
—Eso suena como una excelente idea. Yo también debería descansar un poco —comentó, subiendo las escaleras hacia su habitación.
Yo me dirigí a la mía. Dejé la bolsa al lado de la cama, me cambié de ropa por algo más cómodo. Me acurruqué bajo las sábanas y suspiré. Miré el techo con una sonrisa en los labios.
—Espero que esta noche sea buena. Por ahora, todo va bien. Ha sido un buen día de cumpleaños —murmuré antes de cerrar los ojos y dejarme llevar por el sueño.
(...)
Abrí los ojos y me incorporé lentamente en la cama. Estiré los brazos, bostecé y tomé mi celular para comprobar la hora. Eran las seis de la tarde... ¡Las seis ya! Me levanté de un salto, agarré mi toalla y me dirigí al baño. Después de despojarme de la ropa, entré bajo la ducha y dejé que el agua caliente cayera sobre mí. Masajeé el champú en mi cabello hasta que se llenó de espuma, luego enjaboné mi cuerpo. Después de enjuagarme, cerré la regadera, me envolví en la toalla y salí del baño. Primero me sequé el cuerpo y luego el cabello. Saqué el vestido de la bolsa y lo coloqué sobre la cama, luego busqué mis tacones plateados y organicé todo.
Una vez lista, me observé en el espejo y sonreí. El vestido rojo, ajustado y elegante, me hacía sentir realmente hermosa. Tomé un pequeño bolso plateado, metí mi celular y salí de la habitación. Toqué la puerta de Jack y se abrió. Lo miré de arriba a abajo con una sonrisa.
—¡Te ves guapísimo! Rachel se enamorará aún más al verte tan elegante —comenté emocionada.
—Y Jason terminará de perder la cabeza al verte así. Estás espectacular —respondió él con una sonrisa, provocando que ambos riéramos un poco.
—Tengo que decirte que Jason no irá —su sonrisa se desvaneció.
—¿Por qué?
—Por que se lo pedí, no quiero que vaya —el asintió tratando de entender y por último se acercó a darme un beso en la frente.
—Tranquila, lo entiendo —me dedicó una sonrisa y sonreí.
Salimos de casa y entramos al ascensor, esperamos brevemente y luego salimos. La gente que pasaba por allí nos miraba de inmediato. Al salir al exterior, él se posicionó delante de mí con una sonrisa.
—Espéreme aquí, señorita. Iré a buscar el auto —dijo, y solté una risa.
Minutos más tarde, el auto apareció frente a mí. Él se bajó y abrió la puerta para mí.
—Por aquí, señorita —dijo, extendiendo su brazo para que lo tomara.
Lo hice y él me ayudó a entrar. Luego regresó al auto, me miró con una sonrisa y arrancó el motor. Encendió la radio y la música empezó a sonar. Ambos comenzamos a cantar y reír. Este definitivamente es el mejor cumpleaños que he tenido. Estoy agradecida de haber conocido a Jack. Es un gran amigo; siempre dice lo que piensa, me da buenos consejos y siempre me brinda su amistad, tal como yo le brindo la mía.
—Parece que hay un poco de tráfico —comentó.
—No importa, todavía tenemos tiempo —respondí, manteniéndome tranquila.
—¿Ya has decidido qué hacer con Jason? —preguntó.
—Creo que sí —respondí.
—¿Y qué decidiste?
—Bueno, voy a escuchar todo lo que tenga que decir y luego tomaré una decisión.
—Eso es bueno —comentó, pisando el acelerador.
El tráfico se disolvió y llegamos a nuestro destino. Estacionó el auto y bajamos. Al acercarnos a la casa, ya había algunos invitados formando fila. Jack se unió a la fila y yo entré directamente. Una vez dentro, quedé maravillada por la decoración. Todo lucía hermoso.
—¡Nora! —escuché una voz y giré hacia un lado. Era mamá—. Estás preciosa, querida.
—Tú también estás hermosa, mamá —comenté mientras la abrazaba.
—Felices 23, hija —dijo con una gran sonrisa.
—Gracias, mamá.
—Te llevaré a ver a tu padre, está en la habitación.
Subimos las escaleras y recorrimos un largo pasillo hasta llegar a la habitación de mis padres en esta casa. Mamá abrió la puerta y entramos. Papá estaba de espaldas y se volteó al escucharnos.
—Ya llegaste —comentó con una sonrisa, abrazándome—. Feliz cumpleaños, mi amor.
—Gracias, papá —nos separamos.
—Bien, ve a supervisar algunas cosas, los invitados ya están llegando. Te haremos el cantado al final de que todos se diviertan, ¿te parece?
—Sí, está bien. Nos vemos —salí de la habitación y descendí las escaleras. Mi primera parada fue la cocina; todo debía estar en orden.
Antes de entrar a la cocina, noté a varios miembros del personal yendo y viniendo de ella, llevando cosas al comedor de la sala. Supongo que los invitados se dirigirán allí cuando deseen comer algo. Me desvié ligeramente del camino para acercarme al DJ que papá había contratado. Él me vio y sonrió.
—Señorita Nora, es un placer conocerla.
—El placer es mío —sonreí—. ¿Qué tipo de música vas a poner?
—La que tú prefieras —respondió.
—Perfecto. Conectaré mi celular a la bocina a través de Bluetooth. Solo quiero que suene mi música —dije mientras configuraba todo.
Entré a mi cuenta de Spotify y puse el modo aleatorio. La música comenzó a resonar en toda la casa. Dejé mi celular conectado a la bocina y salí de allí para ir afuera y verificar cómo iban las cosas.
—¡Nora! —escuché la voz de Rachel y giré hacia la fila. Ella estaba allí, junto a Jack. Caminé hacia ellos y los abracé.
—Qué bueno que ya estás aquí —me separé y los observé—. Estás muy guapa.
—¡Ay, gracias! Tú también estás espectacular —nos reímos un poco.
—Mmm... Bien, salgan —los miré con una sonrisa—. Solo dejen la fila y vengan conmigo.
Cumplieron mi solicitud y nos dirigimos hacia el señor Michael.
—Hola, Michael.
—Señorita Nora, ¿qué hace aquí?
—Solo vengo a entregarte estas invitaciones, son de mis amigos —dije, colocándolas frente a él. Las tomó y nos alejamos.
—Muy bien, el comedor está allí. Si tienen hambre, pueden servirse. El salón donde se están reuniendo todos los invitados también está allí. El DJ está ahí, y las bebidas, incluyendo el alcohol, están detrás de esa puerta. Debería estar abierta —abrí la puerta para que pudieran ver lo que les estaba explicando.
—Tus padres se lucieron —comentaron al unísono.
—Es cierto, siempre se emocionan cuando es mi cumpleaños, ¿verdad Rachel?
—Sí —respondió—. ¿Y Jason?
Miré por un momento a Jack y sonreí ligeramente al ver a Rachel.
—No lo he visto. Tal vez todavía no ha llegado —respondí tratando de sonar tranquila.
—Sí, bueno, Jack y yo iremos al salón con los demás invitados.
—¡Bien! ¡Diviértanse! —dije con emoción.
Vi a los padres de Jason entrar, pero no lo vi a él.
«Lo siento, Jason, pero es difícil para mí».
—¡Nora! Feliz cumpleaños querida —dijo Rebecca al abrazarme.
—Gracias —respondí y nos separamos.
—Feliz cumpleaños, Nora —dijo Carlos con una sonrisa.
—Gracias —respondí—. Eh... ¿Y Jason?
—Oh, no se sentía bien. Es posible que no venga.
—Ya veo, pero pasen. Si quieren comer, el comedor está allá. Si quieren tomar algo, entren aquí. Y el salón donde están todos los invitados está por allá. Por favor, diviértanse.
Ellos se dirigieron al comedor y yo entré al salón. Oh sí, esta canción me encanta. Me alegra que a los demás también les guste y estén bailando. Subí donde el DJ y agarré el micrófono.
—¡Hola! ¡Soy Nora! ¿Cómo la están pasando?
—¡Bien! —respondieron con entusiasmo.
—Me alegro. Gracias a todos por venir. Todo esto fue posible gracias a mis padres, así que hagan ruido para ellos —la multitud gritó fuertemente—. Bueno, sigan disfrutando.
Bajé del estrado y salí del salón. Es extraño, ¿por qué todavía no han bajado mis padres? Comencé a subir las escaleras y al llegar arriba, caminé hasta su habitación. Abrí la puerta y entré. No estaban. Si no están aquí, entonces... ¿Dónde están? Salí de la habitación y sentí que algo no estaba bien. Algo me inquietaba. Por alguna razón, miré hacia atrás. Al no ver nada, seguí caminando y sentí cómo alguien colocaba su mano sobre mi boca y me arrastraba a una habitación. Me lanzó al suelo y solté un quejido al golpearme el hombro. No podía verle bien el rostro. La única luz que entraba venía de la ventana.
—¿¡Quién demonios eres?! —pregunté, sintiendo la ira palpitar en mi pecho. Se acercó un poco más y me sorprendí al reconocerlo.
—¿Jhonny? ¿Qué haces aquí? Te dije que te mantuvieras alejado de mí y que no vinieras a mi cumpleaños —dije mientras me ponía de pie.
—Oh, Nora, me diste una tarjeta, ¿se te olvidó eso? Si tienes la tarjeta de invitación, puedes entrar a la fiesta, ¿no? —rió con malicia.
—¡Eres un desgraciado! —grité, y recibí una bofetada.
—Cállate. Lo que me hiciste ese día fue vergonzoso. Y ese tal Jason, te juro que me las va a pagar. Pero no vine aquí para charlar. Vine por trabajo.
—¿Trabajo?
—Sí. ¿Conoces a C.S.? Oh, me encanta tu expresión —sonrió con malicia—. Ella me contrató hace un tiempo, y adivina qué, he venido a terminar lo que ha estado queriendo todo este tiempo. Voy a matarte.
—No lo harás —dije seriamente, sacando mi navaja del pecho. No importa dónde esté, siempre la tendré conmigo.
—Oh, vienes preparada. Pero eso no te servirá de mucho.
Le di una patada en el estómago. Retrocedió y me miró con furia, intentó golpearme, pero lo esquivé. Agarré firmemente la navaja y le hice un corte en el brazo. Se quejó del dolor.
—Ahora sí me has enfadado —dijo, agarrándome el rostro con fuerza—. Estoy harto de ti.
—¡Suéltame! —exigí, y él rio—. ¡Te dije que me sueltes!
Quité su mano de mi rostro y le lancé un puñetazo en la cara. Escupió sangre y sonrió con malicia. Entonces, me empujó con fuerza, haciéndome estrellar contra la pared. Caí al suelo y sentí cómo agarraba mi pie, arrastrándome por el suelo hasta llevarme cerca de la puerta del balcón. Se sentó sobre mí y arrebató la navaja de mi mano. Me sentía mareada, debilitada, adolorida en cada parte de mi cuerpo.
—¿Eso es todo lo que tienes? —se burló, riendo.
—Cállate, maldito —le espeté, recibiendo otra cachetada.
—Solo sabes insultar, qué patético —dijo, apretando mi mano en un puño.
Sentí el frío filo de la navaja en mi cuello y me llené de pánico.
—Bueno, es hora de terminar el trabajo. No quiero hacer esperar a mi jefa. Estará ansiosa por los resultados.
—Por favor... No lo hagas... —supliqué, con la voz temblorosa.
—No tiene sentido que me supliques. Morirás rápido, no te preocupes.
Lágrimas caían por mis mejillas. Tenía miedo, no quería morir de esta manera. Por favor, que alguien venga en mi ayuda.
—Jason... Jason... Por favor... Jason... —murmuré entre sollozos.
La puerta se abrió bruscamente, obligándome a ponerme de pie mientras sentía la fría hoja de la navaja presionando mi cuello. Jhonny temblaba, y mis ojos se encontraron con los de Jason, esos hermosos ojos azules que siempre me transmitían seguridad. Sonreí ante su presencia.
—Suéltala —ordenó Jason con voz firme.
—Será mejor que te quedes donde estás si no quieres que la mate delante de ti —respondió.
Vi cómo los puños de Jason se apretaban con fuerza, avanzando hacia adelante con una sonrisa escalofriante en el rostro. Aunque su semblante era aterrador, en cierto modo, me parecía fascinante. No podía permitirme rendirme ante esta situación, no frente a él. Con un suspiro, levanté el codo y le di un golpe fuerte en el costado, lo que le hizo soltar la navaja de mi cuello y gemir de dolor. Todo lo que vino después pareció transcurrir en cámara lenta: Jason corrió y le propinó una patada brutal en el estómago. La puerta del balcón se abrió de golpe y se rompió en pedazos, incapaz de frenar, Jhonny chocó contra la barandilla y cayó al vacío.
—Dios mío —musité, acercándome a la barandilla. Miré hacia abajo y vi su cuerpo inmóvil, rodeado por un charco de sangre que se expandía rápidamente. La gente comenzó a salir al patio y algunos gritaron al ver el cuerpo. Sus miradas se posaron en mí y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Me alejé de la barandilla y miré a Jason.
—¿Estás bien? —preguntó, colocando sus manos en mis mejillas. Asentí con la cabeza y me abrazó—. Seguramente ya han llamado a la policía. Seremos los principales sospechosos.
—No te preocupes —respondí, mirándolo a los ojos—. Esta habitación tiene una cámara. Seguro grabó todo.
Una sonrisa de alivio se dibujó en su rostro y me abrazó con fuerza. Me quejé por el dolor y él se apartó.
—¿Te duele algo? —preguntó con preocupación.
—Me golpeó varias veces... —murmuré, y antes de perder el conocimiento, solo escuché sus llamados, cayendo en sus brazos.
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Gracias por leer y apoyar mi historia.
Espero que les haya gustado.
Recuerden votar y comentar lo que quieran.
Nos vemos el viernes, conejitos.
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