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18

Una sensación de pánico se apoderó de mí mientras buscaba frenéticamente algún indicio de la bomba que amenazaba con desencadenar el caos en el gimnasio. Mis pensamientos se volvían cada vez más turbios mientras mis ojos escudriñaban cada rincón en busca de algún objeto sospechoso.

Finalmente, decidí que era hora de tomar medidas drásticas. Me dirigí hacia el escenario, buscando desesperadamente el micrófono. Con manos temblorosas, encendí el aparato y, tomando una bocanada de aire, me preparé para hacer la anuncio que podría salvar vidas.

—¡Oigan! —grité, proyectando mi voz con todas mis fuerzas, provocando que todos los presentes se volvieran hacia mí, sorprendidos—. ¡Hay una bomba en este gimnasio! ¡Todos deben salir de inmediato! ¡Rápido!

Pero, para mi horror, nadie parecía moverse. Las miradas confundidas y los murmuros inquietos llenaban el aire, mientras mi desesperación aumentaba con cada segundo que pasaba.

Lágrimas de frustración empezaron a emerger mientras seguía rogando a la multitud que me escuchara y evacuara el lugar. Finalmente, las puertas del gimnasio se abrieron y las personas comenzaron a salir en medio del caos.

Un sentimiento de alivio momentáneo me invadió al ver que mi advertencia había sido escuchada. Sin embargo, mi alivio se desvaneció rápidamente cuando Jason dijo que Rachel aún no había salido.

—Jason, tenemos que encontrar a Rachel —dije, sintiendo el peso de la preocupación en mi pecho.

—Nora, tenemos que salir de aquí —dijo, y esa sonrisa escalofriante apareció—. No me digas que todo esto lo planeó C.S.

—Sí, lo hizo ella —sin pensarlo dos veces, me dirigí al escenario y tomé el micrófono nuevamente—. ¡Rachel, ¿en dónde estás?! —grité, mi voz resonando por todo el gimnasio.

Escuché golpes provenientes del almacén y supe de inmediato dónde estaba ella. Apagué el micrófono y me precipité hacia el lugar, con Jason siguiéndome de cerca.

—¡Rachel, ya estoy aquí! ¡Te sacaré de ahí! —prometí, pero mi corazón se hundió al ver que la puerta estaba atascada—. Jason, no hay tiempo, sal de aquí.

—No me iré de aquí sin ti —comentó seriamente.

—¡Maldición Jason! ¡Escúchame por una vez en tu vida, sal de aquí!

La expresión de su rostro me lo dijo todo y con una pizca de duda, salió del gimnasio.

—¡Nora, sal de aquí! ¡No te arriesgues por mí! —gritó Rachel, su voz llena de desesperación.

Pero yo no podía abandonarla. Con un sentimiento de determinación, saqué mi navaja y comencé a forzar la cerradura con todas mis fuerzas. Después de varios intentos infructuosos, finalmente logré abrir la puerta.

Rachel y yo nos abrazamos con fuerza antes de salir corriendo hacia la salida. Sin embargo, justo en ese momento, todo explotó a nuestro alrededor.

Jason

La tensión en el aire era palpable, y mis nervios estaban a punto de estallar. Cada segundo que pasaba aumentaba mi desesperación, alimentando mi deseo de encontrar y detener al responsable de esta situación.

Decidido a no quedarme de brazos cruzados, me preparé para avanzar hacia el interior del gimnasio. Pero justo cuando estaba a punto de dar el primer paso, una mano firme se cerró sobre mi brazo, deteniéndome en seco. No reconocí la identidad de la persona detrás de mí, pero su agarre era familiar, lleno de determinación y seguridad.

—Suéltame —exigí, tratando de liberarme de su agarre.

—No lo haré. Ellas saldrán, confía en mí —respondió la voz, resonando con una confianza tranquilizadora.

Miré a la persona que me retenía, pero no pude distinguir su rostro detrás de unas gafas oscuras y una mascarilla. Sin embargo, la firmeza de sus palabras me dio un atisbo de esperanza en medio del caos.

«¿Quién es esta mujer?», me pregunté, intrigado por su presencia en este momento crítico.

Me liberé de su agarre y escudriñé el entorno con determinación. Sabía que en cualquier momento saldrían por esa puerta. Entonces, de repente, el mundo estalló en un caos ensordecedor. El estruendo del impacto nos derribó a todos, y me esforcé por levantarme, pero mis piernas parecían haberse convertido en gelatina.

Entre el humo y las llamas, apenas podía distinguir nada. El fuego crepitaba a mi alrededor, lanzando destellos naranjas en medio de la oscuridad. Pedazos de escombros y cristales destrozados salpicaban el suelo, una visión desoladora que me llenaba de angustia.

—¡Nora! ¡Nora! ¡Responde, por favor! —grité con desesperación, pero no hubo respuesta. Un silencio abrumador se apoderó del lugar, dejándome con una sensación de vacío desgarrador.

Entonces, entre la confusión y el caos, escuché su voz. Nora, llamándome desde algún lugar cercano. Me esforcé por levantarme, ignorando el dolor punzante en mi pierna. Avancé hacia ella, guiado por su llamado, hasta que finalmente la vi, envuelta en cenizas pero con una sonrisa radiante en su rostro.

La abracé con fuerza, sintiendo un torrente de alivio al tenerla a salvo entre mis brazos. Era como si el mundo entero se hubiera detenido por un momento, dejándonos solo a nosotros dos en medio de la devastación.

—Tu pie está sangrando —me señaló, preocupada por mí bienestar.

—Estoy bien, pronto llegarán los servicios de emergencia —respondí.

Observé su rostro, cubierto de hollín y cenizas, y me di cuenta de lo mucho que me importaba. Nunca antes me había sentido tan conectado con alguien, como si su presencia fuera lo único que importara en medio del caos.

«Dios, la amo tanto».

Después de un rato, los paramédicos llegaron y me sentí mareado de repente. Todo se volvió borroso y oscuro, y me dejé llevar por la oscuridad que se cerraba a mi alrededor.

Nora

Me encuentro en el hospital junto a Jason, cuidando de él mientras esperamos la llegada de sus padres. Si no hubiera descubierto la bomba a tiempo, todos podrían haber perdido la vida. No puedo dejar de preguntarme qué es lo que busca C.S. Esta vez ha ido demasiado lejos.

Salgo de la habitación y camino por el pasillo, cuando veo a los padres de Jason corriendo hacia mí, visiblemente preocupados. Les aseguro que su hijo está bien y que está descansando en la habitación. Me agradecen con lágrimas en los ojos y me dicen que puedo irme a casa. Asiento con la cabeza y llamo a Jorge para que venga a recogerme. Salgo del hospital y, después de unos minutos, Jorge aparece. Subo al coche y le pido que me lleve a casa.

Al llegar, subo en el ascensor y presiono el botón. Las puertas se abren poco después y salgo. Al entrar en casa, un reconfortante aroma a comida recién preparada me envuelve, haciéndome suspirar de alivio. Aunque tengo hambre, el cansancio es abrumador. Saludo a mis padres, quienes también están preocupados, pero me dejan ir a mi habitación cuando les digo que estoy exhausta.

Una vez en mi habitación, me doy una larga ducha relajante. Al terminar, me seco con una toalla y me pongo una cómoda pijama. Al acostarme y cubrirme con la sábana, el sueño me vence rápidamente, sumiéndome en un profundo y reparador descanso.

(...)

La luz del sol filtrándose por las cortinas me despertó antes de que sonara la alarma. Me levanté de la cama, estirando mis brazos. Mi rutina matutina fue la misma de siempre. Me vestí con jeans mom, un crop top negro y zapatillas del mismo color, recogí mi cabello en una coleta, un poco de maquillaje y luego bajé a la cocina para desayunar con mis padres.

Después del desayuno, salí decidida a averiguar la verdad sobre Jhonny. Me invade el miedo por lo que pueda descubrir. Al llegar al bar indicado por ese hombre, bajé del auto y lo vi cerca de la entrada.

—Hoy te ves diferente —comentó con una leve sonrisa en los labios.

—Digamos que... hoy tengo un buen humor —respondí.

—Bueno, vamos entonces —dijo, y de repente apareció Jason frente a nosotros.

—Buenos días, Nora. Qué coincidencia —dijo con su tono habitual, sin mostrar emoción alguna.

—Buenos días, Jason. ¿Coincidencia? No lo creo, ¿me estás siguiendo? —respondí con una sonrisa, dándome cuenta de que había venido a pesar de su pie lastimado—. ¿No deberías estar en casa descansando?

—Conejita, mi casa está cerca de este bar. Y, ¿de verdad crees que me quedaré en casa sin hacer nada? No te preocupes, mi pie está bien. El dolor no es para tanto. Por cierto, ¿qué haces aquí?

—Bueno, es cierto que tu casa no está muy lejos. Sería mejor que no te sobreesforzaras. Voy a resolver un pequeño problema, no te preocupes.

—Está bien, nos vemos —dijo, y miró de reojo al chico que estaba a mi lado, sonriendo.

¿Jason acaba de sonreír? ¿Por qué? Normalmente me preguntaría: "¿Quién es él?".

Abrimos la puerta y entramos en silencio. Algunas personas nos miraron y comenzaron a murmurar entre ellas. Qué molesto.

—Por cierto, ¿cuál es tu nombre? —pregunté mientras miraba hacia adelante.

—Daniel, Daniel Thompson —respondió mientras nos poníamos detrás de unas cortinas—. Ya hemos llegado. Jhonny se reúne aquí con sus amigos. No entres, solo escucha.

Me acerqué y escuché la voz de Jhonny.

—Ella realmente cree que somos amigos, pero en realidad la estoy usando —dijo y comenzó a reír.

—Ay amigo, no sé si eres estúpido o valiente. ¿Qué pasa si se entera de que te estás aprovechando de ella? —preguntó alguien.

—No te preocupes por eso, ella no sabrá nada. Pero amigo, si vieras el Penthouse en donde vive, tengo suerte de que me considere su amigo. Pero, sabes, a veces siento que le gusto —volvió a reír—. Si ella se confesara, aprovecharía todo. Su dinero sería mío, incluso podría tener sexo con ella y...

Antes de que terminara lo que iba a decir, entré en su salón y me dirigí hacia él. Cuando estuve cerca, apreté mi puño y le di un golpe en la cara, luego le propiné una patada en el estómago, haciéndolo caer. Levanté mi pie y lo puse encima de su estómago con fuerza.

—¡Nunca más vuelvas a acercarte a mí! ¡Y ni se te ocurra aparecerte en mi fiesta de cumpleaños! No quiero volver a ver tu horrible cara, maldito idiota —dije en voz alta, llena de enojo.

Quité mi pie y salí. Una lágrima rodó por mi mejilla y me la sequé rápidamente. Miré a Daniel, le agradecí y salí del lugar. Nunca más volveré a confiar tan fácilmente en alguien. Fui una tonta al pensar que era mi amigo.

Caminaba sin un destino claro cuando, de repente, alguien chocó conmigo. Ambos caímos al suelo y, al levantar la mirada, reconocí a uno de los amigos de Jackson, el último que quedaba. Al ponerme de pie, noté que estaba visiblemente alterado, observando nerviosamente a su alrededor como si estuviera siendo perseguido por algo o alguien.

—¿Estás bien? Pareces preocupado —le pregunté con cierta preocupación.

—Nora, algo anda mal. Siento que alguien me está vigilando... No puedo evitar sentir un profundo temor. Creo que es el asesino... Soy el único que queda... Vendrá por mí, lo sé —dijo, evidenciando su creciente nerviosismo.

Me miró con intensidad antes de salir corriendo. Lo observé mientras se alejaba, desapareciendo entre la multitud. Podría ser que estuviera en lo cierto... Tal vez el asesino realmente venga por él, como lo hizo con los demás.

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Holis conejitos.
Ya aquí el cap de hoy.
Un tanto corto, pero espero que les haya gustado.
Nos vemos la próxima semana, besitos. ✨

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