13
Me desperté con una sensación de sequedad en la boca, como si hubiera estado en el desierto durante días. No entendía por qué tenía tanta sed. ¿Habría estado descuidando mi consumo de agua? Eso no podía ser bueno; estaba poniendo en riesgo mis riñones. Me levanté y me dirigí hacia la cocina, llené un vaso con agua y lo bebí de un solo trago. Miré el reloj en mi camino de regreso a la habitación. Las siete y media de la mañana parpadeaban en la pantalla.
Decidí tomar una ducha para despertarme por completo. Cuando entré en la regadera y dejé que el agua fría cayera sobre mi piel, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Giré los grifos, ajustando la temperatura hasta que el agua estuvo tibia.
Después de la ducha, me vestí. Opté por un conjunto sencillo pero elegante: un crop top negro, pantalones anchos de color gris y un bléiser a juego. Dejé mi cabello suelto y me puse unos accesorios discretos. Tomé mi celular y decidí llamar a Rachel para organizar un desayuno juntas.
—Hola —contestó Rachel al otro lado de la línea.
—¿Te gustaría desayunar juntas? —le propuse.
—¡Claro! ¡Me encantaría! —respondió entusiasmada.
Después de confirmar los planes con Rachel, envié un mensaje rápido a Jorge para que viniera a recogerme. Mientras esperaba, revisé mi teléfono y vi un mensaje de Jason. "Buenos días, conejita", decía. Rodé los ojos y le respondí pidiéndole que dejara de llamarme así.
Jorge llegó poco después y salí de casa para encontrarme con él. Nos dirigimos hacia la casa de Rachel y, una vez allí, le pedí a Jorge que tocara la bocina para avisarle que habíamos llegado. Rachel salió con una sonrisa y se unió a nosotros en el auto.
—¿Dónde te gustaría comer? —pregunté.
Rachel respondió que no tenía preferencias, así que elegí un lugar cercano que sabía que le gustaría.
Mientras nos dirigíamos al restaurante, una sensación de inquietud se apoderó de mí. Desde el retorno sorpresivo de la familia Smith hasta la presencia amenazante "C.S.", quien parecía desear mi muerte. Sumado a eso, el accidente de mi madre, los rumores sobre un asesino suelto y la misteriosa desaparición de Jackson Fox, todo esto creaba un panorama caótico e inexplicable. ¿Cuál era la conexión entre estos eventos aparentemente aleatorios? Las preguntas se acumulaban en mi mente, aumentando mi paranoia y preocupación.
—Nora —me llamó Rachel, sacándome de mis pensamientos.
—Lo siento, vamos —respondí, indicándole a Jorge que nos esperara mientras estacionaba el auto.
Entramos al restaurante y nos dirigimos a una mesa. Nos sentamos y una camarera se acercó rápidamente.
—Buenos días, señorita Nora. ¿Ya han decidido qué desean ordenar? —preguntó amablemente.
—Buenos días. Sí, me gustaría panqueques con huevos revueltos. ¿Y tú, Rachel? —pregunté, mirándola.
—Lo mismo que Nora, por favor —respondió.
—Entendido. Su pedido estará listo en unos minutos —dijo la camarera antes de retirarse.
Desbloqueé mi celular, pero Jason no había respondido. La preocupación por su silencio se sumó a la inquietud que ya sentía por todo lo que estaba sucediendo en mi vida últimamente. Luego de este desayuno iré al hospital a recoger mamá, se fue temprano a que le hicieran un chequeo.
De repente mi celular sonó y contesté.
—Hola, papá. Sí, estoy desayunando con Rachel —informé.
—¿Irás a recoger a tu mamá, verdad? —preguntó.
—Sí, eso tengo planeado. ¿Y tú? —indagué.
—Iré a verla, pero no podré quedarme mucho tiempo. Tengo una reunión en una hora y luego estaré ocupado —explicó.
—Está bien, no te preocupes. Estaré con ella en unas horas —aseguré.
—Bueno, nos vemos, hija. Te quiero —se despidió.
—Yo también, papá —respondí antes de cortar la llamada.
Guardé mi celular y tomé un sorbo de agua.
—Entonces iremos a recoger a la señora Jane después —comentó Rachel, rompiendo el breve silencio.
Asentí con la cabeza.
—¿Puedo ir contigo? —preguntó con interés.
—Claro que sí —respondí con una sonrisa—. Pero antes de eso, vamos a pasar por la estación de policía. Necesito saber si han encontrado algo sobre Jackson.
—Está bien —aceptó Rachel.
Continuamos nuestra conversación sobre otros temas mientras esperábamos que la camarera trajera nuestra comida. Cuando finalmente llegó, nos sumergimos en nuestros platos, disfrutando del delicioso desayuno. Mientras tomaba un sorbo de jugo de naranja, escuché un sonido familiar: el obturador de una cámara capturando una imagen. Miré a Rachel, quien estaba sonriendo mientras me fotografiaba.
—¡Oye! No me tomes fotos sin avisar —protesté entre risas—. No es justo, trajiste tu cámara.
—Desprevenida o no, saliste hermosa —comentó Rachel mientras revisaba las fotos—. Deberías considerar ser modelo.
—¡También quiero tomarte fotos! —exclamé, sacando mi propio celular del bolso. Rápidamente comencé a capturar momentos de Rachel, quien posaba con gracia.
—Perfecto, te enviaré las fotos. Tú también envíame las que tomaste —dijo Rachel mientras intercambiábamos nuestras imágenes.
Después de revisar la hora en mi teléfono, llamé a la camarera para pagar la cuenta. Realicé el pago con mi tarjeta y recibí el recibo.
—Que tenga un buen día, señorita Nora —dijo la camarera con una sonrisa.
—Igualmente —respondí cortésmente, aunque una sensación de inquietud se aferraba a mí mientras nos preparábamos para continuar con nuestros planes.
Nos desplazamos en el auto hacia la estación de policía. Una vez allí, descendimos y nos dirigimos hacia la oficina de Larry. Toqué la puerta y una voz desde adentro nos invitó a entrar.
—Oh, señorita Nora y Rachel, ¿qué las trae por aquí?
—Es sobre Jackson. ¿Han tenido alguna novedad sobre él? —pregunté.—
Larry suspiró con pesar.
—Lamentablemente, no —respondió—. Pero, parece que otro amigo suyo también ha desaparecido.
—¿En serio? —Rachel se mostró sorprendida.
—Sí —confirmó Larry, mirándome seriamente—. Algo me dice que esto no va a detenerse. Nora, eres una chica inteligente, pero deja esto en manos de la policía.
Asentí, sintiendo un nudo en el estómago ante la sombría advertencia de Larry. A medida que salíamos de la estación de policía, me di cuenta de que las cosas estaban tomando un giro aún más oscuro de lo que había imaginado.
—Antes de ir a recoger a mamá, iré a la mansión Smith —comenté y ella asintió con la cabeza.
—¿Todavía no te responde?
—No —respondí.
Entramos al auto y le di las indicaciones a Jorge, y así llegamos al destino. Toqué el timbre y esta vez abrieron la puerta de una vez. Sin preguntar, ni nada.
—Oh, señorita Nora, ¿qué la trae por aquí? —preguntó la ama de llaves al verme.
—Vine a ver a Jason —respondí.
—Lo siento, pero el joven Jason no está en casa. De hecho, no ha estado desde ayer —informó con cortesía.
—Entiendo. Gracias —dije con una sonrisa y me di la vuelta para salir.
Regresé al auto y le pedí a Jorge que me llevara al hospital. Una vez allí, nos bajamos. Entramos y encontramos a mi madre sentada en una silla, absorta en la lectura de una revista. Al levantar la vista y vernos, su rostro se iluminó con una cálida sonrisa.
—Hola, mamá —dije mientras la abrazaba.
—Gracias por venir a buscarme, hija.
—No hay de qué, mamá —la ayudé a levantarse.
Llegamos al auto, entramos y nos pusimos en marcha.
—Jorge, antes de que nos lleves a casa, haré una parada rápida en la empresa Smith —él asintió con la cabeza.
—¿Y eso hija? ¿Pasó algo? —preguntó en un tono de preocupación.
—No es nada, solo quiero confirmar algo —respondí con una sonrisa—. Por cierto, ¿todo está bien? ¿Qué te dijeron?
—Sí, cariño. Todo está bien. Tu padre fue a verme por un rato y adivina —la miré—. Va a organizar una fiesta, mañana en la noche por mi recuperación.
—Eso es bueno, muy bueno. Pueden invitar a quienes quieran, no importa si me caen mal, solo háganlo —dije con emoción.
Mamá soltó una risita y Rachel también se unió riendo.
—Por cierto, ¿le diste las invitaciones a tus amigos para tu fiesta de cumpleaños? —preguntó mamá.
—No, solo a Jack, que fue por correo electrónico, ya que no puedo ir a Canadá solo para darle una invitación. A Rachel se la daré cuando lleguemos a casa —respondí.
—También pudiste enviarnos las invitaciones por correo, ¿por qué darnos un sobre? —preguntó Rachel.
—Porque todos van a entrar a la fiesta con una invitación en mano, así lo quise —expliqué.
—Entiendo —dijo Rachel asintiendo.
Bajé del auto y entré al edificio. Todas las miradas se dirigieron hacia mí. Un hombre de unos treinta y pico de años se acercó con rapidez, luciendo una sonrisa fingida.
—Es un honor tenerla aquí, señorita Nora —dijo.
—¿De verdad piensa eso? —pregunté seriamente, notando un destello de sorpresa en su rostro.
—Cla-claro que sí, señorita Nora —respondió con nerviosismo.
«Es un mentiroso», pensé.
—Como sea, quiero ver a Carlos y a Rebecca. Llévame con ellos —ordené con firmeza.
—Claro —asintió él, y comencé a seguirlo.
—Nora —reconocí la voz y me di la vuelta.
—Señor Carlos —me acerqué.
—¿Qué te trae por aquí? —preguntó con una sonrisa.
—Vine porque he tratado de contactar a Jason todo el día, pero no he podido, así que pensé que estaría aquí.
—¿No lo has visto? ¿No te ha escrito? —preguntó Carlos mientras negaba con la cabeza—. Ese chico a veces me vuelve loco. No te preocupes, a veces hace eso, no sé por qué, pero supongo que quiere estar solo. Sabrás de él pronto, ¿sí?
—Está bien, saber eso me hace sentir más tranquila. Fue bueno verlo, nos vemos —respondí.
Al salir del edificio, me dirigí al auto y nos marchamos de allí. Me recosté en el asiento y cerré los ojos para pensar. ¿Dónde estarás Jason? ¿Qué estarás haciendo? ¿Por qué no me dijiste que hoy ibas a estar aislado? Por lo menos lo sabría y no estaría todo el día preocupada por ti. No importa que esté todos los días contigo, no logro entenderte. Cada vez que estoy contigo solo preguntas sobre mí o hablamos sobre C.S. nunca de ti mismo. Solo quiero conocerte, quiero saber más de ti, quiero llegar a comprenderte... Pero una parte de mí tiene miedo de saberlo, siento que no serías lo que espero.
—Nora —me llamó mamá, interrumpiendo mis pensamientos—. Vamos, ya llegamos.
Salí primero, seguida de mamá y Rachel. Saqué las llaves, abrí la puerta y entramos. Subimos a mi habitación y dejamos nuestras cosas a un lado. Agarré mi toalla, me desvestí y me metí al baño. Rachel, ajena a todo, se tumbó boca abajo en mi cama. Abrí la regadera y dejé que el agua cayera sobre mí, sintiéndome viva y renovada.
Al salir del baño, encontré a Rachel dormida, así que no tuve ningún problema para vestirme y arreglarme. Miré el reloj: las siete de la noche. Esta será la última vez que lo llame hoy. Si no responde, no lo molestaré mañana. Marqué su número y esperé ansiosamente.
—Dime, conejita —respondió con la respiración agitada.
—¿Qué estás haciendo? ¿Ha pasado algo? —pregunté, notando su tono de voz alterado.
—No, tranquila. Solo estaba moviendo algo pesado, pero ya lo coloqué en su lugar. Digamos que estoy plantando algo —respondió, entre risas.
—¿Plantando flores o algo así? ¿Has estado haciendo eso todo el día? —pregunté, incrédula.
—Algo así. Estuve bastante concentrado en el trabajo y fue divertido. Por eso no respondí tus mensajes, pero ya he terminado, así que no te preocupes —explicó.
—¿Y por qué tus padres no saben nada de esto? —cuestioné.
—Porque es un secreto. Nadie más puede saberlo, excepto tú —respondió en un tono serio y misterioso—. Lo sabrás cuando sienta que estás lista para saberlo.
—Está bien, como sea. Ve a casa. Tus padres deben estar preocupados. Nos vemos mañana y... Fue bueno escuchar tu voz —dije, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo.
Hubo un momento de silencio incómodo al otro lado de la línea.
—También fue bueno escucharte —dijo finalmente, y sentí un alivio instantáneo.
—Adiós —corté rápidamente.
Me di la vuelta y me sorprendí al ver a Rachel mirándome fijamente.
—¿Qué pasa? —pregunté, desconcertada.
—Te estás enamorando —comentó, con una sonrisa pícara, mientras un nudo se formaba en mi estómago.
Jason
Terminé de colocar la tierra faltante en el jardín trasero y salí con todos los utensilios en mis manos. Abrí la puerta trasera y arrojé todo dentro. Me quité los guantes, saqué las llaves y encendí el motor del auto, listo para irme a casa. Al llegar, dejé el auto en el garaje y abrí la puerta de entrada. La luz de la sala estaba encendida, así que me asomé en una esquina para ver quién estaba allí.
—¿Dónde estabas? —escuché, y entré.
—Hola mamá, hola papá —dije con seriedad.
—Te pregunté dónde estabas —gritó papá, su tono lleno de ira.
Ups, está enojado.
—No es de tu incumbencia —respondí francamente.
—¡Eres un...! —papá se acercó a mí y me dio una fuerte cachetada.
«Ouch», pensé, sintiendo el ardor en mi mejilla.
—¡Carlos! ¡Que sea la última vez que le pegas a nuestro hijo! —musitó mamá mientras se acercaba para acariciar mi mejilla enrojecida por el golpe.
—Agh... Las otras veces que has hecho esto te las he pasado, pero esta vez no. ¿Se te olvidó por qué nos fuimos de Canadá? —papá comenzó a caminar de un lado a otro, pasándose las manos por el rostro—. Estábamos a punto de cerrar un gran negocio, pero tú tuviste que matar a alguien. Si hubieras hecho el trabajo bien, no te habrían descubierto. No tienes idea de todo lo que tuvimos que hacer para evitar que te metieran a la cárcel. ¿Y así me lo agradeces? Si estás volviendo a hacer tus cosas, esta vez haz el trabajo bien y asegúrate de que nunca te descubran, ¿entendido? Ya no puedes hacer lo que te plazca, ya no eres un adolescente, eres un adulto y debes prepararte para el futuro. Mira, estás lleno de tierra, suciedad, quién sabe qué estabas haciendo...
—Hijo, puedes ir a tu habitación —dijo mamá en un tono dulce.
—Está bien, y lo siento —respondí, dándome la vuelta para subir a mi habitación.
Una vez dentro, comencé a golpear la pared por la frustración. Me importó poco que comenzara a sangrar, necesitaba liberar mi ira. Cuando terminé, me senté en el suelo y miré al vacío.
—Jamás me habías golpeado... —murmuré, sintiendo una mezcla de dolor y decepción.
---------------------------------------------------
------------------------------------
----------------------
¡Hola conejitos!
¿Cómo están?
Ahora estaré publicando dos capítulos cada semana.
Los martes y los viernes.
Espero que les haya gustado el capítulo, nos vemos. <3✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro