Inesperado
Capítulo siete superado, lo que significa que esta historia la termino aunque me muera en el proceso. Espero les guste ^_^
Capítulo VII: Inesperado
Los siguientes dos días, Jasmine y Theo fueron testigos de la tozudez del conde de Hastings cuando se proponía culminar una tarea por su propia mano. Durante todo ese tiempo, Bastian no le permitió a nadie subir más allá del tercer piso y se valió de la ayuda de dos lacayos, para sacar cosas envueltas en viejas y raídas alfombras que había conseguido de algún modo poco honorable en el muelle. «Las hurtó» le había confiado Theo, que mantenía a su hombre de confianza detrás de la pista de Bastian y había presenciado el delito. De todas formas, nunca nadie supo qué viajaba oculto en el interior de las alfombras robadas o el porqué de sacarlas con tanto secretismo, pero al final del tiempo estipulado Bastian les hizo entrega del ático.
Cuando ella y su hermano finalmente pudieron ingresar al lugar, todo estaba impoluto. Bueno, no precisamente limpio, pero sí completamente vacío. Las paredes de madera estaban bastante sucias y desgastadas por la humedad, el techo a dos aguas hacía imposible el andar erguido, y Jasmine solo se pudo imaginar cómo Bastian había logrado moverse allí cuando su altura superaba bastante a la de ella.
—El techador se pondrá a trabajar hoy mismo —anunció Theo, luchando por no evidenciar su decepción. Ambos habían pasado largo rato elucubrando distintas posibilidades de lo que iban a encontrarse en ese ático y la realidad arrojaba más dudas que certezas. ¿Qué podría haber tenido el viejo conde en ese oscuro y pequeño lugar? ¿Y por qué Bastian se había tomado la molestia de ocultarlo también?
—Esplendido —musitó, ausente, al tiempo que recorría la estancia con los ojos en rendijas. Nada, ni una mísera pista de lo que había estado oculto allí.
—He intentado que Wyatt siguiera a los hombres que se llevaron las alfombras —informó su hermano, sorprendiéndola en el proceso. Pero no fue capaz de censurarlo por ello, de haber contado con un hombre como el señor Wyatt a su disposición muy probablemente ella habría obrado del mismo modo—. Pero tu esposo fue más listo en esta ocasión, salió junto con ellos y se desvió en el camino principal, no dejando más opciones a Wyatt que seguirlo a él.
— ¿O sea que no sabes dónde fueron a parar esas dichosas alfombras?
—Hice algunas averiguaciones. —Por supuesto que lo había hecho, el espíritu indagador de Theo a veces lo metía en más problemas de lo necesario, pero él rara vez se quedaba tranquilo sin tener respuestas—. Al parecer los hombres las cargaron en la bodega de un barco que estaba atracado en el muelle, pero nadie supo decirme qué contenían.
—Que desconcertante.
—Tu esposo se trae algo entre manos.
Ella apenas le prestó atención. No era tan ilusa como para intentar defender a Bastian de tal acusación, pero sabía que en todo caso no era a él a quien debería apuntar con su dedo. Fuera lo que fuera que había en ese ático, no le pertenecía a Bastian, le pertenecía al viejo conde y era un secreto que por algún motivo él deseaba mantener para sí.
Perfecto, se dijo. A pesar de que sentía una enorme curiosidad, lo que hubiera escondido allí el padre de Bastian no era su asunto o el de Theo para el caso. No iba a malgastar más pensamientos en interesarse por cosas que no le competían, el propósito de abrir ese ático era tener acceso al techo y nada más que al techo. Y ahora lo tenía, no podía exigir más.
—Es mejor dejar que el techador trabaje —dijo al cabo de otra rápida inspección del ático. Theo no discutió, afortunadamente comprendiendo que ella no quería continuar con aquel tema ni un segundo más.
No dejaría que las tonterías de Bastian entorpecieran sus objetivos, tenía cosas mucho más importantes en que pensar y era hora de hacerlo.
***
Pero aun cuando se dio muy buenos motivos para no seguir perdiendo pensamientos en el secreto del ático, su mente no abandonó el asunto como quiso hacerle ver a su hermano, o incluso como quiso hacerse creer a sí misma. Se esforzó por distraerse con el trabajo, por mantenerse ocupada e intentar no hacer caso de las diferentes hipótesis que había formulado en las últimas horas, pero no tuvo éxito. Asunto que la puso de muy mal humor; ¡no era capaz de concentrarse! Y no había nada que la fastidiara más que no poder tener control de su propia mente. Todo era culpa del estúpido de Bastian, si tan sólo le hubiera dicho lo que ocultaba, o la hubiera dejado ayudar en la limpieza del ático ella estaría en paz. Pero no, él tenía que buscar la forma de exasperarla aún cuando deseaba colaborar.
Hombre irritante.
Para la hora del almuerzo su humor se tornó incluso más iracundo, Theo había desaparecido sin decir ni una palabra al respecto y por primera vez en días, Bastian había decidido honrarla con su compañía. ¡Y sonreírle!
Oh, pero no solo sonreírle sin más, sino que parecía completamente abocado a hacer gala de todos sus buenos modales. Ni bien ella había entrado en el comedor él se puso de pie para ofrecerle una corta reverencia, le había movido la silla e incluso se había dispuesto a darle conversación, aún frente a sus respuestas monosilábicas.
Jasmine estaba desconcertada, Bastian rara vez era encantador. No... se corrigió para sus adentros, Bastian rara vez era encantador con ella, porque la verdad es que era sumamente encantador con todo el mundo. Ese era su mayor atractivo, su capacidad de ocultar sus garras y en realidad parecer una inofensiva oveja. Era desagradable, pero al menos ella conocía su verdadera naturaleza y reconocía fácilmente el engaño.
—Todo ha estado delicioso, ¿me acompañas con un oporto? —le preguntó, sonrisa de por medio.
Jasmine miró su plato casi intacto justo antes de que el lacayo lo retirara y luego deslizó sus ojos hacia los de Bastian.
—No hay oporto en esta casa —respondió, tajante, lanzando su servilleta sobre la mesa.
—Claro, qué tonto soy... —Su sonrisa se acentuó—. ¿Un té entonces?
—No.
— ¿Chocolate? —ofreció, al parecer decidido a imponerle su compañía a como dé lugar.
—No me apetece nada, Hastings. —Se puso de pie, mirándolo con recelo. Él elevó sus ojos celestes, observándola como si no comprendiera el por qué de su actitud. Eso la encabritó—. Y quiero que te detengas.
— ¿Qué me detenga con qué? —inquirió, incorporándose lentamente.
—Con esto. —Hizo un ademan con su mano, Bastian se encogió de hombros siguiendo con su mirada su movimiento.
— ¿Esto qué?
— ¡Esto! Sea lo que sea... —Observó vagamente hacia la entrada del comedor, notando que los lacayos se habían retirado discretamente y habían cerrado las puertas de doble hoja. Estaban solos, pero ella de todos modos procuró mantener un tono neutro—. Para con las sonrisas y los buenos modales, porque no me las creo ¿de acuerdo?
Bastian tuvo el descaro de reír ante sus palabras, Jasmine lo fulminó con la mirada.
— ¿Acaso la felicidad ajena te repele?
— ¿Ahora resulta que estás feliz? —contraatacó, colocando los brazos en jarra. Él enarcó una de sus cejas rubias.
—He tenido un día bastante bueno...
— ¿Ya te conseguiste una amante?
La sonrisa de él se ensanchó, al tiempo que salía de su lugar en la cabecera y lentamente se colocaba a su lado, apoyando la cadera en la mesa de modo que quedaran enfrentados.
—Cuidado, florecilla, eso casi sonó como el comentario de una esposa celosa. —Cuando él estiró una mano para tomar la suya, Jasmine no reaccionó lo bastante rápido como para apartarlo y en un segundo Bastian la tuvo apresada entre sus brazos—. Sabes que si me quieres de esposo, sólo tienes que pedirlo. ¿Acaso no piensas darle un hermano al pequeño granuja?
—Suéltame.
—De todas formas mi felicidad en este caso no está relacionada con una mujer —continuó él, ajeno a su pedido. Jasmine lo tomó por el brazo que cruzaba entorno a su cintura, pero era inútil cualquier intento de liberación por su parte. Bastian la tenía aferrada con más fuerza de lo que ella había creído en un principio.
—No me importa.
—Por primera vez he conseguido burlar al gorila de tu hermano. —Una sonrisa traviesa tiró de la comisura de sus labios, Jasmine parpadeó obligándose a mirar el nudo de su corbata y no dejarse obnubilar. Era una actuación, este Bastian sólo quiere obtener algo de ti, se recordó con fuerza—. Estaba seguro que no iba a poder resistir la tentación de seguirme...
—Y mandaste a tus lacayos a que se deshicieran de las alfombras —completó de mala gana.
—Había mucha curiosidad depositada en esas alfombras, ¿no te parece? —le preguntó, al tiempo que levantaba su mano libre y comenzaba a pasarla por el costado de su cabeza.
— ¿Qué haces? —Bastian no respondió, sino que continuó toqueteando su cabello hasta que Jasmine escuchó la primera horquilla golpear el suelo. Las otras le continuaron una a una, hasta que Bastian le deshizo el peinado por completo—. ¿Hastings?
—Me gusta tu cabello suelto, ¿para qué te lo recoges en la casa?
—Se me viene al rostro —respondió con una inesperada sinceridad. Bastian se apartó lo suficiente como para observarla a la cara.
— ¿Y no hay alguna forma de que puedas solo sostener...? —Él no terminó de formular la pregunta, sin liberarla por completo de su amarre levantó algunos mechones de cabello de su frente y los aseguró con la horquilla que sostenía aún en la mano. No feliz con eso, se agachó a recoger algunas más y comenzó a levantarle el cabello, pero sólo el que se le iba hacia adelante, dejando la larga melena suelta en su espalda.
Jasmine se dejó hacer sobre todo porque estaba anonadada, nunca antes un hombre la había peinado. Y si bien Bastian le había dicho en algunas pocas ocasiones que le gustaba su cabello, jamás había sido tan osado como para recogérselo a su gusto.
Cuando él dio un paso hacia atrás para examinarla, ella pareció volver lentamente en sí.
— ¿Terminaste? —le espetó, tratando de sonar indiferente.
—Sí, pero deberías asegurarlo tú mejor. No soy bueno manipulando cosas delicadas.
Ella prefirió no morder ese anzuelo y Bastian sonrió, otra vez, para completa exasperación suya.
— ¡Basta! —Su esposo parpadeó, confuso—. Sólo dime lo que quieres y termina con este absurdo.
—Cariño estoy desconcertado.
Jasmine lo fulminó con la mirada.
—Tú no eres amable a menos que quieras algo.
— ¿Estoy siendo amable?
—No te hagas el desentendido, Bastian Hastings —le apuntó, sacudiendo su índice frente a sus narices—. Todas esas sonrisas y fingida coquetería sólo es el preludio para algo malo. Así que sólo dímelo, ¿te has echado de amante a alguien que conozco? ¿Es eso? —preguntó súbitamente horrorizada. Lo que menos deseaba era salir a la calle y cruzarse con la amante de su esposo en el pueblo. Podía hacer la vista gorda hacia las mujeres que mantenía en Londres, pero ¿allí? No, eso sería un golpe demasiado bajo—. No me digas que es a la nueva mujer del barón...
— ¿Esa vieja chocha? —la interrumpió él, dando un paso hacia atrás como si ella acabase de abofetearlo—. Jasmine tengo estándares.
—No, no la vie... —Se silenció a sí misma, al ver que casi empleó ese mismo tono despectivo—. Me refiero a la nueva esposa, la joven Melisa Stanton.
— ¿Qué pasó con la vieja chocha?
—Murió hace un año.
—Diablos, el barón no ha perdido tiempo ¿no?
—En cuanto el periodo mínimo de luto se cumplió, se leyeron las amonestaciones. —Bastian sonrió sin decir nada y ella cayó en cuenta de que la estaba distrayendo del tema principal. Bufó—. ¿Entonces? ¿Quién es?
Sus ojos celestes se arrastraron hacia los suyos perezosamente.
—Una joven muy hermosa —admitió él, tras lo que parecieron horas de silencioso escrutinio—. Bastante juguetona y audaz...
— ¿Casada? ¿Hay alguna posibilidad de que su marido te rete?
—Es casada y no, el pobre infeliz no me va a retar está completamente enamorado...
— ¿Y ella no lo ama? —preguntó, ya que de alguna forma sintió cierta pena por aquel hombre desconocido.
—Diría que no lo bastante aún... —Jasmine no comprendió del todo aquel enigmático comentario, pero Bastian no le dio tiempo a analizarlo tampoco—. De todos modos no te preocupes, mantendré el escándalo al mínimo.
Eso la espabiló y se olvidó de sentir compasión por alguien más, cuando en realidad debería sentirlo de sí misma.
— ¿Y si Theo lo averigua?
—Estoy contando con ello.
— ¡Bastian! —le reclamó, sintiéndose bastante molesta por su actitud. ¿No se podía haber esperado una semana más? Estaba segura que su hermano se marcharía pronto, pero si descubría que él estaba teniendo una aventura, no sólo se molestaría enormemente con ella sino que también la dejaría sin blanca—. Prometiste que ibas a comportarte.
—Nunca hice esa promesa.
—Bueno... —Era cierto, él nunca hizo esa promesa y ella fue estúpida por pensar que Bastian simplemente tomaría aquello como un pedido implícito—. Theo se disgustara con nosotros, ¿de qué nos sirve enemistarnos con él ahora? ¿Eh?
— ¿Eso te molesta? ¿La reacción de tu hermano?
— ¿Qué otra cosa iba a molestarme? —le espetó, soltando un gruñido por lo bajo. Esto simplemente era estupendo, Bastian y su insaciable apetito sexual le costarían la casa, y quizá el futuro de Ryan—. ¿No podrías haberte esperado una semana más, canalla?
Impulsivamente le descargó un golpe en el hombro, aunque no con la suficiente fuerza como para causarle daño.
—Bueno todavía no he cerrado ningún acuerdo con ella, puedo no seguir adelante con el asunto.
Jasmine lo miró, la esperanza lentamente comenzaba a renacer en su pecho.
—Hazlo entonces, no cierres ningún acuerdo con ella.
Él movió con suavidad la cabeza, como si lo estuviera considerando y tras un largo segundo, suspiró.
—No... podría, pero... —Hizo una pausa, estudiándola con esos ojos casi transparentes. Jasmine se estremeció, nada bueno podía venir de esa mirada—. ¿Qué obtengo a cambio de mi buen comportamiento?
— ¿Cómo?
Él acortó sus distancias, inclinándose para susurrarle su respuesta al oído.
—Me prohíbes el alcohol, las mujeres de esta casa y las de fuera. —Se enderezó—. ¿Qué me das a cambio?
—Hastings...
— ¿Qué me das a cambio? —repitió, como si no detectara la advertencia en su voz.
—Eso no —le espetó, seria. Bastian tomó un mechón de su cabello que él había liberado y lo pasó por su mejilla en una lenta caricia—. No.
—Jasmine... —El cabello fue reemplazado por su pulgar—. Me pides que haga un enorme sacrificio, ¿no crees que merezca una pequeña compensación? —Jasmine sacudió la cabeza, pero Bastian no le prestó atención y con suavidad comenzó a tirar de ella hacia sí—. Solía gustarte —le murmuró al oído, causándole un involuntario estremecimiento.
—Eso fue por Ryan.
El pulgar de Bastian se detuvo a mitad de una caricia y por espacio de varios segundos sólo se escuchó en el comedor la pesada respiración de ambos.
—Porque seguramente no me deseas ni un poco —aseveró, dando un pequeño paso hacia atrás con lo que ella pudo volver a pensar claro.
—No lo hago.
—Mentirosa.
—No voy a venderte mi cuerpo por tiempo, Hastings, olvídalo.
—Claro porque cuando tú lo haces está bien, ¿no? Pero si soy yo el que lo pide entonces soy un asqueroso...
Jasmine negó sin entender qué diablos decía.
—No estás teniendo sentido ahora.
Bastian presionó los ojos en rendijas, evidentemente molesto por su respuesta.
— "Esto es lo que pasará, te casarás conmigo y obtendrás dinero a cambio. Me darás el control de tu finca y un hijo... una vez que conciba podrás hacer de tu vida lo que quieras. Lo único que necesito de ti es tu cuerpo y tu apellido, ¿aceptas?" —Jasmine parpadeó, estupefacta, al escucharlo repetir palabra por palabra el discurso que ella había practicado por horas cuando decidió enfrentarse a su futuro esposo—. No suena tan adulador cuando eres el destinatario, ¿no?
_______________________________________
Neil: Para variar decidimos cumplir con la lista que iniciamos en el quinto capítulo, como de momento hay veinte pedidos, vamos a seguir ese orden.
Lucas: Hasta que alguien pierda esa lista y volvamos a empezar.
Neil: Ese alguien fuiste tú.
Lucas: ¿Yo? Fuiste tú el que decidió anotarle al marqués las instrucciones para usar twitter.
Neil: Es sorprendente como los hijos de una escritora no tienen ni un pedazo de papel donde escribir.
Didi: Todo siempre está bastante oscuro aquí...
Lucas, Jace, Neil, Andy, Cam, Dimo, Evan, Will, Iker, Theo, Bastian: Shuuuuuuuuuuuuuuuu!
Cam: Te puede oír.
Andy: Y recuerda que tenemos prohibido hablar de ello.
Didi: Pero... extraño el mundo exterior. El viento en mi cabello y...
Lucas, Jace, Neil, Andy, Cam, Dimo, Evan, Will, Iker, Theo, Bastian: Shuuuuuuuuuuuuuuuu!
Didi: Pero tal vez esta lectora pueda ayudarnos, ¿no, milagrosangeles? Estamos encerrados, fuimos traídos aquí con engaños...
Lucas: ¡Callenlo!
Iker: Lo tengo... ¡Will, las sogas!
Will: Lamento tener que amarrarlo, señor Stepanov, pero es por el bien de todos.
Dimo: Menos disculpas y más acción.
Didi: ¡Pero debemos intentar escapar!
Iker: Ponle la mordaza, rápido William.
Neil: Siempre los nuevos tienen problemas para adaptarse... En fin, Milagros ya que no dijiste a quién querías nos tuviste un poco a todos. Disculpa esa pequeña escena, Didi ha comido algo en mal estado y alucina.
Lucas: Así es, todos estamos bien y somos felices.
Jace: Nadie está encerrado en un sótano, viviendo a pan y agua. Esperamos que hayas disfrutado del capítulo, dulzura y que te quedes para leer el resto de esta historia.
Lucas: Un abrazo de todos, menos de Dimo, Iker y Bastian... son algo ariscos.
*Ningún Didi o chico fue herido en la realización de esta dedicatoria. Ellos son felices y no viven en ningún sótanos frío y sucio a unas cuadras de mi casa, ¡para nada!*
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro