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Ihan

¡Hola! Ya sé que me esperaban con cuchillos por acá, así que no les hago el cuento largo. Espero disfruten el cap. yo lo disfruté bastante xDD

En el multimedia está Ihan

Capítulo XII: Ihan

—¿Guildford de dónde ha salido esto? —instó Jasmine tomando el montoncito de papeles perfectamente alineados sobre su escritorio.

El hombre de casi setenta años, se acercó a ella con paso lento pero firme y observó los papeles luego de ponerse unos anticuados quevedos. Jasmine suspiró, cargándose de paciencia ante los quedos movimientos del hombre. En su juventud Guildford había sido secretario de su padre y cuando éste soltó las riendas para dejarlas en sus inexpertas manos, el secretario había sido el único dispuesto a apoyarla y creer en sus capacidades. Por eso lo había llevado con ella a Eythorne, si había alguien capaz de ayudarla a levantar esa finca, ese sin duda era el viejo Guildford. Aunque debía hacerse a la idea que el proceso sería lento, tranquilo y sosegado, tal y como el mismo hombre.

—Lo ha dejado el conde, mi lady.

Ella lo miró con extrañeza.

—¿El conde de Hastings?

Guildford enarcó una de sus cejas grises, tal vez dudando por un segundo de si habitaba algún otro conde en esa casa.

—El mismo.

—¿Hastings? —repitió, a lo cual el secretario asintió con lentitud y una mirada curiosa. Jasmine apartó la vista del hombre, volviendo a observar los papeles en sus manos. Eran ni más ni menos que un reporte de situación de sus arrendatarios, pero eso resultaba imposible pues ellos nunca habían terminado de realizar las visitas. Sacudió la cabeza—. Discúlpame, Guidford.

El secretario le hizo una pequeña reverencia, pero Jasmine apenas reparó en ello y salió del estudio sin otra idea que encontrar a su esposo.

Afortunadamente Bastian era bastante fiel a sus rutinas, por lo que no le tomó mucho trabajo hallarlo desayunando detrás de un periódico en el comedor. Cruzó el umbral y anduvo de forma elocuente hasta detenerse a su lado en un claro gesto de llamar su atención, y tras un estudiado movimiento para doblar el periódico, él la observó de soslayo.

—Esposa —musitó, inclinando la cabeza.

—¿Qué es esto? —Depositó el montón de papeles en la mesa, a escasos centímetros de su taza de té. Él bajó la vista por un corto instante y luego volvió a desplegar el periódico para completa irritación suya.

—¿Qué parece que es?

—Hastings. —Él no le prestó atención, pareciendo muy ensimismado en su lectura—. Bastian —insistió, a lo cual él volvió a bajar el periódico con una sonrisita de suficiencia. Ella no se dejó inmutar y lo miró ceñuda—. ¿De dónde sacaste esto?

—Yo lo hice.

—¿Tú? —instó, incapaz de ocultar su incredulidad—. ¿Tú lo hiciste?

—Eso dije.

—¿Tú fuiste casa por casa a tomar las quejas y recomendaciones de los arrendatarios? —le espetó, presionando los ojos de forma suspicaz—. ¿Tú?

—Sí —respondió sin más, haciendo un gesto como pidiéndole permiso para poder continuar con su lectura. Jasmine parpadeó, confusa, apartando la silla a su lado para tomar asiento.

No lo entendía, ¿podía ser realmente cierto? ¿Acaso Bastian había hecho algo por su hogar? ¿Había en realidad trabajado? Lo miró de soslayo, aprovechando que una vez más estaba entretenido en el periódico, y lo estudió a conciencia. Le resultaba muy difícil de creer que él lo hubiese hecho, pero eso en cierto modo explicaría su ausencia los días anteriores y si debía ser completamente honesta, ella sabía que esos papeles estaban escritos de su propia mano. La letra de Bastian era muy fácil de reconocer, tendía a inclinar las palabras por completo hacia la izquierda y constantemente causaba marcas ininteligibles pues arrastraba la tinta con el puño. Y esas hojas estaban llenas de sus marcas y borrones, lo que sin duda atestiguaba que eran suyas pero no explicaban por qué lo había hecho.

—¿Por qué? —inquirió, antes de reparar en ello. Bastian suspiró, espiándola por encima de las páginas del periódico—. ¿Por qué lo hiciste? Digo...

—De ese modo podría evitarme tener que hacerte de escolta mientras te lanzas de los caballos...

Ella puso los ojos en blanco.

—Se asustó —lo corrigió, sin apenas inmutarlo.

—Te tuerces el tobillo...

—A lo cual tú colaboraste —añadió sobre su voz.

—Y te pones a seducir médicos de quince años.

Jasmine sonrió sin poder evitarlo.

—Estoy segura que tiene más de quince.

—Ese no es el punto de todos modos —musitó, llevándose una tostada a la boca.

—¿Cuál es el punto entonces?

Una ceja rubia se disparó hacia arriba, mientras mascaba la tostada sin apartas sus ojos celestes de ella. Tragó.

—¿No puedes solo aceptar que está hecho y agradecerlo?

—No es mi estilo —repuso ella, haciendo un gesto a un lacayo para que le sirviera. Jasmine ya había desayunado, pero en ese momento pensaba que era necesario compartir unos segundos extra con su esposo e intentar dirimir qué se traía entre manos—. ¿Por qué lo hiciste?

—Ya te lo dije —masculló, al parecer comenzando a perder la paciencia.

Ella agradeció el té al lacayo, mientras observaba como Bastian se escondía una vez más detrás del periódico. El lacayo terminó de disponer algunos dulces frente a ella y con una reverencia se apartó hacia su lugar, Jasmine volvió su atención a su esposo.

—¿Tú qué ganas? —Él suspiró pesadamente, elevando la mirada hacia ella con impaciencia. No respondió—. No me culpes por desconfiar, tú no haces nada porque sí.

—Quizá... —comenzó a decir, pero finalmente sacudió la cabeza y regresó la vista hacia su lectura.

—¿Quizás qué? —Bastian continuó en silencio, ignorándola.

Jasmine soltó una maldición por lo bajo y sin pensarlo siquiera, se puso de pie en un exabrupto y le arrebató el periódico de las manos antes de que él pudiese reaccionar. Tras ese inesperado movimiento, se miraron en un suspendido instante de silencio como si ninguno en realidad supiera cómo proseguir a partir de allí.

—Mujer exasperante —dijo él finalmente, tirando de su mano para intentar zafar el periódico. Jasmine lo aferró con mayor determinación y él soltó un quejido entre dientes—. Solo quería evitar que salieras a montar como una estúpida con el tobillo herido —masculló, con una expresión en su rostro difícil de leer—. Porque puedo apostar lo que no tengo a que ese era tu plan para hoy.

—Claro que no —mintió al instante. Pues en realidad era exactamente lo que iba a hacer, tenía que terminar de visitar a sus arrendatarios para poder comenzar a pensar en las mejoras que debían hacerse. Pero eso ella no se lo iba a admitir, nunca. Bastian se cruzó de brazos, dándole una elocuente mirada de escepticismo—. Soy muy consciente de que debo tomármelo con calma, no pensaba salir a montar. —Él enarcó ambas cejas sin abrir la boca, Jasmine bufó ante su estúpida pose—. No... pienso hacerlo ahora.

—Mucho mejor —la aprobó, sonriéndole brevemente.

Ella se dejó caer de regreso en su asiento, mientras Bastian recuperaba su arrugado periódico y lo dejaba doblado a un lado de su brazo.

—Gracias —musitó tras un largo minuto de mutuo silencio, él la miró con los ojos entornados—. No me fío por completo de tus intenciones, pero me has ahorrado tiempo así que... gracias.

—¿Por qué incluso tus agradecimientos me suenan como un regaño? —le espetó con una sonrisita de burla.

—Porque quizá es lo único a lo que me has acostumbrado, ¿no te parece?

Él presionó los ojos como si se detuviera a pensar en ello por primera vez.

—Supongo que tendré que acostumbrarte a que seas más cariñosa conmigo... —murmuró tras encogerse de hombros como si estuviese comentando el clima.

—Para que eso pase, tú deberías a volver a nacer.

—Qué ruda, esposa. Estoy seguro de que te gusto mucho más de lo que quieres admitir... —Hizo una pausa, estirando una mano para aprisionar la suya contra la mesa. Jasmine jadeó por el repentino movimiento, pero no atinó a apartarse—. Pero está bien, creo que los dos somos unos terribles mentirosos.

—¿A qué te refieres con...?

—¿Milord? —El llamado de Humphrey la interrumpió a media frase, mientras Bastian la sostenía en su lugar con su mano y una mirada de la que se sentía incapaz de liberarse. Entonces él parpadeó y arrastró su vista hacia el mayordomo—. Disculpen, milord, mi lady. Tienen una visita.

Jasmine frunció el ceño preguntándose quién podría estar haciéndole una visita a horas tan tempranas. No era muy cortés que se diga ese tipo de acciones y al parecer por la mente de Bastian paseó ese mismo pensamiento, pues la soltó de muy mala gana para disponerse a tomar la tarjeta que le ofrecía Humphrey. Y aunque inicialmente su rostro no evidenció ninguna alegría por tener que responder a una visita, eso quedó eclipsado en el momento en que sus ojos repasaron el nombre que firmaba la tarjeta. Jasmine vio como los labios de Bastian lentamente se curvaban en una sonrisa, al tiempo que devolvía la tarjeta a la bandeja de Humphrey y se volvía en dirección al mayordomo.

—Hazlo pasar —dijo sin ofrecerle ningún tipo de explicación a ella.

Jasmine abrió la boca con la intención de protestar, pero en ese mismo instante alguien atravesó la puerta del comedor y fue directo hacia Bastian. Su esposo se puso de pie, al tiempo que el invitado lo levantaba del suelo y lo aprisionaba en un sólido abrazo. Ella parpadeó con sorpresa, pero no le tomó más de un minuto reconocer al hombre que tenía enfrente. Casi tan alto como su esposo, de cabello moreno, levita azul oscura de corte perfecto y unos pantalones de color arena que creaban el contraste indicado por los modistas más exigentes, lord Ihan Keller era difícil de confundir o siquiera pasar por alto. El hombre de veinticinco años exudaba la elegancia y el carisma de un miembro del parlamento, a pesar de que era lo más alejado de eso.

Jasmine lo había conocido el día de su boda, de entre los pocos asistentes que había habido durante la pequeña ceremonia, la familia Keller había sido exclusivamente los únicos invitados que Bastian pidió tener: Ihan Keller, Juliana Keller, Virginia Keller y lord y lady Radford. Su familia, según se habían presentado ellos mismos ante ella, las personas que lo habían aceptado en su casa luego de que el conde lo obligara a escapar. Al menos eso sabía ahora y eso la hizo mirar a lord Keller desde una nueva perspectiva.

—¡Marset! —exclamó en ese entonces el aludido, dándole una palmada fuerte en el hombro a Bastian—. Se te extraña en Londres, pensábamos que el duque había logrado arrastrarte al campo de honor después de todo.

—En ese caso habría estado de regreso bastante rápido, ¿no?

Keller rio entre dientes, antes de mirar brevemente en su dirección y toparse con sus ojos.

—Mi lady... —dijo, pareciendo en verdad sorprendido de encontrarla allí, en su propia casa. Donde evidentemente vivía—. Le pido me disculpe, no la había visto. —Jasmine se puso de pie para responder la reverencia que él le ofreció y entonces lord Keller se aproximó para tomar una de sus manos y rozarla con sus labios—. Luce usted encantadora, como de costumbre. Y debo decir que no he visto nunca Eythorne House en mejor aspecto del que tiene ahora, ha hecho usted maravillas en un tiempo muy corto. La felicito.

—Deja de camelarla, Ihan —lo cortó Bastian desde atrás, a lo cual Keller respondió con una sonrisa burlona.

—Me disculpo, milord —le dijo, volviéndose hacia él—. Tengo por costumbre expresar todo lo que pasa por mi mente, más cuando la presencia de una mujer hermosa nubla mi juicio y me rebaja a la triste tarea de ser nada más que un adulador.

—Lo que pasa muy seguido —añadió Bastian, divertido.

—Lo que lastimosamente... —repuso Keller, mirándola con aire soñador—, pasa muy seguido.

—Basta ya, lord Keller, soy demasiado sensata para creer nada de lo que dice.

—Hace bien, mi lady —aseveró riendo con brevedad, entonces se dirigió a Bastian una vez más—: Estoy de camino a Deal y pensé en hacerte una rápida visita.

—¿El vizconde te ha solicitado?

—Piensa que puede ganarme al invitarme a su fiesta de aniversario. —Sacudió una mano como si aquello le pareciera ridículo y sin dejar de hablar con Bastian, tomó asiento al parecer dispuesto a compartir el desayuno con ellos—. Ustedes deberían ir, ¿les ha llegado ya la invitación?

Él la miró al mismo tiempo que ella lo miraba, no pudo decir si Bastian estaba o no al tanto de la fiesta de los vizcondes de Radford, pero claramente no tenía ninguna intención de que ella lo acompañase a dicho evento.

—Aún no —musitó su esposo, regresando su atención a su amigo.

Eso fue todo lo que necesitó Keller para lanzarse en una larga disertación sobre su disgusto para con su padre. Cualquiera que fuera alguien, sabía bien que lord Radford había desheredado a su único hijo varón y que desde entonces lord Keller no le dirigía la palabra a su padre. En contra partida vivía con su tía, la cual era una viuda que había quedado en una gran posición económica y que al no tener hijos, había nombrado a Ihan Keller como su heredero. El joven era, y siempre había sido, un mimado aristócrata mantenido; si Bastian no había trabajado un día en su vida, lord Keller tenía su contador en negativo. Pero era carismático, simpático, bien parecido, heredero de una cuantiosa fortuna y para disgusto de su padre, el sucesor directo de su título. Lo cual lo convertía en la compañía perfecta y el sueño de más de una dama interesada.

—¿Y cómo está el heredero de la fortuna Marset? —inquirió entonces, regresándola a la conversación.

—En perfecto estado, milord, gracias por preguntar —respondió con una sonrisa cortés. Aunque en su fuero interno se preguntaba si siquiera sería capaz de heredarle un penique a Ryan en un futuro. Bastian no tenía ninguna tía rica que lo quisiera tener bajo su ala y según lo que acababa de descubrir sobre él, ni siquiera era merecedor del título que ostentaba.

—Tienes que verlo, Ihan, seguro su rostro se te hará familiar —comentó Bastian, ganándose una mirada intrigada por parte de su amigo.

Ellos acordaron ir a ver a Ryan una vez terminaran el desayuno y cuando finalmente ella se vio liberada del labor de anfitriona, se dirigió al estudio con toda la intención de continuar con su trabajo. En vista de que Bastian le había ahorrado gran parte del tiempo, no hacía falta más que ponerse manos a la obra para demostrarle a Theo que esa finca merecía una oportunidad.

***

Jasmine recordaba haber leído una nueva técnica para el rotado de cultivos que podría servir para la finca, pero no podía precisar exactamente de quién. Repasó los papeles que tenía cerca, abrió uno de los libros sobre agricultura más reciente y, por lo tanto, más moderno que había, pero no fue capaz de dar con lo que necesitaba. Se puso de pie y salió del estudio en dirección a la biblioteca, normalmente Humphrey solía ordenar todo de modo que lo más nuevo estuviese a mano y tenía la esperanza de hallar el escrito allí.

Ingresó en la biblioteca con paso apresurado y comenzó a pasear la vista por los artículos que sabía que trataban sobre agricultura, sacó unos pocos y los observó por encima sin mucha suerte. Y justo cuando se disponía a tirar todo al suelo para facilitar su acceso, alguien se aclaró la garganta a sus espaldas. Jasmine dio un respingo volviéndose de forma automática y se encontró con los ojos castaños de lord Keller fijos en ella.

—Milord no lo había notado.

Él sonrió, levantándose de la butaca en la que estaba sentado y cerrando el libro que tenía en sus manos.

—Creo que los dos pecamos de despistados entonces, mi lady. —Ella aceptó la observación con un breve movimiento de su cabeza y él dio unos pasos acortando un tanto sus distancias—. Parecía buscar algo con urgencia, ¿quizá pueda ofrecer mi ayuda?

—¿Se mueve con destreza en bibliotecas ajenas? —inquirió sin poder retener el leve rastro de burla. Él rio sin molestarse.

—Tengo una especie de don con los libros, lady Hastings. Me pasa desde niño... —murmuró, comenzando a caminar en su dirección mientras pasaba distraídamente un dedo por el lomo de los ejemplares—. Es como si me hablaran.

—¿En verdad? —preguntó en voz queda. Keller se detuvo, sacó el libro que había quedado bajo su mano y tras una pequeña inspección volvió a colocarle en el estante.

—Dígame qué busca y le demostraré lo bueno que soy moviéndome en nuevos territorios.

Los ojos de Keller se detuvieron en su boca un segundo más del necesario, antes de que los arrastrara perezosamente hacia los suyos en una insinuación que se le hizo bastante evidente. Jasmine parpadeó, no sabiendo precisar exactamente en qué momento él se había acercado tanto a ella, al punto en que sólo harían falta dos pasos suyos para que la posición en la que estaban se tornara algo comprometedora. Sonrió, mirando sin mirar los papales amontonados en los estantes a su izquierda y él siguió su movimiento con interés.

—Busco... —se detuvo, mirándolo y él enarcó ambas cejas, mostrándole toda su atención. Algo que a ella la desconcertó un tanto—, algo sobre cultivos.

Keller asintió, al tiempo que se comía las nimias distancias entre ellos y la obligaba a apretarse contra los estantes de libros como reacción instintiva. Jasmine lo observó, confusa, reparando en que este hombre era amigo de Bastian y que eso probablemente le habría tenido que servir de advertencia como para no estar a solas con él en ningún sitio. Pero ese pensamiento sensato poco le importó cuando Keller extendió una mano con lentitud y la posó delicadamente en su mejilla, casi como esperara que ella saliera corriendo. Y una parte de ella quería hacerlo, pero no lo hizo y él tomó su quietud como una aceptación de su caricia, pues con su pulgar trazó un camino hasta su barbilla y entonces posando el índice debajo empujó su rostro hacia arriba, haciendo que sus ojos se encontraran. Jasmine no se movió, simplemente lo observó mientras el hombre le sonreía sabedor de lo que sus hipnóticos movimientos eran capaces de lograr.

—Es usted una mujer bellísima —musitó él, respirando pesadamente cerca de sus labios.

—Lord Keller —intentó apartarse, pero él la tenía sujeta por la barbilla y no había dónde ir, los estantes ya estaban pegados a su espalda.

—Ihan —la corrigió, recorriendo con sus ojos su rostro—. Por favor, llámeme Ihan.

—Lord Keller —repitió, logrando que él esbozara una sonrisa triste—. No debería...

—No, no debería, ¿pero siempre hace lo que debe? —la interrumpió, inclinándose para posar un quedo beso en la comisura de sus labios. Jasmine dio un respingo y él le dio un pequeño espacio al retroceder—. Conozco su acuerdo con Bastian y me parece difícil creer que una mujer hermosa como usted, se recluya en Kent y renuncie a cualquier tipo de... diversión.

—Se equivoca —logró decir, aunque su mente se había quedado pasmada al saber que Bastian había hablado de su acuerdo con alguien tan indiscreto como lord Keller.

—Entonces sí se divierte... —musitó sonriente, malinterpretando sus palabras adrede. Keller volvió a inclinarse hacia ella y sin ningún tipo de aviso o instante de vacilación, presionó su boca con un abrasador y posesivo beso que la cogió con la guardia baja. Jasmine no pudo ocultar su sorpresa y como primera respuesta intentó apartarlo con un empujón, pero su cuerpo era evidentemente más grande y pesado que el de ella por lo que ni lo inmutó. Su pobre protesta murió cuando la lengua de lord Keller trazó su labio inferior con una leve caricia, antes de que lo tomara entre sus dientes y le diera un pequeño jalón que le robó un quejido de su garganta. Jasmine sintió algo extraño apretarse en su estómago y se sintió incapaz de negarle la entrada a su boca cuando él profundizó el beso y la estrechó por la cintura para apretarla contra la dureza de su cuerpo.

Aquello fue más de lo que Jasmine pudo soportar, jadeó derrotada y finalmente le devolvió el beso, dejando que su lengua se encontrara con la de él. Permitiendo que sus manos se ahuecaran en su trasero y la jalaran descaradamente contra la protuberancia que comenzaba a despertar en sus pantalones. Era una acción tan impúdica, tan poco propia de una dama que decidió sacar el mayor provecho de ello. Pero entonces él se apartó lo suficiente como para mirarla a los ojos, Jasmine lo observó a su vez; unos ojos castaños y calculadores le devolvieron la mirada con satisfacción. Era la mirada de un hombre acostumbrado a salirse con la suya, la mirada de un hombre que se sabía vencedor incluso antes de iniciar la partida.

Hizo una mueca ante ese pensamiento y colocando una mano sobre su hombro, le pidió que la soltara. Él lo hizo sin protestar.

—Mi lady...

—No otra vez —lo cortó ella, ganándose un gesto extrañado por su parte. Jasmine cargó sus pulmones con una necesaria bocanada de oxigeno—. No vuelva a hacerlo, lord Keller.

—¿No? —inquirió con una falsa nota de incredulidad en su timbre. Estaba claro que él solo intentaba picarla—. ¿Segura?

—Bastante segura.

Él asintió con suavidad, dando un ligero paso hacia atrás.

—Estaré por aquí unos días por si cambia de opinión —le dijo, al tiempo que le tendía un papel doblado pulcramente. Jasmine extendió una mano para aceptarlo y entonces notó que se trataba del texto sobre agricultura que ella había estado buscando.

—¿Cómo...?

—Ese es un secreto que no puedo develar —le dijo, sonriéndole como si los últimos minutos entre ellos jamás hubiesen pasado—. En fin, recuerde que si cambia de opinión.

—Ya te dijo que no, Ihan. —Ambos miraron de forma automática hacia la puerta, siguiendo el sonido de aquella voz. Lord Keller se volteó, dejando convenientemente varios centímetros de distancia entre ellos, y entonces Jasmine se encontró con los ojos celestes de Bastian fijos en su persona.

Y por el modo en que éstos permanecieron en ella mientras Keller se despedía con una reverencia y salía del recinto en silencio, Jasmine supo que Bastian había visto lo que había ocurrido allí. Pero eso no debía de importar, ¿cierto? 

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Neil: Para familia como esta, ¿quién necesita enemigos no?

Lucas: O_O hombre, en esos tiempos la familia se portaba algo raro. 

Jace: ¿Deberíamos darle la bienvenida o...?

Ihan: No hay motivos para no hacerlo, no he ofendido a nadie.

Neil: ¡Casi te comes a la esposa de tu mejor amigo! 

Ihan: Él no la ama.

Jace: Pero... están casados.

Ihan: Ella tampoco lo ama. 

Lucas: En fin, por qué no hacemos esta dedicatoria y lo dejamos estar. Si ellos están bien con esas cosas, ¿quiénes somos para discutirlo? 

Neil: De acuerdo, ¡Harry Potter!

Andy: ¿Qué?

Neil: Jajaja me encanta como responde al nombre. Hemos sorteado esta dedicatoria por Instagram y esta lectora que fue la primera en responder, te ha escogido.

Andy: Genial, me alegro tanto que la gente se acuerde de mí a pesar de todo. Y sobre todo un agradecimiento especial para dai_just_me95 que no le permite a Tammy olvidarse de mí. Para mis lectores, esta semana tendrán noticias mías. Dai, mil gracias por pedirme, espero que te haya gustado el capítulo y pronto nos estaremos leyendo en mi historia. ¡Besos!

Neil: Saludos para le bella Dai. En cuanto a los demás, seguiremos sorteando cosas en IG así que no dejen de seguirnos en tammytfboys. Somos la cuenta más caliente y más genial de Instagram.

Dimo: ¬¬

Neil: Luego de la de Dimitri, claro. 

Evan: Por último, queríamos mandarle todo nuestro apoyo a Camila y esperamos que se recupere pronto, ya que está pasando por un momento complicado con su salud. Un abrazo enorme para ella y su familia de parte de todos nosotros y sobre todo de toda la familia lapplectoras

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