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O2》Welcome to Biloxi, Mississippi

Los días fueron pasando lentamente, era el sueño de todo amante de gato estar en esta vida, que se reducía en:

Comer- Amamantarse de leche.
Jugar- Empujar a las otras crías para llegar a mamá y comer.
Cagar- Todo lo que se comía debía salir también.
Y por último... Dormir.

No tenías que trabajar para ganar dinero para comer. No tenías que estudiar para ser algo en la vida. No tenías que limpiar tu entorno, estabas como se quería y ya.

Los primeros meses al menos era interesantes los aromas dentro de la caja en la que la señora gata había dado a luz, mis hermanos se movían mucho y a veces hacían que tropezara con mis patitas. Cuando comenzó el sexto mes de vida, la curiosidad era demasiado fuerte por lo que algunos se animaban a ver por encima de las orillas altas de la caja de cartón, la señora y mamá, cada dos por tres parecía reacia a mi extraño comportamiento.

Es decir, tenía ganas de probar que tan posible era pararse en dos patas y ver el mundo de afuera. Sin embargo, ella me volvía a rebajar con el agarre en el pezcuezo, que por reflejo mi cuerpo padecía un control de inamovibilidad, era frustrante.

Al octavo mes, ya ninguno podía quedarse quieto, todo lo que hacía era impulsar a mis hermanos a que meimitaran por curiosidad, tanto que mamá se hartó y cruelmente me empujó fuera de la caja, vi la vida corta pasar por mis ojos e intente cubrir mi cabeza pero como toda caída siendo una bola terminé rodando por el suelo. Maulle en llanto por el susto de muerte, ni siquiera la gata me vino a dar atención sino que cuando la vi donde estaba la caja, la indignación erizó mi piel en enojo.

La muy... gata estaba ayudando uno por uno, con cuidado a que mis hermanos bajaran al suelo con agarrarlos del pescuezo, mientras que a mi... Que me parta la cabeza, tal vez había dicho. Algunos inclusive me miraban burlon es, mientras que mi pecho aun subía y bajaba cual taquicardia, intenté calmarme. Pero al parecer mi madre tenía otros planes, ya que empezó a caminar hacia fuera del callejón.

Con mucho cuidado íbamos tras ella, en hilera, claramente tuve que correr hasta alcanzarla. En cada paso que dábamos, un humano y un niño humano se llevaba a un hermano. Y tristemente yo no tendría el mismo destino, ya que justo llegaba un niño hacia mi todo emocionado por mis ojos dorados cuál miel, venía la madre lo obligaba a bajarme.

Me terminé quedando por vários meses mas con mamá, hasta que al cumplir los 10 meses, ella ya no despertó. No sabía realmente cuánto un gato como yo vivía, pero me sentí muy sola después de intentar despertarla con algunos estirones de oreja o lamidas en su rostro, sin embargo no escuchaba ni veía movimiento de siquiera estar respirando, llegando a esa conclusión. Estaba sola en una ciudad, en un cuerpo de gato y tenía mucha hambre.

No era que los cuatro meses con que estuve junto a ella hayan sido en vano, me había enseñado a matar ratones sanos, me enseño a sanarme en caso de envenamiento y por último me enseño a pedir comida, o robarla.

Era una madre muy buena, a pesar de que me haya tirado de la caja, me enseño lo que pudo y ahora solo había que empezar a aceptar su vida solitaria de gata callejera.

[...]

Al cumplir los 11 meses, tuve mi primer encuentro con un perro, era un rotwailer bastante viejo y dueño de un lugar abandonado, al cual me había refugiado en tiempo de mucha lluvia. Me quiso atacar, pero al suplicarle por mi vida pues se detuvo, por muy raro que parezca, el perro también era un reencarnado como yo y en otra vida se llamaba Jim Gordon. Aunque ahora se hacía llamar Piraña.

Alrededor de un mes estuve a su lado, aprendiendo más, tal vez no de mi raza o especie pero si a sobrevivir en la calle. Lo cual, Piraña me enseñó a ganar batallas con animales grandes y pequeños, me gané mi prestigio y respeto a sangre, pasión e instinto de supervivencia. Tuve que matar a muchos para sobrevivir, en alguna de esas también me había ganado cicatrices de cada una.

Llegando a cumplir 12 meses, por una fuente confiable, Piraña me reveló las informaciones que necesitaba desde que había nacido como gatita. Y esa era:

1. Estaba en Biloxi, Mississippi.

2. En el año 1916.

3. Y los gatos de mi raza vivían sólo 15 años de vida.

Por lo que si realmente quería tener algún día lo que mis hermanos sí pudieron, debía apurarme, ya había cumplido un año y me quedaban 14 años para vivirla.

Oficialmente, piraña me dejó a mi suerte en ese mes, y me dio la bienvenida con un nuevo título.

«Bienvenida a Biloxi, diabla»

Siendo así como, volví a emprender mi viaje solitario nuevamente.

En busca de un destino y un hogar.

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