No confío en el que se proclama a sí mismo como "buen hombre".
Ni en el que me llora por no tener toda mi atención.
Esos solo quieren robar tu independencia, tu tiempo y si les es posible:

tu alma.

No confío en las víctimas eternas, ni en los que van por la vida queriendo arreglar a otros.
En realidad, yo no creo en el hombre. Creo en las almas,
y si ese hombre es más hombre que alma,
entonces con toda seguridad he de afirmar que es bestia.
Y las bestias buscan cualquier excusa para arrancarte las entrañas.
Al primer disgusto ellos estarán más que convencidos de que deberás poner la otra mejilla.

No confío en el que se proclama a sí mismo como "buen hombre",
porque siempre titubean cuando lo afirman.
Porque no pueden sostener la "verdad" ni con la mirada,
y no olvido que los ojos son la ventana del alma.
Porque al primer descuido te llamarán "perra".
Porque te verán como un objeto defectuoso que solo ellos podrían arreglar...
¿Y cómo precisamente lo harán?

No confío en el "buen hombre", porque si hasta yo dudo de mi bondad, ¿por qué no dudaría de la del "buen hombre"?

-Frieden