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Capítulo tres: felices recuerdos.

El hospital ya no era la principal preocupación, al levantarme me entregaron una justificación para tomarme una semana libre. Al salir del hospital con Bonnie y Stu, mi padre habló:

"Puedes dejar de lado el trabajo, es necesario. Puedes seguir trabajando en el cine, pero como tu padre te recomiendo que no vayas conmigo más".

Traté de ignorar la mirada de desaprobación de mi padre Stu al reír y girar levemente la cabeza. Bonnie, en cambio, me observaba con sus ojos temblorosos, esperando que rompiera el incómodo silencio. Abandoné la mano de papá, me rasqué el hombro avergonzado y sonreí, asintiendo.

A veces, las palabras no son suficientes para expresar lo que sentimos. Mi hermana me abrazó por la cintura y caminamos por la acera, mientras la gente nos miraba. Aquello me hizo verdaderamente feliz.

...

"Tienes gente que te valora y te respeta. Si algo te sucediera, estarían muy tristes".

"No te preocupes, solo tengo dieciséis años. No moriré por trabajar un poco Fang"

El tono de Fang cambió, acusándome de ser torpe y de ocultar mis sentimientos tras una sonrisa falsa. Insistió en que dejara la fachada de fortaleza y mostrara mis verdaderas emociones.

"Siempre intentas aparentar ser fuerte. Debes dejar esa fachada de lado"

...

En ese momento también cometí un error: la forzaba a expresar sus sentimientos y pensamientos reales, en lugar de simplemente comprenderla y apoyarla, que es lo que estoy haciendo ahora.

Al salir del trabajo, contemplando las calles mojadas, recordaba los momentos de complicidad con mi amiga en la preparatoria, lo cual me sacaba risas por sus disparates.

"Vamos, Fang, sabes pelear. Llevas un año entrenando. Si le das un golpe a alguien, seguro le darás una paliza. ¡Piu, piu!"

- A veces eras muy torpe - me dije al observar las calles mojadas.

"Fang parece una mujer con ese pelo largo, y mira que yo tengo el cabello muy largo, jajaja".

- A veces eres intensa - reflexioné mientras caminaba por las calles.

"Fang, amo las pelotas. No sé por qué, pero siempre me gustó jugar con ellas. Son muy divertidas".

- A veces eras inexplicable.

"Recuerda, Fang, que la tarea siempre se entrega al último momento, jajaja".

- A veces pensaba que esa madurez tuya se iba inesperadamente.

"Porque eres mi amigo".

- Eras la única que me entendía, porque nadie me aceptaba en el colegio por mi forma de ser y debilidad. A pesar de todo, cuando me sentía desplazado y criticado, tú siempre estabas ahí para sostenerme entre risas.

"¿Cómo te llamas?"

"Soy Janet. ¿Y tú?"

"Soy Fang".

Al llegar a la casa de Janet, no pude evitar reír por los disparates que decía la antigua Janet. Al apoyar mi cabeza en la puerta, esta se abrió lentamente, revelando a Janet con una expresión sorprendida.

- Guau, eso fue inesperado - bromeó Janet.

- A veces, tu sonrisa es suficiente para alegrarme el día - dije al abrazarla y percibir la calidez en su abrazo.

Aquellas palabras me hicieron sonreír, y con los ojos llenos de emoción, la tomé por los hombros y le di una suave cachetada en la mejilla.

- Eres una tonta. Te ofrecí mi ayuda el otro día y la rechazaste - le reproché con firmeza, pero Janet, tocándose la mejilla, respondió de forma ingenua: "¿Yo? No recuerdo haber hecho algo así".

Después de reír, me despedí de ella alborotando su cabello, tal como ella lo había hecho días atrás. Aunque Janet gritó mi nombre al intentar retenerme: ¡Fang!

Al voltear, la vi rascarse la nuca entre risas: "Tenemos pastel, ¿no te gustaría pasar?", me dijo.

Esa simple invitación fue suficiente para hacerme regresar la mirada hacia ella. La confianza no se adquiere de la noche a la mañana, se gana con nuestras acciones. En este momento, algo dentro de mí me dice que ella ha aprendido la lección hoy.

- ¿Por qué hicieron pastel? - pregunté al acercarme a su casa y finalmente entrar.

- Simplemente quise comprar uno, ¿no crees que a veces vale la pena consentirse un poco? - Janet sonrió, y mientras lo hacía, solo pude detallar su dulce sonrisa en mi mente, guardándola como un recuerdo eterno.

Los minutos pasaron y Los chicos estaban en la habitación de Janet y Bonnie, recordando las locuras que ambos amigos hacían cuando eran jóvenes. Cada vez que Bonnie escuchaba las historias, sus ojos brillaban de emoción. Mientras el viento abría la persiana y el sol entraba resplandeciente, Stu tomó una foto en secreto. Después, cuando escuchó a Janet hablo: "¿Por qué nos tomas fotos?" Stu bajó las escaleras y colocó la foto al lado de otra donde Janet y Fang, a los trece años, sonreían mientras compartían una comida.

- Otra más para la colección - dijo Stu.

En este capítulo, he decidido profundizar en el desarrollo de Fang 🤫🤫🤫 mejor borra la cuenta zzz.

Imagen para matar la tensión.

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