Capitulo seis: ¿vela sin empatía?
La vela podía extinguirse en cualquier momento, ya sea mediante la fuerza mental o física, o incluso por la necesidad de apagar la pequeña llama interna. En ocasiones, la vela simplemente carecía de la suficiente resistencia y una brisa fuerte era capaz de apagarla.
La vela podía resultar insuficiente o disminuida y obligarse a extinguir esa pequeña llama.
Existen tantas velas de diversos colores y duraciones, algunas con mayor resistencia, otras que se apagan con el viento de la vida y unas más que se obligan a extinguirse.
La vida es tan magnífica, ¿no lo crees?
La gentil Janet se encontraba hablando consigo misma, observando una pequeña vela a punto de apagarse. A pesar de que la cera se fundía en el gavetero, la joven miraba con vivacidad la vela, sonriendo y aguardando a que el brillo extinguiera finalmente su propia luz. Por caprichos del destino, finalmente se apagó, sumiendo la habitación en la oscuridad. A pesar de que Bonnie continuaba dormida, Janet sonrió y expresó: "Hay velas que iluminan a otras y al extinguirse debilitan las llamas de las demás".
"No quiero ser esa vela"
Fue su última declaración antes de quedarse dormida en paz, pensando en el agradable día que compartió con Fang. "Fue un día maravilloso a pesar de las travesuras de Fang. Es reconfortante saber que al menos se preocupa por mí", murmuró Janet ya dormida.
El dulce amanecer finalmente llegó y mientras un mechón de pelo de la chica se asomaba en su boca, ella abrió los ojos. Frotándolos, miró la hora y con una sonrisa en el rostro pronunció en voz baja: "hora de trabajar".
Al llegar al lugar de trabajo, la talentosa y encantadora Janet estaba sirviendo palomitas a un cliente. Fang la saludo tras un toque leve en su espalda con una sonrisa tonta y me dijo: "Hola Janet... ¿No saludas a nadie directamente y solo te pones a trabajar?", murmuró el karateka.
- Vamos Fang, no seas así. Simplemente quiero seguir durmiendo jeje - respondió Janet entre risas y con los ojos cerrados.
- ¿Estás durmiendo en la caja registradora? ¿No crees que el jefe te verá? Apuesto todo lo que tengo a que ayer de nuevo no pudiste dormir - dijo Fang.
Janet se ruborizó levemente y levantó el rostro de la caja registradora al escuchar sus palabras. "Yo, la apasionada Janet con mi perfección absoluta, puedo dormir con facilidad. Sin embargo, hoy Bonnie tuvo que despertarme - mintió Janet, sin querer revelar la verdadera razón por la que había podido dormir tan rápido.
- Me alegro, tonta. Recuerda que si tienes un problema, aquí estoy - dijo Fang con cariño, tocando la mejilla de Janet y jugando con su cabello antes de alejarse.
Aunque no entendía por qué Fang le tenía tanto cariño, Janet se acercó a él y lo abrazó por la espalda, hundiendo su rostro en la camiseta de Fang. Al sentir la cálida respiración de Janet en su espalda, Fang se volteó para mirarla, sorprendido.
- ¿Janet? - preguntó Fang, desconcertado por las acciones de la chica.
- Solamente un minuto más - murmuró Janet entre un leve rubor, disfrutando del momento. Sin embargo, su jefe los regañó y los instó a retomar sus labores.
A pesar de todo, aquel día sencillo y especial había logrado que una sonrisa se dibujara en el rostro de Janet. Algo en su interior comenzaba a florecer, como una dulce flor. Aunque se resistía a aceptarlo, anhelaba que Fang la abrazara y la reconfortara, que volvieran a dormir juntos abrazados. Aunque en su mente negaba la posibilidad de ser amor, su corazón parecía contradecirla en cada instante.
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