Capitulo cuatro: un segundo más.
Fue gratificante disfrutar de la velada en compañía de Janet y su familia, aunque me hubiera gustado quedarme, al ver los cielos en mi decidí entablar una conversación con Janet para despedirme. A pesar de que ella insistió en que me quedara, me sentí incómodo y, buscando excusas, todas fueron rechazadas por Stu, quien mostraba un interés en que me quedara. Noté que ella parecía más feliz de lo habitual. Mientras subía las escaleras hasta la habitación compartida por Janet y Bonnie, tocando la ventana cubierta de polvo, sentí unos brazos rodear mi cintura.
Era Janet, que se recostó en mi espalda y expresó unas palabras inesperadas de agradecimiento.
- Gracias por preocuparte - dijo ella con una leve sonrisa.
Al separarnos, nuestras miradas se encontraron y Janet colocó sus manos en mi pecho. Nos sentimos un poco extraños por la presencia del otro, mientras la noche nos envolvía con su cariño y los grillos cantaban en el exterior. Tomé el rostro de Janet y nos acercamos lentamente el uno al otro, hasta que un suspiro repentino rompió la tensión previa al beso, interrumpido por las risas de Bonnie.
- Lo siento - se disculpó Bonnie tapando su boca con las manos, al retirarse despacio mientras ambos reíamos.
Janet me besó la nariz de manera inesperada y me dio un golpe juguetón en la zona del riñón, burlándose de manera simpática. Al abrir los ojos por completo, noté las luces de la calle encendiéndose, haciendo que la habitación tenga una leve luz, iluminando levemente el rostro de Janet.
- ¿Te has quedado en mi casa para robarme un beso, pervertido? - me interrogó en tono bromista, cambiando rápidamente de tema por el ambiente.
- Eres una tonta Janet - respondí de manera jocosa mientras janet y yo compartíamos una mirada cómplice.
Fang se recostó en mi cama, y el tiempo pasaba lento. Bonnie nos dejó a solas y mientras las horas transcurrían, me di cuenta de que no podía conciliar el sueño, como era habitual. Al acercarme a fang y abrazarlo, sentí su mano guiando la mía hacia su boca para culminar en un beso suave en mi mano.
- No me hagas preocuparme por ti de nuevo, pensé que algo malo te había ocurrido - me confesó fang, transmitiendo su preocupación.
Agradecí su gesto y prometí ser más abierta con mis problemas, aceptando su ayuda. Aunque nunca había sido de revelar mis preocupaciones, la comprensión de fang me hizo reflexionar sobre la importancia de contar con su apoyo.
- Gracias - respondió fang, aliviado por nuestra conversación sincera.
Finalmente pude descansar con tranquilidad, sabiendo que podía contar con el apoyo de fang en todo momento.
Solamente la noche dulce de "Fang y Janet".
La mañana se presentaba resplandeciente, con la salida del sol iluminando el día. Bonnie se despertó temprano y al asomarse a su habitación, no pudo contener la risa al contemplar la tierna escena de nosotros dos abrazados.
- ¿Estás bien, Janet? - susurró la joven, apoyándose en la puerta con la mano en el pecho y un suspiro ligero - Siempre te mueves mucho durante la noche y a veces murmuras tonterías en tus sueños, como si estuvieras atrapada en una pesadilla. Pero esta vez, al entrar en la habitación, te veo con una pequeña sonrisa en los labios mientras abrazas a Fang - comentó, observando cómo su hermana mostraba un gesto sereno en su rostro - Te amo, hermana. Sigue así. (Son una pareja dulce)
El despertar de Janet, unos instantes después de que Bonnie se fuera, la llevó a observar detenidamente al karateka sonriente. Al recostarse, movió su largo cabello que cubría sus ojos. Al ver sus labios resecos, no pude resistir la tentación de tocarlos. Cuando Fang abrió los ojos y sonrió, dijo con alegría: "Buenos días".
Al notar la forma en que me miraba, decidí jugar un poco y le di un suave golpecito en la nariz. Fang me miró con ternura y rompió el pequeño momento con un comentario jocoso: "No golpees tan fuerte".
Fue simplemente un despertar entre dos bromistas.
Fang y Janet
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