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capitulo cinco: una salida tranquila PT2

La agradable caminata apenas iniciaba su curso, pues al detenernos en las calles Fang me condujo de forma inesperada a un pequeño restaurante. Al principio no presté mucha atención, pero al percibir el delicioso aroma de una salsa exquisita, mi paladar se despertó. A pesar de no ser aficionada a la comida grasosa, el tentador olor del pollo rostizado me cautivó por completo. Fang, con una sonrisa, me invitó a entrar.

- Sé que no te agrada la comida grasosa, pero debes probar este pollo, Janet. Te aseguro que se te hará agua la boca - expresó Fang, tomando asiento en una de las mesas.

Al acercarme, Fang gentilmente me apartó una silla y me ayudó a sentarme.

- ¿Qué haces? - inquirí, confundida.

- Estoy siendo caballeroso, Janet - respondió el karateka.

Al notar las miradas risueñas de los presentes, decidí sentarme en otra silla que compartía la mesa con tres más.

- No soy una princesa, no necesito ese trato especial - comenté, con una mueca molesta.

Fang se rascó la cabeza, y en ese momento el mesero nos entregó los menús, todos con opciones relacionadas con el pollo. Aunque deseaba probar la deliciosa salsa, pedí el pollo que me había provocado tanto, pero Fang solicitó algo para mí en vez de mi persona.

Pensé indignada ante su comportamiento. Resoplé suavemente y murmuré: "Eres un idiota".

Fang me observó con curiosidad y me preguntó por qué pensaba así, pero desvié la mirada y cambié de tema.

- De todos modos, ¿cómo diste con este lugar? - inquirí, en busca de un nuevo tema de conversación.

- Bueno, en realidad no es una historia fascinante. Simplemente andaba paseando cerca de aquí y el aroma me atrapó, al igual que la nostalgia de las viejas caricaturas. Me pareció hipnótico, casi como un sueño - explicó.

- Aunque sea sencillo, resulta interesante si lo piensas detenidamente. Podría convertirse en una anécdota que contar en el futuro jaja - solté una leve risa.

Poco a poco las cosas iban mejorando, incluso nuestra amistad estaba evolucionando. Todo en la vida requiere tiempo y dedicación, incluido el amor.

Cuando por fin trajeron la comida, contemplé el pollo y alcé la mano para llamar al camarero, pero Fang me detuvo, haciéndome sentir algo torpe.

- Janet Sánchez, que disfrutes la comida - dijo el karateka con una amplia sonrisa.

- Gracias, ¡que disfrutes también tu comida! - respondí, volviendo a levantar la mano para pedir la salsa que me llamaba la atención. Sin embargo, me informaron que aquel plato no incluía la salsa y tendría que pagar extra por ella. Miré a Fang con gesto malhumorado, pero él me devolvió una mirada feliz. Me pasé la mano por el flequillo y, al suspirar, recuperé la compostura - Fang, eres un tonto - murmuré antes de pedirle al camarero la salsa que deseaba.

El camarero se retiró, dejando a Fang esperando a dar mi primer bocado. A pesar de que la cita había sido un desastre en mi opinión, al probar la comida, mis manos se ensuciaron de grasa. Mi elegante vestimenta se mancharía tarde o temprano, pero nunca me consideré una princesa, por lo que no le di demasiada importancia.

- Podríamos charlar un poco para pasar el tiempo, si así lo prefieres - sugirió Fang.

- El problema es que nos conocemos desde hace un tiempo y eso es algo natural para nosotros - respondí.

No mentiré, la cita iba fatal y una conversación coherente parecía imposible. Ambos nos mirábamos sin mucho más que decir, Fang intentaba hablar pero las palabras no fluían correctamente de su boca, solo incoherencias como "¿Qué haces?" Me di cuenta de que se esforzaba por mantener una charla entretenida, lo cual no estaba funcionando.

- Lo siento, Janet. Estoy tratando de que todo salga bien, pero no tengo experiencia en este tipo de situaciones y mucho menos en citas con chicas bonitas.

Fang apartó su comida a medias y mientras yo seguía comiendo, escuchaba sus quejas. Miré el pollo grasoso y luego mis manos, sintiéndome un poco fría y desolada.

- (Él no sabe qué hacer, está forzando las cosas y sé que cuando algo se fuerza, nunca funciona) - comenté al apartar mi plato y dejar la comida a un lado. Cuando salí del lugar con paso lento, Fang parecía pensar que yo estaba molesta, lo cual estaba lejos de la realidad. Me asomé y con una sonrisa lo llamé.

- ¿Qué opinas al respecto? ¿Estás de acuerdo en que debemos pagar? - Fang se aproximó, pero fue interceptado por los meseros desde atrás.

Fang procedió a saldar la cuenta y entre risas, Janet se mofaba de manera socarrona, mientras ambos emprendían el camino de regreso a casa. Al divisar una majestuosa laguna cercana, Janet, mostrando cierta inmadurez, se lanzó al agua, dejando a Fang anonadado.

Entre risas estridentes de Janet, Fang intentaba ayudarla. Cuando Janet aprovechó para tomar su mano y lanzarlo también al agua, ambos se encontraron sumergidos con sonrisas en el rostro. Fang, algo irritado, decidió devolverle la broma lanzándose sobre ella. Entre risas, Janet fingió un gesto de enfado para arrancarle una carcajada a Fang, quien se vio obligado a salir a causa de haber tragado un poco de agua. Janet salió del agua riendo por la torpeza de Fang.

Fang, contemplando el crepúsculo con la mente serena, se sumergió en el agua mientras ambos disfrutaban del suave atardecer hasta que la noche finalmente se apoderó del ambiente.

"Gracias, Janet"
refunfuñó el karateka.

Mientras tanto, la sonriente chica miró a Fang y al intentar hablar, el karateka simplemente tapó su boca con un cálido abrazo, el cual la chica de cabello rosa devolvió.

"Si tu mente está llena de preocupaciones, tarde o temprano te harán daño"

"Si tienes una mente relajada y optimista, podrás resolver tus problemas de mejor manera"

Hay tiempo para todo, tiempo para estudiar, leer, reír, amar, llorar, sufrir, gozar y disfrutar.

Entonces deja de preocuparte tanto, Fang. En vez de preguntarte si Janet te ama, disfruta de estar con ella. No fuerces las cosas, deja que todo fluya naturalmente como una flor que florece.

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