Las leyes de la sociedad son tan frías e injustas…

     El vizconde Edmund Chadburn, un hombre respetado, caballeroso, gentil con todos los que lo rodean, incluso con la servidumbre. Ese hombre tan bueno no había logrado el único objetivo que tanto quería: tener un hijo varón que siguiera su linaje de vizconde.

   Rápidamente se puso a la tarea de buscar una esposa. Y tiempo después, se casó con el diamante de la temporada; una joven hermosa, de piel tan tersa como los ángeles, de cabello dorado y ojos azules. Esa joven hermosa logró embarazarse a los dos meses de haberse casado, y finalmente dio a luz al bebé varón que tanto ansiaba el vizconde. Pero ese nacimiento terminó en tragedia, ya que la madre murió al dar a luz al futuro heredero.

  Según cuentan quienes estuvieron presentes aquella noche de tormenta, el vizconde sólo se preocupaba por una única cosa: que su bebé naciera varón y en perfecta salud, en cuanto a la madre, ni siquiera la miró cuando la pobre estaba sufriendo de dolor y se estaba desangrando. Y cuando la pobre murió, el vizconde, tan gentil como decían, estaba exhibiendo al nuevo portador del apellido Chadburn. Tiempo después, el joven heredero tuvo un accidente en el que casi pierde la vida, y ese accidente, lejos de preocupar al vizconde por la casi pérdida de su hijo, más bien le preocupó que su linaje no estuviera a salvo.

Ese accidente lo llevó a contraer matrimonio nuevamente, y esta vez se casó con una joven hermosa como nunca antes se había visto. Ella era la envidia entre todas las debutantes, pues su sonrisa iluminaba todos los salones en los que entraba, y si bien esta joven no tenía el cabello rubio, sino castaño, ni los ojos azules, sino marrones, la seguridad que tenía en ella misma era digna de admirar. Y para complementar sus cualidades, era una excelente bailarina, una musa tocando el piano, amaba leer, por lo que siempre tenía algo interesante que decir y no solo asentir con la cabeza cada cosa que decían sus pretendientes. Esa joven pudo encontrar el amor y tener un final feliz con cualquier joven respetado, en cambio, tuvo la mala suerte de cruzarse en el camino del vizconde Chadburn, caer en su labia romántica y en sus falsas apariencias, y finalmente acabó obteniendo el título de vizcondeza un mes después.

  A los tres meses logró embarazarse, todos esperaban ansiosos la llegada del nuevo heredero Chadburn. La joven ansiaba ver a su primogénito y ofrecerle todo el amor que tenía en su corazón, en cambio el vizconde quería otro varón que asegurara el linaje en caso de otro accidente.

Y una noche de tormenta, igual al parto de la otra vizcondeza, el siguiente bebé Chadburn llegó. Solo que este parto terminó fatal, otra vez la vizcondeza no sobrevivió, pero esta vez el vizconde no estaba feliz… Primero porque el aspecto de ese bebé no era algo que se veía todos los días, aunque su linaje había sido el culpable de tal característica, no dejaba de ser diferente, y cuando algo es diferente muchas veces es repudiado, pero no fue solo el aspecto lo que alarmó al vizconde, sino que ese bebé, era una niña.

Yo soy esa bebé…

¿Quieren conocer mi historia?

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Fecha de publicación: 19 de julio de 2024.