Capítulo 47: Una noticia inesperada.
Ansel:
Nos besamos...
Cuando sentí el roce suave de sus labios sobre los míos, el mundo a mi alrededor se desvaneció, y en ese instante solo existíamos nosotros dos. Era como si todo el dolor que había llevado en mi pecho se desvaneciera, siendo reemplazado por una oleada de calidez y esperanza.
A pesar de que sucedió hace horas, aún lo recuerdo como si solo hubiesen transcurrido segudos: Comenzó con un delicado titubeo, como un susurro de nuestras almas que se encontraban nuevamente, como si el tiempo nos hubiera separado solo para fortalecer la conexión que compartimos.
Nuestros labios se movieron juntos con una suavidad casi etérea, como si cada caricia hablara sin palabras, transmitiendo un profundo anhelo que había crecido a lo largo de las semanas. Sentí que el peso de mi pasado se aligeraba, liberando una luz que iluminaba mi corazón. Cada presión de mis labios contra los suyos era un recordatorio, de que después de la tormenta algo nuevo puede aparecer, de que ese fuego puede volver a resurgir de las cenizas.
La intensidad del momento aumentó, convirtiéndose en una danza ardiente de emociones contenidas. Incluso me imaginé que su corazón latía al unísono con el mío. Mis manos encontraron su rostro, acariciando su piel con ternura, temiendo que al apretar demasiado pudiera perderla nuevamente.
El beso, que había comenzado de manera suave y dulce, se llenó de pasión. Cada parte de mi cuerpo sintió el fuego del momento, por lo que me acerqué más a ella, atrayéndola hacia mí, deseando que nuestras almas se fusionaran en una sola.
—Veo que mi gran amigo permitió que los balcones volvieran a abrirse, —esa voz... ya ni siquiera pide permiso para ingresar en la habitación —Ya me estaba acalorado con tanto encierro.
Voltee a verlo. James se encontraba igual de tranquilo que siempre; con su vestimenta impecable y sus manos entrelazadas en su espalda, pero esta vez, traía en sus labios la sonrisa de satisfacción más grande que le había visto hasta el momento.
—Ella no es Rose...
—Eso lo sé… —continuó, mirándome con esa amplia sonrisa que hacía que sus ojos brillaran con orgullo.
—¿A qué has venido, James? —lo miré con astío —porque creo que no fue para decirme lo caluroso que estabas. Creo que le debes agradecer a mi hermano y no a mí, fue él, el causante de que ese calor abandonara tu cuerpo.
—Siempre tan sensible, —dijo con ironía, y por fin logré borrar esa sonrisa de sus labios para transportarla a los míos —Me preocupa el buen juicio de Jane al fijarse en ti.
Reímos.
—Y a mí me preocupa todo lo que ella logra hacer en mí. —confesé. De nada servía mantenerme en silencio, él es mi amigo, siempre le acabo confesando todo lo que me ocurre.
James, se sirvió un vaso de coñac, y luego le dio un lento sorbo a su bebida.
—Te daré un consejo gratis... no pienses tanto y déjate llevar —dejó el vaso a mi lado, le dio una palmada a mi hombro y caminó hacia la puerta —Tienes visitas en el salón.
🥀🥀
Mientras bajaba las escaleras, disminuí el paso al reconocer las voces que venían del salón de visitas:
—No puedo creer que seas mi cuñada —escuché su risita de emoción —¿Cómo ocurrió esto? ¿Cómo conociste al cabezota de mi hermano? ¿Cómo es posible que ocurriera mientras estábamos de luna de miel? ¿Por qué no esperaron por mí para ser su dama de honor?
Con cada pregunta que lanzaba, podía escuchar su emoción creciendo aceleradamente.
—Mi marquesita, ¿podrías dejar de atacar a Jane con tantas preguntas? —esta vez fue Philips quien interfirió.
—¡Es que es increíble! —escuché su risa melodiosa.
—Tu hermano y yo… —escuché un suspiro —Todo fue tan fugaz.
—Una vez te comenté, que cuando llegara el indicado lo sabrías, ¡y aquí estás, casada con mi hermano! ¡Ahora somos hermanas! —desde aquí podía sentir su emoción contagiosa.
Decidí acelerar el paso para unirme a la conversación.
—¿Cuando dejarás de llamarme así, pequeña enana? —los tres voltearon a verme. Hubiera querido mirar primero a mi querida hermana, pero mis ojos fueron directo a los de Jane.
—¡Ansel! —Lizzy corrió hacia mí y me abrazó fuerte. Mientras que yo decidí alzarla en el aire, besarle las mejillas a la par que reíamos y le daba vueltas en el aire como cuando era pequeña.
—¡Cuidad, cuidado! —gritó mi hermana. En ese instante, la dejé en el suelo y la interrogué con la mirada —No quiero tener una dosis gratis de náuseas. Ya tengo suficiente con las náuseas matutinas.
Mi primera reacción fue: mi corazón acelerado mientras la veía asustado. Luego noté el rostro de felicidad de mi querida hermana y mi cuñado.
—¿Están embarazados? —fue Jane quien rompió el silencio.
—¡Sí! —Lizzy fue alejada de mí para caer en el abrazo de Jane.
Ambas se abrazaron fuerte, unidas en sonrisas y brincos de felicidad.
—Nada nos haría más felices que ustedes sean los padrinos de nuestro bebé —agregó Philips, pero yo aún estaba procesando todo; estaba en shock.
—¿Lizzy, puedo hablar contigo a solas, en la sala de música? —finalmente las palabras salieron de mis labios en un tono desesperado.
Lizzy, me miró con extrañeza, pero luego asintió.
—Claro.
🥀🥀🥀
Había olvidado lo majestuosa que era la sala de música. Al entrar, un aire de nostalgia me invadió al instante. Una vez más, vi sus altas paredes adornadas con paneles de madera oscura, y los candelabros de cristal brillaban con la luz tenue de las velas.
—¿Ansel, qué sucede? —mi hermana se adelantó a preguntar, pues, de un momento a otro, las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.
—Siéntate conmigo.
Fue lo que dije, para luego caminar hacia mi piano de cola, que gracias al personal de limpieza aún seguía pulido y brillante, reflejando la luz que lo rodeaba. Entonces, comencé a tocar la melodía que una vez compuse a través de la tristeza.
—¿Me dirás qué te ocurre? —preguntó ante mi silencio.
—¿No sientes miedo? —voltee a verla —Porque yo estoy aterrado ante esta noticia que me has dado.
Mi hermana me miró sorprendida, pero luego pareció entender cada palabra que le dije.
—Es por Rose, por lo que ocurrió.
No emití palabra alguna, solo sentía cómo mis ojos se cristalizaban a la par que seguía emitiendo aquella melodía. Este, era un nuevo miedo para mí. Y a pesar de todo, ella, con una sonrisa delicada y reconfortante, colocó una mano sobre la mía, para juntos seguir el curso de la música.
—Es todo lo que siempre he querido ¿sabías? —dijo, luego de un largo silencio, donde solo la melodía del piano era la que reinaba en la habitación —Este es un nuevo comienzo para mí, ¿en verdad no estás feliz por mí, por tu hermana favorita?
Su comentario me sacó una pequeña e imperceptible sonrisa.
—Eres la única hermana que tengo, enana.
—Verdad, pero estoy segura que si lo gemelos hubieran sido niñas, aún así yo sería la favorita.
Reímos, pero luego, esa sonrisa en mis labios fue desapareciendo poco a poco.
—No me malinterpretes hermana, me alegra que vayas a ser madre pero, no puedo evitar pensar en lo que podría suceder. La vida es impredecible. —la miré a los ojos —¿Y si algo sale mal? ¿Y si… si sufres lo mismo que ella? Ese ha sido mi miedo constante con respecto a Jane.
Lizzy, inhaló y exhaló, y sin dejar de tocar esa triste melodía que yo comencé a emitir, dijo:
—Ansel, no puedes vivir en la sombra de lo que sucedió. No todo es sufrimiento. Nada me haría más feliz que te abras a la alegría que te otorga la vida, así como lo hago yo.
La entendía, yo mismo he luchado hasta el cansancio contra estos miedos y cicatrices.
—Me aterra que algo como eso vuelva a ocurrir... —dije.
Lizzy, tomó mi barbilla con delicadeza, y me obligó a verla a los ojos.
—La vida nunca estará exenta de riesgos, pero el amor que traerá este bebé es algo que quiero disfrutar... tú también debes arriesgarte y escoger la felicidad... —sonrió —Además de que serás un excelente tío, quizás le ganes a Gael, Erick y los gemelos, y seas el tío favorito.
Verla con esa sonrisa radiante que iluminaba sus ojos igual a los míos, hizo que mi rostro se suavizara y me sacara varias risas. En ese instante, entendí que no puedo vivir en la sombra del pasado, que no siempre me ocurrirán desgracias, que también hay luz en los rincones más oscuros. Lizzy me demostró que no se debe tener miedo al futuro, que simplemente hay que arriesgarse y disfrutar el presente.
—Sin dudas seré el tío favorito —reímos.
Mi hermana, sin pensarlo me hundió en un fuerte abrazo, uno reconfortante y lleno de cariño.
—Nada me haría más feliz, que verte entregándote a lo que la vida te está obsequiando.
—No es tan fácil, pero lo estoy intentando. —suspiré.
Lizzy, sonrió con dulzura. Es increíble cómo una mujer cambia cuando se está preparando para ser madre. Mi hermana, ya no era la niña tierna e ingenua que solía ser, ahora era más... madura.
—Sí lo es —comenzó a tocar en el piano una melodía feliz —Es tan fácil como tocar una melodía alegre… no es por gusto que eres mi hermano favorito, puedes con todo, sé que lo lograrás —sonrió, y yo la abracé fuerte y besé su frente para decir:
—Serás una excelente madre.
Luego, me levanté del asiento y le ofrecí mi mano, para así ir rumbo al salón de visitas.
🥀🥀
Al entrar nuevamente al salón de visitas, mis ojos se posaron de inmediato en Jane. Ella y Philips estaban compartiendo una conversación entretenida, cuyas risas resonaban en el aire.
Jane se veía tan hermosa con ese vestido verde menta. El tono de la prenda realzaba su melena rojiza, creando un impresionante juego de colores que siempre lograba dejarme sin aliento. Pero, lo que realmente cautivó mi atención no fue su bello atuendo, sino el delicado colgante con la perla verde que le había regalado en su cumpleaños, descansando en su pecho. Resplandecía sutilmente, casi tocando el nacimiento de sus senos.
Permanecí unos instantes inmóvil, embelesado por su belleza, como si el tiempo se detuviera en su presencia. Ella, sintiendo el peso de mi mirada, desvió su atención hacia mí, sus ojos marrones con ese peculiar círculo verde en el centro se quedaron sobre mi mirada. Se mantuvo contemplándome, siguiendo la línea que trazaban mis ojos hacia el colgante, para luego formar una fina línea en sus labios, mostrando que entendía mi satisfacción al verla nuevamente con el regalo que una vez me prometió no quitarse.
—Oh, cuñado, —la voz de Philips me devolvió a la realidad, como un balde de agua fría —¿No comienza hoy la feria? creo haber hecho los cálculos bien para regresar justo el día de la inauguración.
Moría de ganas por mostrarle a Jane la feria, y la sorpresa que mandé a preparar para ella.
—Así es cuñado, y eso es justo lo que haremos hoy. Jane aún no visita el pueblo, y este es el mejor momento para hacerlo —tomé la campanilla del servicio y la hice sonar.
A los pocos segundos, una doncella llegó.
—¿Señor, qué necesita?
—Ingrid, manda a preparar el carruaje más grande. Hoy visitaremos la inauguración de la feria.
🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀
Hola, hola.
¿Les gustó el capítulo?
Amo las conversaciones de Ansel y James.
¿Y Lizzy, pensaron que no aparecería?
El siguiente capítulo también estará narrado por Ansel. Cosas lindas ocurrirán en él :)
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