Capítulo 27: Emociones.
Jane.
Dos semanas después.
Hoy es un gran día…
Es un día extenuante y cargado de emociones.
Pero así son las bodas: celebraciones cargadas de alegría, nerviosismo, ansiedad y mucho amor. Así es como se está sintiendo Lizzy en este momento. Pero todo es parte del proceso, todo es un camino lleno de flores hacia la felicidad infinita. Philips y Lizzy tienen suerte de casarse enamorados, y yo estoy muy feliz porque al menos ellos tienen ese privilegio.
En cuanto a mí…
No logro deshacerme del recuerdo de aquel beso. No logro olvidar la intensidad de sus labios contra los míos, el torrente de emociones que se desató en mi cuerpo y que jamás había experimentado hasta ese momento. Cierro los ojos y recuerdo su voz, sus ojos, sus labios, y las caricias en mis mejillas siguen resonando en mi mente, como ecos de una explosión de sensaciones que se sintió interminable.
¿Qué me está ocurriendo? ¿Por qué me aferro a estos sentimientos?
No deseo experimentar nada por él.
En el instante en que nuestros labios se unieron, un destello de posibilidad iluminó mi corazón; Me atreví a pensar que podríamos estar enamorados; así debería ser, después de todo. Cuando dos almas se encuentran en un beso, eso es lo que he leído que ocurre. La necesidad de claridad me llevó a preguntarle, pues debía saber lo que vendría después. Al confesarme que no sentía amor por mí, un puñal hiriente se incrustó en mi pecho, y entonces decidí reprimir mis emociones, actuando con la misma ligereza con la que él lo había hecho.
Han transcurrido dos semanas, y aunque nos despedimos en buenos términos y acordamos ser amigos, no he vuelto a verlo. No hay rastro de él en las prácticas para la boda, ni siquiera he escuchado a su familia mencionar su nombre.
De nuevo, ha desaparecido.
O quizás, simplemente ha optado por alejarse de mí.
Sin embargo, la verdad es que no puedo olvidarlo. Con solo recordarlo, el latido de mi corazón se acelera y siento un cosquilleo en el estómago, como si un sinfín de mariposas revolotearan dentro de mí.
Estoy exhausta…
Una rabia ardiente me consume porque me dejó claro que no estaba interesado en un compromiso y, aún así, tuvo la audacia de besarme sin previo aviso.
¿Por qué lo hizo?
Estoy furiosa, porque, sin esforzarse demasiado, provocó un caos en mi corazón. Ahora que mis labios han sentido el roce de los suyos, se ha desvanecido, dejándome en el olvido, como si fuera una de esas mujeres libertinas a las que debe estar acostumbrado a frecuentar.
Estoy furiosa, porque me ofreció su amistad, solo para culminar en ese beso, permitiendo que compartiéramos una conexión tan inesperada y, después, desapareciendo sin decir una sola palabra…
Y ahora estoy nerviosa…
Porque luego de dos semanas es probable que vuelva a verlo, y no sé cómo reaccionaré cuando estemos juntos en el altar: Él con los anillos, y yo como dama de honor. No sé si lograré ignorarlo, así como él hizo conmigo. No sé si explotaré y le reprocharé por qué me besó y luego se fue, tratando de omitir el hecho de que no he dejado de soñar con él.
—Eres la dama de honor más hermosa que jamás he visto —Beth no podía contener la emoción mientras me ayudaba con mi vestido.
—A Lizzy le encantó mi elección de color para las telas de mi vestido, y la verdad que combinan a la perfección con los pétalos de rosas.
—Sin dudas acertaste —Agregó mi dama de compañía mientras me ayudaba con los últimos detalles.
Elegí un hermoso y delicado vestido color verde menta. De un tono sutil y elegante, con una capa de tul con bordados en pedrería que caían con delicadeza y unas mangas largas de una tela con transparencias, misma que combinaré con mis guantes. Y, a pesar de estar furiosa con él, siento una satisfacción al usar el colgante con la perla verde que me obsequió, mismo que queda justo encima del nacimiento de mis senos.
—¿Estás lista zanaho…? —Theon quedó sin habla en cuanto entró en la habitación, y me miró de arriba abajo con admiración.
—¿Qué te parece? —Pregunté.
—Estás hermosa —Sonreí mientras caminaba hacia él.
—No recuerdo haber visto ese colgante antes —Mi hermano miró con curiosidad mi colgante.
—Fue un regalo del duque de Whingbury.
—¿Ansel te regaló la perla verde?
—Si… —Dije algo nerviosa —También me obsequió este colgante de plata.
Mi hermano tomó en sus manos el colgante, acarició el metal mientras lo veía detenidamente.
—No, hermana, no es de plata. Este es mucho más claro —Me miró a los ojos —Es de platino.
¿De platino? No lo puedo creer. No solo me regaló una perla verde; una de las joyas más caras, sino que el colgante es de platino; el metal más caro de todos.
¿Por qué gastar tanto en mí?
—¿Por qué Ansel te regaló esto?
Dios mío ¿Qué digo?
—No lo sé… —Fingí fortaleza —Yo solo lo acepté. Puedes preguntarle tú mismo.
—Eso haré.
Lo tomé del brazo, tratando de cortar la tensión del momento.
—Vamos, llegaremos tarde. Lizzy necesita toda la ayuda posible. No todos los días te casas con el amor de tu vida.
🥀🥀🥀
Al llegar me sorprendí al ver todo a nuestro alrededor. Aquella propiedad no se parecía en nada al tranquilo palacio que he visitado en tantas ocasiones.
El jardín delantero estaba plagado de invitados. Toda la sociedad había asistido a la boda de la temporada. Y como bien pensaron todos: el diamante de la temporada fue la primera en contraer matrimonio. Un espectáculo de vestidos coloridos y de elegantes trajes adornaban el jardín principal, y todos se dirigían hacia el jardín trasero; lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia de unión.
—Qué alivio que llegan —Erick caminó apresurado hacia nosotros, y realmente se veía atormentado.
—Veo que todo marcha como lo planeado —Respondió mi hermano con una media sonrisa.
—Sí, pero no deja de ser estresante… Madre está calmando a los gemelos, hoy están más traviesos que nunca. Les hemos explicado cientos de veces cómo es que tienen que caminar hacia el altar. No encuentro a Gael en ningún sitio. Lizzy no deja de preguntar por ti, Jane, y Ansel aún no llega, ni siquiera sé si vendrá, y se supone que sea él quien lleve los anillos —Inspiró profundo y luego soltó todo ese aire como si se hubiese librado de un gran peso —Estoy a punto de enloquecer.
—Muy bien, yo iré con tu madre y la ayudaré con los niños —Habló mi tía.
—Yo iré con Lizzy inmediatamente —Agregué.
—Y tú y yo buscaremos a Gael. Luego nos tomaremos un trago juntos, veo que lo necesitas para lograr terminar el día en una pieza —Dijo Theon.
Entramos juntos en el palacio. Éste estaba tranquilo y silencioso, pues la servidumbre estaba guiando a los invitados hacia el jardín trasero, es ahí donde están todos.
Erick y Theon continuaron hacia el jardín y mi tía y yo continuamos por el corredor que me resultaba tan familiar. Pasamos junto a aquella habitación donde una vez entré deslumbrada por una melodiosa música. Un mar de recuerdos inundaron mi mente, recordando aquellas manos tocando el piano, sus ojos furiosos sobre los míos y sus palabras hirientes asustándome hasta tal punto que salí corriendo sin mirar atrás.
Eso es lo que es él…
Un caballero de las sombras. Siempre apareciendo y desapareciendo en la oscuridad. Alguien que me ha hecho feliz, y a la vez ha logrado causar estragos en mi corazón y mi mente… pero que también ha logrado enfurecerme. Me enfurece que se marchara, pero más me molesta que sea ésa la razón por la que estoy furiosa.
¿Acaso no piensa asistir a la boda de su hermana?
Tía Margaret entró en la habitación de Lady Dagger y yo entré en la habitación de Lizzy, ambas quedaban una frente a la otra.
Adentro había un caos total.
Lizzy estaba de pie mientras se refrescaba nerviosa con su abanico. Dos damas de compañía se estaban encargando del maquillaje y el cabello, y la modista la estaba ayudando con el vestido de novia.
—¡Jane, qué bueno que llegas! —En el momento en que me vio a través del enorme espejo que tenía al frente, no dudó en respirar aliviada.
—Lizzy… —La miré deslumbrada —Estás hermosa… Hizo un gran trabajo Lady Johanna —Me dirigí a la modista que estaba dándole unos toques de brillantes a la gran cola del vestido.
—Gracias, milady —Ella no dudó en sonreír.
—Jane… creo que lo voy a cancelar —Dijo mi amiga, las otras tres damas no dudaron en alzar la vista alarmadas. Pero eso solo me demostró que Erick no era el único Dagger atormentado por la ceremonia.
—¿Por qué dices eso, Lizzy?
—Porque claramente no está en mi destino contraer matrimonio hoy… Mi ramo de flores aún no llega, los pétalos de rosas tampoco. No tengo ni idea de en dónde está Philips, ¿Sí sabes que aún no llega? Y Ansel… ni siquiera me envió una carta avisando si viene o no, hace una semana que no sé nada de él —Sus ojos alcanzaron un brillo de tristeza evidente.
—Lizzy… —Caminé hacia ella, tomé en mis manos el colgante de diamantes que su dama de compañía estaba a punto de colocarle para yo ponerme en su lugar —Tú y Philips están locamente enamorados, estoy segura de que en cualquier momento él llegará para abrazarte, besarte y nunca más estar alejado de ti —Le coloqué su cogante, y luego la miré a través del espejo —En cuanto a las flores… aún faltan tres horas para la boda, estoy segura de que el florista llegará pronto. Y respecto a tu hermano… no creo que él falte a tu boda, pero si es así, aún tienes a Gael y a Erick, así que por favor, sonríe que hoy es el inicio de tu vida, una vida llena de amor y felicidad —Sonreímos, y luego la abracé fuerte.
—Gracias por estar aquí, Jane. Gracias por ser mi amiga —Apretó fuerte mi mano y noté lo fría que la tenía.
—Siempre voy a estar para lo que necesites —Sonreí —Ahora, respira profundo y no llores, sino el maquillaje se arruinará.
Las damas de compañía continuaron dándole unos toques a su maquillaje, y yo caminé hacia el gran ventanal de cristal que daba hacia el jardín delantero…
Y justo en ese instante, el carruaje con las flores estaba llegando, obligándome a respirar aliviada, pues por lo menos se había resuelto una de las preocupaciones de Lizzy.
—¡Llegaron las flores! —No pude contener la alegría.
—¡Gracias a Dios! —Exclamó Lizzy con alivio.
—Iré a buscarlas —Dijo una de las damas.
—¡Descuida, iré yo! ¡Ustedes sigan dejando bella a mi amiga!
Salí de la habitación y atravesé la soledad del palacio ducal, donde solo escuchaba mis pasos en el reluciente piso. La servidumbre se había encargado de mantener a todos los invitados en el enorme jardín trasero, lejos de la casa familiar.
Salí del palacio y ya estaba en el jardín delantero junto al carruaje de las flores, y vaya que se notaba a leguas que lo que cargaba eran flores, pues los colores y el exquisito olor fue algo que me obligó a inspirar profundo mientras sonreía.
Un anciano con sombrero de copa me entregó una caja con el ramo de rosas para la novia. Esas rosas blancas se veían tan hermosas y frescas, y el aroma llegaba hasta mi nariz. A su alrededor estaban los pétalos de rosas rojas que dispersaría a mi paso en la ceremonia.
—Gracias, amable señor —Hablé.
El señor sonrió a boca cerrada, hizo una corta reverencia y se retiró.
Justo cuando me iba a voltear para entrar en palacio otra vez, mi cuerpo chocó sorpresivamente con el de él: Vestido de satre. Su traje le quedaba perfectamente a la medida. Su chaqueta y chaleco azul cielo le quedaban ajustados. Su camisa blanca estaba abotonada hasta el cuello con elegancia. Sus pantalones holgados le daban cierto protagonismo. Su cabello rubio estaba perfectamente peinado hacia un lado como la ocasión lo ameritaba. Pero ese atuendo no brillaría si no fuese por la joya perfecta: una pequeña rosa blanca adornaba el bolsillo que tenía en el lado del corazón.
—¿Philips? ¿Qué haces aquí afuera? Lizzy cree que aún no has llegado.
—Estoy aterrado, Jane. No sé si pueda casarme con Lizzy —Realmente se veía exhaltado y aterrado, incluso lo noté sudoroso.
—¿Qué dices, Philips? No creo que lo digas en serio ¡Tú la amas!
—¡Claro que la amo, Jane! ¡Siento que no puedo respirar si no la tengo cerca! —Él se veía nervioso, pero su confesión me hizo sonreír con sutileza.
—Entonces… ¿Cuál es el problema?
—Tengo miedo de no ser suficiente para ella… —Caminó de un lado a otro con nerviosismo —No me siento cómodo sintiendo ésto.
—¿No te sentiste cómodo estas semanas con ella?
—Nunca en la vida había vivido algo así… Lizzy es lo mejor que me ha sucedido. Ni siquiera buscaba un compromiso, y solo bastó con verla para enamorarme perdidamente —Me miró, y no pude evitar sonreír —Pero… ¿Seré digno de ella?
—Eres más que digno de ella, Philips ¡Es que hay que verlos para notar lo enamorados que están! —Reímos.
—Ella me embriaga con su sonrisa, Jane —Sonreímos.
—Entonces ve, tu boda te espera —Me sonrió y luego corrió rumbo al jardín.
Y mientras observaba a Philips alejarse, comencé a subir las escaleras que conducían al interior del palacio, para llevarle las flores a Lizzy y preparar la cesta donde yo llevaré los pétalos.
Cada escalón representaba un martirio, pues con mi vestido, los zapatos de tacón y la enorme caja que ocupaba casi todo mi campo de visión, no vi uno de los escalones y tropecé torpemente con él. Y justo en ese instante lleno de sorpresa y desequilibrio, donde mi cuerpo estuvo a punto de sucumbir a la gravedad y caer irremediablemente al suelo, en ese preciso instante, unas manos firmes y protectoras se extendieron hacia mí, deteniendo mi caída de forma casi milagrosa. Sentí un alivio indescriptible, y levanté la mirada para encontrarme con el rostro de mi salvador.
—Justo a tiempo —Su sonrisa dejaba ver ese hoyuelo en su mejilla. Sus ojos verdes estaban más brillantes de lo habitual, pues el sol de la tarde les daba directamente.
—Gracias, su majestad —Sonreí apenada —Acaba de salvarme de un desastre total.
—Mi mano siempre estará ahí para usted, milady.
Y mientras él me veía con dulzura, yo solo desviaba mis ojos al suelo.
—Debo irme, Lizzy me espera. —Y justo cuando iba a continuar subiendo la escaleras, el príncipe sujetó mi mano con detenimiento.
—Espera, milady… le debo un disculpa.
Nos miramos en silencio.
—Yo también le debo una disculpa, su majestad.
—Debí consultárselo, debí poner más esmero en cortejarla. Usted merece un inicio que encienda la llama del romance de la manera más memorable, y un amor que perdure a través del tiempo, incluso a través de los sueños.
Sonreímos.
—Me alegra que el diario de chismes nos protegiera de una vergüenza —Fue lo que salió de mis labios.
—Oportunamente usted se sintió mal —Me regaló una sonrisa ladina, la cual me hizo sonreír.
Gracias a Dios que la autora nos defendió.
—Sí, un terrible malestar —Reímos con complicidad.
Luego, un silencio incómodo se apoderó de nuestra conversación.
—Entonces… ¿No quiere casarse conmigo? —Preguntó finalmente, como si quisiera confirmarlo con mis palabras
.
Él no era el indicado… No es quien me acelera el corazón, quien hace temblar mi cuerpo con tan solo hablarme, quien puede derrumbarme con solo una mirada y quien se apodera de mis sueños… él no es a quién amo, y me odio por eso, porque el príncipe es el pretendiente que toda dama desearía tener, pero no yo.
Estás acabada, Jane.
No sabes lo que estás a punto de hacer.
—Su majestad… discúlpeme, pero yo no quiero casarme con usted.
El príncipe miró al suelo y luego volvió a levantar su mirada.
—Acepto mi derrota… pero hay algo que me causa curiosidad —Sus ojos alcanzaron un brillo indescifrable.
—Usted dirá —Me sentía intrigada.
—¿Quién es más importante que yo?
¿Qué acaba de decir? Con ese tono altino que jamás había escuchado en él. Es como si su verdadera naturaleza hubiese salido a flote. Pero yo no me dejaba intimidar.
—Lo único más importante que usted, su majestad, soy yo. Ahora discúlpeme, mi amiga espera por su ramo de flores.
Le di la espalda y me dispuse a alejarme de él. Si al principio sentí pena por rechazarlo, ahora sentía rabia por cómo se había expresado, como si nada valiera más que él. Pero esa faceta que desconocía me hizo darme cuenta de que al menos estaba haciendo lo correcto con no aceptar su propuesta…
—¡Jane, espera! —Me sujetó repentinamente por la mano y me obligó a voltearme a verlo. Otra vez me sorprendió su forma de hablar, pues él nunca me había tuteado, yo nunca se lo había permitido.
—Es milady para usted, su majestad. —Arrugué mi entrecejo y él agachó la mirada apenado.
—Disculpame, —Agitó su cabeza, como si quisiera acomodar sus palabras —Discúlpeme por cómo le hablé, no debí expresarme así, no debí tutearla… pero lo cierto es que su rechazo me sorprendió, milady, pues yo estoy completamente enamorado de usted… —Su confesión me sorprendió al punto de que abrí mis ojos a más no poder: Él no solo me propuso matrimonio, sino que también me ama —Y si su corazón no siente lo mismo que el mío, no pienso seguir insistiéndole… pero le ruego que al menos me permita ser su amigo.
¿Y si solo fue un momento de egoísmo?
¿Y si solo se sintió herido por mi rechazo?
Yo había destrozado su corazón, sus ilusiones, así cómo habían hecho conmigo. No puedo alejar al príncipe, él siempre ha sido un caballero conmigo, siempre ha estado ahí para mí. Ese brillo en sus ojos que no pude identificar antes, era decepción, era el reflejo de su corazón rompiéndose en mil pedazos ante mi rechazo… solo por eso no lo alejaré, ni sentiré rencor.
—¿Se sentiría cómodo siendo mi amigo, aún sintiendo lo que siente? —Simplemente no podía creer lo que me pedía, pues yo misma soy amiga de alguien por el cual siento algo más.
Y mientras que yo esperaba una reacción negativa, él me respondió con una sonrisa que iluminó su rostro.
—Puedo ser su amigo, y prometo nunca pasar los límites, lo prometo.
Muy bien. Él no era mala persona. Mi hermano lo conoce desde pequeño, es parte de la familia.
—Está bien, acepto ser su amiga, su majestad.
Sonrió.
—Para ser amigos, primero debe tutearme, así como hacen todos mis amigos —Sonrió con picardía, logrando contagiarme con ella.
—Está bien, Landon —Le extendí mi mano y él no dudó en tomarla —¿Amigos entonces?
—Amigos, Jane.
🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀
Hola, hola.
¿Les confieso algo?
En muchas ocasiones me entristece los pocos lectores. Pero luego pienso en mis fieles lectores, los que siempre votan y dejan un lindo comentario. A ustedes (saben quienes son) Muchas gracias ❤️
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